El
mes pasado habíamos llegado al final del desarrollo del Tema
de la fe, que culminaba con un regreso a la tonalidad
inicial de La bemol mayor.
Se
escucha un pedal en fa grave de los chelos y los contrabajos, un
trémolo
ominoso que anuncia la entrada de algo. Este algo
es el tema inicial del preludio, el Tema
de la última cena. Sin embargo, no se expone completo;
siguiendo la terminología que hemos utilizado a lo largo de esta
serie de artículos, ahora sonarían el Motivo
de la comunión (acompañado por el trémolo de contrabajos
y chelos) y el Motivo
de la herida (con acompañamiento de trémolo de violines
primeros y segundos en divisi).
Seguidamente,
se repite el Motivo
de la herida, pero modulando a otra tonalidad: Do
bemol mayor.
En
esta tonalidad, se escucha una vez más el Motivo de la comunión
y el Motivo de la herida, que se repite para modular ahora a Re
mayor.
Y en
Re mayor escuchamos por tercera vez el Motivo de la comunión y el
Motivo de la herida, que esta vez suena tres veces, sin pausas entre
cada repetición. Como siempre, la última repetición sirve para modular
a otra tonalidad.
Es
curioso comprobar que aquí Wagner está resolviendo la estructura
del preludio, uniformizando las dos partes anteriores, ya que está
usando los primeros motivos del Tema de la última cena (que era
la base de la primera parte) con la secuencia de tonalidades (La
bemol mayor, Do bemol mayor y Re mayor) en la que se ha expuesto
el Tema de la Fe (base de la segunda parte).
Volviendo
a la partitura, se escucha ahora una ligera variación (sólo cambian
las últimas notas) del Motivo de la lanza.
Este
Motivo de la lanza se repite dos veces más, la última de las cuales
enlaza su segundo segmento con otro motivo denominado “del tormento
de los pecados” (según la peculiar nomenclatura del “Libro de motivos”).
La
extraña armonía de este pasaje describe de forma genial el dolor
que va socavando la moral de Amfortas, haciéndole desear la muerte
que él concibe como único medio para evitar la prolongación de su
sufrimiento.
La
melodía traza ahora un simple ascenso de semitono (de Sol a La bemol),
repetido tres veces, aunque con una armonía que cambia constantemente.
Sólo
cuando continúa nos damos cuenta de que este semitono ascendente
es el mismo que el que figura al principio del Motivo de la herida.
Curiosamente, en este caso sus últimas notas siguen el ritmo del
Motivo de la lanza (tres corcheas y una blanca) en vez de las del
Motivo de la herida original (corchea con puntillo, semicorchea
y blanca).
Esto
podría suponer un cierto “parentesco” entre el Motivo de la herida
y el de la lanza, lo cual no es descabellado, pues es la lanza la
que provoca la herida. Ya en la frase del Tema de la última cena
era patente la semejanza: uno parece un eco ligeramente alterado
del otro, pues ambos empiezan con salto descendente de quinta, al
que sigue un ascenso por grados conjuntos.
Seguidamente,
se oye el Motivo de la lanza, cuya melodía reposa por fin sobre
el Si bemol.
Si
juntamos los motivos que acabamos de escuchar, tenemos
el Motivo de la herida y el Motivo de la lanza, es decir, los motivos
que forman el Tema de la última cena, menos el motivo inicial (el
de la comunión).
Es
precisamente a continuación cuando se empieza a escuchar ese motivo
que faltaba, el de la comunión: primero en el clarinete, empezando
en Re
bemol.
Después
lo releva el oboe
en el Si bemol, también con el Motivo de la comunión.
Y por
último, la
flauta releva al oboe en el Sol agudo, una vez más
con el Motivo de la comunión, hasta llegar a la nota Mi bemol sobreagudo.
Entonces
los violines primeros empiezan una breve coda que consiste en una
simple escala
ascendente en Mi bemol mayor, desde el Si bemol grave
en el que estaban hasta el Mi bemol más agudo posible en estos instrumentos.
El
efecto es de un misticismo increíble.
Si
recapitulamos sobre la forma de este preludio, vemos que empezó
con la exposición del Tema de la última cena (en varias tonalidades,
a capella o con acompañamiento); luego sigue la exposición del Tema
del Grial y del Tema de la Fe. Se desarrolla el Tema de la Fe. Se
reexpone el Tema de la última cena (sin su último motivo) varias
veces, en diferentes tonalidades. Suena por fin este último motivo,
el de la lanza, en varias tonalidades también, enlazando en la tercera
repetición con el Motivo del tormento de los pecados. Hay un triple
comienzo dubitativo del Motivo de la herida, que por fin desemboca
en el Motivo de la lanza. Y por fin se escucha el Motivo de la comunión,
de forma ascendente, hasta llegar a un agudo en pianissimo.
Desde
el punto de vista dramático, el Tema de la última cena expresa claramente
este misticismo melancólico pero sin ese sentimiento vehemente que
nos apasionaba, por ejemplo, en “Tristán”. Los temas más lacerantes
suenan más comedidos (aunque igual de dolorosos) en “Parsifal”,
sin que esto vaya en detrimento de efectividad dramático-musical,
y además logra este efecto con una música más avanzada que todo
lo que había compuesto hasta entonces (aunque a veces no lo parezca).
Personalmente, el Tema de la última cena me transmite plenamente
la “despedida del mundo” de Wagner (así llamaba el compositor a
esta última obra suya). Los temas del Grial y de la Fe demuestran
las fuerzas que van a mover al protagonista de la obra, aunque su
desarrollo es cerrado y no parece conducir a ninguna parte, lo que
parece relatar el estado actual de la sociedad del Grial, incapaz
de avanzar. La reexposición del Tema de la última cena parece volvernos
a introducir en el sentimiento idílico inicial, aunque la armonía
cambiante nos lleva al Motivo de la lanza y al tormento de los pecados,
así como al de la herida, que indican los problemas que sufren los
caballeros del Grial. Todo esto se repite con distintas armonías
hasta que por fin se llega a la dominante de La bemol (Mi bemol),
donde el acorde queda fijo y se escucha ese ascenso final (clarinete,
oboe, flauta y violines) hacia la paz más mística que uno pueda
percibir.
Tras
escuchar esta pieza, cabe preguntarse, como Nietzsche: “Desde el
punto de vista estético, ¿ha hecho Wagner algo mejor?”
Bibliografía:
- Das
Buch der Motive (El libro de los motivos), volumen 2, Schott,
Mainz, 1920.
- Martin Gregor-Dellin, Richard Wagner, Alianza Editorial,
Madrid, 1983. Traducción de Ángel-Fernando Mayo Antoñanzas.
- Richard Wagner, Parsifal, Dover, Nueva York, 1986.
- Monsalvat: the Parsifal homepage. http://home.c2i.net/monsalvat/indexns4.htm
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