Esbozos
para un estudio de la posible influencia de Wagner en el Otello
de Verdi
Antes
de empezar, quisiera dejar claro que muchas de las ideas que voy
a plasmar en este artículo son meras hipótesis, que necesitarían
de una confirmación mediante el estudio de numerosos documentos
biográficos y de la época.
La
controversia sobre la influencia de Wagner en el último Verdi no
es nueva, si bien en muchos casos no es más que una sucesión de
tópicos, por lo general no muy razonados. Los partidarios de Verdi
se suelen defender diciendo que Verdi no tuvo mucho conocimiento
de las obras de Wagner: es ya un tópico la anécdota que relata que
en Viena escuchó la obertura de Tannhäuser y le pareció “un
disparate”. Cuando Verdi asistió a una representación de Lohengrin
en Bolonia, el 19 de noviembre de 1871, también se llevó una impresión
general negativa. Sin embargo, no le veo sentido que un hombre que
se refirió a Wagner (al día siguiente de su muerte) como “un nombre
que deja tras sí una profunda huella en la historia” siguiera pensando
que la obertura de Tannhäuser era un disparate. Parece lógico
pensar que hubo algo entre 1875 y 1883 que hizo a Verdi cambiar
de opinión.
¿Qué
pudo ser?
Las
posibilidades podrían ser muy variadas. Sería interesante hacer
un seguimiento minucioso de los conciertos y las representaciones
a las que acudió Verdi, puesto que quizá pudo escuchar más música
de Wagner. No olvidemos que, sólo en Bolonia, hasta 1883 ya se habían
representado Lohengrin, Tannhäuser, Rienzi,
y El holandés errante, Por otro lado, es muy probable que
el contacto entre Verdi y Boito, renovado desde que se juntaron
en 1879 para trabajar en Otello, implicara un conocimiento
más profundo de la música de Wagner por parte de Verdi, pues Boito
fue un gran admirador de Wagner y es de suponer que tendría partituras
del compositor alemán.
Pero
centrémonos ya en la obra. ¿Qué hay en Otello que pudiera asociarse
con Wagner?
En
el plano dramático-musical, es evidente que esta ópera supuso un
enorme avance de Verdi en la unión del drama y la música. Hay menos
números aislados que en Aida y el desarrollo dramático apenas se
ve interrumpido por estos. No obstante, sería muy superficial tildar
este hecho de “influencia wagneriana”, puesto que la evolución de
la ópera en el siglo XIX tendía a este fin.
También
sería superficial afirmar que el fenomenal carácter descriptivo
de la música de Verdi en muchos momentos de Otello (como el tormentoso
inicio de la ópera) se debe a Wagner, pues ya hay momentos descriptivos
muy logrados en obras muy anteriores (como el coro a boca cerrada
que imita el viento en Rigoletto). No obstante, aquí ya se puede
empezar a hacer ciertas puntualizaciones. Por ejemplo, cabría preguntarse
si el “cluster” de pedal de órgano (Do-Do sostenido-Re graves),
que se alarga desde ese tormentoso principio de Otello durante
255 compases, habría sido posible sin el “osado” precedente del
pedal de Mi bemol de 157 compases, con el que empieza El oro
del Rin. Pese a todo, esto es una pregunta de imposible respuesta
y jamás podría constituir prueba de una presunta influencia wagneriana.
Otro
detalle curioso es que el papel de Otello tiene unos requisitos
vocales que se ajusta más al canon wagneriano: es de una extensión
temible y exige una resistencia y matices parecidos a los que puede
acometer un heldentenor. Grandes tenores wagnerianos han sido intérpretes
históricos de Otello: Melchior, Lorenz, Windgassen y Vinay. Sin
embargo, esto tampoco permite hablar de clara influencia wagneriana,
pues el compositor pudo sentirse simplemente impelido a escribir
la música que su instinto dramático le pedía, despreocupándose de
si habría alguna voz que pudiera cantarlo (aunque alguien podría
decir que esta actitud es semejante a la de Wagner, cuando compuso
el Anillo).
Pasemos
ya a la partitura. En ella sí se pueden observar ciertos momentos
en los que la música tiene influencias wagnerianas. José María Martín
Triana defendía que Otello no debía nada a Wagner “a pesar
de que determinados críticos afirmen lo contrario basándose únicamente
en el sonido wagneriano del tema del beso”. Por mi parte, me pregunto
cómo es posible que los críticos sólo perciban el sonido “wagneriano”
de ese tema, cuando hay más coincidencias.
El
tema del beso tiene una gran influencia de Wagner, concretamente
del interludio orquestal que, en los “Adioses de Wotan”, sigue a
las palabras “als ich, der Gott”. Si ahí nos fijamos en la orquestación,
veremos que la melodía
en Wagner la ejecutan 3 flautas, 3 oboes, el corno inglés, 3 clarinetes
y el clarinete bajo, mientras los acordes corren a cargo de las
trompas, los fagots y la cuerda en trémolo. En el tema del beso
verdiano, la melodía
está en el oboe, el clarinete y los violines primeros, mientras
los acordes los marcan las trompas, los fagots y la cuerda en trémolo.
Evidentemente la orquestación de Verdi es menor, pero el color es
muy semejante: viento madera para la melodía sobre acordes de trompas
y cuerda en trémolo.
Tanto
el tema verdiano como el wagneriano están en Mi mayor.
El
tema verdiano, al igual que el wagneriano, consta de una frase de
dos compases y en el segundo compás siempre hay dos notas descendentes
en grados conjuntos, la primera de las cuales es la nota más alta
de la frase musical, y que aparece tras un salto ascendente.
A
continuación, ambos temas siguen repitiendo esa misma frase ascendiendo
un poco más.
La
última frase de los dos temas se diferencia en la longitud (2 compases
la de Verdi, 6 la de Wagner), pero en todo caso sigue habiendo semejanzas:
en ambos casos se empieza en la misma nota de la primera frase (Do
sostenido en el tema verdiano, Mi en el wagneriano) y se alcanza
el clímax en la nota más aguda, siendo esta un Do sostenido, al
que sigue luego el siguiente descenso: Si, Sol sostenido, Mi, Si
grave.
Así
pues, es evidente que entre el tema del beso de Otello y
este interludio orquestal de los “Adioses de Wotan” hay algo más
que un “sonido wagneriano”.
Como
puntos comunes adicionales, podría hablarse de su armonía cromática
y de su línea de bajo que se desplaza por grados conjuntos. Sin
embargo, esta semejanza es más superficial y no refleja una influencia
tan clara como la anterior.
El
mes que viene seguiremos viendo más ejemplos de música del Otello
verdiano con posible influencia wagneriana.
Bibliografía:
-
Richard Wagner, Die Walküre, Dover, Nueva York, 1978.
-
Giuseppe Verdi, Otello, Dover, Nueva York, 1986.
-
Charles Osborne, Verdi, Salvat Editores, Barcelona, 1987.
-
José María Martín Triana, El libro de la ópera, Alianza Editorial,
Madrid, 1987.
-
Richard Wagner, Das Rheingold, Dover, Nueva York, 1985.
-
http://www.comune.bologna.it/iperbole/accfilbo/testi/wagner_e_wagnerismo.htm
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