El
mes pasado nos quedamos en el motivo de la raza de los welsungos,
en el final del fragmento tomado de la frase musical que canta Siegmund:
“Nun weißt du, fragende Frau, warum ich Friedmund nicht heiße”.
A
continuación, se escucha en la cuerda grave el motivo del vínculo
de los welsungos. Al mismo tiempo, suena en las maderas
el motivo de Sieglinde, primero en el corno inglés y luego en el
clarinete.
Este
motivo lo hemos escuchado por primera vez en el primer acto de La
walkyria, cuando aparece Sieglinde en escena, tras preguntarse
si el extranjero que yace junto al hogar habrá perdido el sentido
o estará enfermo.
Escuchemos
ahora el motivo del vínculo de los welsungos y el de Sieglinde juntos,
tal y como suenan en esta parte de la “música fúnebre”.
Seguidamente,
el oboe interpreta una frase
musical que encadena tres motivos.
1)
El primero de ellos es el motivo
de Sieglinde, que acabamos de ver.
2)
El segundo es el motivo de Freia, o mejor dicho, la segunda
mitad del motivo de Freia, que refleja la parte más
pasional del amor.
3)
El tercero es el motivo
del amor, que aparece por primera vez en La walkyria.
Cuando Siegmund bebe el agua que le ofrece Sieglinde y se establece
entre ellos el vínculo de compasión que luego derivará en profundo
amor.
De
hecho, es en este mismo momento de La walkyria cuando aparecen
unidos
la segunda mitad del motivo de Freia y el motivo del amor.
Y
esta sección, precedida por el motivo de Sieglinde, es la que se
escucha en los compases que estamos analizando de la “música fúnebre”.
A
continuación, los violonchelos, las violas, y las trompas marcan
la primera parte del motivo
del asesinato, mientras los violines tocan la segunda
parte.
En
los siguientes dos compases se repite esta combinación de motivos,
pero añadiéndole uno más: el del vínculo
de los welsungos, interpretado por el clarinete bajo,
los fagots, las tubas, la tuba contrabajo y los contrabajos. El
resultado es realmente conmovedor y prepara al oyente para un clímax
que no tardará en llegar.
Estos
tres motivos juntos se vuelven a repetir, variados, en los dos compases
posteriores.
El
siguiente compás es una modulación para acabar en Do mayor. Un Do
mayor marcado por la entrada de la primera trompeta, con el motivo
de la espada.
La
cadencia sobre Sol mayor, con un increíble crescendo en la trompeta,
desemboca otra vez en Do mayor, pero ahora con el motivo
del asesinato, que en esta resplandeciente tonalidad
adquiere un carácter de verdadera honra funeraria. Como dijo un
joven Ángel-Fernando Mayo, “el héroe no fue vencido”, “su espada
no fue rota”.
El
motivo del asesinato se repite una vez más y luego se repite en
eco su primer segmento.
Seguidamente,
las trompas y la trompeta baja interpretan el motivo de Siegfried.
Este
motivo de Siegfried aparece con la misma forma que en el final de
los “Adioses de Wotan”, esto es, con
la cadencia final ascendente.
La
última nota del motivo de Siegfried coincide con una nueva exposición
del motivo del asesinato, ahora en la tonalidad de Sol mayor, también
muy brillante, y que supone una nueva honra fúnebre al héroe más
grande. Al igual que cuando sonó en Do mayor, se repite una vez
completo, y luego se repite sólo el primer segmento, en eco.
También
le sigue una vez más el motivo de Siegfried,
aunque
esta vez no con la forma en que suena en los “Adioses de Wotan”,
sino en aquella con la que aparece cuando Brünnhilde
le sugiere el nombre a Sieglinde. Los violines lo
acompañan aún con una variación
del segundo segmento del motivo del asesinato.
Si
repasamos ahora todo lo que hemos visto musicalmente, nos damos
cuenta de que Wagner, tras enseñarnos el origen del héroe, nos ha
mostrado ahora a Sieglinde (su madre), nos ha recordado el amor
de los welsungos (del que nacerá Siegfried), el vínculo entre ellos;
por fin, nos ha mostrado la espada, que hace que Siegfried se enfrente
al dragón y se libere de Mime; nos ha recordado al héroe asesinado,
bien explicitando su muerte (motivo del asesinato) o su propia identidad
(motivo de Siegfried).
El
mes que viene, seguiremos con esta pieza hasta el final.
Bibliografía:
-
Deryck Cooke, Der Ring des Nibelungen – An introduction,
DECCA 443581-2.
-
Richard Wagner, Die Walküre, Dover, Nueva York, 1978.
-
Richard Wagner, Götterdämmerung, Dover, Nueva York, 1982.
-
Ángel-Fernando Mayo, Cien años del Festival de Bayreuth (1876-1976),
Ritmo, núms. 459, 460, 463, 465 y 466, Madrid, 1976
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