El
mes pasado nos quedamos en un momento de gran melancolía de Siegfried,
mientras piensa en su madre, “una hembra humana”. Pero esos pensamientos
melancólicos en la brillante tonalidad de Do mayor se van a oscurecer
por la irrupción de la tonalidad de Mi mayor, y con ella aparece
el bosque y sus pájaros.
Es
ahora cuando se escuchan los “murmullos del bosque en su forma definitiva”
(según la terminología usada por Deryck Cooke): un hermoso y mágico
sonido descrito por la cuerda.
A
continuación, sobre los murmullos del bosque se escucha a las voces
de la naturaleza, esos pájaros con los colores de las flautas, los
oboes y los clarinetes. Al principio, esas voces son una imitación
del canto real de los pájaros, tanto en el primer
oboe como en la
primera flauta. Seguidamente se oye uno de los motivos
que se asocian con el pájaro del bosque, que denominaremos “segundo
motivo del pájaro del bosque”, interpretado por el clarinete.
A
continuación, se escucha el que llamaremos “tercer motivo del pájaro
del bosque” en ese mismo instrumento.
Inmediatamente
después, la flauta imita los gorjeos del mirlo común, con un sonsonete
muy típico. Luego se vuelve a escuchar el segundo
y el tercer motivo en el clarinete. Acto seguido suena el que llamaremos
“primer motivo del pájaro del bosque”, en el oboe.
Una
vez escuchados ya todos estos cantos de pájaros podemos establecer
varias relaciones. La primera es que todos ellos nacen a partir
de una escala
pentatónica (una escala de cinco notas que consta
de tónica, segunda, tercera mayor, quinta justa y sexta mayor),
que Wagner usa para representar a las voces de la Naturaleza. Estas
voces de la Naturaleza representan su esencia: una comunicación
sincera, libre, carente de maldad, inocente, lo que no implica que
no pueda ser cruel (como cuando las ondinas rechazan las insensatas
pretensiones amorosas de Alberich) o ingenua (como cuando las mismas
ondinas revelan el secreto que transforma el oro en sortija). De
la misma forma, el pájaro del bosque revela la verdad a Siegfried
(aunque éste sólo es capaz de entenderla tras beber la sangre del
dragón).
El
primer
motivo del pájaro del bosque es una variación del
motivo ondulante que canta Woglinde en su primera intervención,
tras el preludio de El oro del Rin.
El
tempo es más rápido cuando lo canta el pájaro del bosque por dos
motivos: en primer lugar, para parecerse más al gorjeo de un pájaro,
y en segundo lugar, para darle a la parte del ave un carácter más
sorprendente, que contrasta con la relajante versión de Woglinde.
El
segundo
motivo del pájaro del bosque, según Deryck Cooke,
es uno de los motivos más importantes asociados a este animal, porque
es el que usa para hablarle a Siegfried de Brünnhilde. Cooke hace
ver que este motivo está relacionado con las ondinas por estar basado
también en la escala pentatónica, pero no dice si es un motivo independiente
o está derivado de algún otro. Lo cierto es que este segundo motivo
del pájaro del bosque es una variación de otro motivo que canta
Flosshilde al principio de El oro del Rin, cuando se enfrenta
a sus hermanas diciendo: “¡Mal veláis el sueño del oro!”.
El
nexo entre lo que canta Flosshilde y la variación del pájaro del
bosque es una referencia a un poder latente (el poder corruptor
del oro y el poder redentor de Brünnhilde) que está dormido (el
oro duerme bajo las aguas y Brünnhilde está sumida en el sueño eterno).
Cuando
uno se da cuenta de esta enorme sutileza y profundidad psicológica
en el uso de los motivos-guía, quedan en evidencia interpretaciones
heterodoxas (como las de Harry Kupfer y Jürgen Flimm en sus respectivas
producciones del Anillo en Bayreuth), en las que el pájaro
del bosque es un juguete que Wotan usa para manipular a Siegfried.
Esta propuesta puede resultar plausible para ciertas tendencias
de izquierdas, pero, además de evidenciar un profundo desconomiento
del papel que Wagner asignaba a la Naturaleza en el Anillo,
no soporta el más mínimo análisis musical serio. Si el pájaro del
bosque fuera un juguete de Wotan, Wagner le habría asignado un motivo
derivado de la lanza de Wotan (Siegmund, por ejemplo, lo tiene,
y eso que Siegmund no está totalmente controlado por Wotan); sin
embargo, Wagner asignó al pájaro del bosque una escala pentatónica,
que, como ya se ha dicho, es la característica de las voces libres
de la Naturaleza.
Otra
de las frases musicales asociadas al pájaro del bosque es una variación
de su primer motivo.
A
continuación, mientras Siegfried se pregunta qué es lo que le está
intentando decir el pájaro del bosque, sigue acompañándole el sonido
de los murmullos del bosque; este murmullo desaparece desde el momento
en que trata de pensar cómo comunicarse con el ave y por fin decide
tallarse un pito con la espada, a partir de una caña. Wagner ilustra
esta decisión con frases rápidas de la cuerda y el uso de la espada
queda claro por una figura
melódica que combina el tema
de la espada con los saltos ascendentes y descendentes
típicos de esta música del bosque.
Luego
se oye una vez más el canto del pájaro del bosque (el segundo motivo
y la variación del primero), para después permanecer en silencio.
Es entonces cuando Siegfried intenta imitar el canto del pájaro
con su pito. Los grotescos sonidos (vanos intentos del primer motivo)
los hace un corno inglés. Abatido, Siegfried renuncia a poder comunicarse
con el pajarillo. El ave, por su parte, repite su primer
motivo, siendo relevado en la última nota por la
flauta que entona melancólicamente una variación
lenta de la segunda parte del motivo
de Freia, reflejando así (con una dulzura y sencillez
poco común en Wagner) la frustración que siente Siegfried al no
poder entenderle.
Por
fin, Siegfried tira la caña y decide intentarlo otra vez, pero con
su cuerno. La decisión vuelve a estar acompañada de unas frases
rápidas en la cuerda, además de estar subrayada con un cambio de
tonalidad del misterioso Mi mayor al brillante Do mayor. Mientras
Siegfried se pregunta quién acudirá ahora a su llamada, la orquesta
va modulando a Do mayor con séptima, para dar la entrada a la llamada
de cuerno de Siegfried, en Fa mayor. Pero antes, la partitura tiene
una gran pausa, para que Siegfried tome aire. Aprovechemos esta
pausa para dar por terminado el capítulo dedicado a los murmullos
del bosque.
Bibliografía:
- Deryck
Cooke, Der Ring des Nibelungen – An introduction, DECCA 443581-2.
-
Deryck Cooke, I Saw The World End, Oxford University Press,
Oxford, 1979.
-
Richard Wagner, Das Rheingold, Dover, Nueva York, 1985
-
Richard Wagner, Siegfried, Dover, Nueva York, 1983
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