Siguiendo
con los momentos más populares de la Tetralogía, este mes
empezamos a analizar la parte conocida como "Murmullos del
bosque", que comprende desde que Siegfried se queda solo bajo
el tilo hasta que aparece el dragón.
Para
entender el desarrollo motívico de esta pieza debemos retroceder
dos jornadas hasta El oro del Rin. Allí escuchamos por primera
vez el motivo de Erda,
que
en Sigfrido sufrirá una variación: la cuerda grave empieza
a tocarlo de forma arpegiada y escalonada.
El
famoso musicólogo Deryck Cooke, en su "Introducción al Anillo
del Nibelungo", denomina a este motivo "Murmullos del
bosque en forma embriónica". Esta forma embriónica se repite,
en sentido ascendente o descendente, durante 36 compases, mientras
Siegfried se alegra de que Mime no sea su padre. Tras preguntarse
cómo sería su verdadero padre, el joven welsungo se asquea recordando
la figura del nibelungo que lo crió. Conforme aumenta su enfado,
se hace más frecuente una figura rápida en los violines
primeros, que va aumentando de tono, mientras las
violas interpretan al mismo tiempo el tema de Mime.
El
oyente notará que el tema que representa a Mime es la misma que
en El oro del Rin representa a los nibelungos.
A continuación,
se escucha en un compás de 6/8 lo que Deryck Cooke llama "forma
intermedia de los murmullos del bosque", que acompaña los pensamientos
que el joven Siegfried tiene acerca de su madre.
Sobre
este fondo, escuchamos el motivo que Deryck Cooke denomina "Vínculo
de los welsungos".
Este
motivo será interpretado por el clarinete, y después por chelos.
Sin embargo, se ha escuchado por primera vez en La walkyria,
cuando Sieglinde acaba de rogar a Siegmund que se quede, porque
no puede traer desgracia al lugar donde la desgracia vive.
Mientras
Siegfried compara los ojos de su madre con los de la corza, la orquesta
sigue con el motivo intermedio de los murmullos del bosque y con
el "vínculo de los welsungos".
Tras
las palabras "Traurig wäre das, traun!", Siegfried se
sume en la melancolía del recuerdo de la madre que nunca conoció.
Wagner ilustra este sentimiento con una bellísima melodía en los
chelos.
Deryck
Cooke rastrea el origen de esta melodía hasta el tema del "cariño
de Wotan hacia Brünnhilde".
Sin
embargo, creo que el musicólogo cometió un error. Él basa esta relación
en las tres
notas cromáticas iniciales con las que empiezan ambos
temas; pero lo cierto es que ese tema melancólico tiene un precedente
más claro en el motivo de Freia, que se escucha por primera vez
en El oro del Rin.
Si se
vuelve a escuchar el tema
melancólico de los chelos en Sigfrido, notamos
que es una variación más lenta y expresiva del motivo
de Freia.
¿Qué
relación puede haber entre la diosa Freia y el recuerdo melancólico
de la madre que nunca se ha conocido? Ambas representan un amor
desinteresado, y Siegfried no ha conocido ningún tipo de amor en
su vida, pues Mime siempre lo ha odiado en secreto; es lógico que
la falta del amor de una madre o de una compañera le produzca melancolía.
Musicalmente, se puede afirmar, siguiendo la tesis de Deryck Cooke,
que el motivo de Freia consta de dos partes: una
primera ascendente que refleja el aspecto sensual
del amor entre hombre y mujer, y otra
descendente que muestra el amor por compasión (tempo
lento) o el amor pasional (tempo rápido). Vemos, pues, que la parte
psicológica y la musical encajan, no se contradicen, pues Siegfried
añora el amor y no ha conocido ninguno de ellos (ni el sensual,
ni el pasional, ni el amor por compasión).
Volviendo
a donde nos habíamos quedado en Sigfrido, los chelos vuelven
a repetir la variación lenta del motivo
de Freia, mientras Siegfried expresa con un maravilloso
crescendo cuánto querría ver a su madre. Las trompas enuncian una
vez más dicha variación lenta, pero no la terminan. Justo cuando
Siegfried dice las palabras "Ein Menschenweib!" ("una
hembra humana"), la cuerda empieza una figura ondulante, ascendente
y descendente, que se va extendiendo hacia la zona aguda.
Esta
figura, y también el resto de los elementos musicales que forman
esta parte, ya se han escuchado anteriormente en El anillo del
nibelungo: es en la segunda escena de El oro del Rin,
en el famoso "Himno a la mujer" que Loge canta cuando
explica que nadie en el mundo quiere renunciar a la mujer.
Como
se ve, los dos pasajes son casi idénticos. Incluso aparece el primer
segmento del motivo de Freia, tanto en el "Himno
a la mujer" como en los murmullos
del bosque. En ambos casos, el resultado tiene un
matiz conmovedor y de refuerzo sentimental: uno parece sentir como
si toda la naturaleza apoyara la veracidad de lo que Loge dice o
se hiciera eco de la melancolía de Siegfried.
El
mes que viene veremos cómo este sentimiento de melancolía se ve
interrumpido por la súbita aparición de un agente de la naturaleza.
Bibliografía:
- Deryck
Cooke, Der Ring des Nibelungen - An introduction, DECCA 443581-2.
-
Deryck Cooke, I Saw The World End, Oxford University Press,
Oxford, 1979.
-
Richard Wagner, Die Walküre, Dover, Nueva York, 1978.
-
Richard Wagner, Das Rheingold, Dover, Nueva York, 1985
-
Richard Wagner, Siegfried, Dover, Nueva York, 1983
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