El
mes pasado llegamos hasta el final de la segunda parte del preludio,
con la aparición (por segunda vez) de los motivos del Filtro
de Muerte y la Angustia
de Tristán. A partir de aquí, empieza una modulación
de dos compases que consta de varios elementos:
1)
las maderas interpretan una variación
del motivo de la Angustia
de Tristán. Dicha variación (La, Re, Do sostenido,
La sostenido, Si) genera más inestabilidad tonal, porque consta
de todas las notas (salvo el Do natural) que hay entre el La y el
Re; una nueva muestra del cromatismo que inunda la obra.
2)
la línea
del bajo (contrabajos, clarinete bajo y tercer fagot)
asciende por pasos cromáticos.
3)
los violines
segundos y las violas también comienzan un ascenso
cromático, aunque con notas más cortas (es, por lo tanto, más rápido).
Durante
los siguientes cuatro compases, se vuelve a exponer la frase del
Motivo
de la Mirada, ahora en la tonalidad de Mi mayor,
de la siguiente forma:
1)
los violines
primeros y los chelos tocan la melodía.
2)
la
línea del bajo empieza con
un ascenso cromático y luego cambia a un descenso por grados conjuntos
(esto es, por pasos de tono o semitono).
3)
las maderas
interpretan un descenso por grados conjuntos.
4)
los violines
segundos y las violas empiezan un ascenso cromático.
A
continuación, vuelve a sonar la frase del Motivo de la Mirada, pero
esta vez en Do mayor, y además, los violines primeros y los chelos
(por un lado) y las maderas y las trompas (por otro) intercambian
los papeles que habían hecho antes. Así pues, la estructura queda
así:
1)
las
maderas y las trompas tocan la melodía.
2)
la línea
del bajo sigue por grados conjuntos (aunque sólo
en los dos primeros compases).
3)
los
violines primeros y los chelos interpretan un descenso
por grados conjuntos.
Al
final de la frase del Motivo de la Mirada en Do mayor se añade ahora
una repetición
(un tono más aguda) de las últimas notas descendentes (Si bemol,
La, Sol, Fa sostenido). A su vez, los violines
segundos y los chelos continúan con un descenso por
grados conjuntos que acaba en tres pasos cromáticos. El bajo
también sigue pasos cromáticos en este compás, que sirve para modular
a Mi mayor.
Ahora
comienza otra parte del preludio, quizá una de las más descriptivas.
Los violines primeros interpretan una escala ascendente de más de
una octava, unida a varios saltos melódicos (tocados también por
violas y violonchelos) que acaban en un paso cromático ascendente.
Kurt Pahlen lo denomina motivo
del Delirio de Amor, así que seguiremos este
nombre para identificarlo. Lo cierto es que este motivo genera una
sensación acústica semejante a una ola: asciende de forma idílica
y desciende, en pasos amplios, para volver a ascender (supongo que
Wagner quiso reflejar aquí las olas de la pasión que dominan a los
protagonistas). Antes de que los violines primeros acaben este motivo,
los violines segundos los relevan y lo reexponen un tono más agudo.
E igualmente se ven relevados por losviolines
primeros (otro tono por encima), que esta tercera
vez acaban con un paso cromático descendente. Los violines
segundos retoman la escala ascendente, pero se detienen
en la nota más aguda (un Re).
Al
mismo tiempo, la línea del bajo ha estado marcando siempre un Mi,
que contribuye al efecto de inmensidad de este pasaje. Sólo cuando
los violines segundos llegan a ese Re agudo, cambia
el bajo a un Fa (lo cual constituye un ascenso cromático).
También
hay que destacar que, al final de cada ola de los violines, las
maderas y las trompas ejecutan una melodía que identificamos
con las tres
primeras notas del motivo de la Angustia
de Tristán.
Se
ha dicho antes que los violines segundos acaban en un Re agudo,
mientras el bajo sube a un Fa. Si a esto añadimos el Si del primer
trombón y el Sol sostenido de los oboes y el corno inglés, ¿qué
obtenemos? Efectivamente, una variación
del acorde
de Tristán (en
esta ocasión no hay un Re sostenido, sino un Re natural). Y Wagner
lo resuelve igual que en los primeros compases del preludio: la
línea del bajo desciende del Fa al Mi; el Si desciende al Sol sostenido;
y tanto el corno inglés como los oboes ascienden cromáticamente
desde el Sol sostenido hasta el Si.
Sin
embargo, antes de que los oboes y el corno inglés alcancen ese Si,
los violines han vuelto a tocar el motivo
del Delirio de Amor. Se trata de una repetición de
los últimos dos compases. Aún se repite otra vez el motivo del Delirio
de Amor, aunque esta vez la cresta de la ola es más alta, esto es,
los
violines primeros alcanzan una nota más aguda, y
el descenso se alarga, acabando en un descenso cromático. Este ascenso
superior se hace para modular al acorde de Sol mayor. Si analizamos
la armonía de este compás en concreto, veremos que se compone de
las notas La bemol, Re, Fa sostenido y Si, es decir, las mismas
que componen la segunda
versión del acorde de Tristán que ya
escuchamos al principio del preludio. Al igual que en aquella ocasión,
ahora
Wagner lo resuelve de la misma forma, casi todo por
pasos cromáticos:
1)
la línea del bajo (contrabajos, segundo y tercer trombones, clarinete
bajo y tercer fagot) pasa del La bemol al Sol.
2)
el primer trombón pasa del Re al Si (es el único movimiento no cromático).
3)
las trompas primera y segunda pasan del Fa sostenido al Fa natural.
4)
las trompas tercera y cuarta, los oboes, los clarinetes y el corno
inglés hacen la melodía cromática ascendente, desde el Si hasta
el Re.
Si
repasamos lo que Wagner hace en estos últimos compases, veremos
que está reexponiendo los primeros compases del preludio (sendas
apariciones del acorde de Tristán, seguidas de su resolución),
pero mezclándolas entre las olas de pasión de los protagonistas.
Por eso, mientras que los compases iniciales tienen la sensación
de un lamento punzante pero íntimo, aquí la impresión es de pausa
para respirar entre dichas olas.
En
el próximo artículo se verá adónde lleva esta nueva reexposición,
el punto álgido de este preludio y la coda final.
Bibliografía:
Kurt
Pahlen, Richard Wagner. Tristán e Isolda, Editorial Vergara,
Buenos Aires, 1992
Richard
Wagner, Tristan und Isolde, Dover, Nueva York, 1973
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