PRELUDIO
ACTO I
Escena primera
(La escena
tiene lugar en el interior de la Iglesia de Sta. Catalina en Nuremberg.
Sólo se ven las últimas filas de asientos. Eva y Magdalena están sentadas.
De pie a un lado, está Walther von Stolzing quien, intercambia miradas
con Eva durante el servicio).
Congregación
Cuando el Salvador vino a ti,
aceptó con agrado tu bautismo
y se ofreció a una muerte de sacrificio,
lo hizo por nuestra salvación,
para que nosotros pudiéramos consagrarnos
a través de su bautismo
y así ser merecedores de su sacrificio.
Walther
!Quedaos! ¡Una palabra! ¡Una sola palabra!
Eva
(A Magdalena)
¡Mi pañuelo! ¡Mira!
Seguramente nos lo hemos olvidado en el asiento.
Magdalena
¡Muchacha olvidadiza! Ahora he de ir a buscarlo.
(Vuelve al banco donde estaban sentadas)
Walther
¡Joven Dama! Perdonadme que haya roto el protocolo,
más para saber una cosa, para preguntar una cosa
¿qué no me atrevería a romper?
Si se trata de vivir o morir,
de una bendición o una maldición:
dejad que lo sepa tan sólo con una palabra:
Decidme, joven dama
Magdalena
Aquí está el pañuelo.
Eva
¡Oh Dios mío! ¿Y el broche?
Magdalena
¿Se te ha caído?
(Vuelve otra vez al banco)
Walther
(Con suavidad, pero ardiente se dirige a Eva)
Se trata de luz y alegría, o bien de oscuridad y muerte?
Si he de saber lo que deseo saber,
si he de oír lo que tanto temo oír.
Decidme, joven dama
Magdalena
(Volviendo otra vez)
Aquí también está el broche.
¡Vamos, niña! Ahora ya tenéis el broche y el pañuelo.
¡Oh Dios mío! ¡Ahora me he dejado mi libro!
(Vuelve a irse una vez más)
Walther
Esta sola palabra, no la dirás.
La sílaba que dictará mi sentencia.
¡Si o no!: un breve sonido:
joven dama, decidme, ¿ya estáis prometida?
Magdalena
(Quién ha vuelto de nuevo, haciendo una reverencia a Walther)
¡Mirad! El Caballero.
¡Cuánto nos honra su presencia:
¿Acaso os preocupa la protección de la joven Eva?
¿Quizás sería mejor que anunciara la visita de este héroe
al Maestro Pogner?
Walther
(Dolido)
¡Oh, yo nunca habría entrado en su casa!
Magdalena
¡Mi Señor! ¿Qué estáis diciendo?
¿Acaso no habéis sido recibido con hospitalidad
aquí en Nuremberg donde acabáis de llegar?
Lo que os han ofrecido de las cocinas y bodegas, cofres y armarios:
¿no creéis que deberíais dar las gracias por ello?
Eva
¡Buena Lena! ¡Ay! Eso no es lo que quiere decir.
Quiere que yo le diga
¿cómo podría decirlo con pocas palabras,
pues a penas lo entiendo yo misma!
me siento como si estuviera viviendo un sueño
El me ha preguntado si estoy prometida.
Magdalena
¡Dios mío! ¡No habléis tan alto!
Vámonos a casa.
¡Si la gente nos viera aquí!
Walther
¡No os vayáis sin decírmelo!
Eva
La iglesia está vacía. La gente ya se ha ido.
Magdalena
¡Eso es lo que me está quemando por dentro!
Caballero, quizás en otro lugar.
(David entra desde la sacristía y se pone a correr las oscuras cortinas
que ya están colocadas para separar el primer plano del escenario de la
nave de la iglesia)
Walther
¡No! ¡Antes, esta palabra!
Eva
(Con urgencia)
¿Esta palabra?
Magdalena
(Ve a David, se para y lo llama a parte con ternura)
¿David? ¡David aquí!
Eva
(Con urgencia)
¿Qué le digo? Dímelo
Magdalena
(Distraída y sin dejar de mirar a David)
Caballero, lo que preguntáis a la doncella
no se contesta con facilidad:
es verdad que Eva Pogner está prometida
Eva
(Interrumpiéndole rápidamente)
Pero nadie ha visto todavía al novio.
Magdalena
Y nadie sabe quien es el novio
hasta que el Juez lo nombre mañana.
Aquél al que se le otorgue el premio de Maestro Cantor.
Eva
Y la misma novia le pone la guirnalda
Walther
¿El Maestro Cantor?
Eva
(Tímidamente)
¿Acaso no sois uno?
Walther
¿Una canción de galanteo?
Magdalena
Ante los Jueces del Concurso
Walther
¿Y gana el premio?
Magdalena
Aquél que los Maestros creen merecedor
Walther
¿Y entonces la novia puede escoger?
Eva
(Dejándose llevar)
¡Vos y ningún otro!
(Walther perturbado, se da media vuelta y empieza a caminar arriba
y abajo)
Magdalena
(Escandalizada)
¿Qué? ¡Eva! ¡Eva! ¿Te has vuelta loca?
Eva
¡Buena Lena! ¡Deja que consiga al caballero!
Magdalena
Pero si tan sólo ayer lo visteis por primera vez.
Eva
Precisamente lo que me provocó esta angustia repentina,
fue el hecho de que ya lo había visto mucho antes en un cuadro:
dime ¿no se acercó igual que David?
Magdalena
¿Estás loca? ¿Cómo David?
Eva
Como el David del cuadro.
Magdalena
¡Ah! ¿Os referís al rey que lleva el arpa
y la larga barba en el escudo de armas del Maestro?
Eva
¡No! Aquél cuyas piedras
lograron tumbar a Goliat;
con la espada en su cinturón,
con el tirador en la mano,
su cabeza radiante por los rubios mechones
tal como el Maestro Dürer nos lo ha pintado.
Magdalena
(Casi gritando)
¡Ay! ¡David, David!
David
(El cual había salido y ahora vuelve con una regla en el cinturón
y agitando un trozo grande de tiza atado a una cuerda).
¡Aquí estoy! ¿Quién me llama?
Magdalena
¡Ay David! ¡Cuánta infidelidad has causado!
(A parte)
¡El querido bribón! ¿Todavía no lo sabe?
(En voz alta)
¡Ay mirad! ¿No nos ha encerrado dentro?
David
(Con ternura, a Magdalena)
Sí, a ti sola, pero en mi corazón.
Magdalena
(A parte)
¡Esa cara tan honesta!
(En voz alta)
¡Ay, dime! ¿Qué tonterías estás haciendo aquí?
David
¡Salvadme! ¿Tonterías? ¡Un asunto muy serio!
Estoy preparando la tarima para los Maestros.
Magdalena
¿Qué? ¿Es que van a cantar?
David
Hoy es sólo una prueba:
el aprendiz que no cometa ninguna infracción contra el código de reglas
será declarado libre;
aquel que no se arrepienta de la prueba
se convertirá en Maestro.
Magdalena
Así que el caballero se halla en el lugar apropiado.
Ahora Eva, venga, debemos irnos.
Walther
(Volviéndose a ellos)
Dejad que os acompañe a casa del Maestro Pogner.
Magdalena
Esperadle aquí, pronto llegará.
Si queréis ganar la mano de Eva
el momento y el lugar apropiado os traerá fortuna.
(Dos aprendices entran trayendo bancos)
Ahora, vámonos, rápido.
Walther
¿Qué debo hacer?
Magdalena
Dejad que David os enseñe
como tomar parte en la prueba.
¡David mío! Escucha, querido amigo,
cuida de este caballero por mí.
Te traeré algo bueno de la cocina,
y mañana te dejaré pedirme más
si este caballero se convierte en Maestro hoy.
(Empuja a Eva hacia la puerta)
Eva
(A Walther)
¿Os volveré a ver?
Walther
(Con pasión)
¡Seguro que me veréis esta misma noche!
¿Cómo podría expresar
lo que estaría dispuesto a hacer?
Mi corazón es nuevo, mi mente es nueva,
todo lo que hago es nuevo.
Sólo sé una cosa;
y sólo una cosa entiendo:
que con todos mis sentidos
intentaré ganaros.
Si no puedo hacerlo con la espada,
entonces debo vencer,
incluso si he de ganarte cantando como un Maestro.
¡Para ti son lo que poseo y mi propia sangre!
¡Para ti la sagrada decisión del poeta!
Eva
(Con ternura)
Mi corazón, resplandor bendito
es lo único que protege tu amor.
Magdalena
¡Rápido, a casa! ¡Rápido, a casa!
¡Sino no saldrá bien!
¡Sino no saldrá bien!
David
(Agarrando a Walther)
¿Maestro en seguida? ¡Cuánto coraje!
(Magdalena y Eva salen rápidamente y Walther se deja caer en una silla
de iglesia que los aprendices acaban de colocar en medio del escenario)
Escena segunda
(Llegan más aprendices que empiezan a cambiar las sillas y los bancos
de sitio para preparar la llegada de los Maestros)
Segundo aprendiz
David ¿Qué haces ahí de pie?
Primer aprendiz
¡Ponte a trabajar!
Segundo aprendiz
¡Ayúdanos a preparar el lugar del Puntuador!
David
Yo trabajé mucho mejor que todos vosotros;
ahora haced vuestro trabajo;
yo ya tengo otras cosas más placenteras que hacer.
Aprendices
¡Qué creído que es! ¡El aprendiz modelo!
¡Y eso porque su Maestro es zapatero!
Por fin puede centrarse con la pluma en la mano
mientras escribe poesía con el hilo y el punzón,
y escribir sus versos sobre la piel
que, según creemos, nosotros le curtimos.
(Se ponen a trabajar, entre risas)
David
(Después de observar durante un rato al pensativo caballero grita)
"¡Empezad!"
Walther
(Alzando la mirada, sorprendido)
¿Qué es eso?
David
(Gritando)
"¡Empezad!": eso es lo que te dice el "Puntuador"
para que empieces a cantar.
¿No sabes que ahora tienes que cantar?
Walther
¿Quién es el Puntuador?
David
¿No lo sabéis? ¿Acaso nunca habéis estado
en un concurso de canto?
Walther
Nunca he estado en ninguno donde los jueces
fueran artesanos.
David
¿Sois "Poeta"?
Walther
¡Ojalá lo fuera!
David
¿Sois "Cantor"?
Walther
¿Cómo puedo saberlo?
David
¿Pero seguro que habéis sido simpatizante
de la Escuela de Canto
y antes de eso fuisteis "Alumno"?
Walther
Todo eso me suena muy raro
David
¿Y sin embargo queréis convertiros
a Maestro en seguida?
Walther
¿Qué es lo que lo hace tan difícil?
David
¡Oh Lena, Lena!
Walther
¿Qué haces?
David
¡Oh Magdalena!
Walther
¡Aconsejadme bien!
David
Señor, el toque que os convierte en Maestro Cantor
no se adquiere en un día.
A mí me está enseñando ese arte
el más grande Maestro de Nuremberg, Hans Sachs:
durante todo un año me ha estado enseñando
para que pueda convertirme en "Alumno".
El arte de zapatero y del poeta
estoy aprendiendo a la vez:
cuando ya he dejado la piel lisa,
entonces aprendo a pronunciar vocales y consonantes;
cuando ya he encerado el hijo hasta que está duro y firme
entonces puedo entender lo que hace
el ritmo de una canción;
moviendo el punzón, cosiendo con la lezna,
aprendo lo que significa el pespunte
y a golpes de martillo
lo que son la medida y el número de un verso
Con un delantal de zapatero puesto,
he aprendido con mucho cuidado
lo que es largo, lo que es corto,
lo que duro, lo que es suave,
brillante o mate,
lo que son huérfanos y niños,
afijos, pausas, granos de maiz,
flores, espinas
¡creéis que he llegado muy lejos?
Walther
¿Has aprendido a hacer buenos zapatos?
David
Si ¡y me ha llevado bastante llegar hasta aquí!
Una canción tiene varias secciones y estrofas,
¿quién podría al primer intento,
encontrar la regla apropiada,
la costura apropiada,
el hilo apropiado con los que coser bien la canción
y dejarla con estancias que se acoplen
las unas a las otras?
Y después, hay que escribir la "Estrofa Final",
y procurar que no sea corta ni larga,
y procurar que contenga una Rima
que no haya sido utilizada en las demás estancias.
Cualquiera que observe estas normas,
las conozca y esté familiarizado con ellas
no es llamado aún Maestro.
Walther
¡Qué el Cielo me asista!
¿Acaso quiero ser zapatero?
Prefiero que me introduzcas en el arte del canto.
David
¡Lo haría, si ya hubiera llegado
a la categoría de "Cantor"
¿Quién podría creerse todo el trabajo que ellos supone?
Los tonos y melodías de los Maestros
tan numerosos en nombre y número,
las fuertes y las suaves
¿quién podría aprenderse todo esto en un momento?
Los tonos "corto", "largo" y "superlargo",
las melodías "escritas en papel" y "con tinta negra";
los tonos "rojos", "azules" y "verdes";
las melodías "flor de espino", "hoja de paja"
e "hinojo"; los tonos "tierno", "dulce", "rosa";
los tonos "amor no duradero" y "olvidado";
las melodías "romero" y "alhelí";
las melodías "arco iris" y "ruiseñor";
las melodías "acero Inglés" y "canela en rama";
las melodías "naranjas frescas", "flor de limonero",
las melodías "ranas", "ternera" y "jilguero";
la melodía "el difunto glotón";
los tonos "alondra", "caracol", "pregonero";
las melodías "pequeña menta balsámica", "mejorana";
las melodías "piel rojiza del león",
"verdadero pelícano";
la melodía "resplandeciente hilo brillante"
Walther
¡Que el cielo nos asista!
¡Qué interminable lista de tonos!
David
Esos son sólo los nombres:
¡ahora tenéis que aprender a cantarlos
tal como los Maestros me ha enseñando a mi!
Cada palabra cada tono debe oírse con claridad
y cada tono más alto o más bajo
al que pueda llegar la voz:
hay que ahorrarse el aire
para no quedarse sin él y desafinar.
No hagáis sonar la voz
antes de pronunciar las palabras,
y no las alarguéis mucho cuando las hayáis cantando;
no cambiéis la "flor" por la coloración":
dejad que cada adorno se asiente bien
en el camino del Maestro;
si cambiarais algo os podríais desorientar,
perder el verbo y haceros un lío.
Incluso si todo lo demás lo hubierais cantando bien, echaríais a perder
vuestra oportunidad.
A pesar de haberlo intentado de valiente,
no he llegado tan lejos.
Cada vez que lo intento y no me sale bien,
mi Maestro me canta la melodía
"Rodilla-golpe con la tira".
Y si mi amada Lena no me ayuda,
entonces yo canto la melodía
"pan solo y agua".
¡Que esto os sirva de ejemplo, y olvidaros
ya de vuestro sueño de ser Maestro!
Pues primero tenéis que convertiros en "Cantor y Poeta",
antes de alcanzar la categoría de "Maestro".
Aprendices
¡David!
Walther
¿Qué es un "Poeta"?
Aprendices
(Trabajando)
¡David! ¿vienes?
David
Esperad, sólo es un momento
(A Walther)
¿Qué puede ser un "Poeta"?
Cuando ya has ascendido a la categoría de "Cantor",
y cantando los tonos de los Maestros correctamente,
y tú mismo has añadido rimas y palabras
que se adaptan como es debido
a los tonos de los Maestros
entonces quizás puedas llevarte
el premio de ser poeta.
Aprendices
¡Hei, David! ¿Quieres que nos quejemos a tu Maestro
o ya has acabado de hablar?
David
¡Oh, oh! ¡Por supuesto que he acabado,
ya que si no os ayudo lo hacéis todo mal!
Walther
(A David)
Sólo una cosa más.
¿Quién recibe el nombre de "Maestro"?
David
Mi Señor Caballero, así es como ocurre:
el poeta que con méritos propios,
compone una nueva melodía con los tonos de los Maestros
pero con sus propias palabras y rimas,
es reconocido como "Maestro Cantor".
Walther
(Ràpidamente)
¡Entonces el premio de Maestro será mío!
Si he de cantar, sólo podré vencer si encuentro
el tono apropiado para mi verso.
David
(Volviéndose a los aprendices)
¿Qué estáis haciendo?
Sí, ya veo que si no os ayudo,
ponéis la silla y el entarimado mal.
¿Acaso se trata de una representación
de la escuela de música?
Yo os diré como va: la tarima pequeña
sólo se trata de una prueba.
Aprendices
(Mientras trabajan)
¡No hay duda de que David
es el más listo de todos!
Sin duda aspira a altos honores:
si hoy hay aquí una prueba,
seguro que tomará parte en ella,
pues ya se enorgullece de ser buen cantor.
Se sabe de dedillo las rimas "soplo" y
canta muy bien la melodía "pobre y hambriento";
pero la melodía que mejor conoce
es la del "golpe fuerte", ya que esa
se la ha enseñado muy bien su Maestro a golpes.
(Se ríen)
David
¡Sí, reíros! Hoy no seré yo
sino otro el que se enfrentará a los jueces:
nunca fue "Alumno"; no es "Cantor";
dice que no quiere la categoría de "Poeta".
Puesto que es un caballero, cree que de un salto,
y sin ninguna dificultad, hoy y aquí se
convertirá en Maestro. Así que
¡ponedle la tarima como es debido!
Así, así, la pizarra contra la pared
para que el Puntuador pueda escribir
en ella fácilmente.
(A Walther)
¡Sí, sí! "El Puntuador"
¿No te estás poniendo nervioso?
Ante él, muchos concursantes
han perdido su oportunidad.
Te permite 7 errores que marca allí, en la pizarra
¿Aquél que comete más de 7 faltas,
ha perdido su oportunidad para siempre!
Ahora ¡id con cuidado!
El Puntuador está vigilando.
¡Buena suerte con el concurso!
¡Qué ganes la guirnalda!
¿Ganará el caballero la guirnalda de flores
hecha con fina seda?
Aprendices
(Después de acabar la tarima del Puntuador,
se dan las manos y bailan alrededor es ésta)
¿Ganará el caballero la guirnalda de flores
hecha con fina seda?
(A la derecha, hay una ristra de asientos junto a la tarima del Puntuador
que se halla situada en el centro del escenario; a la izquierda, y de
cara a la asamblea, se halla la silla eclesiástica: la silla del Cantor.
Los aprendices empiezan a correr alarmados cuando Pogner y Beckmesser
entran por la sacristía, conversando; poco a poco los otros Maestros van
entrando, los aprendices ocupan sus sitios y esperan, respectivamente,
junto a sus bancos. Walther, enfadado por las bromas de los muchachos,
se deja caer en el primer banco).
Escena Tercera
Pogner
(A Beckmesser)
Podeís estar seguro de mi lealtad;
lo que he ordenado es para vuestro propio provecho:
ahora debéis ganar la competición.
¿Quién podría venceros en Maestría?
Beckmesser
Pero, no me aseguráis nada
sobre el único asunto que me preocupa:
si Eva puede negarse a casarse con el que la pretenda
¿de qué me servirá la gloria de mi Maestría?
Pogner
¡Pero qué decís!
De todas las cosas que hay por las que preocuparse
¿por qué tenéis que preocuparos por eso?
Si no sois capaz de hacer que mi hija
os desee como esposo, entonces
¿cómo podríais hacerle la corte?
Beckmesser
¡Oh, sí! ¡Por supuesto!
Por eso precisamente os estoy pidiendo
que le habléis a vuestra hija por mí.
Explicadle con cuanta ternura y modestia
le he hecho la corte, y cuanto Beckmesser
os parece el hombre apropiado.
Pogner
Eso lo haré con mucho gusto
Beckmesser
(A parte)
¡No me ayudará!
¿Cómo puedo evitar el desastre?
Walther
(Quién, al ver a Pogner, se ha levantado e ido a presentarse, y ahora
se inclina ante él)
¿Permitidme, Maestro!
Pogner
¡Qué! ¡Señor Caballero!
¿Me buscáis en esta Escuela de Música?
(Se saludan mutuamente)
Beckmesser
(Todavía hablando consigo mismo)
¡Ay, si las mujeres comprendieran!
Pero para ellas vale más el brillo sin valor
que toda la poesía.
Walther
Este es el lugar apropiado para mí.
He de admitir que lo que me trajo desde
mis tierras hasta Nuremberg fue sólo
mi amor por el arte.
Si ayer me olvidé de decíroslo,
hoy debo atreverme a deciros
la verdad en voz alta:
me gustaría llegar a ser un Maestro Cantor.
¡Maestro, admitidme en vuestro gremio!
(Entran Vogelgesang y Nachtigall)
Pogner
(A los recién llegados)
¡Kunz Vogelgesang! ¡Amigo Nachtigall!
¡Escuchad qué cosa tan extraña!
A este Caballero, al que yo conozco bien,
ahora le gusta el Arte de los Maestros.
(Saludos y presentaciones)
Beckmesser
(Todavía hablando a parte)
Aún así lo intentaré y lo evitaré.
Pero si aún así no funciona,
intentaré ganarme el corazón de la muchacha
con canciones: en el silencio de la noche,
sabré si valora mi canto que sólo ella escuchará.
(Se gira)
¿Quién es ese?
Pogner
(A Walther)
Creedme, ¡estoy tan contento!
Los días pasados parecen renovarse.
Beckmesser
(A parte)
¡No me gusta!
Pogner
(Prosiguiendo)
lo que deseáis por lo que a mi respecto,
ya lo tenéis.
Beckmesser
¿Qué ha venido a buscar aquí?
¡Cuánta sonrisa!
Pogner
Con mucho gusto os ayudé con la venta
de vuestras tierras, y con el mismo gusto
ahora os recibiré en el gremio.
Beckmesser
¡Hola Sütus! ¡Cuidado con él!
Walther
(A Pogner)
¡Os agradezco vuestra amabilidad
desde lo más profundo de mi corazón!
Y quizás pueda esperar, si hoy se me permite,
competir por el premio otorgado:
recibir el título de Maestro Cantor?
Beckmesser
¡Oh, oh! ¡Cuidado!
¡No queráis correr tanto!
Pogner
Señor Caballero, todos deben seguir
las reglas establecidas,
pero como hoy hay una Prueba:
yo os propondré como candidato.
Los Maestros me escucharán.
(Los Maestros Cantores ya están todos reunidos; Sachs el último)
Sachs
¡Que Dios esté con vosotros, Maestros!
Volgelgesang
¿Ya estamos todos?
Beckmesser
¡Sachs ya está aquí!
Nachtigall
¡Leed los nombres!
Kothner
(Sacando una lista, se separa de los demás y empieza a leer)
Se enviaron invitaciones a los Maestros
para una Prueba y una Reunión del Gremio:
para ver si todos han venido,
los llamaré por sus nombres.
Ahora los llamaré: como último invitado
me llamo a mí mismo:
soy Fritz Kothner.
¿Estáis aquí Veit Pogner?
Pogner
(Sentándose)
Aquí estoy
Kothner
¿Kunz Vogelgesang?
Volgelgesang
(Sentándose)
Ya ha llegado
Kothner
¿Hermann Ortel?
Ortel
(Sentándose)
Siempre presente
Kothner
¿Balthasar Zorn?
Zorn
(Sentándose)
Nunca falta
Kothner
¿Konrad Nachtigall?
Nachtigall
(Sentándose)
Atento a su llamada
Kothner
¿Augustín Moser?
Moser
(Sentándose)
No le gusta estar ausente nunca
Kothner
¿Niklaus Vogel? - ¿No dice nada?
Aprendiz
(Asomándose por el final de la iglesia)
Está enfermo.
Kothner
¡Que el Maestro se recupere pronto!
Todos los maestros
¡Qué Dios lo oiga!
Aprendiz
¡Muchas gracias!
(Vuelve a sentarse)
Kothner
¿Hans Sachs?
David
¡Ahí está!
Sachs
(Amenazando a David)
¿Acaso te pica algo?
¡Perdonadme Maestros!
¡Sachs está presente!
(Se sienta)
Kothner
¿Sixtus Beckmesser?
Beckmesser
Siempre cerca de Sachs
para poder aprender la rima "flor" y "cera"
(Sachs se ríe)
Kothner
¿Ulrich Eisslinger?
Eisslinger
(Sentándose)
¡Aquí!
Kothner
¿Hans Foltz?
Foltz
(Sentándose)
Estoy aquí.
Kothner
¿Hans Schwarz?
Schwarz
(Sentándose)
¡El último por deseo de Dios!
Kothner
Para nuestra sesión el número de Maestros
nos bata y nos sobra.
Si os parece bien,
¿elegimos ahora al Puntuador?
Vogelgesang
Mejor después del festival
Beckmesser
(A Kothner)
¿Acaso el caballero tiene prisa?
Con mucho gusto le daría mi puesto
Pogner
¿No, no, Maestros! Dejad eso ahora.
Quiero pedir permiso para proponeros algo importante.
(Todos los Maestros se levantan, asientan con la cabeza a Kothner,
y se vuelven a sentar)
Kothner
Os concedemos el permiso, Maesto ¡hablad!
Pogner
Escuchadme, e intentad comprenderme.
Mañana, como ya sabéis,
celebramos la maravillosa fiesta
del día de San Juan.
En la verdadera pradera, junto al bosquecillo de flores,
con juegos y danzas, llenos de alegría
y olvidándose de los problemas,
todo el mundo se divierte.
Incluso los Maestros se olvidan
de su solemne Escuela de Música de la Iglesia
y con música alegre abren la verja
y salen a la pradera, en medio de la brillante fiesta,
y permiten que la gente escuche canciones,
cantadas libremente.
Se entregan premios a los
ganadores de la Prueba y el Concurso de Canto,
y tanto el premio como la melodía son muy alabados.
Ahora, Dios me ha hecho rico,
y todo el mundo me da lo que puede,
así que yo he de pensar con mucho cuidado
lo que puedo dar para que no caiga en deshonor:
así que escuchad lo que he decidido.
En mis numerosos viajes por tierras alemanas
muchas veces me ha molestado
que la gente honore tan poco al burgués,
y lo llame gruñón y tacaño;
en cortes de reyes y en lugares de menor
categoría me cansé de escuchar el reproche
de que el burgués sólo está interesado en
usura y dinero.
Bien, poco decían que de todo el imperio alemán,
nosotros somos los únicos que adoran el Arte.
Pues yo tomé la decisión de enseñarle al mundo que,
para nuestro honor, nosotros guardamos como
un tesoro aquello que es hermoso y bueno,
el valor del Arte,
y todo lo que tiene valor.
Así que, escuchad Maestros.
Este es el regalo que entregaré como premio al vendedor:
al cantor que en el Arte del Canto,
ante todo los presentes, gane el premio
el día de San Juan,
a él será a quién yo un amigo del Arte,
Veit Pogner de Nuremberg,
entregaré junto a todos mis bienes,
a Eva, mi única hija, en matrimonio.
Maestros
(Animadamente, los unos a los otros)
¡Eso sí que es una promesa!
¡El hombre ha dado su palabra!
¡Ahora verán lo que un hombre de Nuremberg
es capaz de hacer!
¡la gente te alabará en todas partes,
a ti, el noble burgués Veit Pogner!
Vogelgesang
¡Y quién nos preferiría quedarse soltero!
Aprendices
(Saltando de alegría)
Por siempre y por todas partes: ¡Pogner Veit!
Sachs
¡Muchos darían a cambio a su propia esposa!
Kothner
¡Arriba solteros! ¡Ahora, a trabajar!
Pogner
Pero antes, escuchadme porque
lo he dicho muy en serio:
No creáis que os doy un objeto como premio,
pues una muchacha joven también
tiene derecho a su opinión.
El Gremio de los Maestros reconoce el premio,
pero en cuestión de matrimonio,
la razón exige que el voto de la novia
cuente más que el de los Maestros.
Beckmesser
(A Kothner)
¿Creéis que eso es inteligente?
Kothner
(En voz alta)
Si lo he entendido bien,
nos ponéis a voluntad de la muchacha
Beckmesser
¡Eso es muy peligroso!
Kothner
Y si ella no está de acuerdo,
¿cómo puede considerarse como libre
la opinión de los Maestros?
Beckmesser
¡Dejad que escoja como le dicte el corazón,
y dejad el Arte del Canto al margen!
Pogner
¡Ah no! ¿Y por qué?
¡Entendedme bien!
La doncella puede rechazar a aquél
al que los Maestros otorguen el premio,
pero nunca podrá casarse con otro:
sólo podrá tomar como esposo al hombre
que vosotros coronéis como vencedor.
Sachs
¡Perdonadme!
Me parece que has ido demasiado lejos,
pues el corazón de una muchacha
y el Arte de los Maestros no siempre
brillan con el mismo ardor,
la opinión de una mujer, no muy educada,
parece estar más de acuerdo con la opinión popular.
Si quieres demostrar a la gente cuanto honoras el Arte,
y si permites que la muchacha escoja, entonces
no querrás que si opinión se contradiga
con la de los Maestros; así que deja
que la gente juzgue también: seguro que
ellos estarán de acuerdo con la muchacha.
Maestros
(Excepto Sachs y Pogner)
¡Oh, oh! ¿la gente?
Sí, eso estaría bien:
¡adiós al Arte y a los tonos de los Maestros!
Kothner
No Sachs. Eso no tiene ningún sentido.
¿Acaso dejaríais las reglas
en manos de la gente?
Sachs
Entendedme bien. ¡Qué jaleo!
Tendréis que admitir que conozco bien las reglas,
y que durante muchos años me he ocupado
de asegurar de que el Gremio conserve esas reglas.
Pero, considero inteligente que una vez al año
pongamos esas reglas a prueba para ver si por fuerza
de costumbre su fuerza se debilita;
y para saber si todavía seguimos
el curso normal de las cosas,
tendremos que comprobarlo con alguien
que no sepa nada de la tabladura.
(Los aprendices saltan y se restriegan las manos)
Beckmesser
¡Ja! ¡Cómo se alegran los muchachos!
Sachs
(Prosiguiendo animadamente)
Por esa razón, quizás nunca os arrepintáis
de que cada año, el día de San Juan,
en lugar de dejar que la gente venga a vosotros,
vosotros deberíais bajar,
desde vuestras sagradas nubes,
hasta la gente.
Queréis agradar a las gentes;
bien, entonces creo que resultaría interesante
dejarles a ellos deciros si les habéis agradado,
para que la gente y el arte puedan
florecer y crecer por igual.
Hacedlo así, os lo digo yo, Hans Sachs.
Vogelgesang
Tenéis buenas intenciones.
Kothner
Y sin embargo, equivocadas
Nachtigall
Cuando la gente habla, yo me callo.
Kothner
El Arte se ve siempre amenazado por el olvido
y el deshonor si busca el favor de la gente.
Beckmesser
Este sinvergüenza ha ido demasiado lejos:
él escribe sobre todo canciones de la calle.
Pogner
Amigo Sachs, mi idea ya es bastante nueva:
demasiadas cosas al mismo tiempo puede
llevarnos a arrepentirnos.
Así que ahora les pregunto a los Maestros
si están contentos con el regalo y
las reglas que yo he dicho.
(Los Maestros se levantan y asienten)
Sachs
A mí me parece bien el voto de la muchacha
Beckmesser
(A parte)
Ese zapatero siempre me hace enfadar
Kothner
¿Quién tomará parte en la competición?
Ha de ser soltero.
Beckmesser
¿Y quizás también viudo?
Preguntadle a Sachs.
Sachs
Oh no, Señor Puntuador.
El pretendiente ha de ser más joven que vos y yo
si Eva ha de entregarle el premio.
Beckmesser
¿Más joven que yo también? Impertinente!
Kothner
Si alguien quiere participar en la Prueba,
que se acerque.
¿Ya se ha dado a conocer alguien
que desee tomar parte en la prueba?
Pogner
¡Bien Maestros!
Volvamos al asunto que nos ocupa hoy.
Y escuchadme cuando yo, de acuerdo
a las obligaciones de un Maestro,
os recomiendo un joven caballero que desea
ser elegido, y en el día de hoy
quiere convertirse en Maestro Cantor:
Noble Stolzing, venid aquí!
(Walther se acerca y hace una reverencia)
Beckmesser
(A parte)
¡Tal como pensaba!
¿Así es cómo ha de ir todo, Veit?
(En voz alta)
Maestros, me parece que ya es demasiado tarde.
Maestros
Esto es algo nuevo.
¿Es de verdad un Caballero?
¿Deberíamos alegrarnos?
Oh ¿esconde todo esto algún peligro?
En cualquier caso, dice mucho
que el Maestro Pogner hable por él.
Kothner
Si hemos de darle la bienvenida,
primero tendremos que escucharle.
Pogner
¡Escuchadme bien!
Aunque le deseo suerte,
no paso por alto las reglas.
Maestros, ¡Hacedle las preguntas!
Kothner
Entonces, el Caballero puede decirnos:
¿ha nacido libre y honorable?
Pogner
Esa pregunta no tiene ningún sentido,
pues yo mismo soy testigo de que nació libre
y de un noble matrimonio:
von Stolzing, Walther, de Franconia,
muy conocido por mí por cartas y diversos documentos,
el último de su estirpe,
hace poco que dejó sus tierras y su castillo
y vino aquí, a Nuremberg
para convertirse en burgués.
Beckmesser
(A su vecino)
¡Una mala hierba advenediza!
¡No es bueno!
Nachtigall
(En voz alta)
La palabra de nuestro amigo
Pogner es suficiente
Sachs
Hace mucho tiempo, aquí mismo se decidió
que no importaba si se trataba de señor o campesino,
que sólo importaba el Arte cuando alguien
quisiera convertirse en Maestro Cantor.
Kothner
Por lo tanto ahora os pregunto:
¿quién es vuestro Maestro?
Walther
En los días de invierno, sentado tranquilamente
junto al hogar mientras my castillo y el patio
se cubrían de nieve, tal como la Primavera sonríe
dulcemente al invierno antes de volver a nacer,
un libro que me dejó mi antepasado
Herr Walther von der Vogelwerde
fue mi maestro.
Sachs
Un buen maestro.
Beckmesser
Pero, si llevaba muerto tanto tiempo,
¿cómo pudo enseñarle las reglas?
Kothner
Pero ¿en qué escuela aprendisteis el arte del canto?
Walther
Cuando la pradera se veía libre de la nieve
y volvían los días de verano,
lo que el antiguo libro me había enseñado
durante las largas noches de invierno,
ahora resonaba entre el esplendor del bosque,
ahora lo podía oír:
en el bosque de Vogelweide aprendí
también a cantar.
Beckmesser
¡Oh, oh!
¿De los pinzones y los paros aprendisteis
las melodías de los Maestros?
Entonces ¿vuestras canciones serán
todas sobre este tema?
Volgelgesang
Aquí ya ha compuesto las bonitas estancias
Beckmesser
¿Le alabas, Maestro Vogelgesang, porque
ha aprendido a cantar de los pájaros?
Kothner
(A parte, a los Maestros)
¿Qué opináis, Maestros?
¿Sigo haciéndole preguntas?
A mí me parece que el caballero
se ha equivocado de lugar.
Sachs
Eso pronto lo aclararemos:
si posee el verdadero arte y es un buen
guardián de éste, ¿qué importancia
tiene quién le enseñó?
Kothner
(A Walther)
¿Estás preparado a demostrarnos si has sido
capaz de componer una canción cuyos poemas
y melodía sean de tu propia creación?
Walther
Aquello que las noches de invierno,
lo que el esplendor del bosque,
lo que el libro y la arboleda,
lo que el maravilloso poder de la canción del poeta
intentaron en secreto mostrarme;
aquello que el trote de mi caballo
en la lucha con armas,
lo que el corro de la danza durante
las alegres fiestas, me hizo pensar:
si he de cambiar el premio más alto
de la vida por el canto,
entonces habré de hacerlo con mis propias
palabras u mi propia melodía
que me convertirán en Maestro Cantor,
si la canto ante los Maestros.
Beckmesser
¿Habéis entendido algo de este
torrente de palabras?
Vogelgesang
Bueno, ¡es muy valiente!
Nachtigall
¡Es un caso curioso!
Kothner
Ahora Maestros, si os parece bien,
que preparen la tarima del Puntuador
¿El caballero eligirá un tema sagrado?
Walther
Algo que para mí es sagrado:
la bandera del amor llevaré,
y cantaré con gran esperanza.
Kothner
Eso lo consideramos profano.
Por lo tanto, Maestro Beckmesser encerraros
en el puesto del Puntuador.
Beckmesser
(Levantándose, se dirige poco a poco al lugar del Puntuador)
Una tarea desagradable, y sobre todo hoy:
habrá mucha angustia en esta tiza
Señor Caballero, sabed que:
Sixtus Beckmesser es el Puntuador;
aquí en este puesto, en silencio
lleva a cabo su dura labor.
Os permite cometer 7 errores,
que marca en la pizarra;
si marca más de 7 errores, ello significa
que el caballero ha echado a perder su oportunidad.
El Puntuador escucha atentamente,
pero para no desanimaros,
como podría ocurrir si lo vierais,
os deja tranquilo y se encierra aquí
¡Qué Dios os acompañe!
(Se ha sentado y al pronunciar las últimas palabras asiente con la
cabeza, y después corre la cortina para no ser visto. Entonces lee el
"Leges Tabulaturae" que dos aprendices han bajado de la pared).
Kothner
Aprended de la Tabladura los principios
que os han de guiar en vuestra canción
(Empieza a leer)
"Cada unidad de una canción maestra,
presentará un balance apropiado de las diferentes
secciones, y ninguna de estas secciones
se saldrá de las reglas.
Cada sección consiste de dos estancias
que deberán tener la misma melodía;
la estancia es un grupo de líneas
que rimas al final.
Después sigue el "Aftersong" que
también ha de tener un número determinado
de líneas y su propia melodía diferente
a la de las estancias.
Cada canción maestra tendrá varias unidades,
y aquel que componga una nueva canción
que por más de cuatro sílabas
no vaya en contra de las melodías de los Maestros,
su canción podrá ganar el premio".
¡Ahora sentaos en la silla del Cantor!
Walther
¿En esta silla?
Kothner
Tal como indica la norma de la escuela
Walther
(Sentándose, no con mucho agrado)
Por ti, amada, lo haré
Kothner
(En voz alta)
El cantor ya ha tomado asiento
Beckmesser
(Desde su puesto, y muy secamente)
"¡Empezad!"
Walther
(Tras considerarlo durante unos instantes9
"¡Empezad!"
Y la primavera gritó con fuerza al bosque
para que su voz resonara:
y como portado por lejanas olas,
el sonido llega volando desde lejos y
va creciendo a medida que se acerca;
crece y resuena, y el bosque
suena con ese ejército de hermosas voces;
ahora, ya cerca, se oye fuerte y resplandeciente:
¡cómo crece el sonido!
¡como un repicar de campanas resuena la alegría!!
El bosque pronto responde a la llamada
que trae consigo una nueva vida,
y se pone a cantar la dulce canción de la primavera
(Mientras esto ocurre, se oye al Puntuador refunfuñar y escribir en
la pizarra. Walther también lo oye, y tras una pequeña pausa de desconcierto,
continúa)
En un lecho de espinos,
consumido por los celos y el dolor,
el invierno, ferozmente armado,
ha tenido que esconderse:
permanece rodeado por hojas secas,
esperando y planeando cómo podría
hacer daño a ese alegre canto.
(Se levanta enfadado)
¡Pero empezad!
Esa era la llamada que sentía
en mi pecho cuando mi corazón aún
no conocía lo que era el amor.
Sentí cómo me subía por dentro,
como si me despertara de un sueño;
el corazón me llenaba el pecho con sus
estremecedores latidos;
y mi sangre corría poderosa por mis venas,
llenándome de esta sensación;
desde una cálida noche y
con una fuerza superior,
este ejército de suspiros
se convirtió en un mar de torbellinos de felicidad.
El corazón.. con cuánta rapidez contesta
a la llamada que le ha traído
una nueva vida, y empieza a cantar
la majestuosa canción del amor.
Beckmesser
(Que se ha puesto aún más nervioso, abre las cortinas)
¿Habéis terminado ya?
Walther
¿Qué me habéis preguntado?
Beckmesser
(Sacando la pizarra completamente cubierta de notas)
Ya no queda más sitio en la pizarra.
(Los Maestros no pueden reprimir la risa)
Walther
¡Escuchadme! Ahora ya llegaba
a la parte donde alabo a mi dama.
Beckmesser
(Saliendo de su puesto)
¡Cantad allá donde queráis!
Aquí ya habéis acabado.
Maestros, mirad la pizarra:
en mi vida he visto algo parecido.
¡Si todos me lo jurarais,
ni así me lo creería!
(Los Maestros están en pleno alboroto)
Walther
¿Maestro, permitiréis que me interrumpa?
¿Acaso nadie me ha escuchado?
Pogner
Dejadme que os diga sólo una palabra.
Señor Puntuador: estáis enfadado
Beckmesser
¡Dejad que se Puntuador
a aquel que codicia serlo!
Pero yo demostraré ante esta asamblea de Maestros
que este caballero ya ha cantado
y echado a perder su oportunidad.
Para asegurarnos, le propondremos
una tarea difícil: que empiece a cantar
otra vez si sabe por donde empezar,
pues lo que cantaba no tenía ni principio ni fin.
No mencionaré ni los errores en métrica, ni estrofas.
¿Quién podría considerar a esto una unidad?
Yo, personalmente, le acusaré
de cantar algo "sin sentido", pues
¿podría algo con sentido
tener menos sentido que esto?
Varios maestros
¡La verdad es que no tenía sentido!
Y hay que admitir que nadie
podía marcar las estrofas
Beckmesser
¡Y no hablemos de la melodía!
Vaya mezcla desenfrenada de las melodías
"Aventura" y "Espuela Azul",
y de los tonos "alto abeto" y "orgullosa juventud"
Kothner
Es verdad, no se entendía nada.
Beckmesser
No había ni una pausa,
ni "coloratura",
ni el más mínimo asomo de melodía.
Varios maestros
(Aún más emocionados)
¿Quién podría llamar a eso canto?
¡Hasta me puse nervioso!
¡No era más que un ruido que me atravesaba el oído!
¡Y sin ningún significado!
Kothner
¡E incluso se levantó de la silla de Cantor!
Beckmesser
¿Queréis que os muestre las pruebas de sus errores?
¿O puedo declarar abiertamente
que ya ha cantado y perdido su oportunidad?
Sachs
(Quien ha escuchado a Walther desde el principio con mucho interés)
¡Un momento Maestros! ¡No tan rápido!
No todo el mundo comparte vuestra opinión.
Yo he encontrado la melodía y la canción
del caballero nuevas, pero no confusas.
Si se salió del camino, después
volvió a tomarlo con paso firme y calmado.
Si queréis juzgar según las reglas
algo que no concuerde con las vuestras,
tendréis que olvidaros
de vuestra manera de hacer las cosas,
y primero de todo ¡buscad nuevas reglas!
Beckmesser
¡Ah! ¡Por supuesto!
Ahora escuchadme:
Sachs está abriendo un agujero
para los ladrones que vienen y
van como les place y
siguen sus frívolos caminos.
Ve a cantarle a la gente
de los mercados y de las calles:
aquí sólo admitimos
a quien cante según las reglas.
Sachs
Señor Puntuador
¿A qué viene ser tan estricto?
¿Por qué tantos nervios?
Tu juicio podría ser más maduro,
si escucharas más atentamente.
Por eso, acabaré diciendo que hemos
de escuchar entera la canción del caballero.
Beckmesser
El Gremio de los Maestros,
la Escuela entera no cuenta
para nada ante Sachs.
Sachs
¡Que Dios no quiera que lo que os pido
vaya en contra de las leyes!
Pero está escrito:
"El Puntuador deberá ser tan objetivo
que ni el odio ni el amor
le afectarán el juicio".
Si él mismo se presenta como pretendiente,
cómo no queréis que no satisfaga
su deseo de deshonrar a su rival
ante toda la Escuela?
(Walther se enciende de rabia)
Nachtigall
¡Vas demasiado lejos!
Kothner
¡Te estás poniendo muy personal!
Pogner
(A los Maestros)
¡Maestros, evitad el desacuerdo y la riña!
Beckmesser
¿Y por qué le importa tanto
al Maestro Sachs, dónde o cómo voy?
Debería importarle más que mis zapatos
no me hagan daño.
Pero, como mi zapatero es un gran poeta,
eso no es bueno para mi calzado.
¡Mirad que anchos me quedan
y cómo se me caen!
Todos sus versos y rimas, historias,
obras de teatro y farsas le pediría
que dejara en casa,
si así mañana me trajera mis zapatos nuevos.
Sachs
Haces bien en recordármelo
pues decidme Maestros,
¿acaso no es junto que si en todas
las suelas de mis zapatos,
incluso en los que le hago al dueño del burro,
escribo un pequeño verso,
no escriba también algo en los zapatos
de nuestro muy sabio concejal?
Sin embargo, yo, con todo mi modesto talento,
aún no he podido encontrar un verso digno de ti.
Más ahora, seguro que algo se me ocurrirá:
así que, dejad que acabe sin interrupciones.
(Walther, descorazonado, vuelve a sentarse en la silla del Cantor)
Los Maestros
¡No más! ¡Qué acabe ya!
¡Ya hemos tenido suficiente! ¡No más!
Sachs
(A Walther)
¡Cantad y olvidaos del Puntuador!
Beckmesser
(En el momento que Walther empieza a Cantar, coge la pizarra y para
convencerles la enseña uno a uno a todos los Maestros, que al final acaban
haciendo un corro alrededor de Beckmesser, mientras él continúa mostrándoles
la pizarra)
¿Cuánto más tendremos que escuchar,
a menos que fuera para engañarnos?
¡En esta pizarra podéis ver todos los errores,
grandes o pequeños, que ha cometido:
"agrupamientos falsos", "palabras impronunciables",
"afijos", y aquí incluso "vicios"!
Equivoca las rimas en el lugar no apropiado,
ha invertido y cambiado toda la unidad de la estancia
¡Una "canción de relleno" entre estancias!
¡Por todas partes "significado oscuro"!
¡Aquí "palabras confusas",
"desacuerdo" y "nubes"!
¡Allí "respiración equivocada",
aquí "sorpresa"!
¡Una melodía bastante incomprensible!
¡Una mezcla confusa de todos
los tonos existentes!
¡Si todo esto no os convence,
Maestros, contad todos los fallos!
Con el octavo error ya no habría
pasado la prueba
¡pero es que nadie lo ha hecho nunca
peor que él!:
¡contando por encime,
se pueden ver más de cincuenta errores!
Decidme, ¿lo nombrareis Maestro?
Maestros
(Los unos a los otros)
¡Tiene toda la razón! ¡Míralo!
¡El caballero lo tiene muy mal!
¡Que Sachs piense de él lo que quiera,
pero aquí en la Escuela de Canto
tendrá que mantener la boca cerrada!
¿Acaso no somos todos libres
de escoger a nuestros amigos?
Si recibiéramos a todos los forasteros
con los brazos abiertos,
¿qué valor tendría ser Maestro?
¡Ja! ¡Cómo se esfuerza el caballero!
Sachs lo ha escogido para que sea alumno suyo.
¡Ja, ja, ja, ja! ¡Es realmente penoso!
¡Haz que pare!
¡En pie, Maestros, votad y levantad la mano!
Pogner
(A parte)
Sí, es verdad lo que veo me desagrada.
Las cosas no parecen irle bien
a mi caballero, pero si cedo por causas superiores,
eso me traería problemas.
¡Cómo me gustaría que lo admitieran,
pues sería un valioso yerno!
Si he de dar la bienvenida al vencedor,
quién sabe si mi hija después
lo aceptará como marido.
He de admitir que me atormenta
la duda de si Eva aceptará al Maestro.
Walther
(Con un entusiasmo desesperado y casi salvaje, de pie junto a la silla
del Cantor y mirando a los alterados Maestros)
Desde un espino oscuro salió volando el búho,
y con sus gritos despertó
al ronco coro de cuervos:
como si se tratara de una gran multitud nocturna,
todos ellos (urracas, cuervos, chovas)
empezaron a croar con sus voces huecas.
¿Ahí se alza un pájaro maravilloso
de alas doradas!
¡Su plumaje deslumbrante y brillante
hace resplandecer la luz entre brisas!
¡Con su alegre revoloteo que hace
señales para que le siga y vuele con él!
Mi corazón se llena de un dulce dolor,
pero la necesidad hace que me crezcan alas:
con gran valentía se eleva el pájaro
para así volar por el aire,
desde las tumbas de las ciudades
hasta su colina nativa,
hasta el verde Vogelweide,
donde el Maestro Walther una vez me liberó;
allí canto con voz clara y brillante
en honor a mi más querida dama;
hacia arriba se eleva, y aunque
los Maestros Cuervos están en su contra;
él con orgullo sigue cantando su canción de amor.
¡Adiós, Maestros presentes!
(Con un gesto de orgullo abandona la silla del Cantor y sale del edificio).
Sachs
(Tras la canción de Walther).
¡Ah, qué espíritu!
¡Puro resplandor de inspiración!
¡Vosotros, Maestros, callaos y escuchad!
Maestro Puntuador, por favor,
guarda silencio y deja que los demás escuchen.
¡Hacedme caso! ¡En vano!
¡Mis intentos son en vano!
Ni siquiera puedo oír lo que digo.
Nadie le hace caso al caballero.
¡Que siga cantando!
Tiene lo que se necesita:
¡el corazón de un verdadero poeta-héroe!
Si yo, Hans Sachs, hago versos y zapatos,
él puede ser un caballero y un poeta.
Aprendices
(Que han estado restregándose las manos y saltando de sus asientos,
ahora se cogen las manos y forman un corro alrededor de la tarima del
Puntuador)
¡Que tengáis suerte con la canción,
si queréis ganar la guirnalda de flores de seda
¿será del caballero?
Beckmesser
¡Ahora, Maestros, hacednos saber su decisión!
(La mayoría de ellos alzan la mano!
Los Maestros
¡Ya ha cantado y ha perdido su oportunidad!
(Confusión general aumentada por los aprendices que se echan a los
hombros los bancos y tarima del Puntuador, causando molestia y desorden
a los Maestros que se han reunido junto a la puerta. Sachs se queda solo
en el escenario, mirando la silla vacía del Cantor pensativo: cuando los
muchachos se la llevan, se da la vuelta con un gesto de desánimo, y cae
el telón).
ACTO II
Escena primera
(La escena se sitúa en una calle, con dos casas a la izquierda y a
la derecha. Entre las dos casas hay un callejón estrecho que llega hasta
la parte trasera del escenario. La casa de la izquierda, de estilo sencillo,
es la de Sachs; la de la derecha, de estilo más señorial, es la de Pogner.
Delante de la casa de Pogner hay un tilo, y delante de la de Sachs un
sauco. Es una plácida tarde de verano, y se hace de noche durante la escena.
David está cerrando la casa de Sachs y los demás aprendices están haciendo
lo mismo en las otras casas que se ven al final del escenario)
Aprendices
(Trabajando)
¡Día de Verano! ¡Día de Verano!
¡Flores y guirnaldas por todas partes!
David
(A parte)
"La guirnalda de flores de seda
quizás pronto me sea concedida".
Magdalena
(Saliendo de la casa de Pogner con un cesto bajo el brazo e intentando
acercarse a David sin que la vean)
¡Pst! ¡David!
David
¿Me estáis llamando otra vez?
¡Id a cantar tus estúpidas canciones tú solo!
Aprendices
David ¿qué pasa?
Si no fueras tan orgulloso,
te darías la vuelta y mirarías.
Si no fueras tan estúpido
"Día de Verano! ¡Día de Verano!
Ni siquiera quiere saber
de su Señora Lena!
Magdalena
¡David! ¡Escúchame! ¡Date la vuelta!
David
¡Ah, Señora Lena! ¡Estas ahí!
Magdalena
(Señalando la cesta)
¡Te traigo algo bueno!
¡Mira lo que hay dentro!
¡Es para mi pequeño tesoro!
Pero antes, dime, rápido,
¿cómo le fue al caballero?
¿le diste buenos consejos?
¿ganó la guirnalda?
David
¡Ay, Señora Lena!
¡Qué triste: ya ha cantado
y desaprovechado su oportunidad!
Magdalena
¿Cantado?
¿Desaprovechado su oportunidad?
David
¿Y a ti por qué te importa tanto?
Magdalena
(Quitándole el cesto a David de un tirón)
¡Saca las manos del cesto!
¡Te has quedado sin comer!
¡Que Dios nos ayude!
¡Nuestro caballero ya ha cantado!
(Se va corriendo a casa, agitando las manos con desesperación. David
la mira marchar, con la boca abierta).
Aprendices
(Que se habían acercado y lo han oído todo, ahora se acercan aún más
a David como si fueran a felicitarle)
¡Hail, hail! ¡Saludad al joven
por su matrimonio!
¡Con cuanto éxito ha hecho la corte!
Todos lo hemos oído, y visto:
ella, a la que él entregó su corazón
y por la que él daría su vida,
no le ha dado el cesto.
David
(Enfadado)
¿Qué hacéis aquí sin hacer nada?
¡Cerrad la boca!
Aprendices
(Bailando alrededor de David)
¡Día de Verano! ¡Día de Verano!
Cada hombre hace la corte como quiere.
¡El Maestro corteja!
¡El aprendiz corteja!
¡Hay mucho cortejo y mucho cariño!
El anciano corteja a la joven doncella,
y el aprendiz a la anciana
¡Hurra, hurra! ¡Día de Verano!
(David está a punto de lanzarse contra los muchachos, cuando Sachs,
que ha venido por el callejón, se pone entre ellos, lo aprendices se separan).
Sachs
¿Qué es esto?
¿Te he cogido peleándote otra vez?
David
¡No! ¡Me estaban cantando cosas desagradables!
Sachs
¡No les hagas caso!
¡Compórtate mejor que ellos!
¡A dormir! ¡Entra!
Cierra la puerta con llave y
enciende una lámpara.
David
¿Me daréis la lección de canto?
Sachs
No, hoy como castigo por tu audacia
y atrevimiento te quedarás sin cantar.
¡Ponte los zapatos nuevos!
(Los dos entran en el taller y desaparecen tras una puerta, los aprendices
también se han ido).
Escena segunda
(Pogner y Eva, como si vinieran de dar un paseo, aparecen en silencio
y pensativos por el callejón; la hija va del brazo del padre).
Pogner
(Aún en el callejón, mirando por una grieta en la persiana del taller
de Sachs)
Veamos si el Maestro Sachs está en casa,
pues me gustaría hablar con él.
¿Entro?
(David sale de una de las habitaciones con una luz, y se sienta a trabajar
junto a la ventana)
Eva
Parece que está en casa: hay luz.
Pogner
¿Entro? Pero ¿para qué?
No, mejor que no.
(Se da la media vuelta)
Si alguien estuviera a punto
de perder algo raro,
¿qué le aconsejarías?
(Después de reflexionar un momento)
¿Acaso no era él el que decía
que yo había ido muy lejos?
Y si yo cambié ¿no fue gracias a él?
Pero, quizás fue sólo ¿vanidad?
(A Eva)
Y tú, hija mía, ¿no dices nada?
Eva
Un hijo obediente sólo habla
cuando le preguntan.
Pogner
¡Qué inteligente! ¡Qué buena eres!
Ven, siéntate aquí
en este banco conmigo un rato
(Se sienta en el banco de piedra bajo el tilo)
Eva
¿No hará mucho frío?
Hoy ha hecho bastante fresco.
Pogner
No, no, hace un poco de fresco,
pero resulta refrescante.
Ha hecho una tarde maravillosa.
(Eva se sienta, nerviosa)
Todo ello sugiere que mañana
hará un día muy bonito.
¡Oh, hija mía!
¿Acaso los latidos de tu corazón
no te dicen que mañana quizás
consigas la felicidad?
¡Mañana, cuando Nuremberg,
la ciudad entera con sus burgueses y plebeyos,
con los gremios y el consejo
se presenten ante ti
para que puedas entregar el premio,
esa noble guirnalda,
al Maestro que tú elijas!
Eva
Querido Padre ¿ha de ser un Maestro?
Pogner
Escúchame atentamente:
un Maestro que tú hayas elegido.
(Magdalena aparece por la puerta y señala a Eva)
Eva
(Perturbada)
Si que yo elija
pero ahora hemos de entrar.
Ya vamos Lena, ya vamos a cenar.
Pogner
(Levantándose molesto)
¡Pero si no tenemos invitados!
Eva
(Igual que antes)
El caballero ¡pensaba que!
Pogner
(Sorprendido)
¿Qué quieres decir?
Eva
¿No lo habéis visto hoy?
Pogner
(Casi hablando para sí mismo)
No me convenció mucho
Pero, ¡no! ¿Qué me pasa?
¡Ah! ¿Me estoy quedando ciego?
Eva
¡Venid querido papá!
¡Venid y cambiaros de ropa!
Pogner
(Entrando en la casa antes que ella)
¡Él! ¿Qué estoy pensando?
Magdalena
(En secreto)
¿Os ha dicho algo?
Eva
(Igual que Magdalena)
No me ha dicho nada.
Magdalena
David me ha dicho que creía
que ya había perdido su oportunidad.
Eva
¿El Caballero? ¡Dios mío!
¿qué puedo hacer? ¡Ay, Lena!
¡Qué angustia! ¿Dónde puedo saber
lo que ha pasado?
Magdalena
¿Quizás, de Sachs?
Eva
¡Ah, me tiene mucho cariño!
Sí, acudiré a él.
Magdalena
¡No le digas nada!
Tu padre se daría cuenta si
tardáramos en llegar.
Iremos después de cenar,
entonces te diré algo que alguien
me ha dicho en confianza.
Eva
¿Quién? ¿El Caballero?
Magdalena
No, no ¡Beckmesser!
Eva
¡Entonces estará bien!
Escena tercera
(Sachs, en bata de estar por casa, ha vuelto a entrar en su taller.
Se vuelve a David que aún está en su banco)
Sachs
¡Enséñamelo! ¡Está bien!
Lleva mi mesa y mi taburete
junto a la puerta.
¡Vete a dormir! Levántate temprano;
procura dormir bien y
levántate más sensato mañana.
David
(Moviendo la mesa y el taburete)
¿Vais a trabajar?
Sachs
¿Te importa?
David
(A parte)
¿Qué le pasaba a Lena? - ¡Dios lo sabrá!
¿Por qué el Maestro se queda
levantado hasta tan tarde?
Sachs
¿Qué estás haciendo ahí de pie?
David
¡Dormid bien, Maestro!
Sachs
¡Buenas noches!
(David se va. Sachs prepara su trabajo, se sienta en el taburete junto
a la puerta, y después, dejando las herramientas otra vez, se apoya sobre
su espalda, con el brazo en la puerta medio abierta).
¡Qué suave y fuerte es el aroma del sauco!
Me relaja con suavidad,
quiere que le diga algo
¿De qué sirve algo que te pueda decir?
Tan solo soy un hombre pobre y sencillo.
Si mi trabajo no me gusta, quizás quieras,
amigo, librarme de él.
Me iría mejor si trabajara la piel
y dejara de hacer poesía.
(Intenta volver al trabajo, pero lo deja, y empieza a pensar)
Y sin embargo, no puedo dejarlo.
Lo siento, y no puedo entenderlo.
No puedo tenerlo, pero no puedo dejarlo,
y si lo cojo por entero, no puedo medirlo.
Pero ¿cómo puedo desear coger
lo que parece inmensurable?
No parece seguir ninguna regla,
y sin embargo, no tiene fallos.
Parecía antiguo, y sin embargo era tan nuevo,
como el canto que cantan los pájaros
en el dulce Mayo:
aquél que lo oiga, y, llevado por la locura,
lo cantara después del pájaro,
ello sólo le traería mofa y deshonor.
El curso de la primavera,
la dulce necesidad lo pusieron en su pecho:
y él cantó como tenía que cantar;
y como tenía que cantar, así cantó.
De eso me di cuenta.
El pájaro que hoy ha cantado
tenía el pico bien formado,
y si ha molestado a los Maestros,
a Hans Sachs le ha gustado mucho.
Escena cuarta
(Eva sale a la calle y camina tímidamente hacia el taller donde se
queda, junto a la puerta, sin que Sachs la vea)
Eva
Buenas noches, Maestro.
¿todavía trabajando?
Sachs
(Mirándola con gran asombro)
¡Ah, niña! ¡Querida Eva!
¿Levantada a estas horas?
Pero ya sé por qué:
¿los zapatos nuevos?
Eva
¡Cómo se equivoca!
Ni siquiera me he probado los zapatos;
están tan adornados y son tan bonitos
que ni siquiera me he atrevido a ponérmelos.
Sachs
¿Pero mañana te los pondrás para tu boda?
Eva
(Sentándose en el banco de piedra junto a Sachs)
¿Quién será, pues, el novio?
Sachs
¿Acaso lo sé?
Eva
¿Cómo sé entonces que mañana me casaré?
Sachs
¡Oh! Toda la ciudad lo sabe.
Eva
Bueno, si toda la ciudad lo sabe,
entonces mi amigo Sachs
sabe lo mismo que ellos.
Yo pensaba que él sabía más,
Sachs
¿Y qué es lo que debería saber?
Eva
Bueno, ¡pensad! ¿Tendré que decírselo?
¿Acaso soy tan tonta?
Sachs
¡Yo no he dicho eso!
Eva
Entonces, ¿quizás podrías ser más perspicaz?
Sachs
No lo sé
Eva
¿No sabéis nada? ¿No decís nada?
Bien, amigo Sachs,
ahora veo con claridad que la resina no es cera.
Pensaba que erais más listo.
Sachs
¡Niña! Sé lo que son la resina y la cera:
con cera bañé los hijos que utilicé
para hacerte los zapatos (pues hoy
he hecho los zapatos con un hilo más grueso),
y en cambio, la resina la utilizo
para clientes más rudos.
Eva
¿Cómo quién? ¿Alguien importante?
Sachs
¡Por supuesto! El orgullo Maestro
que tiene la intención
de hacerte la corte y ser el único
ganador mañana:
He de acabar los zapatos de Beckmesser
Eva
¡Pues procurad ponerles mucha resina,
así se quedará pegado a ellos
y me dejará en paz!
Sachs
Puedes estar segura de que tiene
la esperanza de conseguirte con su canto.
Eva
¿Y por qué él?
Sachs
Un soltero hay muy pocos por aquí.
Eva
(Con mucha ternura)
Quizás gane un viudo
Sachs
Niña mía, un viudo sería
demasiado mayor para ti.
Eva
¿Cómo? ¿demasiado mayor?
Aquí lo que importa es el Arte;
¡que aquél que lo entienda me corteje!
Sachs
Querida Eva,
¿te estás burlando de mi?
Eva
No, usted es quien me está tomando el pelo.
Admitid que sois un inconstante.
¡Sólo Dios sabe quién es
la dueña de vuestro corazón!
Sin embargo, durante mucho tiempo
pensé que era yo.
Sachs
¿Porque me gustaba llevarte en brazos?
Eva
Ya veo, sólo lo hacíais porque no teníais hijos
Sachs
Una vez tuve esposa, e hijos suficientes
Eva
Pues tu esposa murió y yo he crecido
Sachs
Si has crecido mucho,
y te has hecho muy hermosa.
Eva
Entonces yo pensé:
quizás me tome por esposa he hija.
Sachs
y entonces yo tendría una hija,
y también una esposa:
¡eso estaría bien! ¡sí, sí!
Lo has planeado todo muy bien.
Eva
Me parece que el Maestro
se está riendo de mi.
Y al final, con alegría y delante
de todo el mundo, permitirá que Beckmesser
me consiga mañana con su canto.
Sachs
¿Quién podría impedírselo si él
ha de ser el ganador?
Quizás tu padre tenga solución.
Eva
Pero ¿dónde tiene la cabeza
un Maestro como usted?
¿Acaso habría venido si pudiera
hallar la solución en mi propia casa?
Sachs
¡Ah, sí! Tienes razón:
estoy muy confundido;
hoy he tenido muchos problemas,
pero puede ser que algo haya pasado.
Eva
(Acercándose a él)
¿En la escuela de música?
¿Algo ha pasado?
Sachs
¡Sí, niña mía!
¡Ha tenido lugar una prueba
que me ha causado muchos problemas!
Eva
¡Ah, Sachs!
Deberías habérmelo dicho antes,
y no le habría molestado
con preguntas innecesarias.
Decidme, ¿quién ha pedido que se hiciera la prueba?
Sachs
Un noble, niña, que ha aprendido sin Maestro
Eva
¿Un Caballero? ¡Dios mío! Decidme,
¿lo han admitido?
Sachs
No, niña mía. Ha habido mucha discusión.
Eva
Decidme ¿cómo fue?
Si os ha causado problemas,
¿cómo no me iba a preocupar a mi?
¿Así que lo hizo mal y no pasó la prueba?
Sachs
Sin ninguna duda, el caballero
cantó y falló la prueba.
Magdalena
(Se asoma por la puerta y llama a Eva)
¡Psst! ¡Erchen! ¡Psst!
Eva
¿Sin ninguna duda? ¿Qué?
¿No hay manera de ayudarlo?
¿Cantó tan mal, con tantos fallos,
que nada le puede ayudar a convertirse en Maestro?
Sachs
Niña mía, todo está perdido para él,
y no llegará a ser Maestro en ninguna tierra,
ya que él que nació Maestro
tiene el peor lugar entre los Maestros.
Magdalena
(Acercándose)
Tu padre te llama.
Eva
Sólo decidme si ni siquiera consiguió
hacer amistad con ninguno de los Maestros.
Sachs
Eso estaría bien: encima ser amigo suyo
¡Él ante el cual
todo el mundo se sentía tan pequeño!
¡Caballero Orgulloso y Poderoso!
¡Que se vaya!
¡Que se vaya a ganarse un puesto en el mundo;
déjanos saborear tranquilos
lo que con dificultad y trabajo
hemos conseguido; que no se mezcle con nosotros,
y que la fortuna le sonría en alguna otra parte.
Eva
(Levantándose a prisa)
Sí, que le sonría en otro lugar
que no sea entre vosotros,
hombres desagradables, envidiosos y pobres,
allá donde los corazones aún se enternecen
¡a pesar de todos los malvados Maestros Hanses!
¡Sí, Lena! ¡A prisa! ¡Ya voy!
¿Qué consuelo puedo encontrar aquí?
Aquí huele a resina.
¡Qué Dios se compadezca,
y que queme este lugar, pues así,
al menos, las llamas harán
que su corazón se deshaga.
(Cruza la calle corriendo con Magdalena y se queda, intranquila, en
la puerta)
Sachs
(Asentando con la cabeza)
Eso es lo que yo creía.
Debemos encontrar la manera
(Después cierra la parte de arriba de la puerta, dejando sólo la de
abajo un poco abierta. A él casi ni se le ve)
Magdalena
¡Dios del Cielo! ¿Dónde estabas?
Mira que tarde es.
Tu padre te ha estado llamando.
Eva
Ve y dile que estoy durmiendo
en mi pequeña habitación.
Magdalena
¡No, no! Escúchame.
Tengo que explicarte algo.
Beckmesser me ha encontrado,
y no me deja en paz:
esta noche tienes que salir a tu ventana
pues él quiere contarte y tocarte algo hermoso:
la canción con la que espera conseguirte mañana.
Quiere ver si te gusta.
Eva
¡Eso es justo lo que me faltaba!
¡Ay, si él viniera!
Magdalena
¿Has visto a David?
Eva
¿Y a mi que me importa David?
Magdalena
(Como hablando consigo misma)
Me porté muy mal con él,
y estará preocupado.
Eva
¿No ves nada?
Magdalena
Parece que por allí viene gente.
Eva
¡Ojalá sea él!
Magdalena
¡Vamos entremos dentro!
Eva
¡No sin que antes haya visto
al hombre que amo!
Magdalena
Me he equivocado: no es él.
Vámonos o tu padre saldrá a ver que pasa.
Eva
¡Ah! ¡Que preocupada estoy!
Magdalena
Y tenemos que decidir cómo
nos vamos a librar de Beckmesser
Eva
Tú saldrás a la ventana en mi lugar
Magdalena
¿Qué? ¿Yo?
Eso pondría celoso a David.
Duerme justo ahí,
y su ventana da a al callejón.
¡Ja, ja! ¡Estaría bien!
Eva
Oigo pasos
Magdalena
Debemos irnos
Eva
¡Ya se acercan!
Magdalena
¡Te equivocas!
Me apuesto algo a que no es nada.
¡Oh, venga! Debemos irnos.
Tu padre ya está durmiendo
Pogner
¡Eh! ¡Lena! ¡Eva!
Magdalena
¡Ya es hora de irnos!
¿No oyes? ¡Vámonos!
Tu caballero está muy lejos
Escena quinta
(Walther aparece por el callejón, y gira por la esquina de la casa
de Pogner. Magdalena va tirando de Eva para meterla en casa, pero al verlo,
Eva se separa de un tirón y corre hacia Walther)
Eva
¡Ahí está!
Magdalena
(Entrando)
¡Ya está! Ahora debemos ir con cuidado
Eva
(Dejándose llevar)
¡Sí, sois vos! ¡No, sois vos!
Lo diré todo, y así vos lo sabréis también;
lo lloraré todo, y así yo lo sabré también,
pues vos sois el héroe que ha de ganar el premio,
y mi mejor amigo.
Walther
(Con tono afligido)
¡Ay, qué equivocada estás!
Solo soy tu amigo, pues aún
no soy digno del premio, no soy un Maestro:
mi inspiración no les agradó,
y ahora no puedo esperar conseguir
la mano de mi amiga.
Eva
¡Tú estás equivocado!
La mano de tu amiga ganará el premio,
pues su corazón ha hallado el coraje,
y sólo a ti entregaré la guirnalda.
Walther
¡Ay, no! ¡Te equivocas!
La mano de mi amiga,
incluso si no fuera para nadie,
tampoco lo sería para mí,
pues así lo ha decretado la voluntad de tu padre:
"¡Sólo el Maestro Cantor
al que tu entregues la corona,
podrá hacerte la corte!".
Así habló ante los demás caballeros,
y no puede volverse atrás,
aunque quisiera.
Y eso es lo que me dio el suficiente coraje.
Aunque todo me resultó muy extraño,
canté lleno de amor y pasión
para conseguir ser Maestro.
¡Pero, esos Maestros!
¡Ay, esos Maestros!
¡Esa naturaleza enganchosa y pegajosa de sus reglas!
¡Me sube la bilis, mi corazón deja
de latir cuando pienso en la trampa en la que caí!
¡Me voy a buscar la libertad!
¡Ahí es donde pertenezco,
cuando soy Dueño de mi casa!
Si he de hacerte la corte hoy,
venga, escapémonos lejos de aquí.
Es nuestra única esperanza.
No tenemos elección.
Por todas partes veo a Maestros,
como espíritus malvados,
reunidos para burlarse de mi,
con sus gremios, desde sus tarimas de Puntuador,
por todas las esquinas,
por todas partes no veo más que
maestros que corren a juntarse,
te miran malhumorados y te rodean
formando círculos a tu alrededor,
exigiéndote como esposa;
entonces te sientan en la silla del Cantor
como esposa de Maestro,
y te alzan, temblorosa.
¿Por qué tengo que sufrir con esto?
¿No debería unirme con valor a esa lucha?
¡Ja!
(Se oye el cuerno del Sereno. Walther echa mano a la espada, y mira
quien viene).
Eva
(Cogiéndole la mano con suavidad)
¡Amado, no te pongas así y cálmate.
Sólo era el Sereno.
Escóndete bajo el tilo.
El Sereno ya viene.
Magdalena
(Desde la puerta, en voz baja)
¡Eva! ¡Ya es hora!
¡Entra en casa!
Walther
¿Te vendrás conmigo?
Eva
¿Acaso tengo otra opción?
Walther
¿Escaparás?
Eva
de la casa del Maestro.
(Desaparece dentro de la casa con Magdalena. El Sereno mientras tanto
ha aparecido por el callejón. Se acerca cantando, gira por la esquina
de la casa de Pogner, y desaparece)
Sereno
"Escuchad, gentes, lo que digo:
el reloj ya ha marcado las diez;
apagad las hogueras y las luces
para que no ocurra ningún daño.
¡Alabad a Dios Nuestro Señor!
Sachs
(Que lo ha escuchado todo desde la puerta de su casa, ahora la abre,
después de ocultar la lámpara)
Ya veo que pasan cosas malas:
¡quieren escaparse para casarse!
¡Id con cuidado, pues eso no debe ocurrir!
Walther
(Detrás del tilo)
¿No volverá? ¡Oh, que tormento!
¡Sí! ¡Ahí viene! ¡Ay de mi!
¡No es ella, es la otra!
pero, sí, sí es ella.
Eva
(Vuelve con el vestido de Magdalena puesto y va hacia Walther)
Tonto: aquí la tienes, aquí está
(Se deja caer sobre el pecho de él)
Walther
¡Oh, cielos! Sí, ahora se de verdad
que he ganado el premio de los Maestros.
Eva
¡Pero no tenemos tiempo para pararnos a pensar!
¡Vámonos, vámonos lejos de aquí!
¡Ah, ojalá ya estuviéramos de camino!
Walther
Por aquí, por el callejón:
ahí junto a la puerta encontraremos
mi criado y caballos.
(Cuando empiezan a correr hacia el callejón, Sachs saca su lámpara
e ilumina toda la calle de manera que Eva y Walther se encuentran de repente
iluminados por esa luz)
Eva
(Empujando a Walther a volver)
¡Oh, Dios mío, el zapatero!
¡Si nos viera! ¡Escóndete!
¡No te acerques a él!
Walther
¿Qué otro camino podemos coger?
Eva
(Señalando a la derecha)
Por esa calle: pero da muchas vueltas
y yo no la conozco muy bien,
y a lo mejor nos encontramos con el Sereno.
Walther
Bueno, entonces, por el callejón
Eva
No hasta que el zapatero
se aleje de la ventana.
Walther
¡Yo haré que se vaya!
Eva
¡Que no te vea: te conoce!
Walther
¿El zapatero?
Eva
¡Es Sachs!
Walther
¿Hans Sachs? ¿Mi amigo?
Eva
¡No lo creas! ¡Sólo habló mal de ti!
Walther
¿Qué? ¿Sachs? ¿Él también?
¡le haré apagar la luz!
Escena sexta
(Beckmesser aparece por el callejón, escondiéndose a cierta distancia
del Sereno. Mira a las ventanas de la casa de Pogner, apoyándose en la
de Sachs, y empieza a afinar su laúd)
Eva
(Agarrando a Walther)
¡No lo hagas! ¡Escucha!
Walther
¿El sonido de un laúd?
Eva
¡Ay, tenemos problemas!
Walther
¿Qué? ¿Tienes miedo?
Mira, el zapatero está apagando la lámpara.
¡Arriesguémonos!
Eva
¡Dios mío! ¿Es que no lo ves?
Otro ha aparecido y ocupado su lugar.
Walther
Ya lo oigo y lo veo: un músico
¿Qué es lo que quiere ahora tan tarde?
Eva
¡Beckmesser ya ha llegado!
Sachs
(Al oír las primeras notas del laúd, retira su lámpara (como si hubiera
tenido una idea), y con suavidad abre la parte de abajo de su taller y
saca su banco; entonces oye a Eva)
¡Ah, ah, lo que yo pensaba!
Walther
¿El Puntuador? ¿Él? ¿En mi poder?
¡A él! Acabaré con ese que no sirve para nada.
Eva
¡Por amor de Dios! ¡Escúchame!
¿Es que quieres despertar a mi padre?
Déjalo: cantará una canción y después se irá.
Nosotros nos esconderemos aquí,
entre estos arbustos
¡Cuántos problemas me dan los hombres!
(Se lleva a Walther tras los arbustos que rodean el tilo. Beckmesser,
impaciente, empieza a tocar el laúd esperando a que la ventana se abra.
Cuando está a punto de empezar a cantar, Sachs vuelve a sacar la luz a
la calle y a dar fuertes golpes con su martillo)
Sachs
¡Jesús! ¡Jesús! ¡Hallo hallohe!
¡Oh, oh, trallalei!
Beckmesser
¿Qué es esto?
Sachs
¡Trallalei!
Beckmesser
¡Malditos gritos!
Sachs
¡Oh, oh! Cuando Dios Nuestro Señor
echó a Eva del Paraíso, sus pies descalzos
sintieron el dolor de las piedras
del suelo clavándose en ellos
Beckmesser
¿En qué está pensando ese tosco zapatero?
Sachs
A Nuestro Señor le dio pena
Walther
(A Eva)
¿Qué canción es esa?
¿Cómo es que dice tu nombre?
Sachs
Le gustaban los pequeños pies de Eva,
y por ello llamó a Su ángel
Eva
Ya la he oído antes y no habla de mi;
aunque la canción tiene un doble sentido.
Sachs
"Haz unos zapatos para esta pobre pecadora,
y a Adán, que va dándose golpes contras las piedras,
hazle unas botas para que en el futuro pueda andar bien"
Walther
¡Nos estamos retrasando!
¡Se me está acabando el tiempo!
Beckmesser
(A Sachs)
¿Qué, Maestro, levantado tan tarde?
Sachs
¡Pero si es nuestro Concejal!
¿Qué? ¿Haciendo la guardia?
¿Es que los zapatos os preocupan tanto?
Como veis, los estoy haciendo:
los tendréis mañana.
Beckmesser
¡Qué el diablo se lleve esos zapatos!
¡Quiero silencio!
Sachs
(Siguiendo con su trabajo)
¡Jesús, Jesús! ¡Hallo, hallohe!
¡Oh, oh, trallalei! ¡Trallalei!
¡Ohe! ¡Oh, Eva!
¡Eva, mujer malvada!
Que te pese en la conciencia que por culpa
de tus pies, los ángeles ahora deben hacer de zapateros.
Walther
¿A nosotros o al Puntuador
o a quién está intentando engañar?
Eva
Me temo que a los tres.
¡Dios, que tormento!
Sachs
Cuando estabas en el Paraíso no había piedras:
ahora debido a mi delito, he de trabajar
con la lezna y el hilo,
y debido a que me Señor Adán
es tan lamentablemente débil,
he de poner suelas a los zapatos
y engancharlos con resina.
Eva
Me temo que algo malo pasará
Walther
Mi dulce ángel ¿anímate!
Eva
Esa canción me está poniendo triste
Walther
¡A penas puedo oírla!
Tú estás junto a mi:
¡que sueño tan maravilloso!
Sachs
¡Si yo no fuera un ángel puro
el demonio podría ser zapatero!
Je
(Para de cantar cuando Beckmesser se le acerca con mirada amenazadora)
Beckmesser
¡Para ahora mismo!
¿Intentas engañarme?
¿Acaso el día y la noche son para ti lo mismo?
Sachs
¿Qué más te da que cante?
He de acabar estos zapatos ¿no?
Beckmesser
Pues cállate y no hagas ruido
Sachs
Es muy molesto trabajar de noche.
Si quiero mantenerme despierto,
necesito aire y canciones animadas;
así que escucha el tercer verso.
¡Jerum! ¡Jerum!
Beckmesser
¡Me está volviendo loco!
Sachs
¡Hallo, hallohe!
Beckmesser
¡Qué gritos más espantosos!
Sachs
¡Oh, oh, trallalei! ¡Trallalei! ¡Ohe!
Beckmesser
¡Al final Eva se pensará que soy yo!
Sachs
¡Oh, Eva, escucha mi lamento,
mis problemas y mi terrible aflicción!.
¡El mundo va pisando las obras de arte
que el zapatero ha creado!
Y si el Ángel de los zapateros,
que no me abre a menudo el Paraíso,
no me consolara, con que alegría
dejaría de hacer zapatos y botas.
Pero cuando me abre las Puertas del Cielo,
el mundo se halla a mis pies, y yo estoy en paz.
Yo, Hans Sachs, zapatero y poeta.
Beckmesser
(Mirando hacia la ventana por donde Magdalena, con la ropa de Eva,
se asoma)
Se está abriendo la ventana
Eva
(A Walther)
Esa canción me entristece,
y no sé porqué
¡Vámonos, vámonos lejos!
Walther
(Desenvainando la espada)
Bien, vámonos: ¡con la espada por delante!
Eva
¡No, no, para!
Beckmesser
¡Cielos Santos! Es ella.
Walther
¡Ese Beckmesser no vale la pena!
Eva
Exacto, es mejor tener paciencia
Beckmesser ¡Ahora estaré perdido si Sachs
sigue cantando!
Eva
¡Oh, mi más querido!
¡Cuanta aflicción te he causado!
Beckmesser
¡Amigo Sachs! ¡Escucha una cosa!
Walther
(A Eva)
¿Quién está en la ventana?
Beckmesser
¡Con qué afán estás haciéndome los zapatos!
¡Yo ya me había olvidado de ellos!
Eva
Es Magdalena
Walther
(A Eva)
¡Beckmesser se lo merece!
Beckmesser
Os respeto como zapatero, de verdad
Walther
Casi no me puedo aguantar las ganas de reír.
Beckmesser
y aún os venero más como conocedor de las artes.
Eva
¡Cuánto tendremos que esperar
a que esto se acabe y podamos escapar!
Walther
¡Ojalá empezara a cantar de una vez!
(Walther y Eva, desde su escondite, miran a Sachs y Beckmesser con
mayor interés)
Beckmesser
Creedme, valoro mucho vuestra opinión;
así que os suplico que escuchéis esta canción
con la que espero ganar mañana,
y que me digáis si os parece bien.
(Dándole la espalda al callejón, empieza a tocar el laúd para atraer
la atención de Magdalena y para que no se vaya de la ventana)
Sachs
¡Ah! ¡Me queréis embaucar!
No quiero que abusen de mi otra vez.
Desde que vuestro zapatero
se cree que también es poeta,
las cosas se han puesto muy feas
para vuestros zapatos
¡Ya veo qué grandes te van y cómo se te caen!
Así que, seré sensato y me dejaré
de rimas y versos, de razones,
inteligencia y sabiduría, y me pondré
a hacer vuestros zapatos para mañana.
Beckmesser
¡Dejaros de tonterías!
Eso lo habéis dicho de broma.
¡Mejor que escuchéis lo que tengo que deciros!
La gente te honra, y la hija de Pogner te respeta:
si mañana quiero cortejarla ante todo el mundo,
decidme, ¿no fracasaré si mi canción no le gusta?
Así que escuchadme sin decir nada;
y cuando la haya cantado,
podréis decirme lo que os ha gustado
de ella y lo que no, para que yo
pueda hacer los cambios oportunos.
Sachs
¡Oh, dejadme en paz!
¿Por qué me merezco tal honor?
Sólo he escrito canciones para gente de la calle,
así que para ellos cantaré
mi última canción.
¡Jerum, Jerum! ¡Hallo, hallohe!
(Cuando Sachs empieza a cantar de nuevo, Beckmesser le grita)
Beckmesser
¡Maldito seas!
¡Me haréis perder la razón
con esta canción llena de resina y grasa!
¡Callaos! ¿Acaso queréis despertar a los vecinos?
Sachs
Ya están acostumbrados
y a nadie le importa
"¡Oh Eva! Eva"
Beckmesser
¡Oh, qué odioso sois!
¡Hoy me vais a engañar por última vez!
Si no os calláis ahora mismo,
juro que lo pagaréis.
Aunque os creáis más listo que yo,
yo sé que estáis celoso y nada más,
y os molesta que los demás también cuenten para algo.
¡Creedme, os conozco muy bien!
¡Qué no os eligieran como Puntuador!
eso es lo que corroe a este zapatero amargado
¡Pues bien! Mientras Beckmesser viva
y halla en sus labios una rima,
mientras aún cuenta para algo entre los Maestros,
juro que el Señor Hans nunca será Puntuador
tanto se Nuremberg "crece y florece" como si no.
(Empieza a tocar impaciente)
Sachs
(Que ha escuchado con mucha atención y seriedad)
¿Eso era vuestra canción?
Beckmesser
¡Al diablo con todo!
Sachs
No seguía muchas reglas,
pero la habéis cantado muy bien.
Beckmesser
¿Me escucharéis?
Sachs
Cantad, nombre de Dios:
yo seguiré con los zapatos
Beckmesser
Pero ¿no haréis ruido?
Sachs
Oh, cantad de una vez,
y ya veréis como yo podré acabar estos zapatos.
(Golpea la horma con el martillo)
Beckmesser
Pero ¿no pensáis dejar de dar
esos malditos golpes?
Sachs
¿Y cómo queréis que os arregle los zapatos?
Beckmesser
¿Qué? ¿Es que queréis que cante
mientras dais esos golpes?
Sachs
Debéis acabar vuestra canción,
y yo mis zapatos
(Sigue golpeando)
Beckmesser
¡No quiero zapatos!
Sachs
Ahora decís eso, y después
en la Escuela de Canto
me lo echaréis en cara. ¡Escuchad!
Quizás podamos arreglarlo,
pues los hombres se llevan
mejor en armonía.
Aunque no quiero dejar de trabajar,
me gustaría aprender el arte del Puntuador,
y para ello no hay nadie mejor que vos:
no lo aprenderé si no es de vos.
Así que si cantáis, yo marcaré los errores
con golpes de martillo,
y de esta manera, podré seguir con mi labor.
Beckmesser
¡Muy bien, puntuad, y cuando
me equivoque apuntadlo con la tiza.
Sachs
¡No señor! Así no adelantaría los zapatos.
Os marcaré golpeando la horma.
Beckmesser
¡Cuánta maldad!
¡Dios, se está haciendo tarde:
la doncella acabará marchándose de la ventana.
(Toca un preludio)
Sachs
(Con un golpe de martillo)
¡Empezad! ¡Rápido, o empezaré a cantar yo!
Beckmesser
¡Parad! ¡Cualquier cosa menos eso!
¡Cómo me provoca ese diablo!
Si, queréis hacer de Puntuador, muy bien,
marcad con golpes de martillo,
pero con una condición:
que sigáis las reglas estrictamente,
y marcad sólo lo que las reglas no permiten.
Sachs
Según las reglas que sabe un zapatero
cuyos dedos se mueren por seguir con su labor
Beckmesser
¿El honor de un Maestro?
Sachs
¡Y el humor de un zapatero!
Beckmesser
¡Ni un error: cantaré bien y sin errores!
Sachs
Entonces, mañana tendréis que ir descalzo.
Walther
¡Qué locura! ¡Es como un sueño!
Sachs
Sentaros aquí
Beckmesser
(Colocándose junto a la esquina de la casa)
Dejadme que me quede aquí de pie
Sachs
¿Y por qué tan lejos?
Walther
¡Parece que casi acabo de levantarme
de la silla del Cantor!
Beckmesser
Para veros, tal y como hacen
los alumnos ante el Puntuador en la Escuela.
Eva
Estoy muy preocupada
como si se tratara de una locura:
esto que siento ¿es bueno o malo?
Sachs
Desde ahí no os oiré bien.
Beckmesser
Puedo modular muy bien
la potencia de mi voz
Sachs
¡Eso está bien! Bien, entonces ¡empezad!
(Hay un corto preludio tocado con el laúd durante el cual Magdalena
se asoma por la ventana)
Beckmesser
"Veo como despunta el día,
y ello me alegra
(Sachs golpea por primera vez)
y entonces mi corazón
se llena de un nuevo y valiente"
¿Estáis de broma? ¿Qué he hecho mal?
Sachs
Es mejor que digáis:
"y entonces mi corazón se llena
de un nuevo, valiente"
Beckmesser
¿Y eso cómo rima con "veo despuntar"?
Sachs
¿No os preocupa la melodía?
Me parece que el tono y las palabras
deberían ir acorde.
Beckmesser
¿Quizás podría discutir con vos?
Dejad de dar golpes u os acordaréis de mi.
Sachs
Ahora, continuad
Beckmesser
¡Me he perdido!
Sachs
Entonces, volved a empezar,
y así además me ahorraré tres golpes.
Beckmesser
(A parte)
Mejor que no le haga caso.
Sólo espero que todo esto
no confunda a la Doncella.
(Se aclara la garganta y vuelve a empezar)
"Veo despuntar el día y ello me alegra,
y entonces mi corazón
se llena de un nuevo y valiente coraje"
(Mientras canta, Sachs va golpeando la horma)
"No pienso en la muerte, sino
en pedir la manos de una joven doncella.
¿Cuál, de entre todos los días,
será el elegido?
Ante todos los presentes lo diré:
el día en que su querido padre
la ha prometido en matrimonio.
Que aquél que se atreva venga a ver a la buena,
querida y joven dama en la que he puesto
todas mis esperanza:
por ello, y tal como he dicho antes,
el día de hoy es tan bello y azul"
¡Sachs! ¡Mirad!
¡Estáis arruinando mi canción!
¿Por qué no dejáis de hacer ruido?
Sachs
¡Qué tonto soy!
Esperad, pues con los golpes que doy
al marcar vuestros errores,
ya estoy acabando las suelas
de los zapatos.
Ya hablaremos después.
Beckmesser
(Mirando por la ventana y rasgando el laúd)
¿La doncella se va?
Pst, pst ¡Oh, Dios mío!
Debería
(Amenaza a Sachs con el puño)
¡Sachs! ¡Gracias por darme este disgusto!
Sachs
¡El Puntuador está preparado!
¡Continuad!
Beckmesser
"Hoy mi corazón salta de alegría
pues voy a cortejar a una joven dama.
Sin embargo, su padre ha puesto una condición
a aquél que se convertirá en su heredero
y cortejará a su delicada hija.
Un buen Maestro del Gremio
demuestra así que quiere bien a su hija,
pero también demuestra cuánto valora el Arte:
aquél que ha de ser su yerno,
primero ha de ganar el premio
de la competición de Canto.
Ahora se necesita del Arte para que,
sin pedir permiso y sin dañinas
y vulgares mentiras, el premio sea
otorgado a aquél que realmente desea
cortejar a la doncella".
(Beckmesser, que no ha quitado los ojos de la ventana, ha notado con
creciente disgusto, los signos de evidente insatisfacción de Magdalena;
ha cantado aún más alto y más aprisa para poder hacerse oír por encima
de los continuos golpes de Sachs. Está a punto de continuar cuando Sachs
sacando el zapato de la horma, se levanta y se asoma por la puerta de
su taller)
Sachs
¿Ya habéis acabo?
Beckmesser
(Con gran agitación)
¿Por qué me lo preguntáis?
Sachs
(Alzando los zapatos de forma triunfante)
¡Ya he acabado los zapatos!
Yo lo llamaría auténticos zapatos de Puntuador;
ahora escuchad mis versos de Puntuador:
Con golpes largos y cortos
están escritos en sus suelas:
vedlos y leedlos, y aprendedlos para siempre.
Una buena canción necesita rima,
y si alguien así no lo hace, es decir,
si el concejal con su pluma
no es capaz de hacerlo así,
el zapatero lo marcará con su
martillo en los zapatos.
Ahora, marchad corriendo en paz, pues
ya tenéis buenos zapatos;
vuestros pies no los podrán romper,
pues las suelas los mantendrán en su sitio.
(Se ríe a carcajadas)
Beckmesser
(El cual se había vuelto al callejón y apoyado contra la pared que
hay entre las dos ventanas de la casa de Sachs, se apresura ahora a empezar
el tercer verso, gritando hasta quedarse sin aire para hacerse oír por
encima de Sachs)
"Yo puedo llamarme a mi mismo Maestro
y así lo demostraré hoy,
pues para conseguir ese premio, me abrasaría,
y me moriría de hambre y de sed.
Ahora, invoco a las nueve Musas
para que inspiren mi alma poética.
Conozco bien la reglas,
y sé contar los tiempos;
sin embargo, cuando, al pedir
la mano de una joven doncella,
la mente se nubla, uno puede llegar
a cometer pequeños y superficiales errores.
Como hombre soltero,
os he traído mi piel, mi honor,
mi casa, mi dignidad y mis riquezas
para que mi canto os agrade
y la joven doncella me elija
si cree que mi canción es buena.
Vecinos
(Primero sólo unos pocos, después más, abren las ventanas del callejón
mientras dura la canción y miran por ellas)
¿Quién grita?
¿Quién chilla de esas maneras?
¿Está permitido gritar a estas horas?
¡Dejanos en paz!
¡Es hora de dormir!
¡Dios mío, escuchad cómo rebuzna ese asno!
¡Tú,. Cállate y márchate!
¡Grita, chilla y rebuzna en otra parte!
David
(Que ha abierto la ventana que está junto a Beckmesser)
¿Quién demonios es ése?
¿Y aquélla de allí?
¡Es Lena, la veo perfectamente!
¡Cielos Santo!
¡Ese es el hombre con el que
ha quedado para verse!
¡El hombre que prefiere antes que a mi!
¡Esperad! ¿Os lo habéis buscado!
¡Yo os enseñaré!
¡Al diablo con vos, maldito patán!
(David, armándose con un garrote, sale por la ventana, le arranca a
Beckmesser el laúd y se lanza sobre él)
Magdalena
(Cuyos gestos destinados a hacer para a David han sido entendidos por
Beckmesser como gestos para que él dejara de cantar, ahora grita):
¡Cielos Santo! ¡David!
¡Oh, Dios mío, qué apuros estoy pasando!
¡Socorro, socorro!
¡Se van a matar!
Beckmesser
(Luchando con David)
¡Maldito muchacho! ¡Déjame!
Vecinos
(En las ventanas)
¡Mirad! ¡Vamos!
¡Se están estrangulando!
David
¡Por supuesto!
Pero primero os romperé los huesos.
(Siguen luchando)
Otros vecinos
(Llegando al callejón)
¡Eh, aquí! ¡Por aquí!
¡Hay una pelea! ¡Se están estrangulando!
¡Eh, vosotros! ¡Dejadlo estar! ¡Marchad!
¡Si no paráis, nos uniremos a la pelea!
¡Dejadlo ahora mismo!
1º vecino (Zorn)
¡Ah, mirad! ¿Vos aquí?
¿Qué tiene que ver esto contigo?
2º vecino (Vogelgesang)
¿Y vos qué hacéis aquí?
¿Os han hecho algo?
1º vecino
¡Conocemos bien a los de vuestra clase!
2º vecino
¡Y nosotros a la vuestra aún mejor!
1º vecino
¿Qué queréis decir?
2º vecino
(Dándole un puñetazo)
¡Sólo esto!
1º vecino
¡Burro!
2º vecino
¡Tarugo!
Aprendices
(Entrando)
¡Por aquí, por aquí! ¡Hay una pelea!
Unos aprendices
¡Son los zapateros!
Otros
¡No! ¡Son los sastres!
El primero
¡Borrachos!
Otros
¡Muertos de hambre!
Vecinos
(Ya en la calle, los unos a los otros)
¡Esto os lo debía desde hace tiempo!
¿No tenéis miedo?
¡Eso va por quejaros!
¿Os ha incitado vuestra esposa?
¡Id con cuidado con los puñetazos!
¡Bruto! ¡Patán!
¡Vigilad cuando os peque!
¿Aún no habéis aprendido la lección?
¡Venga, pegad! ¡Le he dado!
¡Qué te parta un rayo, bribón!
¡Esperad, truhanes!
¡Cerrad la boca! ¡Qué puñetazos más débiles!
¡Id a casa o vuestras esposas os pegarán!
¿Y a vos qué os importa si nos vamos o no?
¡Enviad a los oficiales a casa!
¡Llevaoslos! ¡Callaos! ¡Derribadlos!
¡No nos rendiremos!
¡Seguid! ¡Sin miedo!
Aprendices
(Los unos a los otros, con los vecinos)
¿No conocemos a esos cerrajeros?
¡Seguro que ellos han empezado la pelea!
¡Yo creo que han sido los herreros!
¡Conozco bien como les gusta unirse a las peleas!
¡Seguro que han sido los carniceros!
¡Ja! ¡Mirad! ¡Los toneleros se han
unido al baile!
¡Veo a los barberos! ¡Unios al baile!
¡Dulces vendedores son, con azúcar y caramelos,
con pimienta, canela, nuez moscada,
huelen muy bien, pero causan mucho malestar;
huelen muy bien, y les gusta mantenerse alejados
de cualquier problema!
¡Te estás refiriendo a mi?
¡Cállate! ¿Acaso me estoy yo refiriendo a ti?
¡Ja! ¡Te he dado!
¡Mirad, ese conejo mete la nariz en todas partes!
¡Todavía llegan más!
¡Ya hay mucha gente!
¡Ahí va! ¡Toma! ¿No lo ves?
¡Hay te va uno a la nariz! ¡Ja!
¡Ahí va! ¡Rota!
¡Cómo una lluvia de granizo:
allá donde caiga, nada volverá a brotar!
¡Pronto estaréis sangrando por la cabeza,
los brazos y las piernas!
¡El panadero ya tiene en qué pensar!
¡Ja! ¡Ya lo tiene!
¡Que se vayan los que no quieren pelear!
¡Luchad sin miedo! ¡Luchad con valentía!
¡No dejéis que nadie vacile!
¡Enfrentaos a todos, incluso a los oficiales!
¡Si alguien vacila, eso le traerá la deshonra!
¡Atacadles con valentía!
¡Nos enfrentaremos a la lucha firmes como hombres!
(Poco a poco, los vecinos y aprendices han provocado una gran pelea)
Oficiales
(Llegando por todas partes, armados con garrotes)
¡Vamos oficiales contra ellos!
¡Aquí hay pelea!
Y seguramente aún habrá más
¡Oficiales, unios a la pelea!
¡Son los tejedores! ¡Son los curtidores de piel!
¡Eso es lo que pensé primero!
¡Todos los malos gremios!
¡Siempre haciendo de las suyas!
¡Dadles fuerte; haced que aprendan la lección!
¡Más, aún más! ¡la pelea sigue creciendo1
¡Ese Klaus, el carnicero; le conozco bien!
¡Mañana es día cinco!
¡Algunas casas están ardiendo! ¡Por aquí!
¡Esto es una pelea de verdad!
¡Los sastres con sus planchas!
¡Venid, gremios! ¡Atacad con valentía!
¡Pegad fuerte! ¡Tú ese de ahí, vete!
¡Estamos en el lugar apropiado!
¿Pretendes cerrarnos el paso?
¡Abrid paso o atacaremos!
¡Fabricantes de correas! ¡Caldereros!
¡Fabricantes de jarras!
¡Fabricantes de cola! ¡Fabricantes de velas!
¡Salid de aquí! ¡No vaciléis! ¡Derribadlos!
¡Cortadores de telas! ¡Tejedores de lino!
¡Seguid! ¡Seguid peleando!
¡Cállate! ¡Salid de ahí, id a casa!
¡Ya está! ¡Que nadie vacile!
¡Gremios, gremios, venid!
Los Maestros
(Y los ciudadanos más mayores, llegando de todas partes)
¿Que es todo este jaleo?
¡Se oye desde lejos!
¡Calmaos y marchad a vuestras casas inmediatamente;
todos vosotros, o empezarán a caer golpes!
¡No os quedéis ahí u os pegaremos!
¡No hay nada que hacer!
¡Maestros empezad a dar puñetazos!
Mujeres
(En las ventanas, las unas a las otras)
¿Qué es todo este jaleo?
¡Seguramente habrá más pelea!
¡Ojalá mi padre no estuviera ahí!
¡Ay, qué preocupación!
¡Dios mío, mirad ahí!
¡Hay bastante jaleo como para preocuparnos!
¡Eh, vosotros, ahí abajo!
¡Comportaos!
¿Es que estáis todos dispuestos a pelearos?
¡Dios mío! ¡Ese es mi marido!
¡Oh, Dios, ojalá pudiera ver a mi Hans!
¿Cómo podría mirar lo que está pasando?
¿Acaso os habéis vuelto todos locos?
¿Habéis bebido demasiado vino?
¡Mirad a Christian: está dando una paliza a Peter!
¡Dios mío, mirad a Michel:
está dando garrotazos a Steffen!
¡Socorro! ¡Padre! ¡Ay!
¡Van a matarlo a golpes!
¡Dios! ¡Qué golpes se están dando
y cómo se tambalean!
¡Que Dios nos ayude si esta pelea continúa!
¡Ya ni siquiera podemos oírnos cuando hablamos!
¡Ay! ¿Cómo acabará todo?
¡Arriba, traed agua y echádsela por encima!
¡Venga, pedid ayuda!
¡Muerte y asesinato! ¡Por aquí!
¡Aquí, a la ventana!
¡Traed agua! ¡Traed potes, jarras y latas;
llenadlos y echádselos por encima!
(La pelea se ha extendido a todo el mundo, gritos y golpes)
Magdalena
(Moviendo la cabeza con desesperación desde la ventana)
¡Escúchame David! ¡Suelta a ese hombre;
no me ha hecho nada! ¡Escúchame!
¡Ay! ¡Qué desesperación!
¡David! ¡Escúchame! ¡Escúchame! ¿quieres?
¡Cielos santo! ¡Aún no lo ha soltado!
¡Dios! ¡David!
¿Se ha vuelto loco? ¡Ay!
¡David, escúchame!
¡Es Herr Beckmesser!
Pogner
(Saliendo a la ventana en bata, y empujando a Magdalena hacia adentro)
¡Por amor de Dios, Eva!
¡Cierra la ventana!
Iré a ver si abajo está todo en orden.
(Se cierra la ventana y Pogner aparece por la puerta del piso de abajo.
Sachs, al comienzo de la pelea, ha apagado la luz y dejado su puerta entreabierta
para poder mirar el tilo. Walther y Eva han estado mirando la pelea con
gran ansiedad. Ahora, Walther abraza a Eva con el brazo izquierdo)
Walther
¡Tendremos que llenarnos de valor
y abrirnos paso entre la multitud!
(Blandiendo su espada, se abre paso hasta el centro del escenario.
Sachs sale de su taller y coge a Walther por el brazo. El clímax de la
pelea viene marcado por el sonido del cuerno del sereno y el ruido del
agua al caer sobre los peleantes desde las ventanas. De repente, todos
se asustan y empiezan a correr; se cierran puertas y ventanas, y el escenario
empieza a vaciarse con gran rapidez)
Pogner
(En las escaleras)
Hey Lena ¿Dónde estás?
Sachs
(Empujando a Eva, que va medio desmayada para que suba las escaleras)
¡Entra en casa, Sra. Lena!
(Pogner la coge y se la lleva adentro. Sachs, blandiendo la tira de
cuero con la que se ha abierto camino hasta Walther, atrapa a David, y
dándole patadas para que entre en el taller, empuja a Walther, al que
todavía lleva cogido, hacia adentro; después cierra la puerta tras ellos,
impidiéndoles la salida. Beckmesser, después de que, gracias a Sachs,
David le soltara, escapa corriendo entre la multitud)
Sereno
(Vuelve a aparecer; se restriega los ojos y mira a su alrededor sorprendido;
mueve la cabeza y con voz temblorosa grita):
Gente, escuchad lo que voy a decir:
el reloj ya ha dado las once,
id con cuidado con los fantasmas y
procurad que ningún espíritu endemoniado
os robe el alma!
¡Alabad a Dios, el Señor!
(Aparece la luna llena que ilumina el callejón, ahora tranquilo. El
Sereno se va caminando por él, y cuando desaparece por la esquina, cae
el telón al mismo tiempo que se oye el último acorde).
PRELUDIO
ACTO III
Escena primera
(La escena transcurre en el interior del taller de Sachs: detrás se
halla la puerta que da a la calle; también hay una ventana en la pared
del fondo. Sachs se halla sentado junto a la ventana con un montón de
folios en su regazo y está absorvido leyéndolo. David aparece por la calle;
se asoma por la ventana, ve a Sachs y entra sin hacer ruido. Lleva una
cesta de la que saca comida y flores. Se prepara para comer algo; Sachs
haciendo mucho ruido, gira la página; no se había dado cuenta de que David
había llegado)
David
¡Ya he llegado, Maestro!
¡Aquí tenéis!
Los zapatos ya han sido entregados a Beckmesser
Pensaba que me habíais llamado.
(A parte)
Pretende hacerme creer que no me había visto.
Cuando no contesta quiere decir que está enfadado.
(Poco a poco, se acerca a Sachs, con timidez)
¡Ay, Maestro! ¡Por favor, perdonadme!
¿Acaso un aprendiz puede ser perfecto?
Si conociérais a Lena como yo,
seguro que me perdonaríais.
Es tan buena, tan tierna conmigo,
y a menudo me mira con tanta ternura.
Cuando me pegais, ella me acaricia
y me sonríe dulcemente.
Si se me castiga sin comida, ella me da de comer,
y es tan maravillosa.
Sólo ayer, cuando el caballero cantó
y echó a perder su oportunidad,
no pude convencerla de que
me diera la cesta de comida, y eso me dolió;
y cuando vi que por la noche otro,
gritando como un loco,
le cantaba bajo su ventana,
le di una buena paliza.
¿Cómo pudo convertirse en una pelea tan grande?
De todos modos, eso ha fortalecido nuestro amor:
Lena me lo ha explicado todo
y me ha dado estas flores y
estos lazos para el festival.
(Continúa con mayor ansiedad)
¡Ay, Maestro!
¡Decídme algo, aunque sea sólo una palabra!
(A parte)
¡Ojalá hubiera sacado antes la salchica y el pastel!
(Sachs que ha seguido leyendo tranquilamente, cierra el libro de un
golpe. Al oirlo, David se queda tan parado, que empieza a tambalearse
y al final se cae de rodillas ante Sachs. Éste mira por encima del libro
que aún tiene en las manos, por encima de David que le mira sin atreverse,
hasta que su mirada reposa sobre la mesa)
Sachs
Ahí veo flores y lazos:
son encantadores y muy juveniles
¿Cómo han llegado hasta mi casa?
David
(Asombrado con la amabilidad de Sachs)
Bueno, Maestro.
Hoy es el festival, así qie todo
el mundo se pone sus mejores ropas.
Sachs
¿Puede ser que haya un banquete de bodas?
David
Sí, si hubiera llegado la hora
para David y Lena.
Sachs
Creo que ayer fue la noche de los Duendes.
David
(A parte)
¿La noche de los Duendes?
¡Entonces adelante!
(En voz alta)
¡Perdonandme Maestro!
¡Por favor perdonadme!
Pues hoy celebramos el Día de San Juan.
Sachs
¿El Día de San Juan?
David
(A parte)
¿Está duro de oido hoy?
Sachs
¿Ya te sabes tu peoma? ¡Recítamelo!
David
¿Mi poema?
Creo que me lo se bastante bien.
(A parte)
El Maestro está de buen humor
(En voz alta)
"A la orilla del Jordán se hallaba San Juan"
(Está tan animado y nervioso que empieza a cantar la serenata de Beckmesser;
Sachs le da un golpe para sacarlo de su aturdimiento)
Sachs
¿Qu qué?
David
¡Perdonadme por la confusión.
La noche del Duende me ha hecho equivocarme.
(Empieza otra vez a cantar su canción)
"A la orilla del Jordán se hallaba San Juan
para bautizar a todas las gentes del mundo.
Una mujer llegó desde una tierra lejana:
desde Nuremberg llegó ha toda prisa.
Hasta la orilla del río llevó a su pequeño
y allí recibió bautismo y un nombre.
Pero cuando repgresaron a casa
y llegaron a Nuremberg, pronto se dieron cuenta
que aquél al que en el río Jordan
llamaban Juan, en el río Pegnitz
recibía el nombre de Hans"
¡Hans! ¡Hans!
(Con gran ímpetu)
¡Señor! ¡Maestro!
¡Hoy es vuestro santo! ¡No!
¡Cómo he podido olvidarme de una cosa así!
¡Tened! ¡Tened, las flores son para vos,
y los lazos
¿y qué más hay por aquí?
¡Sí, aquí! ¡Mirad Maestro! ¡Un espléndido pastel!
¿Queréis que os regale la salchicha también?
Sachs
(Todavía incrédulo, sin moverse)
¡Gracias, muchacho!
¡Guárdate todo eso!
Hoy me acompañarás a la pradera,
así que adórnate con flores y lazos:
¡Hoy serás mi gran heraldo!
David
¿No sería mejor que fuera padrino de bodas?
¡Maestro! ¡Ay, Maestro!
Deberíais volver a cortejar a una mujer!
Sachs
¿Te gustaría que hubiera
una Señora del Maestro en la casa?
David
Quiero decir que tendría mucho
mejor aspecto.
Sachs
¡Quién sabe! La edad nos hace sabios
David
Sí, y la hora ya ha llegado
Sachs
Así que la sabiduría no puede estar muy lejos
David
¡Seguro! Ya se oyen rumores.
Creo que vos venceréis a Beckmesser
con vuestro canto, así que hoy
no podrá darse muchos aires.
Sachs
¡Posiblemente!
Ayer precisamente yo pensaba igual.
Ahora vete y no molestes al caballero.
Vuelve cuando estés arreglado para la fiesta.
David
(Conmovido, besa la mano de Sachs, recoge sus cosas y entra en la habitación)
Nunca le había visto así,
aunque normalmente es muy amable.
¡Ya ni me acuerdo cómo duelen
sus golpes de correa!
Sachs
(Aún con el libro sobre las rodillas, se recuesta sobre la silla perdido
en sus pensamientos, con la cabeza apoyada en una mano, y tras una pausa,
empieza a cantar):
¡Locura! ¡Locura!
¡Locura por todas partes:
mira en donde mire, en las crónicas
de la ciudad o del mundo entero,
para hallar la razón por la cual las gentes
con una rabia sin sentido
se atormentan y despellejan
los unos a los otros
hasta que acaban sangrando!
Nadie recibe un premio o las gracias por ello:
empujados a la lucha, creen que están de caza;
y no oyen sus propios gritos de dolor;
cuando hurgan en su propia sangre
creen que se están dando placer.
¿Quién podría dar nombre a todo esto?
Es la vieja locura son la cual nada ocurre,
¡nada en absoluto!
Si en su camino se detiene,
es sólo para recuperar fuerzas con el sueño;
pero, de pronto, se despierta y
entonces no hay nada que le venza,
¡Qué pacifica, con sus fieles colores,
contenta de sus actos y trabajos, yace,
en el corazón de Alemania,
mi querida Nuremberg!
(Mira al frente, lleno de una profunda y apacible alegría)
Sin embargo, una noche,
para prevenir el desastre causado
por un ardor juvenil,
un hombre no sabe qué hacer;
un zapatero en su taller
tira del hilo de la locura,
y de repente, en callejones y calles,
se desata la furia.
Hombre, mujeres, oficiales y niños
se lanzan los unos contra los otros
ciegos de rabia; y como si la locura los venciera,
empiezan a golpearse, a darse cortes, patadas
y palizas para mitigar el fuego de la furia.-
¿Sabe Dios como ocurrió?
Un duende debió ayudarle:
una luciérnaga que no encontraba
su pareja provocó la pelea.
¡Fue el sauce: víspera de verano!
Pero ahora, ya ha empezado el verano.
Ahora, veamos cómo Hans Sachs
logra guiar esa locura para
llevar a cabo una noble tarea;
pues si la locura no nos ha de dejar
nunca tranquilos aquí en Nuremberg,
que al menos nos sirva para lograr
aquello que raramente ocurre
sin un toque de locura.
Escena segunda
(Walther sale de la habitación y entra en el escenario. Se detiene
un momento en la puerta, mirando a Sachs. Este se gira y el libro se le
cae)
Sachs
¡Qué Dios esté con vos, Señor Caballero!
¿Habéis dormido hasta ahora?
Os fuisteis a dormir muy tarde,
¿habéis dormido algo?
Walther
(En voz baja)
Un poco, pero bien y profundamente.
Sachs
Osea, que ahora os encontráis bien.
Walther
He tenido un sueño maravilloso.
Sachs
¡Eso es buena señal!
¡Contádmelo!
Walther
Casi no me atrevo a pensar en él
pues me temo que se me escape y lo olvide.
Sachs
Amigo mío, precisamente la tarea del poeta
es interpretar y recordar sus sueños.
Creedme, la locura más real de un hombre
se le presenta en sueños,
y la poesía y el arte del verso
no es más que la interpretación de esos sueños.
Según vuestro sueño
¿Qué posibilidades tenéis
de convertiros hoy en Maestro?
Walther
No, mi visión no quiso inspirarse
en el gremio y sus Maestros
Sachs
¿Pero os enseñó el embrujo mágico
con el que poder conseguir a la doncella?
Walther
¡Cómo os engañáis a vos mismo,
si tras tan gran desastre
aún creéis que hay alguna esperanza!
Sachs
No dejo que mi esperanza desaparezca,
pues todavía no ha ocurrido nada
que me obligue a ello.
Sí así fuera, podéis creer que en lugar
de impedir que escaparais
¡Yo mismo habría escapado con vos!
Por lo tanto os suplico que dejéis
a un lado ese pesimismo.
Estáis tratando con hombres de honor,
que se equivocan y se alegran
de que alguien los desafíe en su propio campo.
Aquel que decide quién es el ganador
y ofrece los premios también espera que,
a la larga, la gente le complazca a él.
Vuestra canción los incomodó,
y razón tenían para incomodarse,
pues, si lo pensáis bien,
con ese fuego poético y ese amor
los hombres seducen a sus hijas
para engañarlas.
En cambio, para futuros matrimonios felices
y dichosos se inventaron
otras palabras y otras melodías.
Walther
(Sonriendo)
Eso también lo se yo,
desde ayer por la noche:
había tanto ruido en la calle.
Sachs
(Riéndose)
¡Sí, sí! ¡Verdad!
¡Y seguro que también oísteis la pelea!
Pero, dejemos eso, y seguid mi consejo;
en pocas palabras: atreveos a componer
una canción Maestra.
Walther
¡Una canción hermosa; una canción Maestra!
¿Cómo puedo llegar a entender
en qué se diferencian?
Sachs
Amigo mío, durante la dulce juventud,
cuando al pasar del impulso divino
al dichoso primer amor el pecho
se hincha libre, muchos han conseguido
cantar una bella canción,
pues la primavera cantaba por ellos.
Pero cuando llega el verano,
el otoño y el invierno,
el duro trabajo y las preocupaciones de la vida,
el matrimonio, bautizos, negocios,
peleas y disputas, aquéllos que todavía
pueden cantar una canción hermosa,
ellos son llamados Maestros.
Walther
Amo a una mujer, y le haría
la corte para que fuera mi esposa por siempre.
Sachs
Aprended las reglas de los Maestros
para que puedan acompañaros y ayudaros
a guardar en vuestro corazón
lo que durante la juventud,
el amor y la primavera os han enseñado,
y lo podáis mantener siempre.
Walther
Si ahora gozan de tanta reputación
¿quién hizo las reglas?
Sachs
Fueron Maestros compungidos de dolor,
espíritus oprimidos
por las preocupaciones de la vida:
en la soledad de sus problemas
crearon para sí mismos una imagen
que les mantendría vivo, claro y fuerte
el recuerdo del amor de juventud
en el que vive la primavera de la vida.
Walther
Pero ¿Cómo puede captar la imagen del amor
aquél al que la primavera de la vida
abandonó hace tiempo?
Sachs
Hace lo posible por recordarlo;
así que como hombre de edad,
lleno de preocupaciones,
si he de enseñarte las reglas,
será mejor que me las expliques de nuevo.
Mira, ahí hay tinta, pluma y papel.
Yo iré apuntando lo que me dictes.
Walther
¡Cómo puedo empezar a explicar
lo que apenas conozco!
Sachs
Cuéntame el sueño que has tenido esta mañana
Walther
Me siento como si hubiera
sido borrado de los preceptos de vuestras reglas.
Sachs
Por esa razón, toma la poesía de la mano:
así muchos han averiguado lo que no sabían.
Walther
Así, mi sueño podría no ser un sueño,
sino poesía?
Sachs
Los dos son buenos amigos
y se ayudan mutuamente
Walther
¿Cómo he de empezar según las reglas?
Sachs
Tú las haces, y después las sigues,
pensando sólo en ese hermoso sueño
que has tenido esta mañana;
el resto déjalo para Hans Sachs
Walther
(Se coloca junto a Sachs, y después de pensarlo un momento, empieza
a cantar muy bajo; Sachs va copiando lo que Walther canta)
"Brillando en la luz rosada de la mañana,
en el aire cargado del perfume de las flores,
lleno de una alegría despreocupada,
un jardín me invitaba a entrar"
(Se para un momento)
Sachs
Eso ha sido una estancia;
ahora asegúrate que le sigue
otra exactamente igual
Walther
¿Por qué igual?
Sachs
Para que uno vea que estás eligiendo esposa.
Walther
(Continúa)
"En ese bendito lugar, alzándose alegremente,
ofreciendo frutos dorados, abundancia jugosa
de un gran esplendor que respondía
al deseo de sus fragantes ramas,
un árbol glorioso
(Se para)
Sachs
No has acabado con el mismo tono
y eso ofende a los Maestros;
sin embargo, Hans Sachs aprenderá de ti,
pues en la juventud de la vida
las cosas seguramente son así.
Ahora compón una "After-Song"
Walther
¿Qué es eso?
Sachs
Si has escogido bien, tu pareja,
eso se verá en vuestros hijos.
Algo parecido ocurre con la estancia,
pero no exactamente igual,
que es rica en ritmos y rimas,
que la gente la encuentra apropiada y
suficiente: eso es lo que hace
que los padre se sientan orgullos de sus hijos;
si es así, las estancias acabarán
de tal manera que nada parecerá fuera de lugar.
Walther
(Continúa)
"Para que cogiera más confianza,
¡Oh, que sublime maravilla
se presentaba ante mi!:
junto a mi se hallaba la mujer
más bella y hermosa
que nunca había visto;
como una doncella se estrechó
suavemente contra mi cuerpo,
y con ojos que brillaban su mano
señaló lo que yo tan ardientemente deseaba:
el fruto tan precioso y dorado
del Arbol de la Vida"
Sachs
(Escondiendo sus sentimientos y emoción)
Eso es lo que yo llamo una "After-song":
mira que completa te ha quedado esta parte
Sólo con la melodía, te has permitido
cierta libertad, pero con ello
no quiero decir que hayas cometido un error,
pues no es fácil mantener la melodía
¡aunque ello moleste a nuestros ancianos!
Ahora sigue con la segunda parte
para ver si uno puede entender
de qué iba la primera,
pues has rimado tan bien los versos
que aún no sé lo que has compuesto
ni qué has soñado.
Walther
(Como antes)
"Brillando en el esplendor del anochecer,
el día llegó a su fin
mientras yo permanecía tumbado allí;
dentro de mi se despertó el deseo poderoso
de beber felicidad de sus ojos.
En la oscuridad, mis ojos apenas podían ver:
a lo lejos, y a la vez tan cerca,
dos estrellas brillaban,
y a través de la distancia me iluminaban
el rostro con sus finos rayos de luz.
En medio de un silencio sepulcral,
oigo el murmullo encantador de un riachuelo,
y su bella música me llega más clara
y dulce que nunca;
brillantes y resplandecientes
¡qué hermosas brillaban las estrellas!
Más estrellas doradas se unen
para formar un círculo de hojas y ramas,
y danzar, y en lugar de frutos,
un ejército de estrellas aparece
en el árbol de laureles".
Sachs
(Profundamente conmovido, suavemente)
Amigo mío, tu visión te ha ayudado
a ver con claridad: has logrado componer
con éxito también la segunda parte.
Si escribes la tercera, podremos
ver el significado de tu sueño.
Walther
(Se levanta de golpe)
¿Dónde puedo encontrar esa Tercera parte?
¡Ya basta de palabras!
Sachs
Las acciones y las palabras
han de utilizarse cuando les corresponda.
Por lo tanto, te lo suplico:
intenta recordar la melodía,
pues es un buen vehículo de la poesía.
Y cuando la cantes ante un público más numeroso,
piensa en tu visión.
Walther
(Volviendo a levantarse)
¿Qué es lo que pretendéis?
Sachs
(Levantándose también y acercándose a Walther con decisión amistosa)
Tu fiel sirviente ha encontrado
tu equipaje preparado,
y me ha hecho llegar la ropa
con la que pensabas deslumbrar
a todos el día de tu boda allá en tu hogar:
seguramente una pequeña paloma le mostró
el nido con el que su señor soñaba.
Así que ahora ven conmigo
a esa pequeña habitación:
nos hemos de vestir con adornados
y ricos vestidos si es que queremos
tomar parte en ceremonias solemnes.
Así que, ven si estás de acuerdo conmigo.
(Se dan la mano y Sachs abre la puerta para que Walther entre, y se
va con él)
Escena Tercera
(Beckmesser se asoma por la tienda y al verla vacía, entra. Va ricamente
vestido, pero se halla en un estado deplorable: cojea y se va tocando
las heridas. Intenta sentarse en un taburete, pero se levanta de golpe
acariciándose los músculos doloridos. Desesperado, empieza a andar de
arriba a abajo. Después se para, y mira, por la ventana, la casa de en
frente. Empieza a hacer gestos que demuestran su furia, y se golpea la
frente con la palma de la mano. Al final, su mirada se pone sobre el trozo
de papel donde Sachs ha estado escribiendo y que ha dejado olvidado sobre
el banco. Lo coge con curiosidad, y lo lee a toda prisa con gran agitación,
y finalmente, explota lleno de ira)
Beckmesser
¡Una canción de cortejo!
¿Hecha por Sachs? - ¿Puede ser cierto?
¡Ja! ¡Ahora lo entiendo todo!
(Al oír la puerta de la habitación esconde rápidamente el papel en
su bolsillo)
Sachs
(Vestido de fiesta, entra y se para de golpe)
Bueno nunca he visto
¿Señor Concejal?
¿Y por la mañana?
¡Estoy seguro que vuestros zapatos
no os pueden estar causando problemas!
Beckmesser
¡Que el diablo se os lleve!
¡Jamás he llevado unos zapatos
son una suela tan fina1
¡Noto hasta la más pequeña piedra!
Sachs
La canción con la que marcaba
vuestro errores es la responsable de ello:
las hice tan finas con los golpes
que les daba por cada falta.
Beckmesser
¡Basta de bromas!
¡Y basta de trucos!
¡Creedme, amigo Sachs, ahora os conozco bien!
La broma de ayer noche siempre será
recordada en vuestra contra:
para que no me interpusiera en vuestro camino,
provocasteis la pelea y el escándalo.
Sachs
Permitidme que os recuerde
que era la noche de los Duendes;
y que vuestra boda obsesionaba a todo el mundo;
cuanto más alocada sea la noche de los Duendes,
mejor será el matrimonio.
Beckmesser
(Loco de rabia)
Oh zapatero remendón,
lleno de trucos y bromas vulgares,
siempre fuisteis mi enemigo:
ahora oiréis si puedo ver con claridad.
A la muchacha que yo he escogido
y que nació sólo para mi, pretendéis
arrebatarme vos, deshonra de todos los viudos.
Para que el Señor Sachs pueda hacerse
con la heredera del rico herrero,
durante la asamblea de los Maestros
insistió en unas condiciones, para así
poder engañar a la muchacha
y que ésta sólo le escuchara a él,
y despreciando a otros hombres,
le eligiera sólo a él.
¡Por eso! ¡Por eso!
¿Cómo pude ser tan tonto?
Con gritos y golpes intentó
acallar mi canción para que así
la muchacha supiera lo que otro hombre
sentía por ella.
¡Sí, sí! ¡Ja, ja! ¡Os he pillado?
Desde su zapatería me envió
a su muchacho con garrotes
para que se deshiciera de mi.
¡Oh, oh, oh! Maltratado y golpeado,
tan lleno de morados y golpes
que ningún sastre podría esconderlos
me convertiría en el hazmerreír
de mi querida dama.
¡Incluso mi vida pusisteis en peligro!
¡Y sin embargo, logré escapar
para haceroslo pagar!
Id al concurso de canto hoy,
sólo para ver que pasa.
Aunque estoy golpeado y lleno de heridas
haré que vuestra canción fracase
Sachs
Buen amigo os habéis engañado por completo.
Pensad lo que queráis de mis acciones,
dad rienda suelta a vuestros celos;
yo por mi parte, no tengo
pensamientos de tomar parte en el cortejo.
Beckmesser
¡Mentiras y engaños!
¡Estoy seguro!
Sachs
¿Qué pensáis, Maestro Beckmesser?
Lo que yo tenga pensado hacer no es asunto vuestro,
pero creedme, os equivocáis con respecto al cortejo.
Beckmesser
¿No pensáis cantar hoy?
Sachs
No en el concurso
Beckmesser
No vais a cantar una canción de amor
Sachs
¡Por supuesto que no!
Beckmesser
Pero, suponed que yo tengo pruebas de lo contrario.
Sachs
(Mirando el banco)
¿Os referís al poema?
Lo dejé ahí ¿os lo habéis metido en el bolsillo?
Beckmesser
(Sacando el trozo de papel)
¿Es esta vuestra letra?
Sachs
Sí, ¿ya está?
Beckmesser
La letra aún está fresca
Sachs
¡Y la tinta también!
Beckmesser
¿Acaso se trata de una canción sobe la Biblia?
Sachs
Cualquiera que sugiriera eso estaría equivocado
Beckmesser
¿Entonces?
Sachs
¿Qué quieres decir?
Beckmesser
¿Y vos me lo preguntáis?
Sachs
¿Qué más?
Beckmesser
Sinceramente ¡sois el peor de los bribones!
Sachs
¡Quizás! ¡Pero nunca he cogido
lo que he encontrado sobre la mesa de otro!
Y para que nadie piense mal de vos,
os podéis quedar con el papel, os lo regalo.
Beckmesser
(Con gran alegría)
¡Cielos Santo! ¡Un poema! ¡Un poema!
¿Un poema de Sachs?
¡Un momento, no sea que aún me causéis más mal!
¿os lo habéis aprendido ya de memoria?
Sachs
¡Por supuesto! ¡No temáis nada!
Beckmesser
¿Me dejaréis el papel?
Sachs
Para que no os convirtáis en ladrón
Beckmesser
¿Y puedo utilizar el poema?
Sachs
Como queráis
Beckmesser
Pero, ¿podré cantar la canción?
Sachs
Si no es muy difícil
Beckmesser
¿Y si lograra cantarla?
Sachs
¡Me sorprendería!
Beckmesser
(Con cariño)
¡Ya estáis otra vez, siempre tan modesto!
¡Una canción de Sachs!
¡Eso significa mucho!
Y mirad que aspecto tengo, como me han ido las cosas.
¡Qué muchacho tan desgraciado!
Con gran dolor miro la canción que canté ayer noche
¡gracias por vuestras bromas graciosas!
Y que asustó a la hija de Pogner.
¿Cómo podría ahora componer
una canción nueva para la ocasión?
Pobre y golpeado como estoy hoy,
¿cómo podría hallar la tranquilidad
necesaria para ello?
Incluso si Dios me hubiera asignado
una vida de amor y matrimonio,
hoy debería abandonar la idea
de conseguirla pues no tendría
una nueva canción para el concurso.
¡Una canción vuestra!
¡Estoy seguro de que con ella venceré
todos los obstáculos!
Si me la dais, todas nuestras peleas,
rabietas y discusiones, y todo lo que
hasta ahora nos ha separado quedará
enterrado y olvidado por siempre.
(Mira el papel y de repente, frunce el ceño)
¡Y sin embargo! ¡Y si sólo fuera una trampa!
Tan sólo ayer erais mi enemigo,
¿cómo es posible que después
de tantos problemas
hoy seáis tan amable conmigo?
Sachs
Estuve haciendo vuestros zapatos
hasta altas horas de la madrugada,
¿acaso alguien trataría así a su enemigo?
Beckmesser
¡Sí, sí! ¡Tenéis razón!
pero, juradme una cosa:
que allá donde oigáis la canción,
nunca querréis proclamar
que vos la escribisteis.
Sachs
Os juro y os doy mi palabra
de que nunca me jactaré de que la
canción es mía.
Beckmesser
(Muy contento)
¡Qué más puedo desear!
¡Estoy salvado!
Beckmesser ya no tiene porqué preocuparse.
(Se retuerce las manos con alegría)
Sachs
Sin embargo, amigo mío,
os voy a dar un consejo:
aprended bien la canción.
No es fácil de cantar, ni siquiera
si encontráis la melodía y el tono apropiados.
Beckmesser
Amigo Sachs, sois un buen poeta,
pero en cuanto a tono y melodía se refiere,
nadie me gana.
Así que prestad buena atención:
"¡Beckmesser, no hay nadie mejor que él!"
Podréis estar seguro de ello
si me dejáis cantar en paz.
Ahora me voy a casa rápidamente
para memorizarla sin pérdida de tiempo.
Hans Sachs, mi querido amigo,
os he juzgado mal; aquel aventurero
me hizo perder la razón
¡gracias a Dios los Maestros nos
hemos deshecho de él, y nada se ha perdido!
Pero se me escapan las ideas
¿Estoy confundido y perdido?
Las sílabas, las rimas, las palabras, los versos:
me he quedado como clavado en el suelo,
y sin embargo, noto un picor en los talones.
¡Adiós! ¡Debo irme!
¡En otro lugar os daré con fervor las gracias
por ser tan encantador!
Votaré sólo por vos, os compraré vuestras Obras,
y os convertiré en Puntuador:
pero utilizaréis la tiza delicada y suave,
no los golpes de martillo.
¡Puntuador, Puntuador!
¡Hans Sachs Puntuador!
¡Para que Nuremberg florezca
como la cera de los zapateros!
(Se va cojeando y dándose golpes)
Sachs
Nunca he visto a nadie tan malvado,
pero no creo que sea así para siempre;
si un hombre pierde la razón,
necesitará a otro para que guarde sus bienes.
A todos nos llega el momento de debilidad;
y aquel al que le llega,
primero actúa como un tonto,
pero luego atiende a razones.
El hecho de que el Sr. Beckmesser
se haya comportado como un ladrón aquí
me va muy bien para mi plan.
(A través de la ventana ve a Eva acercándose; entra, vestida de un
blanco deslumbrante)
Escena cuarta
Sachs
¡Ahí tenemos a la joven Eva!
Me preguntaba dónde estabas.
¡Qué Dios esté contigo Eva mía!
Ay ¡que nobles y orgullosos son
tus pensamientos para el día de hoy!
¡Estáis tan bella que encenderás
la pasión de ancianos y jóvenes!
Eva
¡Maestro! No es tan peligroso:
si el sastre ha hecho un buen trabajo
¿Quién verá lo ansiosa que estoy?
¿Quién notará dónde me hace daño el zapato?
Sachs
¡Maldito zapato!
Por puro capricho te negaste a
probártelo ayer
Eva
Tenéis que entender que me fiaba de vos,
y estaba equivocada.
Sachs
Oh, lo siento.
Enséñame dónde te hace daño
para que pueda arreglarlo ahora mismo.
Eva
Si me quedo quieta, quiere caminar,
y si quiero caminar, me hace parar
Sachs
Pon el pie en ese taburete:
he de ponerle fin a este horrible problema.
(Pone el pie en un taburete que hay junto a la mesa de trabajo)
¿Qué le pasa?
Eva
Mirad ¡es tan ancho!
Sachs
Niña mía, eso no es más que pura vanidad;
el zapato te queda perfecto.
Eva
Eso es precisamente lo que quiero decir;
por eso me aprieta los dedos.
Sachs
¿Dónde? ¿Aquí en el lado izquierdo?
Eva
No en el derecho
Sachs
¿Más hacia el empeine?
Eva
No, ahí hacia el talón
Sachs
¿Aquí también te duele?
Eva
¡Ay Maestro!
¡Deberías saber mejor que yo
dónde me aprieta el zapato!
Sachs
¡Es que me sorprende que sea
demasiado ancho y en cambio
te apriete por todas partes!
(Walther, vestido de caballero con ropas resplandeciente, aparece por
la puerta y se queda pasmado al ver a Eva. Ella deja salir un pequeño
grito, pero, permanece donde estaba, con un pie en el taburete. Sachs
está de rodillas delante de ella, de espaldas a la puerta)
¡Ah! ¡Ahí está! ¡Ahora lo veo!
Niña, tenías razón: lo había cosido mal.
Espera que lo arreglaré.
Quédate donde estás lo pondré
un rato en la horma y pondré fina a tu dolor.
(Le ha sacado el zapato con suavidad; mientras ella se queda donde
estaba, él pretende arreglar el zapato y no darse cuenta de lo que ocurre
a su alrededor)
Sachs
(Mientras va trabajando)
Siempre remendando zapatos,
¡ese es mi destino!
Día y noche, nunca puedo dejarlo.
Niña, ¡escúchame!
He estado pensando cómo poner fin
a mi carrera de zapatero,
y creo que será mejor si,
después de todo, te hago la corte,
pues así consiga algo como poeta.
¿Me estás escuchando?
¡Venga, di algo!
¿No fuiste tú la que me dio la idea?
¡Muy bien! Pues ya está.
"¡Haz tus propios zapatos!"
¡Ay, si alguien me cantara un buen acompañamiento!
Hoy he oído una canción muy bella:
ojalá pudiera acabarse con un tercer verso.
Walther
"¿Se quedaron las estrellas danzando?
Por encima de ellas, una gloriosa
mujer de trenzas rubias y claras,
ponía con brillo delicado
una guirnalda de estrellas"
Sachs
¡Escucha niña! ¡Eso es una canción maestra!
Walther
"Maravillas tras maravillas
aparecen ahora, y durante dos días
enteros las observo, pues en ellas veo,
como dos soles de pura felicidad,
el más glorioso par de ojos que jamás había visto".
Sachs
Esa es la clase de canción
que ahora se oye en mi casa.
Walther
"La imagen más hermosa
a la que yo me atreví a acercarme;
la guirnalda hecha con los rayos de dos soles,
de repente se apagó,
y una de frescas hojas de laurel
con amor y suavidad
puso la mujer en la cabeza de su esposo.
Nacida allí en gracia,
y ahora destinada a la fama,
en un sueño de amor pone
felicidad paradisiaca en el corazón del poeta.
Sachs
(Acaba el zapato y se lo lleva a Eva y se lo pone)
Ahora veamos si eso ha servido
de algo con el zapato.
Creo que por fin lo he conseguido.
¡Pruébatelo! ¡Ponte de pie!
Dime, ¿todavía te aprieta?
(Eva que ha permanecido inmóvil como poseída por un encantamiento,
mirando y escuchando, rompe a llorar y se deja caer sobre el pecho de
Sachs, llorando y agarrándose a él. Walther se acerca a ellos y le coge
la mano a Sachs en un éxtasis silencioso. Sachs al fin, se calma, se separa
de Eva, y sin querer hace que se apoye en el hombro de Walther).
Sachs
¡El remendar zapatos acarrea
sin duda algunos problemas!
Si no fuera también poeta,
ya no haría zapatos.
¡Esfuerzo y trabajo!
¡Demasiado anchos para unos,
demasiado estrechos para otros!
¡Gente que viene con prisas por todas partes:
"se me caen", "se me salen",
"me aprietan", "me hacen daño";
y todos esperan que el zapatero
sepa arreglarlo todo,
todo lo que esté mal hecho.
Y si además es poeta, tampoco
dejarán de molestarlo con asuntos poéticos;
y si además es viudo,
se reirán de él: las muchachas más jóvenes,
cuando hay muchas, quieren que pida su mano,
sin importarles si él las entiende o no;
si el quiere o no casarse con ellas,
y al final, dicen que huele a resina;
y lo llaman tonto, malvado y sinvergüenza.
¡Ay! Sólo lo siento por mi aprendiz,
pues perderá el respeto de todos.
Lena ya le ha afectado la razón,
y ya lo tiene comiendo de su mano.
¡Dónde demonios estará escondiéndose ahora!
(Hace ademán de irse para buscar a David cuando Eva lo para y lo empuja
hacia ella)
Eva
¡Oh, Sachs! ¡Mi querido amigo!
¡Cómo puedo recompensaros noble caballero!
¿Qué haría sin vuestro amor, sin vos?
¿No me habría quedado siempre siendo
una niña si vos no me hubierais despertado?
Gracias a vos, he conseguido lo que la gente desea,
gracias a vos he aprendido cómo funcionan
las cuentas de la gente;
gracias a vos mis pensamientos
son nobles, libres y osados,
¡Vos me hicisteis florecer!
Sí, querido Maestro, reñidme si queréis,
pero yo estaba en el buen camino,
pues si tuviera elección,
no escogería a nadie más que a vos;
si fuerais mi esposo,
os daría el premio a vos y a nadie más.
Pero he sido elegida para sufrir
un tormento nunca conocido,
y si hoy me caso,
es porque no tuve elección,
porque tuve la obligación de hacerlo,
el deber de hacerlo.
Vos mismo, Maestro, os quedaríais destrozado.
Sachs
Niña mía, sé una triste historia
de Tristán e Isolda:
Hans Sachs eta listo
y no quería nada del Puntuador.
Ya era hora de que te encontrara
un hombre apropiado, pues sino
te habrías dejado llevar por el concurso.
¡Ah! Ahí viene Lena por la esquina; entra;
¡Hey, David! ¿No piensas salir nunca?
(Magdalena, con vestido de fiesta, entra de la calle y David, al mismo
tiempo, sale de la habitación, también con vestido alegre, lleno de lazos
y flores)
Los testigos están aquí,
ya tenemos a mano a los padrinos;
ahora, rápido, el bautizo.
¡Colocaos!
(Todos le miran con sorpresa)
Un niño ha nacido aquí:
ahora, hay que elegirle un nombre,
pues así lo indican el estilo
y la práctica de los Maestros,
cuando una canción Maestra ha sido creada,
para que pueda llevar un buen nombre
con el que todos puedan reconocerla.
Escuchad, respetuosa compañía,
lo que os ha traído hasta aquí:
una canción Maestra ha nacido,
escrita y cantada por Sir Walther:
el padre de la joven melodía
nos invitó a mí y a la hija de Pogner
a que fuéramos los padrinos.
Como hemos oído la melodía,
hemos venido aquí para bautizarla;
y para que halla testigos de la ceremonia,
he llamado a la Señora Lena y a mi muchacho.
Pero como un aprendiz no puede hacer de testigo
y como además ha cantado bien su canción,
yo nombro al muchacho oficial.
Arrodillate, David, y acepta esta bofetada.
(David se arrodilla y Sachs le golpea en la oreja)
Levántate, oficial, y piensa
en esa bofetada;
así también te acordarás del bautizo.
Si falta algo, que nadie nos lo reproche,
pues se trata de un bautizo de emergencia.
Para que la canción tenga fuerza para vivir,
ahora mismo le daré un nombre:
"Canción de interpretación
del sueño de una bendita mañana"
se llamará para orgullo de su Maestro.
Ahora puede ya crecer sin que nadie
le haga ningún daño.
El padrino más joven dirá ahora unas palabras.
Eva
Tan dichosa como el sol de mi felicidad sonríe,
una mañana llena de alegría se despierta,
bendita, para mi; dueño más preciado,
brillo de la mañana celestial,
he de expresar lo que siento
¡Oh, que tasca más dulce y bendita!
Una melodía, tierna y noble,
debería ayudarme a interpretar y dominar,
así la dulce carga de mi corazón.
¿o acaso es tan solo el sueño de una mañana?
En medio de tanta dicha,
apenas puedo interpretarlo.
Pero la melodía y si,
en medio del círculo de Maestros,
confía en mí y surge clara y alta
para conseguir el más grande de los premios.
Sachs
Ante este niño, tan encantador y hermoso,
contento cantaría, pero antes,
la dulce carga del corazón
ha de ser dominada.
Fue un suelo de mañana hermoso,
y casi no me atrevo a interpretarla.
Esta melodía, y si en medio de la sala vacía
decide confiar en mí y decirme en voz alta:
incluso el árbol de la juventud eterna
vuelve a florecer sólo
con las alabanzas del poeta.
Walther
Tu amor me permite interpretar
y dominar la dulce carga de mi corazón.
¿Todavía estoy soñando?
En medio de tanta dicha,
apenas puedo interpretarlo.
Pero la melodía, si en medio de la sala vacía
decide confiar en ti, en medio del
círculo de Maestros deja que alegre
y fuerte suene y compita
por el más grande de los premios.
David
¿Estoy despierto o soñando?
Me cuesta explicarlo:
es sólo un sueño matinero.
¡Apenas puedo entender lo que veo!
¿De pronto me he convertido en oficial?
¿Prometido a Lena?
¿Nos casarán en la iglesia?
¡Creo que pronto seré Maestro!
¡Maestro, Maestro, muy pronto lo seré!
Magdalena
¿Estoy despierta o soñando?
Me cuesta explicarlo:
es sólo un sueño matinero.
¡Apenas puedo entender lo que veo!
¿De pronto, él se ha convertido en oficial?
¿Y yo en su prometida?
¿Nos casarán en la iglesia?
¡Sí; es verdad, así es!
¡Quién sabe si pronto me convertiré
en la esposa de un Maestro!
¡Sí; es verdad, así es!
¡Pronto, pronto seré la esposa de un Maestro!
(La orquesta entra en un tema casi de marcha militar. Sachs deshace
el grupo)
Sachs
¡A vuestros puestos!
(A Eva)
Saluda a tu padre de mi parte.
¡Venga, id a la pradera adelante!
(Eva se separa de Sachs y Walther y sale de la casa con Magdalena).
¡Caballero! ¡Venid! ¡Alegrad esa cara!
¡David, oficial! ¡Cierra la tienda!
(Mientras Sachs y Walther salen a la calle y David cierra la tienda,
el telón baja y tapa el escenario. Cuando la música llega a la nota más
alta, el telón vuelve a subir para dejar ver la escena siguiente)
Escena quinta
(El
escenario representa una pradera, con Nuremberg en la distancia. El río
Pegnitz fluye por la pradera; el río estrecho está prácticamente en un
primer plano del escenario. Las barcas, alegremente decoradas con banderitas,
no dejan de traer grupos de burgueses procedentes de los diversos Gremios,
con sus esposas, y sus familias. A la derecha, se ha erigido un escenario
rodeado de bancos, adornados con las banderitas de aquéllos que ya han
llegado. Cuando empieza la escena, los que acaban de llegar ponen sus
banderitas junto al escenario de los Cantores que queda casi tapado, por
tres lados, por las banderitas. El espacio que queda en primer plano,
está ocupado de puestos de refrescos. Junto a los puestos, la gente está
contenta y feliz: los burgueses con su familias se reúnen allí, los aprendices
de Maestro Cantor, vestidos con traje de fiesta, llenos de lazos y flores,
y llevando finas varas, también decoradas, llenan el espacio reservado
para los heraldos y maestros de ceremonias. Estos reciben a los recién
llegados junto a la orilla del río, y los conducen hasta el escenario;
después cuando han colocado sus banderitas, los burgueses y oficiales
se dispersan entre los puestos de refrescos. Entre los Gremios que llegan,
los siguientes se hallan en primer plano):
Los Zapateros
(Mientras avanzan)
¡San Crispín, bendito seas!
Fue un hombre muy santo
que demostró lo que un zapatero
puede llegar a hacer.
Los pobres resultaron beneficiados
pues les hizo zapatos que les abrigaban,
y si nadie le dejaba la piel necesaria
para hacerlos, el la robaba.
El zapatero es muy consciente,
y hace zapatos incluso cuando
le resulta difícil;
tan pronto como la piel sale del curtidor,
él se pone a estirarla, estirarla, estirarla!
¡La piel sólo es útil si se usa
en el lugar apropiado!
(Los vigilantes de la ciudad entran con trompetas y tambores; a éstos
les siguen los flautistas, los laudistas, etc., tocando sus respectivos
instrumentos. A todos ellos les siguen):
Los Sastres
Cuando Nuremberg fue asediada
y había mucha hambre entre sus gentes,
la ciudad y todas sus tierras
habría caido en ruina si un sastre
con mucho coraje y sentido común,
no hubiera aparecido:
el mismo se cosió a una piel de cabra
y se paseó por los muros de la ciudad,
y correteó por allí alegremente.
El enemigo lo vió y se retiró:
¡que el demonio tome la ciudad
si aún tienen alegres cabras!
¡Bee, bee!
¡Quién podía pensar que dentro de la cabra
había un sastre!
Los Panaderos
(Vienen tan cerca de los Sastres, que las dos canciones parecen unirse)
¡Hambre! ¡Hambre! ¡Qué horrible sufrimiento!
Si el panadero no os diera el pan diariamente,
todos moriríais.
¡Haz pan! ¡Haz pan! ¡Haz pan!
¡Cada día, sin saltarse ni uno!
¡No paseis hambre! ¡No paseis hambre!
Los Zapateros
¡Estira, estira, estira!
¡La piel sólo es útil
si se usa en el lugar apropiado!
Los Sastres
¡Bee, bee, bee!
¿Quién podía pensar
que dentro de la cabra había un sastre?
Aprendices
¡Hurra, hurra! ¡Muchachas de Fürth!
¡Flautistas, tocad!
¡Tocad música alegre!
(Llega una barca pintada con tonos alegres, llena de muchachas ataviadas
con vestidos de campesinas. Los aprendices ayudan a las muchachas a bajar
y bailan conellas, mientras los falutistas tocan y se dirigen hacia delante
del escenario. Esta danza consiste en que los aprendices lleven a las
muchachas al espacio abierto de la pradera: los Oficiales se esfuerzan
en quitárselas, y los aprendices continúan como si estuvieran buscando
otro lugar a donde ir, y daando, de esta manera, una vuelta completa al
escenario y retrasando su objetivo aparente (que es entregar las muchachas
a los oficiales) con diversión y burla)
David
(Avanzando desde la orilla del río)
¿Estaís bailando?
¿Qué dirán los Maestros?
(Los muchachos le hacen muecas)
¿No queréis escucharme?
Bueno, pues entonces, yo también bailaré.
(Agarra a una bonita y joven muchacha, y se une a la danza)
Unos aprendices
¡David! ¡David! ¡Lena está mirando!
¡Lena está mirando!
David
(Alarmado, suelta a la muchacha, pero al ver que Lena no está, vuelve
a bailar)
¡Ay! ¡Dejadme en paz con vuestras bromas!
Oficiales
¡Los Maestros Cantores!
Aprendices
¡Los Maestros Cantores!
David
¡Santo Cielo! ¡Adiós lindas y jovenes muchachas!
(Besa apasionadamente a la muchacha y se separa de ella. Los aprendices,
rápidamente dejan de bailar, corren hacia la orilla y se colocan para
recibir a los Maestros, ordenando a todo el mundo que se quede atrás.
Los Maestros origanizan una procesión en la orilla y después marchan hacia
delante para tomar sus asientos en el escenario. Primero Kothner, como
portador del estandarte, después Pogner que lleva a Eva de la mano; la
atienden doncellas ataviadas con ricos vestidos, entre las que se halla
Magdalena. Después siguen el resto de los Maestros. Son recibidos con
gritos y aplausos. Cuando todos han llegado al escenario, Eva ha tomado
el puesto de honor, rodeada de sus doncellas, y Kothner ha colocado su
bandera en medio de las otras, los aprendices, cubiertos con capas, avanzan
solemnemente en rango y en fila ante el escenario; se giran al público)
Aprendices
¡Silencio, silencio!
¡No hagais ningún ruido!
(Sachs se levanta y avanza. Al verlo, todos le aclaman y le saludan
con sus gorros y pañuelos)
Todos
¡Ah! ¡Sachs! ¡Es Sachs!
¡Mirad, Maestro Sachs! ¡Maestro Sachs!
¡Empezad, empezad!
"Despertad; el alba se acerca;
oigo un alegre ruiseñor cantar en verde bosquecillo;
su voz se olle por entre colinas y valles;
la noche se hunde en el oeste,
el día se levanta en el este;
el brillo ardiente de la mañana se acerca
a través de las densas nubes".
¡Hola, hola, hola!
¡Querido Sachs de Nuremberg!
¡Hola a ti, querido Sachs de Nuremberg! ¡Hola a ti!
(Se produce un largo silencio de gran sensación. Sachs, quién, como
si en un rapto, ha permanecido quieto, con la mirada clavada más allá
de la multitud, finalmente les dirige su mirada, saluda con cortesía y
empieza a hablar, primero con una voz temblorosa por la emoción, pero
que pronto gana firmeza)
Sachs
Vosotros os lo tomáis a la ligera,
pero para mi es muy duro.
Me hacéis, a mi que soy un pobre hombre,
demasiados honores.
Si he de someterme al honor, que sea al honor de ver cuanto me queréis.
Hoy ya se me ha concedido un gran honor
cuando me nombraron protavoz.
Y lo que mi discurso os dirá, creedme,
está lleno de altos honores.
Si ya otorgáis al Arte tan alto honor, no era necesario
demostrar que aquél que se pega a él
por amor al arte, lo valora más que cualquier otro premio.
Un Maestro, rico y noble os lo demostrará hoy:
su pequeña hija, su gran tesoro, junto con todos sus bienes y posesiones,
serán para el cantor que en la competición de canto
gane el premio ante todos vosotros.
Como una corona de gran valor
él ofrece esto como premio.
Así que, escuchadme y dame la razón:
el concurso se abre para el poeta.
Vosotros Maestros que os atrevéis a intentarlo:
yo proclamo ante vosotros:
que consideréis el estraño premio del concurso,
y que quienquiera que lo gane sea considerado puro y noble,
tanto en cortejo como en canto,
si gana la guirnalda que nunca antes,
entre contemporáneos o antepasados,
fue considerada un premio tan elevado
como esta encantadora y pura doncella,
quien nunca se arrepentirá de que Nuremberg
otorgue al Arte y a sus Maestros
su mayor honor.
(Gran agitación entre todos los presentes. Sachs se acerca Pogner quien
le da la mano, profundamente conmovido)
Pogner
¡Habéis arriesgado mucho!
¡Sois valiente!
(Se vuelve a Beckmesser que durante toda la procesión y discurso ha
estado sacando, el papel del bolsillo para memorizar el poema, y que continuamente
se limpia el sudor de la frente)
Sachs
¡Señor Puntuador!
Decidme, ¿Cómo va? ¿Bién?
Beckmesser
¡Aah, esta canción no consigo cantarla bien,
y eso que llevo rato intentándolo!
Sachs
Amigo mío, no tenéis la obligación de cantarla
Beckmesser
¿Y qué otra cosa puedo hacer?
La que yo compuse no vale;
por culpa vuestra.
¡Sed amable conmigo!
¡Sería una deshonra que me dejárais en la estacada!
Sachs
¡Creía que lo dejarías correr!
Beckmesser
¡Vaya una idea!
Venceré a los demás si vos no cantáis.
Sachs
Bien, veamos que pasa
Beckmesser
¡La canción! estoy seguro que nadie la entenderá
Sin embargo confío en vuestra popularidad.
(Los aprendices se han amontonado rápidamente junto al escenario de
los Maestros, una pequeña montaña de césped que han aplanado y recubierto
con flores)
Sachs
Bueno, si los Maestros y el público etán de acuerdo;
¡que empiece la competición!
Kothner
(Adelantándose)
¡Maestros Solteros, preparaos!
El mayor de edad actuará en primer lugar:
Sr. Beckmesser, empezad a cantar,
¡ya ha llegado la hora!
Beckmesser
(Sube al escenario a trompicones)
¡Diablos! ¡Cómo se mueve esto! ¡Arregladlo!
(Los muchachos se ríen disimuladamente y vuelve a aplanar a agolpes
el césped)
Gentes
(Muy serios, mientras Beckmesser ocupa su lugar en el escenario)
¿Qué? ¿Él? ¿Haciendo la corte a una muchacha?
No me parece el hombre adecuado para la ocasión.
¡Ya me gustaría verlo en el lugar de la muchacha!
¡Callad! ¡Es un gran Maestro!
¡Silencio! ¡Dejad de burlaros!
Tiene derecho al voto y ocupa un lugar
en el Consejo de la Ciudad.
¡Ay! ¡Ni siquiera puede mantenerse derecho!
¿Qué va a hacer? ¡Casi no se aguanta!
¡Santo Cielo! ¡Vaya bobo! ¡Se llama Beckmesser,
y es secretario del Ayuntamiento!
Aprendices
(Bajando en fila)
¡Silencio! ¡Silencio!
¡No se puede hablar, ni siquiera en voz baja!
(Beckmesser saluda con una inclinación a los Maestros, después al público
y por último a Eva, que le gira la cara)
Kothner
¡Empezad!
Beckmesser
(Empieza a cantar en vano la canción de Walther con la melodía de su
propia canción; sus versos suenan mal, pues continuamente se olvida de
la letra, y ello cada vez lo pone más nervioso)
"Por la mañana brillo con luz de rosas,
y con un aroma de capullos en flor se mueve el aire
probablemente muy pronto ganará
como disuelto en el jardín he invitado
horrible y hermosa
Maestros
(En voz baja, los unos a los otros)
¿Qué? ¿Qué dice? ¿Se ha vuelto loco?
¡Qué cosa más rara!
¿En qué está pensando?
¿De dónde saca las ideas?
Público
(De la misma manera)
¡Qué raro! ¿Has oído?
¿A quién ha invitado?
¿lo he oído bién? ¿Cómo puede ser?
¿Ha invitado a gentes horribles y hermosas a que le visiten?
¿lo he oído bién?
Beckmesser
(Tras cambiar de posición para estar más seguro y echar un vistazo
al manuscrito)
"Vivo en el mismo lugar, traigo oro y frutas
jugo de acero y peso
el aspirante me arranca de la picota
en caminos de aire casi no me sostengo del árbol
(Intenta cambiar de postura y mirar lo que dice el manucristo)
Público
¡Vaya pretendiente!
Se va a llevar lo que se merece.
Maestros
¿Qué es lo que quiere decir?
Público
Pronto colgará del patíbulo ¡del patíbulo!
Maestros
¿Se ha vuelto loco?
Esa canción está llena de tonterías.
Público
¡Ya vemos! ¡Ya vemos!
Beckmesser
"En secreto, mi miedo aumenta
pues las cosas van a llegar a salir bien aquí
junto a mi escalera había una mujer
tenía vergüenza y no quería mirarme.
Pálido como una calabaza, el cánamo se enrollaba a mi cuerpo
cerrando los ojos el perro voló por lo aires
lo que yo hacía rato que había comido,
como fruta, madera y caballos
del árbol del hígado
(Todos rompen a reír a carcajadas)
Beckmesser
(Baja del césped y se dirige a Sachs)
¡Maldito zapatero! ¡Muchísimas gracias!
Esta canción no la he compuesto yo
sino Sachs al que tanto admiráis todos aquí.
¡Vuestro Sachs me la dió!
El sinvergüenza se burló de mi
y me encasquetó su horrible canción.
(Sale corriendo por entre la multitud)
Público
¿Qué? ¿Qué ha querido decir?
¡Esto cada vez es más confuso!
¡Sachs ha compuesto esa canción?
¡No parece increible!
Maestros
¡Sachs, explícadnoslo!
¡Qué escándalo!
¿La canción es vuestra?
¡Qué idea más absurda!
Sachs
(Que sin decir nada ha recogido el papel que Beckmesser había tirado)
Os aseguro que yo no he compuesto esta canción:
¡Beckmesser está completamente equivocado!
Os puedo explicar cómo se hizo con ella,
pero nunca me jactaré de que una canción
tan bellamente concebida como ésta,
fue compuesta por mi, Hans Sachs.
Maestros
¿Qué? ¿Hermosa?
¿Esta basura sin sentido?
Público
Escuchad, Sachs está de broma.
Sólo lo dice para hacernos reír.
Sachs
Os digo, caballeros, que esta es
una hermosa canción;
sólo que, como se puede ver fácilmente,
Beckmesser la ha destrozado.
Pero os juro que os encataría si alguien de los aquí reunidos
la cantara y recitara como es debido.
Y quienquiera que lo lograra demostraría
que no sólo es el poeta que escribió la canción,
sino también que debería recibir el título de Maestro,
si los jueces deciden con justicia.
Se me acusa y debo asistir a mi juicio,
así que permitidme que llame a mi propio testigo.
Si alguno de los presentes sabe que estoy en lo cierto,
¡dejad que se acerque como testigo!
(Confusión general)
Que demuestre que yo no he compuesto esta canción,
y que demuestre que todo lo que he dicho de la canción
no ha sido una exageración.
Maestros
¡Qué astuto!
Bien, Sachs, sois muy astuto.
Pero, lo dejaremos correr por hoy.
Sachs
Uno valora el pero de las normas
dejando que alguna vez se de una excepción
Público
¡Un buen testigo, orgulloso y valiente!
Creemos que algo bueno puede resultar de todo esto.
Sachs
Maestros y público estáis dispuestos
a escuchar lo que puede hacer mi testigo
¡Herr Walther von Stolzing, cantad la canción!
Maestros, leed y comprobad que canta
lo que hay escrito.
(Entrega el papel a los Maestros para que sigan la letra)
Aprendices
Están todos boquiabiertos,
no se oye ni un murmullo.
No hace falta que gritemos: ¡Silencio!
Walther
(Quien ha subido al césped con paso firme y orgulloso)
"Brillando bajo la luz rosada de la mañana,
con el aire lleno de aromas de capullos en flor,
lleno de una alegría inimaginable,
un jardín me invitó a entrar"
(Los Maestros al llegar aquí están tan absorvidos que dejan caer el
papel; Walther continúa, como si no se hubiera dado cuenta, de una manera
más libre)
"y bajo un árbol maravilloso
del que colgaban ricos frutos,
como envuelta en un bendito suelo de amor,
y como prometiendo elevarme a los más altos placeres del deseo,
estaba la más hermosa de las mujeres:
Eva en el Paraíso".
Público
(En voz baja)
¡Bueno, eso ya es otra cosa!
¿Quién lo hubiera dicho?
¡Qué diferencia en cómo se cantan las palabras!
Maestros
(En voz baja)
¡Sí, por supuesto! ¡Ya veo!
¡Se nota la diferencia cuando uno la canta bien o mal!
Sachs
¡Testigo, continuad!
Walther
"Con la luz del ocaso, la noche me envolvió;
en un camino empinado, había encontrado
un riachuelo de agua pura que se rió de mi
con una risa seductor: allí, bajo la azalea
por cuyas hojas brillaban resplandecientes las estrellas,
como si se tratara de un sueño poético, vi,
sagrada y hermosa, y echándome el agua preciosa,
a la más maravillosa de las mujeres:
La Musa del Parnaso"
Público
(En voz aún más baja)
¡Tan gracioso y familiar,
y a la vez tan lejano
¡En cambio, cuando el canta,
parece que vaya a aparecer de un momento a otro!
Maestros
Es atrevida y rara sin duda;
pero rima y puede cantarse.
Sachs
¡Buena elección, testigo!
¡Continuad y acabad!
Walther
(Con gran excitación)
"¡Qué día más maravilloso cuando desperté del sueño poético!
El Paraíso con el que había soñado,
y cuyo camino ahora el riachuelo me mostraba entre risas,
se hallaba ante mi en medio de un esplendor celestial y transfigurado;
a ella, a la nacida allí, a la escogida por mi corazón,
a la imagen más hermosa de la faz de la Tierra,
a la destinada a ser mi Musa,
allí me atreví a cortejar: a plena luz del día,
gracias a mi canción, conseguí que Parnaso y Paraíso fueran míos!"
Público
(Al mismo tiempo, en voz muy baja)
Arrullado como en el más bello de los sueños lo sigo,
pero apenas lo entiendo .
(A Eva)
¡Entrégale la guirnalda! ¡El premio es suyo!
¡Nadie puede cortejar como él!
Maestros
¡Sí, gracioso cantor! ¡Tomad la guirnalda!
¡Vuestra canción ha conseguido el premio de los Maestros!
Pogner
¡Oh, Sachs! Te debo mi felicidad y mi honor.
¡Las preocupaciones de mi corazón ya son historia!
(Eva que desde el principio de la canción se ha mantenido en calma,
ha escuchado a Walther sin moverse; pero ahora, cuando al final los Maestros
y el público expresan su admiración, se levanta, se dirige al escenario
y le coloca la guirnalda a Walther, que se arrodilla. Después se levanta
y la lleva hasta su padre ante el cual los dos se arrodillan. Pogner los
bendice con las manos)
Eva
¡Nadie corteja con tanta gracia como tú!
Sachs
(Señalando a Walther y Eva)
Creo que elegí bien al testigo:
¿me reprocháis haberlo hecho?
Público
(Jubiloso)
¡Hans sachs! ¡No! ¡Acertaste plenamente!
¡Otra vez lo has vuelto a arreglar todo!
Maestros
Subid al escenario, Maestro Pogner.
Que sea vuestro honor anunciarle al Caballero
su título de Maestro Cantor.
Pogner
(Llevando una cadena con tres medallones)
¡Adornado con el retrato del Rey David
os acepto en el gremio de Maestros!
Walther
(Retrocediendo sin darse cuenta)
¡No, Maestro! ¡No!
Podré ser feliz sin mi título de Maestro.
Sachs
(Cogiendo a Walther de la mano)
No desprecieis a los Maestros, os lo ruego,
y honrad su arte.
Ellos os dedican sus alabanzas;
no por vuestros antepasados, que fueron dignos de ellas,
ni por vuestro escudo de armas,
sea lanza o espada,
sino por el hecho de que sois un poeta,
os han admitido los Maestros:
y a ellos les debéis vustra alegría de hoy.
Así pues, pensadlo con gratitud:
¿cómo se puede despreciar un Arte que otorga premios como éste?
Un arte al que los Maestros han cuidado,
pues así les correponde hacer,
y mimado como mejor sabían,
para conservarlo puro: lo mantuvieron tan noble como cuando
reyes y príncipes lo bendecían, y a pesar
del transcurso malvado de los años, lo conservaron alemán puro;
pues sólo floreció allí donde los Maestros
lucharon por el y lo defendieron.
¿Qué más podéis pedirles?
Pero, alerta, pues el diablo nos amenaza:
silos alemanes y su reino un día decayeran
bajo un reino falso y extranjero, pronto,
ningún príncipe podría entender a sus súbditos,
y nuestra tierra alemana;
nadie sabría ya lo que es alemán puro,
y tampoco lo descubrirían en el honor de los Maestros alemanes.
Por lo tanto, os digo:
¡Honrad a los Maestros Alemanes y
así evocaréis a los buenos espíritus;
y si favorecéis sus esfuerzos, hasta el Sagrado Imperio Romano
podría desaparecer en la niebla,
pues para nosotros siempre será
nuestro Sagrado Arte Alemán!
(Todos se unen a él con entusiasmo en el último verso. Eva coge la
guirnalda de Walther y se la pone a Sachs; éste coge la medalla de Pogner
y se la pone a Walther; Walther y Eva se apoyan en Sachs, uno a cada lado;
Pogner se arrodilla ante él como signo de homenaje. Los Maestros Cantores
señalan a Sachs, estirando los brazos, como su jefe. Mientras los aprendices
dan palmas, gritan y bailan, el público lanza al aire sombreros y pañuelos
con entusiasmo)
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