Wagnermania
 


 LIBRETTO ESPAÑOL

PRELUDIO

ACTO I

(Un llano junto al río Escalda, cerca de Amberes. El río se curva hacia el fondo; a la derecha, unos árboles impiden la vista del río, que vuelve a verse a lo lejos, siguiendo su curso en la distancia. En la parte delantera del escenario, el Rey Heinrich se halla sentado bajo un divino roble (el Roble del Juicio). Junto a él se hallan los condes de Sajonia y Turingia, sus nobles y soldados que forman las levas del Rey. En frente se hallan los condes de Brabante, sus nobles, soldados y gentes, dirigidos por Friedrich de Telramund, junto al que se halla Ortrud. En el centro del escenario, hay un círculo abierto, al que se dirigen el Heraldo del Rey y cuatro trompeteros, que tocan la fanfarria del Rey).

Heraldo
¡Escuchad, condes, nobles y hombres libres de Brabante!
Heinrich, Rey de los germanos, ha venido hasta aquí
para consultaros según la ley del reino
¿Aceptáis gustosos su mando?

Brabanzones
Gustosos obedeceremos sus órdenes
¡Bienvenido, bienvenido, Oh Rey, a Brabante!

Rey Heinrich
(Poniéndose en pie)
¡Que Dios os salude, valerosos hombres de Brabante!
¡No sin razón he viajado hasta vosotros!
¡He venido a recordaron vuestra obligación con el Imperio!
¿Debo hablaros antes del azote
que tan a menudo han sufrido las tierras germana, procedente del Este?
En los confines del reino, pedís a las mujeres y a los niños que rueguen:
"Señor, sálvanos de la ira de los húngaros!"
Más, fui yo, cabeza del Imperio, el que decidió
ponerle fin a tan terrible humillación;
la victoria que conseguí en la batalla me trajo la paz
durante nueve años: así defendía al Imperio;
ordené que se construyeran pueblos y castillos fortificados,
y utilicé las levas como ejército de resistencia.
Más ahora, esta época ha acabado, no se nos pagan los impuestos,
y el enemigo se está armando con amenazas.
Ahora es hora de defender el honor del Imperio;
Este y Oeste, a todos os digo: ¡que cada acre de tierra germana presente tropas de soldados,
y así nunca más nadie volverá a abusar del Imperio Germano!

Sajones y Turingios
¡Adelante! ¡Con Dios, por el honor del Imperio Germano!

El Rey
(Sentándose de nuevo)
Ahora vengo a vosotros, hombres de Brabante,
para convocaros en Mainz y allí uniros a las tropas.
¡Cuanto dolor y tristeza ame causa ver
que, sin un príncipe, vivís en discordia!
Me han hablado de confusión y grandes enemistades;
¡Por ello, os llamo a vos, Friedrich de Telramund!
Sé que sois un hombre de las más altas virtudes,
hablad, para que yo pueda conocer la razón de estas disputas.

Friedrich
¡Os agradezco, Oh Rey, que hayáis venido para hacer justicia!
Diré la verdad, pues soy incapaz de mentir.
El Duque de Brabante yacía en su lecho de muerte
cuando me asignó al cuidado de sus hijos,
Elsa su hija, y Gottfried, su hijo;
fielmente cuidé de la juventud del muchacho,
su vida era la joya de mi honor.
¡Imaginad, Oh Rey, mi gran dolor,
cuando me robaron la joya de mi honor!
Un día, Elsa se llevó al muchacho a pasear por el bosque,
y volvió sin él;
pretendiendo estar preocupada, preguntaba por su hermano
pues, se había separado de él un momento
y no podía, según ella, encontrarlo.
Todos los intentos de encontrar al joven perdido fracasaron;
cuando presioné a Elsa con amenazas,
su manera de temblar y su aprensión
nos confirmaron su terrible crimen.
La muchacha me horrorizó;
gustosamente, en ese momento renuncié a su mano,
que su padre me había concedido, y en su lugar,
tomé una esposa de mi agrado:
(Presenta a Ortrud, que se inclina ante el Rey)
Ortrud, descendiente de Radbod, príncipe de Frisia
(Da unos pasos hacia delante con gran ceremonia)
Ahora acuso a Elsa
de Brabante; la acuso de fratricidio.
Y, con todo el derecho, reclamo esta tierra para m,
ya que soy el siguiente sucesor del Duque
y mi esposa pertenece a la casa que antes
entregaba sus príncipes a estas tierras.
¡Ya habéis oído la acusación, Oh Rey! ¡Haced justicia!

Todos los hombres
¡Ah, Telramund la acusa de un terrible crimen!
¡Cómo me llena de horror esta acusación!

El Rey
¡Qué acusación tan terrible habéis proclamado!
¿Cómo podría cometerse un crimen así?

Friedrich
Mi Señor, llevada por sus sueños se halla la muchacha,
que con tanta arrogancia despreció mi mano.
Por ello, la acuso de tener un amor secreto:
es evidente que creyó que, una vez se hubiera deshecho de su hermano,
ella, como Duquesa de Brabante,
podría, con todo su derecho, regalarle su mano al vasallo,
y ocuparse sin problemas de su amante secreto.

El Rey
(Interrumpiendo al sobre excitado Friedrich con un gesto solemne)
¡Llamad a la acusada!
¡Que empiece el juicio!
¡Que Dios me conceda sabiduría!

Heraldo
(Dirigiéndose solemnemente hacia el centro)
¿El juicio se llevará a cabo aquí por derecho y autoridad?

El Rey
(Colgando su escudo en el roble con gran ceremonia)
¡Que este escudo me proteja
hasta que haya tomado un juicio duro y compasivo!

Todos los hombres
(Desenvainando las espadas: los Sajones y Turingios las clavan en el suelo; los Brabanzones las dejan en el suelo).
¡Que la espada no vuelva a su vaina,
hasta que vea que se ha hecho justicia en el juicio!

Heraldo
¡Allí donde cuelga el escudo del Rey,
allí veréis cómo se hace justicia en el juicio!
Ahora, llamo en voz alta y clara:
¡Elsa, presentaos aquí!

(Elsa aparece llevando un simple vestido blanco; se detiene un momento al fondo antes de empezar a caminar de nuevo despacio y con timidez hacia el centro. La siguen mujeres, también vestidas de blanco, pero éstas se quedan en el fondo, fuera del Círculo del Juicio).


Hombres
¡Atención! ¡Se acerca la acusada!
¡Ah, cuando resplandeciente, cuan pura parece!
¡Este que se atreve a presentar tal acusación contra ella
debe estar muy seguro de su culpabilidad!

El Rey
¿Sois Elsa de Brabante?
(Elsa asiente con la cabeza)
¿Me reconocéis como vuestro juez?
(Elsa se gira hacia el Rey, le mira a los ojos y con un gesto de confianza afirma que sí)
Entonces os pregunto:
¿sois consciente de la seria acusación
que se ha pronunciado contra vos aquí?
(Elsa mira a Friedrich y Ortrud, se estremece, inclina la cabeza con tristeza y asiente)
¿Qué tenéis que decir contra esa acusación?
(Elsa hace un gesto que implica la respuesta "¡nada!")
Entonces, ¿admitís vuestra culpabilidad?

Elsa
(Mirando al frente con tristeza)
¡Mi pobre hermano!

Todos los hombres
¡Qué raro! ¡Qué comportamiento más extraño!

El Rey
¡Hablad, Elsa! ¿Qué tenéis que confiarme?

Elsa
(Transfigurada, mirando más allá)
Sola, en días tristes,
le recé al Señor,
y mi más sentido dolor
le confesé en mis oraciones.
Y de entre mis lamentos
surgió un grito lastimero
que creció hasta convertirse en un rugido poderoso
que retumbaba en los cielos:
lo escuché mientras se alejaba en la distancia
hasta que apenas pude oírlo;
mis ojos se cerraron
y me sumergí en un profundo sueño.

Todos los hombres
¡Qué extraordinario! ¿Acaso está soñando? ¿Está delirando?

El Rey
(Como si intentara despertar a Elsa de su sueño)
¡Elsa, defendeos ante la corte!

(la expresión de Elsa pasa de ensoñadora a una transfiguración frenética)

Elsa
Llevando una armadura espléndida y brillante
un caballero se me acercó,
un hombre de virtud tan pura
como la que nunca antes había conocido:
con un cuerno dorado colgado al costado,
apoyado sobre una espada:
así se me apareció
de repente este auténtico guerrero;
con gesto amables,
me consoló;
¡esperaré a ese caballero,
pues él será mi paladín!

Todos los hombres
¡Que la gracia del Cielo nos guarde
pues puede que veamos quién es culpable!

El Rey
Friedrich, hombre honorable,
pensadlo bien: ¿a quién acusáis?

Friedrich
Su estado de ensueño no me engaña;
¡ya habéis oído cómo delira acerca de ese amante!.
Tengo buenas razones para acusarla de lo que la acuso;
hubo testigo que verificarán su crimen;
¡Pero tener que disipar vuestras dudas con un testigo
me ofendería en mi orgullo!
¡Aquí me tenéis, aquí tenéis mi espada!
¿Quién de vosotros
se atreve a luchar contra mi honor?

Brabanzones
¡Ninguno! ¡Nosotros sólo luchamos por ti!

Friedrich
¡Y vos, Oh Rey! ¿No recordáis cómo os he servido,
cómo vencí a los salvajes daneses en la batalla?

El Rey
¡Qué el Cielo no quiera que necesite que me los recordéis!
Debo admitir que sois un hombre de gran virtud;
no quisiera ver Brabante en posesión de otro hombre
que no fuerais vos. ¡Sólo Dios
puede tomar una decisión en este asunto!

Todos los hombres
¡Juicio por combate!
¡Juicio por combate!
¡Que de comienzo!

El Rey
¡Yo te pregunto, Friedrich, conde de Telramund!
¿Aceptáis en un combate a vida o muerte,
defender vuestra acusación bajo el juicio de Dios?

Friedrich
¡Sí!

El Rey
¡Y ahora os pregunto, Elsa de Brabante!
¿Aceptáis que se lleve a cabo una lucha a muerte,
que un paladín os represente en un juicio por combate?

Elsa
(Sin levantar la vista)
¡Sí!

El Rey
¿A quién escogéis para que sea vuestro paladín?

Friedrich
¡Escuchad ahora
el nombre de su amante!

Brabanzones
¡Prestad atención!

Elsa
(Aún parece delirar; todos la miran, a la espera)
¡Esperaré al caballero
que será mi paladín!
(Sin mirar a su alrededor)
Escuchad la recompensa que ofrezco
al enviado por Dios:
en la tierra de mi padre,
él llevará la corona.
Yo me sentiré feliz
si él acepta todo lo que poseo:
¡Si quiere llamarme esposa,
le entregaré todo lo que soy!.

Todos los hombres
(Hablando entre ellos)
¡Un previo maravilloso, como si Dios lo concediera!
¡Aquél que luche por conseguirlo, arriesgará mucho!

El Rey
Ya es medio día, el sol ya ha llegado a su cenit:
ya ha llegado la hora, ¡Haced sonar las trompetas!

(El Heraldo se adelanta con los cuatro trompeteros; les ordena que se coloquen de acuerdo a los puntos cardinales; se acercan al borde del Círculo del Juicio y hacen sonar las trompetas).

Heraldo
¡Dejad que aquél que ha venido para luchar en el juicio por combate
de Elsa de Brabante se acerque,
que se acerque!

(Se produce un largo silencio. Elsa, que hasta ahora ha permanecido en clama, ahora se muestra preocupada mientras espera con gran expectación).

Todos los hombres
¡No ha habido respuesta a nuestra llamada!

Friedrich
(Señalando a Elsa)
Mirad, ¿acaso la acusé falsamente?

Todos los hombres
¡La cosa no se presenta bien para ella!

Friedrich
¡Tengo la razón de mi lado!

Elsa
(Dirigiéndose hacia el Rey)
¡Os lo ruego, amado Rey,
llamad a mi caballero una vez más!
¡Seguro que se halla muy lejos de aquí y no ha oído la llamada!

El Rey
(Al Heraldo)
¡Volved a hacer sonar otra llamada al juicio!

(El Heraldo hace una señal y los trompeteros, de nuevo, se colocan en los puntos cardinales)

Heraldo
¡Dejad que aquél que ha venido para luchar en el juicio por combate
de Elsa de Brabante se acerque,
se acerque!

(Una vez más, se produce un largo y tenso silencio)

Todos los hombres
¡Con un silencio lamentable Dios juzga!

(Elsa cae de rodillas, rezando con devoción. Las mujeres, preocupadas por su señora, se dirigen hacia la parte delantera del escenario)

Elsa
¡Vos le llevasteis mi lamento,
él vino a mi por orden vuestra:
¡Oh Señor, decid a mi caballero que ahora
me ayude en mi desgracia!

Mujeres
(Cayendo al suelo de rodillas)
¡Señor, enviadle ayuda!
¡Señor Dios! ¡Escúchanos!

Elsa
¡Dejad que le vea ahora como le vi entonces!
(Con una expresión de completa felicidad)
¡Como le vi entonces, dejad que se me acerque!

(Los hombres que se hallan en el montículo que hay junto al río son los primeros en ver la llegada de Lohengrin, al cual puede verse a lo lejos en una barca empujada por un cisne. Los hombres que se hallan más alejados de la orilla del río, se dan la vuelta, al principio, sin moverse de donde están; su curiosidad va en aumento mientras miran a los que se hallan en la orilla, y pronto se acercan a ellos para poder mirar por mi mismos).

Hombres
¡Mirad! ¡Mirad! ¿Qué es esto tan extraño y maravilloso? ¿Un cisne?
¡Un cisne va tirando de una barca hacia aquí!
¡Un caballero va en la barca!
¡Cómo brilla su armadura! ¡Los ojos se enturbian
con tanto esplendor! ¡Mirad, se está acercando aún más!
¡El cisne tira de una cadena de oro!

(Los hombres que quedan corren hacia los demás; en la parte de delante sólo quedan el Rey, Elsa, Friedrich, Ortrud y las mujeres. Desde su trono elevado, el Rey lo ve todo; Friedrich y Ortrud están estupefactos; Elsa, que ha estado escuchando los gritos de los hombres con gran alegría, se queda en medio del escenario; ni tan sólo se atreve a mirar a su alrededor. Los hombres vuelven, muy agitados).

¡Un milagro! ¡Un milagro!
¡Ha ocurrido un milagro,
un milagro que nunca antes se había visto u oído!
¡Un milagro! ¡Un milagro! etc.

Mujeres
¡Os damos las gracias, Señor nuestro Dios, por proteger a esta débil mujer!

Elsa
(Se ha dado la vuelta y grita cuando ve a Lohengrin)
¡Ah!

Todos los hombres y mujeres
¡Saludos, hombre enviado por Dios! Etc.

(La barca, tirada por el cisne, llega a la orilla, en medio del escenario; Lohengrin, que lleva una armadura de plata brillante, un yelmo en la cabeza, un escudo en la espalda y un pequeño cuerno de oro al lado, se halla en la barca, apoyado sobre su espada. Friedrich mira a Lohengrin
horrorizado y sin poder decir nada. Ortrud, que hasta ahora había mantenido una postura fría y arrogante, es presa del terror cuando ve al cisne. En cuanto Lohengrin se mueve para bajar de la barca, se produce un silencio entre la multitud).

Lohengrin
(Inclinándose hacia el cisne)
¡Te doy las gracias, querido cisne!
¡Vuelve a las aguas, desde donde tu barca me ha traído!
¡Regresa a nosotros sólo para traernos felicidad!
¡Así, habrás cumplido con tus obligaciones!
¡Adiós, adiós, mi querido cisne!

(El cisne, poco a poco, da la vuelta a la barca y se va por el río. Lohengrin lo mira un rato).

Hombres y mujeres
¡Qué temblor tan dulce y alegre se apodera de nosotros!
¡Qué bendito poder nos tiene fascinados!
¡Cuan justo y noble hemos de considerar
al que un milagro como este ha traído a nuestra orilla!

(Lohengrin deja la orilla del río y se dirige hacia adelante, poco a poco y solemnemente).

Lohengrin
(Inclinándose ante el rey)
¡Gloria, Rey Heinrich! ¡Que la bendición
del Señor esté con vuestra espada!
¡Que vuestro gran y glorioso nombres
nunca desaparezca de la faz de la Tierra!

El Rey
¡Os doy las gracias! ¿Me equivoco al reconocer
como divino el poder que os ha traído hasta esta tierra?
¿Venís hasta nosotros como el enviado de Dios?

Lohengrin
Para batirme en combate y defender a una doncella
acusada de un terrible crimen
he sido enviado. Ahora, permitidme que vea
si he estado en los cierto al venir hasta aquí
(Se acerca a Elsa)
Hablad pues, Elsa de Brabante:
Si me designan, como vuestro paladín
¿os confiaréis bajo mi protección
sin ningún temor o duda?

Elsa
(Todo este tiempo, ha estado mirando a Lohengrin, incapaz de moverse, como fascinada; pero, en cuanto se dirige a ella, parece despertarse y cae a sus pies, llena de alegría)
¡Mi caballero, mi salvador! ¡Tomadme!
¡Os entrego todo lo que soy!

Lohengrin
Si gano este combate por vos,
¿deseáis que me convierta en vuestro esposo?

Elsa
Tan cierto como que ahora estoy a vuestros pies,
así os entregaré mi cuerpo y mi alma.

Lohengrin
Elsa, si he de convertirme en vuestro esposo,
si he de proteger este país y sus gentes por vos,
si nada ha de separarme de vos,
debéis prometerme una cosa:
¡Nunca me preguntaréis,
ni os molestaréis en saber,
de dónde vengo,
cómo me llamo o cuál es mi tierra de origen!

Elsa
(Casi inconsciente)
¡Nunca, mi Señor, os haré esa pregunta!

Lohengrin
¡Elsa! ¿Entendéis lo que os digo?
¡Nunca me preguntaréis,
ni os molestaréis en saber,
de dónde vengo,
cómo me llamo o cuál es mi tierra de origen!

Elsa
(Mirándole llena de emoción)
¡Mi protector! ¡Mi ángel! ¡Mi redentor,
que tan firmemente cree en mi inocencia!
¿Qué crimen de duda podría ser mayor
que aquél que os robaría de vuestra creencia?
¡Con la misma fidelidad que vos me protegéis cuando lo necesito,
con esa fidelidad yo honraré vuestras órdenes!

Lohengrin
(Profundamente conmovido, la alza hasta su pecho fuera de sí con alegría)
¡Elsa! ¡Os amo!

(Los dos se quedan así un tiempo)

Hombres y mujeres
¿Qué es esto tan maravilloso que veo?
¿Acaso me ha hechizado?
¡Siento que me falla el corazón
cuando veo a este noble y bendito hombre!

Lohengrin
(Conduce a Elsa hasta el Rey y dejándola bajo su cuidado antes de ir solemnemente al centro del círculo)
¡Oidme! Ante todos vosotros, gentes y nobles, ahora proclamo:
¡Elsa de Brabante está libre de toda culpa!
¡Que vuestra acusación es falsa, Conde de Telramund,
quedará demostrado con el juicio de Dios!

Nobles Brabanzones
(Primero unos cuantos, después en número mayor, susurran a Friedrich)
¡Renunciad al combate!
¡Si os arriesgáis,
nunca saldréis vencedor!
A él le protege el más alto poder,
así que ¿de qué os sirve vuestra valiente espada?
¡Renunciad! ¡Nosotros, vuestros leales amigos, os lo suplicamos!
¡La derrota, el amargo rencor os aguarda!

Friedrich
(Que hasta ahora ha mantenido la vista fija en Lohengrin, parece como dominado por una gran indecisión, pero al final se decide)
¡Antes muerto que cobarde!
¡Ahora ya sé que magia os ha traído hasta aquí,
forastero que con tanta valentía os presentáis ante mi,
pero vuestras arrogantes amenazas
no me impresionan pues no suelo mentir!
¡Acepto el combate
y espero que la justicia me concederá la victoria!

Lohengrin
¡Ordenad que empiece el combate, Oh Rey!

(Todos vuelven a sus lugares de antes)

El Rey
¡Acercaos, tres hombres por cada combatiente,
y medid el círculo!

(Tres nobles sajones se acercan por Lohengrin, y tres brabanzones por Friedrich; solemnemente marcan el área del combate, marcando un círculo con las lanzas).

Heraldo
(En medio del círculo)
Escuchadme, oidme bien:
¡Que ningún hombre se meta en esta lucha!
¡Apartaos del círculo de combate
pues si alguno de vosotros falta a la ley de la paz
pagará con su mano si es hombre libre,
y con su propia cabeza si es siervo!

Todos los hombres
¡Pagará con su manos si es hombre libre,
y con su propia cabeza si es siervo!

Heraldo
(Dirigiéndose a Lohengrin y Friedrich)
¡Oidme vosotros también, combatientes que habéis de ser juzgados!
¡Respetad con lealtad la ley de combate!
¡No permitáis que ningún engaño o truco de magia
estropee la naturaleza de este juicio!
¡Dios llevará a cabo un juicio justo,
así que confiad en Él y no en vuestra propia fuerza!

Lohengrin y Friedrich
(Cara a cara, fuera del círculo)
¡Dios me juzgará con justicia,
así que el Él confiaré y no en mi propia fuerza!

El Rey
(Entrando al centro del círculo con gran ceremonia)
¡Mi Señor y Dios, os invoco…
(Todos se quitan los sombreros en señal de profundísima reverencia)
… para que estéis presente en esta lucha!
¡Proclamad, a través de la victoria de la espada, un veredicto
que demuestre lo que es mentira y lo que es verdad!
¡Que el héroe que es inocente luche con el brazo de un héroe,
y que el héroe que miente le abandonen las fuerzas!
¡Así pues, Dios, ayudadnos en esta hora,
ya que nuestra sabiduría nos falta!

Elsa y Lohengrin
¡Ahora daréis a conocer vuestro verdadero juicio,
mi Señor y Dios, por ello no dudo! etc.

Ortrud
¡Confío en su fuerza,
pues allá donde lucha siempre sale victorioso! etc.

Friedrich
¡Con fidelidad me presento ante vos para que me juzguéis!
¡Amado Señor, no abandonéis mi honor!

El Rey
¡Mi Señor y Dios, os invoco! etc.
¡Dad a conocer vuestro verdadero juicio!
¡Mi Señor y Dios, no lo dudéis! etc.

Heraldo y Todos los hombres
¡Que aquél que es inocente… etc.
¡Dadnos a conocer vuestro verdadero juicio,
Oh Señor y Dios, no lo dudéis!

Mujeres
¡Dadle vuestra bendición! ¡Señor mi Dios, dadle vuestra bendición!

(Todos vuelven a sus puestos, prestando profunda atención. Los seis testigos permanecen junto a sus lanzas al borde del círculo, y el resto de los hombres se mantiene un poco más atrás. Elsa y las mujeres se hallan delante, bajo el roble, junto al Rey. A una señal del Heraldo, los trompeteros llaman al combate. Lohengrin y Friedrich acaban de prepararse para la lucha. El Rey saca su espada y golpea tres veces el escudo que cuelga del roble. Al primer golpe, Lohengrin y Friedrich ocupan sus puestos; al segundo, sacan sus espadas y se ponen en guardia; al tercero empiezan a luchar. Lohengrin es el primero en atacar. Tras varios ataques violentos, logra tumbar a su oponente con un poderoso golpe. Friedrich intenta levantarse, se tambalea un poco y vuelve a caer a tierra. Mientras cae, los sajones y turingios desclavan sus espadas del suelo y los brabanzones, de la misma manera, cogen las suyas).

Lohengrin
(Con la espada en el cuello de Friedrich)
¡Gracias a la victoria de Dios, vuestra vida ahora me pertenece:
(Dejándole ir)
os la perdonaré, para que la dediquéis a arrepentiros!

(El Rey coge su escudo del roble. Todos los hombres envainan la espada. Los testigos recogen sus espadas del suelo. Los nobles y demás hombres entran alegremente en lo que ha sido el círculo de combate hasta que éste se llena de gente)

Todos los hombres y Mujeres
¡Victoria! ¡Victoria! ¡Victoria!
¡Gloria! ¡Gloria! ¡Gloria!

El Rey
(Envainando la espada)
¡Victoria! ¡Victoria!

Elsa
¡Ojalá pudiera encontrar palabras de alegría
iguales a vuestra gloria,
dignas de alabaros,
palabras ricas de las más altas alabanzas!
En vos debo deshacerme
antes de que vos os convirtáis en nada,
para que sea completamente feliz.
¡Tomad todo lo que soy!

(El Rey la lleva hasta Lohengrin y ella cae sobre su pecho)

El Rey y los hombres
¡Suena, canción de la victoria,
saluda al héroe con la más grande alabanza!
¡Gloria a vuestro viaje!
¡Alabada sea vuestra llegada!
¡Gloria a vuestra tierra de origen!
¡Protector de los débiles!
Habéis defendido el derecho de los débiles
¡Alabada sea vuestra llegada!
¡Cantamos sólo vuestras alabanzas,
nuestras canciones suenan para vos!
¡Nunca jamás un caballero de vuestra talla
volverá a estas tierras!

Ortrud
(Furiosa al ver a Friedrich derrotado, y manteniendo su siniestra mirada en Lohengrin)
¿Qué es éste que le ha vencido
y ante el cuál me siento impotente?

El Rey
¡Alabado sea vuestro viaje!
¡Gloria a vuestra tierra de origen!

Lohengrin
(Alzando a Elsa de su pecho)
Me hice con la victoria,
sólo gracias a vuestra inocencia;
ahora seréis ricamente recompensada
por todo lo que habéis sufrido! etc.

Mujeres
¡Ojalá pudiera encontrar palabras de alegría,
iguales a su gloria,
dignas de alabarle,
palabras ricas de las más altas alabanzas!
Habéis defendido… etc.

Todos los hombres
Habéis defendido… etc.

Elsa
Ojalá pudiera encontrar palabras de alegría… etc.

El Rey
Gloria a vuestro viaje,… etc.

Ortrud
¿Quién es éste que le ha vencido…? etc.
¡Acaso este hombre me hará desesperar,
ya no me queda ninguna esperanza? etc.

Friedrich
(Revolviéndose con desesperada angustia en el suelo)
¡Ay de mi, he sido vencido por Dios,
a través de él me ha abandonado la victoria!
He perdido toda esperanza de salvación!
¡Ya no tengo honor, ni gloria! etc.

(Friedrich cae inconsciente a los pies de Ortrud, los jóvenes sajones alzan a Lohengrin sobre su escudo y los brabanzones alzan a Elsa sobre el del Rey, después de cubrirlo con varias capas; ambos son llevados en medio de gritos de alegría)


 

PRELUDIO

ACTO II

(La fortaleza de Amberes. En mitad del escenario el palacio (las habitaciones de los caballeros); a la izquierda la Kemenate (las habitaciones de las damas); a la derecha, en frente, la puerta de la capilla, justo detrás de la puerta del castillo. Es de noche. Las ventanas del palacio están, iluminadas, Del edificio puede oírse el sonido de música triunfal; cuernos y trompetas tocan alegremente en la noche. Friedrich y Ortrud están sentados en los escalones que llevan al portal de la capilla. Ambos van vestidos de oscuro, con ropas gastadas. Ortrud, con la cabeza entre las manos tiene la mirada fija en las ventanas iluminadas del palacio; Friedrich, está mirando al suelo)

Friedrich
(Incorporándose de un salto)
¡Levántate compañera de mi vergüenza!
La luz del alba no debe hallarnos aquí.

Ortrud
(Sin cambiar de postura)
No puedo irme, estoy petrificada como si me hubieran encantado.
¡Del esplendor de este banquete de nuestro enemigo,
déjame que extraiga un terrible y mortal veneno
que pondrá fin a nuestra vergüenza y a su alegría!

Friedrich
(Acercándose a Ortrud, muy serio!
¡Oh terrible mujer, ¿qué hechizo me mantiene
aún junto a ti? ¿Por qué no te abandono?
Y huyo corriendo lejos
a donde mi conciencia pueda reencontrar la paz?
¡Por ti, he perdido
mi honor, toda mi gloria;
nunca jamás volverán a adornarme con alabanzas,
mi título de caballero no es más que una vergüenza!
¡He sido condenado como forajido,
mi espada está hecha pedazos,
mi escudo de armas está roto,
y han maldecido la casa de mis antepasados!
¡Allá donde voy
me rehuyen, me condenan;
para no ser deshonrado por mi presencia,
hasta el ladrón huye de mi!
¡Por ti he perdido…! Etc.
¡Ojalá hubiera escogido morir,
pues me siento tan desgraciado!
¡He perdido mi honor,
mi honor, mi honor ya no existe!

(Cae al suelo, sobrecogido por la angustia. Se oye la música del palacio)

Ortrud
(Sin cambiar de postura; mientras Friedrich se incorpora)
¿Qué es lo que te empuja a lamentarte
de esta manera tan desesperada?

Friedrich
¡El hecho de que he sido robado de toda arma
(Haciendo un gesto violento hacia Ortrud)
con la que podría matarte!

Ortrud
¡Conde de Telramund, amante de la paz!
¿Por qué desconfías de mi?

Friedrich
¿Te atreves a preguntármelo? ¿Acaso no fue tu testimonio tu palabra
la que me enredó para que acusara a la inocente?
¿No me mentiste al decirme que
desde tu salvaje castillo tus propios ojos fueron testigos
del crimen cometido en la oscuridad del bosque vecino a ti,
que viste a Elsa ahogar a su hermano,
en el estanque que allí hay?
¿No enredaste a mi orgulloso corazón profetizando
que la antigua Casa de Radbad,
volvería a florecer de nuevo y reinaría sobre Brabante?
¿No me indujiste a que renunciara
a la mano de Elsa, la inocente, y te tomara a ti
como esposa, pues tú eres la última del linaje de Radbad?

Ortrud
(Con suavidad, pero con voz firme)
¡Ay, tus palabras me ofenden con crueldad!
(En voz alta)
¡Sí, lo dije y te lo demostré todo!

Friedrich
¿Y no me convertiste a mi, cuyo nombre era venerado,
un hombre de la más alta virtud,
en el vergonzoso compañero de tus mentiras?

Ortrud
¿Quién mintió?

Friedrich
¡Tú! ¿Acaso Dios no juzgó
y me castigó por haber mentido?

Ortrud
¿Dios?

Friedrich
¡Oh que horror!
¡Que terrible suena su nombre en tus labios!

Ortrud
¡Ah!, ¿acaso llamas Dios a tu propia cobardía?

Friedrich
¡Ortrud!

Ortrud
¿Me estás amenazando? ¿A mi, una mujer?
¡Oh, cobarde! ¡Si hubieras dirigido esas tristes amenazas
a aquél que ahora te envía a la desgracia de un exilio,
habrías conseguido la victoria en lugar de la ignominia!
¡Ja! ¡Aquél que supiera hacerle frente, descubriría que es
más débil que un niño!

Friedrich
¡Cuánto más débil era,
más grande era el poder de Dios en el combate!

Ortrud
¿El poder de Dios? ¡Ja, ja!
Dame el poder y pronto te demostraré
que débil es el Dios que le protege.

Friedrich
(Temblando de miedo)
¡Oh salvaje adivina ¿acaso intentas
encantarme de nuevo con métodos secretos?

Ortrud
(Señalando con el dedo el palacio, donde las luces se han apagado)
Los juerguistas se han retirado a descansar suntuosamente
¡Siéntate junto a mi! ¡Ha llegado la hora
de que me ojo profético te ilumine!
(Seguidamente, Friedrich se acerca a Ortrud, como empujado por un misterioso poder; la escucha con atención)
¿Sabes quién es este caballero
que ha llegado hasta esta orilla empujado por un cisne?

Friedrich
¡No!

Ortrud
¡Qué darías por saber,
si yo te lo dijera que si se viera forzado
a revelar su nombre y su origen,
esa fuerza, que se le ha concedido
con arte de magia desaparecería?

Friedrich
¡Ah! ¡Ahora entiendo por qué le está prohibido!

Ortrud
¡Escúchame! Nadie de aquí tiene el poder
de arrancarle ese secreto
excepto aquélla a la que con tanto ahínco
ha prohibido que jamás le haga la pregunta.

Friedrich
¡Así que Elsa ha de ser empujada hasta tal punto
que le haga la pregunta!

Ortrud
¡Ah, qué rápido, qué bien me has entendido!

Friedrich
Pero, ¿cómo puede hacerse?

Ortrud
¡Escúchame! Lo más importante
es no huir de aquí; así que, utiliza el cerebro
¡Con tal de levantar la sospecha en ella,
preséntate y acúsala de haber utilizado magia
para confundir el juicio!

Friedrich
¡Ah! ¡El engaño y la astucia de la magia!

Ortrud
Si esto fallara,
siempre queda la posibilidad de usar la fuerza.

Friedrich
¡La fuerza!

Ortrud
No en vano soy
una experta en la más oscura de las artes;
¡así que presta atención a lo que te digo!
Si toda criatura a la que la magia ha concedido fuerza
se le desgarrara una parte, aunque fuera la más pequeña de su cuerpo
inmediatamente se mostraría tan carente
de poder como en realidad es

Friedrich
¡Ay, si fuera verdad!

Ortrud
¡Si durante el combate
le hubieras cortado un dedo
incluso tan solo una falange,
el caballero habría caído en tu poder!

Friedrich
¡Oh, que horror! ¡Ay! ¿qué es lo que oigo?
Imaginé que Dios me había vencido:
y sin embargo el juicio que confundido con engaños,
¡con la astucia de la magia he perdido mi honor!
Pero, ¿podría vengar mi vergüenza,
podría demostrar mi honestidad?
¿Podría destrozar el engaño del amante
y recobrar de nuevo mi honor?
Oh, mujer a la que veo ante mi en la oscuridad de la noche,
si me estás engañando otra vez ¡malditas seas! ¡maldita!

Ortrud
¡Ah, como desvarías! ¡Calla y cálmate!
Te enseñaré los dulces placeres de la venganza!

(Friedrich despacio se sienta junto a Ortrud en los escalones)

Ortrud y Friedrich
¡Desde las salvajes tinieblas de mi corazón
evoco la obra de la venganza!
¡Tú, que te hallas en un dulce sueño,
has de saber que el desastre te aguarda!

(Elsa aparece en el balcón, vestida de blanco; se acerca a la barandilla y apoya la cabeza en su mano)

Elsa
¡Vos, oh Cielo, al que tantas veces
he abrumado con mis tristes lamentos,
ahora debo agradeceros y hablaros
de esta mi felicidad!

Ortrud
¡Es ella!

Friedrich
¡Elsa!

Elsa
Llegó a través de vos,
vos le sonreísteis durante su viaje,
fielmente le protegisteis
de las olas tempestuosas del océano.

Ortrud
¡Maldecirá este momento
en el que yo miro su rostro!

Elsa
A menudo os he implorado
que sequéis mis lágrimas;
¡ahora, refrescad mis mejillas
que arden de pasión!

Ortrud
(A Friedrich)
¡Vete! ¡Márchate un rato!

Friedrich
¿Por qué?

Ortrud
¡Ella es mía - su caballero es tuyo!

(Friedrich se levanta y desaparece del escenario)

Elsa
¡Refrescad estas mejillas mías
que arden de pasión!
¡De pasión!

Ortrud
(Sin cambiar de postura)
¡Elsa!

Elsa
¿Quién llama? ¡Qué terrible y lastimero
suena mi nombre al ser pronunciado en la oscuridad de la noche!

Ortrud
¡Elsa!
¿Acaso mi voz te resulta tan extraña?
¿Repudias por completo de la pobre criatura,
a la que has enviado al más lejano de los exilios?

Elsa
¡Ortrud! ¿Eres tú? ¿Qué haces aquí, desgraciada?

Ortrud
"¡Desgraciada!"
¡Qué razón tienes al llamarme así!
Allí, en la alejada soledad del bosque
donde vivía tranquila y en paz,
¿qué te hice? ¿Qué te hice?
Me sentía infeliz, lamentándome de la desgracia
que durante tanto tiempo ha perjudicado a mi familia.
¿Qué te hice? ¿Qué te hice?

Elsa
En nombre de Dios, ¿de qué me acusáis?
¿Acaso he sido yo quién te ha provocado este sufrimiento?

Ortrud
¿Cómo podrías envidiarme
la felicidad de ser escogida como esposa
del hombre del que tan alegremente te has burlado?

Elsa
¡Dios misericordioso! ¿Cómo he de interpretar esto?

Ortrud
algún tipo de desdichada locura debió de seducirle
para que te acusara, a ti que eres inocente de un crimen…
Ahora tiene el corazón destrozado por el remordimiento,
y se halla condenado a un amargo arrepentimiento.

Elsa
¡Dios de la Justicia!

Ortrud
¡Oh, tú eres feliz!
¡Después de un breve, dulce e inocente período de sufrimiento,
ves como la vida te sonríe;
sin ninguna pena te alejas de mi,
enviándome al sendero de la muerte
para que el terrible espectro de mi desgracia
no vuelva a visitar jamás tus banquetes!

Elsa
¡Oh, Dios poderoso que ahora me sonreís,
no respondería con justicia a vuestra bondad,
si repudiara la desgracia de ésta
que se inclina ante mi en la oscuridad!
¡Nunca! ¡Ortrud! ¡Esperadme!
¡Yo misma te dejaré entrar!
(Se mete corriendo en el Kemenate)

Ortrud
(Levantándose en un rapto de placer)
¡Vosotros, dioses profanados! ¡Ayudadme en esta hora de venganza!
¡Castigad la ignominia que habéis sufrido aquí!
¡Dadme fuerza para poder serviros en vuestra santa causa!
¡Destruid el vil engaño del apóstata!
¡Wotan! ¡Yo te invoco, Dios de la fuerza!
¡Freia! ¡Escúchame, diosa eminente!
¡Bendecid mi engaño e hipocresía
para que mi venganza tenga resultado!

Elsa
(Fuera del escenario)
Ortrud, ¿dónde estás?
(Elsa y dos doncellas aparecen por la puerta del Kemenate llevando luces con ellas)

Ortrud
(Humildemente se lanza a los pies de Elsa)
¡A tus pies!

Elsa
(Retrocediendo alarmada al ver a Ortrud)
¡Dios mío! ¿He de verte así
a ti a quién siempre he visto llena de orgullo y esplendor?
¡Me abruma la pena
al verte así humillada ante mi!
¡Levántate! ¡Ahórrame tus súplicas!
¡Si en un tiempo me odiaste, te perdono;
y por lo que tú hasta ahora has sufrido por mi causa,
te suplico que también me perdones!

Ortrud
¡Te agradezco que me muestres tanta bondad!

Elsa
¡Imploraré a la naturaleza amorosa
de aquél que mañana será mi esposo
para que también muestre piedad por Friedrich!

Ortrud
¡Quedo obligada a ti por el agradecimiento!

Elsa
Quiero verte preparada al alba…
vestida con espléndidas ropas
me acompañarás a la iglesia:
¡allí aguardaré a mi caballero
para convertirme en su esposa ante Dios!
¡Su esposa!

Ortrud
¿Cómo podré jamás pagarte tanta amabilidad,
yo que me hallo impotente y desgraciada?
¡Si me permitieras vivir contigo,
yo siempre sería la mendiga!
(Acercándose a Elsa)
¡Sólo me queda un poder
que ninguna ley me ha robado;
con él quizás pueda protegerte,
salvarte del azote del remordimiento!

Elsa
¿A qué te refieres?

Ortrud
¡Déjame que te aconseje
no confiar demasiado ciegamente en tu felicidad;
por si acaso estás atrapada por la desgracia,
permíteme que te lea el futuro!

Elsa
¿Qué desgracia?

Ortrud
Si llegaras a entender
el maravilloso origen de este hombre,
para que nunca pudiera abandonarte
tal como apareció: ¡por arte de magia!

Elsa
(Llena de terror, se aleja indignada; después, se vuelve a Ortrud, llena de tristeza y compasión)
Pobre criatura, ¿acaso no puedes entender
que un corazón puede amar sin albergar dudas?
¿Has conocido alguna vez la felicidad
que proporciona la pura fe?
¡Entra aquí conmigo!
¡Déjame que te enseñe
la dulce alegría de la verdadera devoción!
¡Convéncete de que puede haber
felicidad sin remordimiento!

Ortrud
(Aparte)
¡Ja, este orgullo
me ayudará
a luchar contra su devoción!
¡Contra él volveré mis armas,
su arrogancia hará que se arrepienta! etc.

Elsa
Déjame que te enseñe
la dulce alegría de la verdadera devoción, etc.

(Ortrud, acompañada por Elsa, hace ver que duda al entrar por la pequeña puerta; las doncellas iluminan el camino y cierran la puerta cuando todas han entrado. Empieza a romper el alba)

Friedrich
(Saliendo por detrás)
¡Así la desgracia entra en esta casa!
¡Oh mujer, lleva a cabo lo que tu astuta mente ha ideado!
¡No tengo el poder de impedir que realice tu obra!
¡La desgracia empezó cuando perdí en el combate,
ahora caerá aquélla que llevó a él!
¡Sólo veo una cosa ante mi que me incita a seguir:
aquél que me robó mi honor morirá!

(Una vez que ha visto el lugar que mejor le esconderá cuando llegue la gente, se coloca detrás de uno de los contrafuertes de la iglesia.
Poco a poco amanece. Dos vigías hacen sonar la llamada matinal desde la torre; se oye respuesta desde otra torre lejana. Mientras los vigías bajan de la torre y abren las puertas, los sirvientes del castillo aparecen por varias direcciones, se saludan unos a otros y trabajan en silencio. Unos sacan agua del pozo con recipientes de metal, llaman a la puerta del palacio y entran.
La puerta del palacio vuelve a abrirse, los trompeteros reales salen, hacen sonar la llama y vuelven a entrar en el edificio. Los sirvientes ya han salido del escenario.
Soldados y nobles brabanzones llegan en número cada vez mayor; unos cruzan el patio, otros llegan por la puerta de la torre. Se reúnen delante de la iglesia y se saludan con alegre emoción).

Nobles y soldados
La llamada del alba nos ha hecho reunirnos,
¡el día promete mucho!
¡Aquél que llevó a cabo tan grandes milagros,
quizás realice muchos más actos maravillosos!
La llamada del alba nos ha hecho reunirnos, etc.

(El heraldo aparece por el palacio y se dirige a la terraza que hay en frente, con los cuatro trompeteros delante de él la llamada real suena de nuevo y todos se vuelven hacia el fondo del escenario con mucha animación y emoción)

Heraldo
Por la presente os hago saber la palabra y el deseo del Rey;
así que prestad atención a lo que me ha pedido que os diga,
Friedrich de Telramund ha sido exiliado por atreverse
a tomar parte del juicio por combate sin causa justa.
Aquél que le de cobijo o se halle en su compañía,
se verá exiliado de acuerdo con las leyes del reino.

Hombres
¡Maldito sea el que mintió
y al que Dios juzgó!
¡Que el inocente le evite,
que la paz y el sueño le abandonen!
¡Maldito sea el que mintió!

(La llamada de los trompeteros de nuevo llama la atención de las gentes)

Heraldo
Y seguidamente el Rey proclama
que el extranjero enviado por Dios,
al que Elsa desea tomar como esposo,
será enfeudado con las tierras, y la corona de Brabante.
Sin embargo, el caballero no quiere que se le llame Duque…
le llamaréis Protector de Brabante!

Hombres
¡Grande es el hombre largamente esperado!
¡Gloria a aquél que ha sido enviado por Dios!
¡Con fidelidad serviremos
al Protector de Brabante!
¡Grande es el hombre largamente esperado! etc.
¡Le saludamos! ¡Saludamos al Protector de Brabante!

(Otra llamada de los trompeteros)

Heraldo
Ahora, escuchad lo que me ha pedido que os diga:
hoy celebrará su banquete de bodas con vosotros,
pero mañana deberéis venir preparados para la batalla,
para servir al Rey como soldados;
¡él mismo desprecia los dulces placeres del descanso,
él os guiará para que disfrutéis de los nobles frutos de la gloria!
(Vuelve al palacio con los cuatro trompeteros)

Hombres
¡No dudéis en ir a la batalla,
el noble os conduce a ella!
¡Aquél que luche con coraje junto al caballero
verá cómo le sonríe el sendero hacia la gloria!
¡Venid! ¡No dudéis en ir a la batalla,
el noble os conduce a ella!
¡Dios le ha enviado
para que haga grande a Brabante!
¡Desde Dios ha sido enviado
para que haga grande a Brabante!
¡Aquél que luche con coraje junto al caballero… etc.
¡Desde Dios ha sido enviado!

(Mientras las gentes se agitan con entusiasmo, cuatro nobles que antes eran vasallos de Friedrich aparecen en un primer plano)

Tercer noble
¡Escuchadme ahora! ¡Tiene la intención de sacarnos de esta tierra!

Segundo noble
¡Contra un enemigo que nunca hasta ahora nos ha amenazado!

Cuarto noble
¡No debería concedérsele el derecho de empezar con tanta osadía!

Primer noble
¿Y quién ha de impedírselo ahora que ya ha dado la orden de partir?

Friedrich
(Que ha aparecido entre ellos sin ser notado)
¡Yo!
(Se descubre la cabeza)

Los cuatro nobles
(Retrocediendo con horror)
¡Ay! ¿Quién sois vos?… ¡Friedrich!

Cuarto noble
¿Acaso mis ojos me engañan?

Primero, segundo y tercer noble
¿Os atrevéis a presentaros aquí, vos que sois presa de todo siervo?

Cuarto noble
¿Os atrevéis a presentaros aquí?

Friedrich
¡Pronto me atreveré incluso a más,
y la verdad aparecerá ante vosotros como un alba resplandeciente!
¡Aquél que con tanta osadía os ha ordenado ir a la guerra,
a él le acusaré de engañar a Dios!

Los cuatro nobles
¿Qué es esto que oigo? ¡Deliras! ¿Qué es lo que pretendéis?
¡Desgraciado! ¡Estáis perdido si la gente os oye!

(Lo empujan hacia la iglesia donde intentan esconderlo de la gente.
Cuatro pajes salen del Kemenate al balcón, bajan las escaleras y toman posiciones en la terraza que hay ante el palacio. La multitud reunida ve a los jóvenes y avanza hacia ellos)

Pajes
¡Abrid paso!
Abrid paso a Elsa, nuestra señora:
Con fe se dirige a la iglesia

(Avanzan, abriendo paso entre los nobles, que se van retirando, hacia la iglesia donde toman posiciones. Otros cuatro pajes proceden solemnemente desde la puerta del Kemenate al balcón y forman fila para aguardar la procesión de damas a las que deben acompañar.
Una larga procesión de damas vestidas con ropas excelentes aparece poco a poco por la puerta, y sale al balcón; la procesión gira a la izquierda al pasar el palacio antes de dirigirse a la iglesia. Las damas toman posiciones en los escalones de la iglesia a medida que llegan)

Nobles y soldados
(Durante la procesión)
¡Dios bendiga a ésta que pasa,
a ésta que humildemente ha sufrido tanto!
¡Que Dios la guíe,
y que Dios proteja su camino!

(Los nobles, involuntariamente se han adelantado, pero retroceden en cuanto se acercan los pajes, abriendo paso a la procesión que ha llegado ante el palacio. Elsa, con un suntuoso vestido de bodas, ha aparecido en la procesión y llegado a la terraza que hay ante el palacio. Se ha abierto el paso otra vez y ahora todos pueden ver a Elsa, quien se para un momento)

¡Ya se acerca, la angelical,
envuelta con un brillo de virtud!
(Elsa despacio avanza ante la gente)
¡Te saludamos, oh virtuosa!
¡Te saludamos, Elsa de Brabante!
¡Que Dios te bendiga mientras avanzas!
¡Te saludamos! etc.

Mujeres
¡Te saludamos! etc.

(Los pajes y las primeras damas han llegado a los escalones de la iglesia y toman posiciones para ver a Elsa entrar en la iglesia; entre las mujeres, tras ella y cerrando la procesión se halla
Ortrud, también con ropas suntuosas. Las mujeres más cercanas a ella le tienen miedo y demuestran que no pueden esconder su indignación. Mantienen la distancia de tal manera que parece aislada; la expresión de su rostro es de ira en aumento. Justo cuando Elsa, saludada por las gentes, está apunto de subir el primer escalón, Ortrud se acerca corriendo. Se dirige a la novia y se coloca ante ella en el mismo escalón, haciendo que ésta retroceda)

Ortrud
¡Retrocede, Elsa! ¡Nunca más tendré que sufrir
la vergüenza de seguirte como una simple doncella!
¡Deberás cederme el paso en todas partes,
ante mi te inclinarás humildemente!

Pajes y hombres
¿Qué hace esa mujer? ¡Retrocede!
(Empujan a Ortrud hacia atrás, hacia el medio del escenario)

Elsa
¡En nombre de Dios! ¿Qué es esto que veo ante mi?
¿Por qué has cambiado tan repentinamente?

Ortrud
¿Tan solo porque olvidé mi valía durante una sola hora,
crees que debo arrastrarme ante ti?
¡Ahora me atrevo a vengarme de mi sufrimiento,
tengo la intención de redimirme de lo que se me debe!
(Estupor general; la multitud se agita)

Elsa
¡Maldita! ¿Acaso me dejé llevar por tu hipocresía,
tú que sigilosamente te acercaste a mi gimiendo durante la noche?
¿Cómo puedes con tanta arrogancia exigir que te ceda el paso a ti
esposa de un hombre condenado por Dios?

Ortrud
(Fingiendo un gran dolor)
Quizás un juicio falso haya desterrado a mi marido,
pero su nombre fue siempre honrado en toda esta tierra;
antes era llamado Aquél de la más alta virtud,
su valiente espada era conocida y temida.
Más. Tu esposo, dime, ¿quién de aquí le conoce?
¡Incluso tú eres incapaz de decir su nombre!

Hombres
¿Qué dice? ¡Ay! ¿qué es lo que proclama?

Mujeres y Pajes
¡Blasfemia!

Hombres
¡Silenciadle esa boca!

Ortrud
¿Puedes decirlo, puedes decirnos
si desciende de un linaje digno y noble?
¿O de dónde te lo trajeron las aguas,
cuándo te abandonará y a dónde irá?
¡No, no puedes! Pues si pudieras le causarías un gran dolor…
¡Por ello el astuto caballero te prohibió que le hicieras la pregunta!

Hombres, Mujeres y Pajes
¡Ay! ¿Dice la verdad? ¡Qué acusaciones tan terribles!
¡La ultraja! ¿Cómo se atreve?

Elsa
(Después del susto inicial, recobra la compostura)
¡Blasfema! ¡Ruin!
¡Oye la respuesta que voy a darte!
Tan puro y noble es su ser,
tan virtuoso es el distinguido hombre
que aquél que dude de su misión,
será perseguido por la eterna desgracia!

Hombres
¡Cierto! ¡Cierto!

Elsa
¿Acaso mi digno campeón, con la ayuda de Dios,
no venció a tu esposo en el combate?
(Dirigiéndose a las gentes)
Decidme, todos los presentes,
¿cuál de los dos es inocente?

Hombres
¡Sólo él! ¡Sólo él!
¡Sólo tu campeón!

Mujeres y Pajes
¡Sólo tu campeón!

Ortrud
¡Ah, la inocencia de tu campeón
pronto se vería manchada
si tuviera que hablar de la magia
que le concede tal poder!
¡Si no te atreves a preguntárselo,
con todo derecho creeremos
que incluso a ti te atormenta la preocupación,
que su inocencia no es lo que parece!

Mujeres
(Apoyando a Elsa)
¡Ayudémosla a vence el odio de esta despreciable mujer!

(La puerta del palacio se abre, los cuatro trompeteros salen y hacen sonar la llamada)

Hombres
(Mirando hacia el fondo)
¡Abrid paso! ¡Abrid paso! ¡El Rey se acerca!

(El Rey, Lohengrin y los condes y nobles sajones han salido del palacio con gran ceremonia; la procesión se ve interrumpida por los disturbios del primer plano)

Brabanzones
¡Gloria! ¡Gloria al Rey!
(El Rey y Lohengrin se abren paso a la fuerza entre los disturbios del primer plano)
¡Gloria al Protector de Brabante!

El Rey
¿Qué es esta disputa?

Elsa
(Corres hacia Lohengrin muy agitada)
¡Mi Señor! ¡Oh, mi Amo!

Lohengrin
¿Qué es lo que ocurre?

El Rey
¿Quién osa interrumpir la procesión hasta la iglesia?

El séquito del Rey ¿Qué es esta disputa que hemos oído?

Lohengrin
(Al ver a Ortrud)
¿Qué es lo que veo? ¿Esa impía mujer está junto a ti?

Elsa
¡Mi salvador! ¡Protegedme de esta mujer!
¡Regañadme si os he desobedecido!
La vi compadeciéndose ante este portal
y le di cobijo para que así pudiera olvidarse de su desgracia.
Ahora, mirad con que terrible recompensa me paga por mi bondad:
¡me regaña por confiar demasiado en vos!

Lohengrin
(Mirando a Ortrud fijamente, maldiciéndola; ella se ve incapaz de moverse)
¡Tú, mujer temible, aléjate de su lado!
¡Nunca lograrás vencer aquí!
(Volviéndose a Elsa con dulzura)
Dime Elsa,
¿consiguió envenenar tu corazón?
(Llorando, Elsa baja la cabeza; Lohengrin se la levanta y señala con el dedo la iglesia)
¡Ven derrama esas lágrimas ahí dentro de felicidad!
(Se vuelve y conduce la procesión hacia la iglesia; todos se preparan para seguirle en orden)

Friedrich
(Aparece en los escalones de la iglesia; las mujeres y los pajes retroceden horrorizados cuando le reconocen)
¡Oh Rey! ¡Príncipes seducidos por el engaño! ¡Deteneos!

El Rey
¿Qué es lo que quiere?

Hombres
¿Qué es lo que quiere
¡El maldito! ¡Vete de aquí!

Friedrich
¡Escuchadme!

Hombres
¡Fuera! ¡Vete!

El Rey
¡Vete! ¡Fuera de aquí!

Hombres
¡O morirás sin remedio!

Friedrich
¡Escuchadme pues me habéis causada una gran injusticia!

El Rey
¡Fuera!

Hombres
¡Fuera! ¡Vete de aquí!

Friedrich
¡El juicio por combate fue una difamación, un engaño!
¡Habéis sido engañados con la astucia de la magia!

El Rey
¡Atrapad a ese desgraciado!

Hombres, Mujeres y Pajes
¡Atrapad a ese desgraciado!
¡Escuchadle! ¡Blasfemia!

(Corren hacia él por todas direcciones)

Friedrich
(Haciendo un esfuerzo desesperado para que le oigan, mantiene los ojos fijos en Lohengrin e ignora a la gente que le empuja)
¡A Ese al que veo ante mi lleno de esplendor
acuso de magia!
(Los que lo empujan se quedan asombrados, por esas palabras y al final empiezan a escucharle)
¡Que el poder que ha conseguido gracias a la astucia
se esparza como el polvo ante el aliento de Dios!
¡Con cuanto ligereza procedisteis a llevar a cabo un juicio
que me robó de mi honor,
pues no le hicisteis una pregunta
cuando se presentó al combate!
Ahora no podréis evitar esa pregunta,
pues yo se la haré:
(Tomando una postura dominante)
¡Su nombre, rango y honor
le pido que revele ante todos los presentes!
(La multitud se agita, llena de estupor)
¿Quién es este hombre que llegó hasta nuestra orilla,
conducido por un cisne silvestre?
¡Considero un engaño la pureza de aquél
que se sirve de tan mágicas criaturas!
Ahora deberá responder a la acusación;
si pude hacerlo, ello demostrará que recibí un castigo justo…
pero si no puede, veréis
¡que si inocencia no es lo que parece!
(Llenos de estupor y a la expectativa, todos miran a Lohengrin)

Hombres, Mujeres, el Rey y Pajes
¡Qué duras acusaciones!
¿Cómo podrá responder a ellas?

Lohengrin
¡No tengo porqué quedarme aquí y justificarme ante ti
quien tanto olvidó su propio honor!
¡Puedo rechazar las dudas del malvado para que la inocencia
nunca sucumba ante ellas!

Friedrich
¡Ya que no me considera digno,
apela a vos vuestra Majestad!
¿Acaso podrá decir que vos sois también innoble
y negarse a responder a vuestra pregunta?

Lohengrin
¡Sí, puedo rehusar incluso al Rey
y al más alto consejo del príncipes!
¡El peso de la duda no tendrá que soportar
pues vieron mi buena acción!
Sólo a una persona he de responder:
Elsa…

(Se detiene consternado al volverse a Elsa y ver que, con el corazón angustioso, está mirando fijamente lo que hay ante ella, atormentada por una lucha interna)

¡Elsa! ¡Cómo tiemblas!

El Rey, Hombres, Mujeres y Pajes
¿Qué secreto esconde el caballero?

Ortrud y Friedrich
¡La veo atormentada y pensativa;
la duda se agita en su pecho!

Lohengrin
¡La veo atormentada y pensativa!

El Rey, hombre, Mujeres y Pajes
¡Si ha de causarle tanta angustia, que su boca guarde el secreto!

Friedrich y Ortrud
¡La duda se agita en su pecho!

Lohengrin
¿Acaso la ha seducido la lengua embustera del odio?

Elsa
(Sin darse cuenta de lo que pasa a su alrededor, mirando al frente)
El secreto que guarda le traería la desgracia si lo revelara a todos los presentes;
¡qué desagradecida y desgraciada sería si traicionara a mi salvador
forzándole a revelarlo!

Mujeres y Pajes
¡Si ha de causarle a ella tanta angustia
que su boca guarde el secreto!

El Rey
¡Si ha de causarle su angustia
¡que su boca guarde el secreto!

Lohengrin
¡La veo atormentada y pensativa!

Ortrud y Friedrich
¡La veo atormentada y pensativa!

Lohengrin
¡Oh Cielos, proteged su corazón de peligros!
¡Que la inocente nunca se vea atormentada por la duda! etc.

El Rey y Hombres
¡Protegeremos al noble de todo peligro!
Nos demostró su valía con sus actos… etc.

Elsa
¡Si supiera su destino, lo guardaría en secreto!
Sin embargo, mi corazón está atormentado con la duda… etc.

Ortrud y Friedrich
¡Está vencido, vencido está el caballero
que me causó desgracia al venir a esta tierra,
está vencido en cuanto se le haga la pregunta! etc.

Mujeres y Pajes
¡Si ha de causarle a ella tanta angustia que su boca guarde el secreto! etc.

El Rey
¡Gran héroe, responded con osadía al infiel!
¡Sois demasiado noble para rehuir sus acusaciones!

Nobles sajones y Brabanzones
(Acercándose a Lohengrin)
¡Estamos con vos, nunca nos arrepentiremos
de haberos reconocido como a un verdadero héroe!
¡Danos la mano! ¡Fielmente creemos
que vuestro nombre es noble, incluso si jamás es nombrado!

Lohengrin
¡Vosotros caballeros no os arrepentiréis de haber creído en mí,
incluso si mi nombre y origen nunca son nombrados! etc.

(Los hombres forman un círculo alrededor de Lohengrin, el cual les da la mano a todos. Cuando se dirigen hacia el fondo, Friedrich se abre camino junto a Elsa. Llena de preocupación, confusión, y vergüenza aún no se ha atrevido a mirar a Lohengrin; y todavía luchando consigo misma, se queda sola en un primer plano)

Friedrich
(Inclinándose a Elsa)
¡Confía en mí! ¡Permíteme que te explique
la manera de asegurarte!

Elsa
(Espantada, pero con suavidad)
¡Aléjate de mí!

Friedrich
¡Déjame que le arranque tan solo una pequeña parte de su cuerpo,
la yema del dedo, y os juro
que aquello que guarda en secreto veréis con claridad,
y debiéndoos fidelidad, nunca se separará de vos!

Elsa
¡Ha! ¡Nunca!

Friedrich
Estaré cerca de vos esta noche…
sólo tenéis que llamarme y se llevará a cabo rápidamente y sin dolor.

Lohengrin
(Acercándose rápidamente al primer plano)
Elsa ¿con quién hablas?
(Elsa, con una expresión de dolorosa y desesperada duda, le da la espalda a Friedrich y se echa a los pies de Lohengrin, en completa desesperación, Lohengrin se vuelve hacia Ortrud y Friedrich)
¡Apartaos de ella, malditos!
¡Que nunca más os vuelva a ver cerca de ella!
(Friedrich hace un gesto de amarga ira)
¡Elsa, levántate! ¡En tus manos,
en tu devoción se halla la promesa de felicidad!
¿Acaso la fuerza de la duda no te deja en paz?
¿Deseas hacerme la pregunta?

Elsa
(Profundamente agitada y en un estado de confusión y vergüenza)
¡Mi liberador quien me trajo la salvación!
¡Mi caballero, ante el cual debo desvanecerme!
Por encima de la fuerza de toda duda
se halla mi amor.
(Se deja caer sobre su pecho. Se oye la música del órgano desde la iglesia).

Lohengrin
¡Gloria a ti, Elsa!
¡Vayamos ahora antes Dios!

Hombres
¡Mirad, él es el enviado de Dios!

Mujeres y Pajes
¡Gloria! ¡Gloria! ¡Gloria!

(Lohengrin solemnemente conduce a Elsa por entre los nobles hacia el Rey. Mientas pasan, los hombres respetuosamente les abren paso).

Hombres
¡Gloria! ¡Gloria a vosotros!
¡Gloria, Elsa de Brabante!
(Conducidos por el Rey, Lohengrin y Elsa caminan despacio hacia la iglesia)
¡Que Dios os bendiga mientras avanzáis! etc.

Hombres, Mujeres y Pajes
¡Gloria a ti, virtuosa!
¡Gloria, Elsa de Brabante!
¡Gloria a ti!

(Cuando el Rey llega al último escalón junto con la pareja, Elsa se gira emocionadamente hacia Lohengrin, y él la toma en sus brazos. Mientras se abrazan, Elsa mira con aprensión hacia la derecha y ve a Ortrud quien ha alzado el brazo como si estuviera segura de su victoria. Elsa se alarma y aparta la vista. Conducidos por el Rey, Lohengrin y Elsa entran en la iglesia).


 

PRELUDIO

ACTO III

Escena primera
(La música introductoria representa el suntuoso esplendor de un banquete nupcial. La habitación nupcial; en el centro la cama nupcial ricamente adornada; un diván bajo el ventanal; la música llega de detrás del escenario; el canto se oye primero en la distancia y después se va acercando)

Canción nupcial de Hombres y Mujeres
¡Fielmente conducidos, acercaros
al lugar donde la bendición del amor siempre estará con vosotros!
¡El valor triunfante, recompensa del amor,
se os une en fidelidad como la más feliz de las parejas!
¡Campeón de la juventud, avanzad!
¡Joya de la juventud, avanzad!
Dejad ahora el esplendor del banquete nupcial,
y entregares a los placeres del corazón!

(Las puertas de la izquierda y derecha del fondo se abren; las mujeres salen de la derecha llevando a Elsa; los hombres salen de la izquierda con el Rey, acompañando a Lohengrin. Los siguen los pajes que llevan las antorchas)


Esta habitación de dulce aroma, preparada par el amor,
ahora os cobijará, lejos del esplendor.
¡Fielmente conducidos, acercaros al lugar
donde la bendición del amor siempre estará con vosotros!
¡El valor triunfante, recompensa del amor,
se os une en fidelidad como la más feliz de las parejas!

(Las dos procesiones se unen en el centro del escenario y las mujeres llevan a Elsa hasta Lohengrin; se abrazan y se quedan en el centro. Los pajes le quitan a Lohengrin su suntuosa capa antes de quitarle la espada que colocan en el diván; las mujeres, por su parte, le quitan a Elsa la capa. Mientras tanto ocho mujeres despacio rodean a Lohengrin y Elsa).

Ocho Mujeres
(Después de caminara su alrededor)
¡Tal como Dios os bendijo con felicidad,
así nosotras os bendecimos con alegría!
(Vuelven a dar otra vuelta)
¡Vigilados por la felicidad del amor,
recordad durante mucho tiempo este momento!

(El Rey abraza y bendice a Lohengrin y Elsa. El paje da la señal para que todos salgan. La procesión vuelve a formarse, y mientras cantan la canción siguiente, pasan junto a los recién casados: los hombres salen por la derecha, las mujeres por la izquierda)

Canción Nupcial
¡Fielmente conducidos, quedaros en el lugar
donde la bendición del amor siempre estará con vosotros!
¡El valor triunfante, amor y felicidad
se os unen en fidelidad como la más feliz de las parejas!
¡Campeón de la juventud quedaros aquí!
¡Joya de la juventud, quedaros aquí!
¡Dejad ahora el esplendor del banquete nupcial
y entregaros a los placeres del corazón!
Esta habitación de dulce aroma, preparada apara el amor,
ahora os cobijará, lejos del esplendor.
(Las dos procesiones abandonan el escenario. Los últimos pajes cierran las puertas al salir. El canto va perdiéndose en la distancia)
¡Fielmente conducidos, quedaros en el lugar,
donde la bendición del amor siempre estará con vosotros!
¡El valor triunfante, amor y felicidad
se os unen en fidelidad como la más feliz de las parejas!

(Cuando las procesiones han salido, Elsa se echa al pecho de Lohengrin, llena de felicidad. Mientras el canto se va oyendo cada vez menos. Lohengrin se sienta en el diván que hay junto a la ventana y con ternura acerca a Elsa hacia sí).

Lohengrin
Apenas se oye ya la dulce canción, estamos solos,
solos desde la primera vez que nos conocimos.
Ahora estamos apartados del mundo,
nadie podrá oír los saludos de nuestros corazones.
¡Elsa, esposa mía! ¡Dulce y pura esposa!
¡Dime ahora si eres feliz!

Elsa
¡Qué poco sensible sería que dijera que sencillamente soy feliz,
cuando me abarca una dicha celestial!
¡Cuando noto que mi corazón se entrega a vos,
respiro los placeres que sólo Dios concede;
cuando noto que mi amor se entrega a vos,
respiro los placeres que sólo Dios concede!

Lohengrin
¡Si, oh hermosa, puedes decir que eres feliz,
a mi también me llenas de esa dicha celestial!
Cuando noto que mi corazón se entre a ti,
respiro los placeres que sólo Dios concede;
cuando noto… etc.

Elsa
Cuando noto… etc.

Lohengrin
¡Cuán noble es la naturaleza de nuestro amor!
Aunque nunca nos habíamos conocido, nos sentíamos el uno al otro;
yo fui escogido para ser tu paladín,
el amor me abrió camino hacia ti:
tus ojos me dijeron que eras libre de culpa…
su semblante me empujó a servir tu gracia.

Elsa
Más yo ya os había visto
pues ante mí aparecisteis en un sueño maravilloso;
cuando a la hora del alba os vi de pie junto a mí,
supe que habías venido siguiendo el consejo de Dios.
Quise fundirme ante vuestra mirada,
como un riachuelo quise rodear vuestros pies,
como una flor de dulce aroma en medio de la pradera,
para inclinarme llena de dicha a vuestros pies.
¿Es esto sólo amor? ¡Cómo debo llamar
esta palabra, tan imposiblemente divina
de expresar como vuestro nombre… el cual yo, ¡ay de mí! Quizás nunca llegue a saber,
el cual quizás no llegue nunca a pronunciar para llamar al que más adoro!

Lohengrin
¡Elsa!

Elsa
¡Qué dulce suena mi nombre en vuestros labios!
¿No me concederíais el poder oír el bello sonido del vuestro?
Tan sólo cuando seamos conducidos a la tranquilidad del amor,
vos permitiréis que mis labios lo pronuncien.

Lohengrin
¡Mi querida esposa!

Elsa
Completamente solos, mientras todos duermen;
¡nunca será pronunciado ante los oídos del mundo!

Lohengrin
(Abrazándola con amor y señalando por la ventana el jardín lleno de flores)
¿No te llegan las dulces fragancias?
¡Qué deliciosamente deleitan los sentidos!
De forma misteriosa se acercan por el aire
y sin dudarlo me entrego a su fragancia.
Así fue la magia que me unió a ti
la primera vez que te vi, oh hermosa;
no sentí la necesidad de preguntarse de dónde eras,
mis ojos te vieron… y mi corazón lo comprendió en seguida.
Tal y como estas fragancias embriagan mis sentidos,
aunque lleguen a través de la noche enigmática,
así me embrujó tu inocencia,
a pesar de haberte hallado culpada de un gran crimen.

Elsa
(Ocultando se vergüenza abrazándolo con fuerza)
¡Oh, si sólo pudiera demostrar que soy digna de vos,
querría poder hacer algo más, que no simplemente fundirme ante vos!
¡Si un servicio pudiera unirme a vos,
si pudiera verme a mi misma sufrir por vos!
¡Igual que vos me hallasteis acusada de un gran crimen,
así quisiera yo saber que me necesitáis;
con coraje llevaría un peso
si supiera de algún problema que os amenaza!
¿Es esta la naturaleza del secreto
que vuestros labios guardan ante el mundo?
¿Quizás os aguarde la desgracia
si lo reveláis al mundo entero?
¡Si así fuera y si yo lo supiera,
si lo tuviera en mi poder,
ninguna amenaza me lo arrancaría jamás,
pues por vos estaría dispuesta a morir!

Lohengrin
¡Mi amada!

Elsa
¡OH, hacedme orgullosa con vuestra confianza
para que no parezca totalmente indigna!
¡Dejadme saber vuestro secreto,
para que pueda ver con claridad quien sois!

Lohengrin
¡Ay, calla, Elsa!

Elsa
¡Revelad vuestra noble dignidad
a mi devoción!
¡Decidme sin remordimiento de dónde venís…
y dejadme demostraros el poder del silencio!

Lohengrin
(Con expresión seria y grave, se aparta y baja unos escalones)
Ya tienes que agradecerme la más grande confianza,
pues creí a ciegas el juramento que me hiciste,
¡si nunca dudas ante una orden mía,
te consideraré por encima de todas las demás mujeres!
(Volviéndose hacia Elsa, le habla con dulzura)
¡Ven a mí, oh dulce y pura!
¡Quédate junto a mi corazón ardiente,
para que los ojos en los que vi toda mi felicidad
puedan brillar sobre mí, con ternura!
¡Oh, permíteme que en un dulce éxtasis
respire con tu aliento:
¡Oh, déjame que te abrace con fuerza
para que pueda ser feliz junto a ti!
Tu amor debe ser la recompensa
más alta por lo que dejé atrás por ti;
ningún destino del mundo de Dios
pudo ser más noble que el mío.
Si el Rey me ofreciera su corona,
con razón la rechazaría.
¡La única recompensa por mi sacrificio
es tu verdadero amor!
¡Así pues, te pido que borres toda duda de tu mente
para que tu amor sea mi orgullosa recompensa!
¡Pues no vengo de la oscuridad y del sufrimiento,
vengo del esplendor y del placer!

Elsa
¡Oh Dios! ¿Qué es lo que oigo?
¿Qué prueba me habéis dado?
¡Quisisteis encantarme,
y ahora la desgracia es mi destino!
¡El destino que dejasteis atrás
era vuestra mayor felicidad;
vinisteis a mí desde un lugar de placeres,
y anheláis volver allí!
¿Cómo puedo yo, pobre desgraciada, creer
que mi devoción os podrá satisfacer jamás?
¡El día llegará en el que me veré privada de vos,
porque os arrepentiréis de vuestro amor por mí!

Lohengrin
¡No te atormentes de esta manera!

Elsa
¡Eres tú el que me atormenta!
¿Acaso he de contar los días
que os quedaréis junto a mi?
La preocupación de pensar cuánto tiempo os quedaréis,
me sacará el color de las mejillas…
¡después os alejaréis de mí,
y yo permaneceré aquí llena de desgracia!

Lohengrin
¡Tu encanto nunca desaparecerá
si no te dejas abrumar por la duda!

Elsa
Ay ¿qué poder tengo yo
para hacer quedaros?
Vuestro ser está lleno de magia,
un milagro os trajo hasta aquí,
¿cómo puede tener la esperanza de ser feliz,
cómo puede estar segura de vos?
En un estado de agitación, se para, como si estuviera escuchando)
¿No habéis oído nada? ¿No habéis oído como si alguien se acercara?

Lohengrin
¡Elsa!

Elsa
¡Ah no!
(Mirando al frente)
¡Sí, ahí… el cisne…, el cisne!
Ahí llega, nadando a través de las aguas…
¡Vos le habéis llamado… trae la barca!

Lohengrin
¡Elsa! ¡Para! ¡Pon fin a esta locura!

Elsa
¡Nada puede traerme la paz,
nada puede separarme de mi locura,
excepto… incluso si ha de costarme la vida…
saber quién sois!

Lohengrin
¡Elsa! ¿Qué osas decir?

Elsa
¡Noble maldito!
¡Oid la pregunta que debo haceros!
¡Decidme vuestro nombre!

Lohengrin
¡Para!

Elsa
¿De dónde llegasteis?

Lohengrin
¡Desgraciada seas!

Elsa
¿Cuál es vuestra procedencia?

Lohengrin
¡Desgraciados seamos! ¿Qué has hecho?

Elsa
(Se halla delante de Lohengrin, el cual le da la espalda a la habitación, y ve a Friedrich y sus cuatro hombres aparecer por la puerta de atrás con ñas espadas desenvainadas)
¡Salvaos! ¡Vuestra espada! ¡Vuestra espada!

(Rápidamente le pasa a Lohengrin la espada que está en el diván, ella la sostiene por la vaina, así que él puede desenvainar con facilidad. Friedrich se acerca con la espada en alto y Lohengrin le mata de un solo golpe. Los nobles horrorizados tiran las espadas, corren hacia Lohengrin y caen de rodillas ante él. Elsa, quien se ha echado contra el pecho de Lohengrin, se deja caer poco a poco al suelo, desmayada)

Lohengrin
(Sólo queda él de pie)
¡Desgraciada, toda tu felicidad ha acabando!
(Se inclina hacia Elsa, con suavidad la levanta y la pone en el diván)

Elsa
(Abriendo los ojos)
¡Dios eterno, apiádate de mí!

(Empieza a romper el alba; las velas están a punto de acabarse. Lohengrin hace una señal a los cuatro nobles y éstos se ponen en pie)

Lohengrin
¡Llevad al muerto ante el Rey para que pueda ser juzgado!

(Los nobles recogen el cadáver de Friedrich, y salen por una puerta del fondo. Lohengrin tira de una campana de llamada y cuatro mujeres entran por la izquierda)

Lohengrin
(A las mujeres)
¡Adornad a Elsa, mi querida esposa, preparadla,
para que sea conducida ante el Rey!
¡Allí responderé a sus preguntas
para que así sepa el origen de su esposo!

(Con una expresión de triste solemnidad, desaparece por la puerta de la derecha. Las mujeres se llevan a Elsa, quien es incapaz de moverse, por la izquierda. El cielo del alba se va iluminando; las velas ya se han apagado. En el patio, los mensajeros hacen sonar las trompetas)

Escena segunda
(La pradera junto al Escalda, igual que en el Acto I. El alba poco a poco de paso a plena luz.
Un conde con su séquito de soldados aparece por la derecha, desmonta del caballo y le pasa las riendas a un siervo. Dos pajes le traen su escudo y su lanza. Clava su estandarte en el suelo y sus soldados se colocan a su alrededor.
Cuando el segundo conde aparece, se oyen las trompetas que anuncian la llegada de un tercero.
Un tercer conde aparece con sus soldados. Éstos también se colocan alrededor de su estandarte; los condes y nobles se saludan los unos a los otros antes de examinar y alabar sus respectivas armas, etc. Un cuarto conde aparece con su séquito por la derecha, y se coloca en el centro, hacia la parte de atrás. Cuando se oyen las trompetas del Rey por la izquierda todos corren a sus estandartes. El Rey junto a la leva de sajones entran por la izquierda).

Todos los hombres
(Mientras el Rey se acerca al roble)
¡Gloria Rey Heinrich! ¡Rey Heinrich, Gloria!

Rey Heindrich
¡Os doy las gracias, buenos hombres de Brabante!
¡De cuánto orgullo se llenará un corazón
si en cada acre de tierra germana
hallo tropas tan numerosas y poderosas!
Dejad que el enemigo del Imperio se acerque,
a él nos enfrentaremos con coraje:
¡desde sus yermas tierras del Este,
nunca más se atreverá a atacar!
¡La espada germana para el suelo germano!
¡Así demostraremos el poder del Imperio!

Todos los hombres
¡La espada germana para el suelo germano!
¡Así demostraremos el poder del Imperio!

El Rey
¿Dónde se halla ahora aquél que Dios ha enviado,
para hacer una grande y gloriosa Brabante?

(Se produce un tumulto entre la multitud; los cuatro nobles brabanzones, traen en un féretro el cuerpo de Friedrich, y lo depositan en el centro del escenario. La gente se mira entre sí, preguntándose qué ocurre).

Hombres
¿Qué es lo que traen? ¿Qué significa esto?
¡Son los hombres de Telramund!

El Rey
¿A quién nos habéis traído hasta aquí? ¿Qué es lo que voy a ver?
¡Vuestra presencia me llena de terror!

Los cuatro nobles
¡Este es el deseo del Protector de Brabante;
él os dirá quién es!

(Elsa aparece, seguida del un largo séquito de mujeres; tiembla al caminar mientras cruza el escenario)

Hombres
¡Mirad, Elsa la virtuosa se acerca!
¡Qué pálida y melancólica parece!

El Rey
(Acercándose a Elsa y llevándola a un asiento delante del suyo)
¡Qué triste pareces!
¿Acaso esta partida os afecta tan profundamente?

(Elsa intenta levantar la vista, pero no puede. Se produce un tumulto en el fondo)

Unos Hombres
¡Abridle paro al héroe de Brabante!

(Lohengrin, con las mismas armas que llevaba en el Acto I, aparece solo y se acerca grave y solemnemente al primer plano)

Todos los hombres
¡Gloria al héroe de Brabante!
¡Gloria! ¡Gloria!

El Rey
(Después de volver a su asiento bajo el roble)
¡Gloria a tu llegada, digno caballero!
Aquellos a los que fielmente llamasteis a la guerra,
os aguardan, ávidos de lucha,
seguros de que les llevaréis a la victoria.

Hombres
Os aguardamos, ávidos de lucha,
seguros de que nos llevareis a la victoria.

Lohengrin
¡Mi señor y rey, escuchad lo que os digo:
¡a estos hombres valientes a los que he convocado
no puedo conducir a la batalla!

(Todos expresan su consternación)

El Rey y los Hombres
¡Que Dios nos asista!
¡Qué palabras tan crueles!

Mujeres
¡Que Dios nos asista!

Lohengrin
No he venido aquí como compañero de armas;
¡ahora escuchad mi querella ante todos vosotros!
(Destapa el cuerpo de Friedrich; todos apartan la vista con horror)
En primer lugar, os traigo una queja
y os pido que hagáis justicia:
este hombre me atacó durante la noche,
decidme si tenía derecho a matarlo.

El Rey y los Hombres
(Con solemnidad, estiran los brazos hacia el cadáver)
¡Igual que vuestra mano acabó con su vida en la tierra,
así Dios le castigará en el Cielo!

Lohengrin
En segundo lugar, oiréis otra acusación:
¡ante todos los presentes declaro
que la mujer a la que Dios convirtió en mi esposa,
se ha dejado seducir para traicionarme!

Hombres
¡Elsa! ¿Cómo ha podido ocurrir?
¿Cómo has podido hacer una cosa así?

El Rey
¡Elsa! ¿Cómo has podido hacer una cosa así?

Mujeres
(Mirando a Elsa, con reproche)
¡Maldita seas, Elsa!

Lohengrin
¡Todos la oísteis prometerme
que nunca me preguntaría quién soy!
¡Más, ahora, ha roto su solemne juramento,
su corazón ha sucumbido a pérfidos consejos!
(Todos expresan su profunda consternación)
Para que pueda poner fin al gran tormento de sus dudas,
no ocultaré ya más la respuesta:
Con razón me negué a ceder a las súplicas del enemigo,
pero ahora debo revelar mi nombre y procedencia.
(Su semblante se transfigura aún más)
Juzgad ahora si he de apartarme de la luz del día:
ante todos los presentes, ante el Rey y el Imperio,
ahora revelaré con toda mi secreto.
(Irguiéndose)
¡Oid ahora si mi nobleza es tan alta como la vuestra!

Hombres
¿Qué es esto tan increíble que he de saber ahora?
¡Oh, ojalá no se viera forzado a declararlo!

El Rey
¿Qué es lo que he de saber?
¡Oh, ojalá no se viera forzado a declararlo!

Lohengrin
(Mirando al frente, completamente transfigurado)
En una tierra lejana, inaccesible para vosotros,
hay un castillo conocido como Montsalvat,
en él hay un templo lleno de luz,
lo más bello del mundo;
en ese templo, hay un cáliz de maravillosa bendición
el cual es vigilado como una santa reliquia:
para que los hombres más puros pudieran guardarlo,
una hueste de ángeles lo trajo allí;
cada año, una paloma desciende de los Cielos,
para reforzar su maravilloso poder:
Se llama el Grial, y la fe más pura y más bendita
se concede a través de él a la Hermandad de Caballeros.
Aquél que es elegido para servir al Grial,
se le otorga su poder sobrehumano;
las flechas del demonio se ven incapaces de atravesarle,
una vez lo ha visto, la sombra de la muerte le abandona.
Incluso aquél que es enviado por él a tierras lejanas,
como defensor de la virtud,
no se verá privado de su santo poder,
siempre que, como su caballero,
permanezca allí sin que nadie le reconozca.
La bendición del Grial es tan maravillosa,
que cuando se revela, rehuye a los no iniciados.
Así pues, ningún hombre debe dudar del caballero,
pues si es reconocido tendrá que abandonarlos.
¡Ahora, oid cómo recompenso la pregunta prohibida!
Fui enviado a vosotros por el Grial:
mi padre Parzival lleva su corona,
yo, su caballero… me llamo Lohengrin.

El Rey, hombre y mujeres
¡Oírle demostrar así su sagrado origen,
hace que mis ojos derramen lágrimas de bendita alegría!

Elsa
(Devastada)
¡Me faltan las fuerzas! ¡Qué oscuridad más horrible!
¡Me ahogo! ¡Me falta el aire, qué desgraciada soy!
(Está a punto de desmayarse cuando Lohengrin la coge en sus brazos)

Lohengrin
¡Oh, Elsa! ¿Qué me has hecho?
Cuando te vi por primera vez,
me sentí abrumado de amor por ti,
y pronto reconocí una nueva clase de felicidad:
el noble poder, la maravilla de mi origen,
la fuerza que me concede mi secreto,
todas estas cosas quería dedicar a servir al más puro de los corazones:
¿por qué me forzaste a revelar mi secreto?
¡Ahora, ay de mí, he de abandonarte!

Hombres y mujeres, el Rey
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí!

Elsa
¡Esposo mío! ¡No!
¡No permitiré que abandones este lugar!
¡Quédate para así poder dar testimonio de mi arrepentimiento! etc.

Lohengrin
¡Debo irme! ¡Debo irme! ¡Mi dulce esposa!

Hombres y Mujeres
¡Ay de mí!

Elsa
No debes huir de mi amargo arrepentimiento,
¡ante ti me tienes para que puedas castigarme!

Mujeres
¡Ay de mí, ahora ha de abandonarte!

Elsa
¡Ante ti me tienes para que puedas castigarme!

Lohengrin
¡Debo irme! ¡Debo irme! ¡Mi dulce esposa!

Hombres y mujeres, el Rey
¡Ay de mí! ¡Oh, ay de mí! ¡Debes abandonarnos,
noble enviado de Dios!
Si la bendición del Cielo nos abandona,
¿dónde hallaremos consuelo cuando te hayas ido?
¡Desgraciados somos! ¡Quédate!
¡Si la bendición del Cielo nos abandona… etc.

Elsa
¡Si realmente eres tan divino como creo,
no le niegues a tu corazón la misericordia de Dios!
¡Si esta atormentada mujer expira su gran pecado con misericordia,
no permitas que tu graciosa presencia la abandone!
¡No me repudies por grande que sea mi crimen!
¡No me abandones, oh, no me abandones, a mi la más desgraciada de las mujeres! etc.

Lohengrin
¡El Grial ya está enfadado porque aún no he vuelto!
¡Debo irme! ¡Debo irme!
¡Sólo hay un castigo por tu crimen!
¡Ay de mí! ¡yo, como tú, siento su cruel dolor!
Debemos separarnos, apartarnos el uno del otro:
¡este ha de ser el castigo, esta la expiación!
(Elsa cae de espaldas con un grito)

El Rey y todos los hombres
(Rodeando a Lohengrin)
¡Quédate, no abandones este lugar!
¡Tus hombres te esperan, Oh líder!
¡Quédate! etc.

Lohengrin
¡Oídme, oh Rey! ¡No puedo conduciros a la batalla!
¡Si, ahora que el caballero del Grial ha sido reconocido,
demostrara que desobedece yendo a la guerra con vosotros,
se le privaría de toda fuerza humana!
Más, poderoso Rey, oid lo que yo predigo:
¡os aguarda una gran victoria, Oh puro!
¡Nunca, ni tan sólo en el futuro más lejano,
las huestes del Este se alzarán victoriosas contra Germanía!

(Excitación general. Se ve el cisne en el río, tirando de la barca, igual que hacía cuando Lohengrin apareció por primera vez)

Un grupo de hombres
(En el fondo)
¡El cisne! ¡El cisne! ¡El cisne!
¡El cisne! ¡Mirad, vuelve a venir!

El resto de hombres
(En primer plano, dándose la vuelta)
¡El cisne! ¡Mirad, vuelve a venir!

Mujeres
(Junto a Elsa, en primer plano)
¡El cisne! ¡Ay de mí, ya se acerca!

Todos los hombres
¡El cisne se acerca!
(El cisne aparece por la curva del río)

Elsa
(Despertándose de su estado de ensueño, se sienta erguida y mira hacia la orilla del río)
¡Oh, qué horror! ¡El cisne!

(Permanece erguida en su asiento, como petrificada)

Lohengrin
¡El Grial manca llamar a aquél que ya se retarda en volver!

(Todos le miran con gran expectación mientras él se dirige a la orilla; se inclina hacia el cisne y le mira con tristeza)

¡Mi querido cisne!
¡Ay, cuán felizmente te habría evitado
este último y triste viaje!
¡Cuando finalizase un año,
tu servicio habría llegado a su fin…
entonces, liberado del poder del Grial,
te habrías presentado ante mí bajo una forma diferente!
(Destrozado por el dolor, se vuelve hacia Elsa quien se halla en primer plano)
¡Oh, Elsa! ¡He anhelado tanto
poder pasar tan solo un año de felicidad junto a ti!
¡Entonces tu hermano, al que creías muerto, habría vuelto,
acompañado de la bendita escolta del Grial!
(Todos muestran su desconcierto. Lohengrin entrega a Elsa su cuerno, su espada y su anillo)
Cuando vuelva a casa, yo ya estaré muy lejos;
entrégale este cuerno, esta espada y este anillo.
¡El cuerno le traerá ayuda cuando se halle en peligro,
la espada le traerá la victoria en la salvaje batalle,
pero el anillo hará que me recuerde a mí,
aquél que una vez te liberó de la vergüenza en tu hora de necesidad!
(Besa a Elsa varias veces, y ella se ve incapaz de hablar)
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós mi dulce esposa!
¡Adiós! ¡El Grial se enfadará conmigo si me entretengo aún más!
¡Adiós! ¡Adiós!

(Elsa ha estado agarrándose a Lohengrin; al final le deja ir y se deja caer entre las mujeres; Lohengrin la deja con ellas y sale corriendo en dirección a la orilla)

El Rey, hombres y mujeres
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Tú, hombre noble y distinguido!
¡Que terrible tormento nos causas!

Ortrud
(Se acerca al primer plano, haciendo gestos de júbilo)
¡Vete a casa! ¡Vete a casa, caballero orgulloso,
para que yo pueda decirle con alegría a la muchacha
quién fue el que te trajo en la barca!
Por la cadena que le puse alrededor del cuello
he reconocido con claridad a ese cisne:
¡es el heredero de Brabante!

Todos
¡Ay!

Ortrud
(A Elsa)
¡Gracias por hacer que el caballero nos abandone!
Ahora el cisne lo conducirá a su hogar:
si el héroe se hubiera quedado más tiempo,
¡habría liberado también al hermano!

Hombres
¡Odiosa mujer! ¡Ay qué crimen
has confesado con tu insolente desdeño!

Mujeres
¡Odiosa mujer!

Ortrud
¡Aprended ahora cómo se vengan los dioses,
a los que ya no adoráis!

(Permanece inmóvil, en éxtasis)
(Lohengrin, que ha llegado a la orilla del río, ha oído cada palabra de Ortrud; con solemnidad se deja caer de rodillas, rezando en silencio. Todos le observan con tensa expectación. La paloma blanca del Grial desciende y revolotea por encima de la barca. Lohengrin la ve; con una mirada de gratitud salta a bordo y libera al cisne de su cadena, y se hunde bajo las olas. En su lugar
Lohengrin saca a la orilla a un hermoso joven que lleva una armadura de plata brillante… se trata de Gottfried)

Lohengrin
¡Mirad al Duque de Brabante!
¡El será vuestro jefe!

(Cuando Ortrud ve a Gottfried, cae al suelo. Lohengrin salta a la barca y rápidamente es llevado por la paloma que ha cogido la cadena. Elsa, transfigurada en su último instante de alegría, mira a Gottfried quien se acerca e inclina ante el Rey. Todos le miran con alegre asombro; los Brabanzones se arrodillan ofreciéndole homenaje. Gottfried corre a los brazos de Elsa)

Elsa
(Tras un breve instante de éxtasis, vuelve la mirada hacia el río, pero ya no puede ver a Lohengrin)
¡Mi esposo! ¡Mi esposo!

(Vuelve a verse a Lohengrin en la distancia; se halla de pie en la barca con la cabeza inclinada sobre su escudo, lleno de dolor)

Elsa
¡Ay!

El Rey, hombre y mujeres
¡Ay de mí!

(Elsa a la que Gottfried sostiene en sus brazos, poco a poco cae al suelo, sin vida. Se ve a Lohengrin alejándose en la distancia).