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Sígmund
y todos sus hijos fueron mucho mejores que todos los demás
hombres en fuerza, en estatura, en valentía y en todas las
virtudes. Sígurd fue sin embargo el mejor de todos ellos,
y en los antiguos cantos todos lo han llamado siempre el más
excelso de los hombres y el más grande de los reyes guerreros.
La muerte de Sinfiotli.
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Wotan,
besando los ojos de Brünnhilde, le arrebata la divinidad. La walkyria
cae, desvanecida, entre los brazos del dios que la deja con infinita
ternura en el suelo y la cubre con sus armas, por última vez. Mira,
doliente, a su hija; luego, avanza, majestuoso, hasta el centro
del escenario de la Colina Verde y exige la aparición de Loge. Con
los tres golpes de su lanza en la peña, el fuego no se hace esperar
y corre, salvaje y resplandeciente, a rodear la roca que guardará
a la diosa hasta que un héroe la despierte y la convierta en mujer.
Pero habrá de ser un héroe que ignore lo que es el miedo: ¡Jamás
atraviese el fuego quien tema la punta de mi lanza!. Viejas
historias nos hablan de él.
El
nacimiento del héroe
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Siegfried
y Mime. A. Rackham |
Un
brevísimo párrafo en la Frá dauda Sinfjötla (Muerte de Sinfiotli)
de la Edda Mayor nos narra cómo, cuando el
rey Sígmund cayó en la batalla frente a los hijos de Húnding, su
segunda mujer, Hjordis se casó con Alf, primogénito del rey de Dinamarca,
y que en esa corte nació y se crió Sígurd. La Völsunga
Saga es sólo un poco más explícita al respecto y, aunque su
capítulo XIII se titule precisamente: El nacimiento de Sígurd,
repite lo que ya leíamos en la Edda, si bien añade que, empezando
por el rey, todos en la corte admiraban al niño que, allí, creció
rodeado de amor y demostrando todo tipo de virtudes, desde el coraje
hasta la inteligencia. De su educación se encargó un tutor: Regin,
que le enseñó, entre otras muchas cosas, idiomas, buenos modales
y a jugar a los escaques, que dicen que debía de ser algo parecido
al ajedrez. Ya hemos visto (La
seducción y el oro) que Regin es el hermano de Fáfnir:
el que asesina a su padre Hreidmarr para hacerse con el tesoro de
Andvari y se convierte en dragón con el fin de custodiarlo; por
lo tanto, en el Anillo del Nibelungo, el personaje de Mime
corresponde al de Regin en la mayoría de los textos mitológicos
escandinavos. También mencionará a este personaje la Edda Menor
de Snorri, comentando, en el Skáldskaparmál, que, un día,
marchó en busca del rey de Dinamarca para hacerse su herrero y que,
allí, tomó como ahijado a Sígurd Pero volveremos a él más adelante.
En
el citado capítulo de la Völsunga Saga, también aprendemos
que Grani, el famoso caballo de Sígurd, es descendiente de Sleipnir,
el corcel de ocho patas de Odín, y que es el propio dios el que
se lo regaló a su descendiente, apareciendo ante él como un anciano
de larga barba. En la Tetralogía de Wagner, es Brünnhilde la que
regala al héroe su propio caballo, Grane.
Si
tanto las Eddas como la Völsunga Saga nos hablan muy
poco de la infancia de Sígurd, en cambio, una compilación islandesa
de leyendas germánicas, la Thidrek Saga (de mediados del
siglo XIII), ateniéndose muy probablemente a tradiciones orales
y canciones antiguas, nos aporta elementos míticos, desconocidos
en otros textos, que relatan el nacimiento y las primeras andanzas
del héroe del siguiente modo:
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La
maldición de Andvari, von Stassen |
En
venganza por haber rechazado sus proposiciones, el conde Hartvin
acusa a Sisibe, hija del rey Nidung de Hispania y esposa del rey
Sigmund de Tarlungaland, de haber mantenido relaciones ilícitas
con un lacayo. En lugar de condenarla a muerte, se da orden al mismo
Hartvin de cortarle la lengua en el bosque; pero su compañero, el
conde Hermann, le plantea cambiar la lengua de la reina por la de
un perro. Los dos hombres no se ponen de acuerdo y se enzarzan en
una terrible pelea mientras Sisibe da a luz a un hermoso niño. Después
de envolverle en pañales, le mete en una cuna de cristal mientras
Hermann derriba a Hartvin, pero éste, al caer, la golpea, con lo
que se precipita en el río ante el horror de la reina que no tardará
en morir. Una fuerte corriente arrastra la cuna hasta el mar; termina
chocando contra un acantilado y haciéndose pedazos. El niño se echa
a llorar y su llanto es oído por una cierva que le alimentará y
cuidará, durante doce meses, como a uno más de sus cervatillos (el
tema del héroe encontrado y cuidado por un animal es muy recurrente
en todas las mitologías indoeuropeas). Ya que crece y se fortalece
con una asombrosa rapidez, con tan sólo un año aparenta cuatro y
se atreve a adentrarse en el bosque. Allí vive el herrero Mimir,
que hace tiempo que está casado pero no ha podido tener descendencia.
Al ver al niño, decide prohijarlo y le da el nombre de Siegfried.
Éste pronto alcanzará una altura y una fuerza enormes, pero tendrá,
también, un carácter violento, impulsivo y poco sociable que hará
que Mimir intente librarse de él, para lo que le envía al bosque
donde ha planeado que su hermano, el dragón Regin, le dé muerte.
Sin embargo, es Siegfried el que vence al dragón y mata al herrero.
Entonces, se dirige hasta Brunhild, que le revela la historia de
sus verdaderos padres.
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Siegfried.
F. Leeke |
En
este texto, el dragón lleva el nombre de Regin y no el de Fáfnir,
su hermano, como en las tradiciones más conocidas. Recordemos que,
en Wagner, Mime y Fafner, pertenecen a las razas distintas de los
gigantes y los enanos respectivamente, y que Mime será el hermano
de Alberich, el Andvari de los textos nórdicos (a quien Loki arrebata
el oro para compensar a Hreidmarr de la muerte de su hijo Otr, hermano
de Fáfnir y Regin) que, en ellos, no tiene ningún tipo de parentesco
con ningún otro personaje de la historia.
Aceptar
el Destino
Cuatro
cantos de la Edda Mayor, muy semejantes en el tono y en la
forma, nos narran las primeras peripecias de Sígurd. Resulta significativo
que el que inaugura la serie: las Grípisspá (Predicciones
de Grípir), enfrente al héroe, aún adolescente, con los pormenores
de su destino glorioso y trágico. Y es que el heroísmo del Gran
Norte se caracteriza precisamente por conocer, aceptar, asumir consciente
y voluntariamente, y llevar hasta sus últimas consecuencias sin
desfallecer, la trama del destino fatal que, para cada ser, han
tejido las Nornas: su conocimiento no ahoga la voluntad, el fin
inexorable y trágico no provoca una duda, la reflexión no paraliza
la acción, lo que demuestra este poema en donde Grípir, que se presenta
como un hombre sabio, tío materno de Sígurd, le pondrá al corriente
de los principales acontecimientos de su existencia.
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Siegfried
y Notung. A. Rackham |
En
la primera parte del canto, Sígurd sabrá que ha de ser el más grande
de los hombres, que vengará a su padre matando a los hijos de Húnding,
que matará al dragón Fáfnir y al herrero Regin, que conquistará
el tesoro del dragón y despertará a la muchacha que duerme en la
montaña, que ésta, Brýnhild, le enseñará la magia de las runas y
que se enamorará de ella. Hasta aquí, lo que la Edda llama
la vida muchacha del héroe. Grípir parece no querer proseguir
con sus predicciones, pero el joven le insta a ello y, así, en la
segunda parte del poema, su sabio tío no tendrá más remedio que
relatarle los trágicos acontecimientos de su vida adulta: hará a
Brýnhid juramentos que romperá involuntariamente y se olvidará de
ella; será víctima de los engaños de Grimhildr y se casará con su
hija Gudrun (nombre escandinavo de Gutrune); ganará a Brýnhild para
su cuñado Gúnnar (Gunter), revistiendo su apariencia; Brýnhild tramará
una venganza: lo acusará de traición frente a Gunnarr y éste, junto
con su hermano Högni (el Hagen germánico), lo asesinará. Pero Sígurd
se va a despedir de su tío sin un reproche hacia la vida, sin la
más mínima amargura. Como prototipo indiscutible del héroe germánico,
ha aceptado el Destino consciente y activamente; en ello se basa
su honor.
Desde
este conocimiento y esta aceptación podrán comenzar sus gestas,
la vida activa del héroe que se inaugura con otra exigencia de la
ética germánica:
Vengar
los crímenes
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Regin,
Sígurd y Gram. Iglesia de Hylestad. Oslo |
En
los Reginsmál (Dichos de Regin), el herrero, visitado por
Sígurd, le pone al corriente de la historia de su familia y, con
ella, de la famosa compensación de la nutria (La
seducción y el oro) en donde está el origen de la
maldición del anillo. Después, forja a Gram, la espada del héroe,
tan extraordinaria que puede cortar un copo de lana en el Rin, mientras
lo arrastra la corriente, con la misma facilidad que parte en dos
mitades el yunque de Regin (detalle que conserva Wagner en su Siegfried),
y le insta a matar con ella a Fáfnir; pero, antes, ha de vengar
la muerte de Sígmund. El héroe se pone en camino, con toda una flota,
para enfrentarse a los hijos de Húnding; sin embargo, una fuerte
tempestad impide su avance, hasta que un viejo sube a su nave. Naturalmente,
se trata de Odín. Después de una gran batalla, Sígurd ha vencido
a todos los hundingos, a los que mata con el águila de sangre,
que, como ya hemos visto (Tiempo
de héroes), era un suplicio reservado para vengar
la muerte de un padre y, probablemente, también un sacrificio a
Odín después de una victoria. Con la vuelta del héroe a la corte
que le ha acogido desde niño y una nueva invitación del herrero
para que mate a Fáfnir, acaba este poema que da cuenta de otro de
los deberes insoslayables de la ética germánica basada en la dialéctica:
honor-destino-venganza.
Matar
al dragón
Después de aceptar
valerosamente el Destino y castigar a los asesinos de su padre,
Sígurd podrá emprender la gesta que le proporcionará una fama imborrable
en la memoria de los hombres, la narran los Fáfnismál (Dichos
de Fáfnir). El muchacho se dirige, en compañía de Regin, hasta la
morada de Fáfnir y cava un agujero en el camino por el que el dragón
pasa para ir a beber. Allí, escondido, espera a que Fáfnir se acerque
y, entonces, le clava su espada en el corazón (en la Völsunga
Saga, lo hace así por consejo de Odín). Antes de morir, el monstruo,
vaticina la traición de Regin y evoca la maldición que pesa sobre
su tesoro: ¡Mi oro sonante y rojo tesoro, mis anillas, serán
tu muerte!, pero el héroe no se inmuta:
Hombre
ninguno riquezas goza
después de un día fijado;
por
fuerza los hombres llegada su hora
han de partir hacia le Hel.
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Sígurd
y Fáfnir. A. Lee |
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La
muerte de Fafner. A. Rackham |
Después
de muerto el dragón, Regin vuelve al lado de Sígurd y le pide que
ase el corazón que le acaba de arrancar a Fáfnir antes de beberse
la sangre de su herida (Snorri dice en su Edda, que Regin
le exige a Sígurd el corazón de Fáfnir como recompensa por su muerte,
ya que es su hermano). Pero, cuando el muchacho tocó el asado, para
ver si ya estaba en su punto, se quemó un dedo que llevó instintivamente
a la boca, y, en cuanto la sangre que salía del corazón de Fáfnir
le tocó la lengua, se dio cuenta de que entendía el lenguaje de
los pájaros. Entonces, los siete pardillos (en la Völsunga
son seis), que piaban en unas ramas cercanas, le avisaron de las
verdaderas y aviesas intenciones de Regin: matarle y quedarse con
el tesoro, y le aconsejaron que fuera él quien acabara con la vida
de su malvado tutor. Así lo hizo cortándole la cabeza y, después,
comiéndose el corazón de Fáfnir y bebiéndose la sangre de ambos.
Muy
antiguas creencias animistas (Heródoto ya hace alusión al canibalismo
ritual, refiriéndose a las costumbres de algunas poblaciones hindúes,
en el libro III de su Historia) defendían en que en el corazón
y la sangre de los seres residía su fuerza y su sabiduría; bastaba,
pues, con comer esa carne y beber la sangre de un enemigo para asimilar
sus cualidades. De esta manera, en el momento en el que Siegfried
prueba la sangre de Fáfnir, hace suya su extraordinaria naturaleza,
a medio camino entre lo humano y lo animal, así como su sabiduría
(recordemos que pertenece a la raza de los gigantes, proverbial
en sus conocimientos) y, por lo tanto, puede entender el lenguaje
de los pájaros. En el canto XV del Nibelungenlied, la sangre
del dragón que mata Siegfried también tiene propiedades mágicas,
pero son las de hacer al héroe, por bañarse en ella, invulnerable,
o casi invulnerable, porque en el centro de su espalda cayó una
gran hoja de tilo y es justamente en ese lugar en el que Hagen le
herirá (lo que nos recuerda al héroe griego Aquiles, aunque, en
su caso, se trate del talón).
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Siegfried
y la sangre del dragón. A Rackham |
En
la Segunda Jornada de la Tetralogía, Wagner condensa la escena que
narran las Eddas sublimando la barbarie de sus primitivos
elementos dramáticos, pero conservando y recalcando lo esencial
de su sentido: al arrancar su espada (aquí, es el propio Siegfried
quien la reforja y no Mime) del pecho del dragón, el muchacho se
mancha de sangre la mano y, como el líquido le quema, se lleva los
dedos a la boca. Inmediatamente después, puede conversar con el
pájaro del bosque (en este caso sólo es uno) que le insta a encontrar
el tesoro y a hacerse con el Tarnhelm (en los cantos escandinavos
encontramos su prefiguración en el Yelmo del espanto que
Fáfnir usaba para aterrorizar a todo aquél que osara acercarse a
su cueva, pero que, naturalmente, poco puede hacer contra quien
desconoce el miedo) y el anillo. Que Siegfried ha asimilado, a través
de su sangre, el saber natural del dragón se vuelve a confirmar,
en la obra de Wagner, en el momento en el que es capaz de reconocer
las verdaderas intenciones de Mime, cuando escucha las palabras
que están su corazón y no se deja engañar por las que salen de
su boca.
Volviendo
a las Eddas, los pájaros del bosque le indican a Sígurd el
camino hacia una muchacha a la que Odín castigó. El héroe monta
en su caballo, sigue las huellas de Fáfnir hasta su madriguera,
encuentra allí mucho oro, coge el yelmo del espanto y otras magníficas
piezas. Así acaba el Fáfnismál. En el siguiente canto, al
subir a una montaña, verá una gran luz, como la de un incendio cuyo
resplandor alcanzara lo más alto de cielo; protege el sueño de una
walkyria...
Bibliografía
Cantar
de los Nibelungos; Madrid, Cátedra, 1998.
Edda
Mayor; Madrid, Alianza Editorial, 2000.
Rank,
O., El nacimiento del héroe. Barcelona, Paidós, 1991.
Saga
de los Volsungos. Madrid, Gredos, 1998.
Sturluson,
S.; Edda Menor. Madrid, Alianza Editorial, 2000.
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