El 5 de septiembre de 1869 se colocó la primera piedra del Castillo de Neuschwanstein, en el estado alemán de Baviera. El edificio, mandado construir por el rey Luis II, es hoy uno de los castillos más visitados del mundo, con cerca de 1.5 millones de visitas anuales.
El monarca contaba con tan solo 24 años cuando comenzó su sueño de Neuschwanstein, o el “Nuevo cisne de piedra”, como se podría traducir. Meses antes, había escrito una carta a su admirado Richard Wagner en el que le confesaba su deseo de que la construcción fuera fiel “al estilo auténtico de los antiguos castillos alemanes”.
Por deseo del monarca, las pinturas murales del castillo se inspiraron en las mismas sagas medievales mitológicas que Wagner había utilizado como punto de partida de sus libretos.
Así, la decoración de la Sala de los Cantores está inspirada en Parsifal; la del Salón, en Lohengrin; la del despacho, en Tannhäuser; o la del dormitorio en Tristán e Isolda.
Apenas dos semanas después de esa primera piedra, Luis II marchó hasta el Teatro Nacional de Múnich donde, el 22 de septiembre, tuvo lugar el estreno de El Oro del Rin. Una representación que no fue del agrado de Wagner, que hubiera preferido que el prólogo de El Anillo de Nibelungo se representara en un mismo ciclo junto a sus hermanas de tetralogía en el Festival de Bayreuth.
El destino quiso que ni el iniciador, Luis II, ni el inspirador, Richard Wagner, vieran completado el castillo, al fallecer antes de su conclusión.
octubre 2019 |