El
escultor alemán Ottmar Hörl, nacido en Nauheim en 1950,
eligió la ciudad de Bayreuth como lugar de exposiciones para
su nueva instalación: “Los perros de Wagner”,
formada por más de 800 figuras de grandes perros negros de
plástico repartidas por toda la ciudad, representando el
amor que Wagner sentía por estos animales, y tratando de
desmitificar y humanizar la figura del compositor.
Parte de la
exposición, que recorría todas las calles de la pequeña
ciudad bávara, se situaba enfrente del Teatro de Festivales,
justo en plena celebración de la edición de 2004,
algo que no ha gustado a las autoridades de la ciudad. Por ello,
el consistorio ha decidido retirar las figuras cercanas a la Colina
Verde, respetando el resto, para no permitir, como es norma, que
cualquier artista aproveche el eco internacional que supone el festival
de verano de Bayreuth como autopromoción.
Hörl no
ha recibido de muy buen grado la noticia, afirmando que las autoridades
deberían fomentar este tipo de manifestaciones artísticas,
en vez de limitarlas. Su enfado es mayor al comprobar que varias
decenas de estas figuras, situadas al aire libre, están siendo
robadas de las calles de Bayreuth, lo que ha llevado a las autoridades
a ejercer una vigilancia especial.
Septiembre
2004 |