Al hablar de Festival de Wagner, todo buen aficionado automáticamente piensa en Bayreuth. Pero la música de Richard Wagner también ha sido el objetivo desde hace años de otros festivales más pequeños, como los de Wels y Erl, ambos en Austria.

Hoy el más veterano de ellos, el de Wels, es noticia por un triste motivo, como es el de su desaparición tras XXVI temporadas en activo. Precisamente, el pasado mayo tenía lugar la última edición del Festival, con dos producciones de Tristan und Isolde  y Tannhäuser.

Semanas después, la directora y máxima artífice del Festival, Renate Doppler, realizaba un comunicado a los medios anunciando el punto final del proyecto, financiado principalmente por aportaciones privadas y la venta de entradas. Se ponía fin así a más de un cuarto de siglo desde que se fundara en 1989, gracias al empeño del empresario Walter Just, dedicado al mundo del turismo y gran aficionado wagneriano.

La primera edición del festival contó con la presencia de Wolfgang Wagner, y durante los primeros años las óperas se interpretaban en versión concierto. No sería hasta 1995, con Tristan und Isolde, cuando empezaron a escenificarse, siempre desde una perspectiva clásica y lo más fiel posible a lo postulado por Wagner para sus obras.

agosto 2015