El pasado 10 de julio se conocía la noticia del fallecimiento del tenor canadiense Jon Vickers, a la edad de 88 años, en Ontario, aquejado en los últimos años de Alzheimer.
Vickers comenzó cantando en el coro de su parroquia hasta que decidió profesionalizar su vocación tras ganar un concurso de canto en el Conservatorio de Música de Toronto.
Su debut en el Covent Garden en 1957 supuso el inicio de su carrera profesional, que le llevaría a teatros tan prestigiosos como el MET de Nueva York (donde cantaría más de 25 temporadas), La Scala de Milán o Bayreuth, donde interpretó los papeles de Siegmund (1958) y Parsifal (1964), ambos con Hans Knappertsbusch a la batuta.
Aunque nunca lo cantó en Bayreuth, otro de los papeles wagnerianos por los que siempre será recordado es el de Tristan, que interpretó en numerosas ocasiones junto a otra Isolde histórica, la soprano sueca Birgit Nilsson.
Su carácter profundamente religioso condicionó buena parte de su carrera, no cantando nunca personajes con los que no sentía afinidad, como el rol protagonista de Tannhäuser.
Otros papeles no wagnerianos en los que dejo impronta con su poderosa voz heroica fueron los de Peter Grimes, en la ópera homónima de Britten, o el de Eneas, en Los Troyanos de Berlioz.
Jon Vickers recibió números premios a lo largo de su carrera en su país y a nivel internacional, como dos premios Grammy por sus grabaciones en Aida (en 1963, con Georg Solti) y Peter Grimes (en 1980, con Coin Davis).
En 1988 anunció su retirada tras interpretar en versión concierto el segundo acto de Parsifal en Kitchener (Canadá), tras lo cual dedicó parte de su tiempo a la docencia. Uno de sus alumnos más ilustres, y considerado su heredero, fue su compatriota Ben Heppner.
agosto 2015 |