El 30 de diciembre decía adiós Harry Kupfer, uno de los directores de escena más importantes de la segunda mitad del siglo XX, a los 84 años de edad.
Hombre de teatro y de ópera, en 1986 también fue colibretista de Die schwarze Maske, junto al compositor polaco Krzysztof Penderecki, autor de la música.
Kupfer encontró en Wagner una de sus principales formas de expresar sus propuestas escénicas. En 1978 debutó en el Festival de Bayreuth con El holandés errante, y volvería en 1988 con una producción de El Anillo del Nibelungo, que dirigió su gran amigo y colaborador durante años Daniel Barenboim.
Precisamente con el director argentino a la batuta alcanzó en el Festival de Pascua de Berlín en 2002 un hito wagneriano hasta ahora insuperado y quizá nunca superable: representar en un solo mes dos ciclos completos del Canon, con un único equipo artístico: Kupfer y Barenboim.
Kupfer es, de esta manera, uno de los escasísimos directores de escena de toda la historia en llevar a escena los diez títulos de madurez de Wagner, algunos de ellos en varias producciones distintas, como Tristán e Isolda, que realizó en tres ocasiones para las óperas de Dresde (1975), Mannheim (1983) y Berlín (2000).
En España pudieron verse varias de sus propuestas en el Teatro Real (Tristán, Maestros y Holandés) y en el Liceu de Barcelona (El Anillo de Nibelungo).
enero 2020 |