PARSIFAL
Pero
todo lo ignoraba
del amor y de lo demás…
Chrétien de Troyes. La historia del Grial
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A.
Nicolau. Graal |
Desde la cuarta cuerda de treinta y dos violines, en su sosegada
y majestuosa simplicidad, emerge, tras un La bemol mayor, el primer
motivo de Parsifal. La música, lenta y misteriosa, parece surgir
de todos y cada uno de los rincones de la sala. En el Teatro de
la Colina Verde el tiempo empieza a convertirse en espacio, es la
magia del Grial: lo que no se dice, hacia donde no conduce ningún
sendero y que sólo puede obtener aquél a quien él mismo haya elegido.
La memoria
de los orígenes
Cuentan que los hombres sin ilusiones y los países sin leyendas
están condenados a morir de frío, igual pasa con las culturas que
vierten sus certezas, sus esperanzas, sus miedos y sus sueños en
los mitos que les dan el calor de la vida; precisamente, uno de
los más bellos y fecundos de la nuestra es el del Grial; no es de
extrañar, por lo tanto, que sea también el canto de cisne que culmine
la obra de Richard Wagner.
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Manuscrito
de Erec y Enide de Chrétien de Troyes |
Buscando los orígenes del mito del Grial, nos volveremos a perder
en las brumas del tiempo, encontraremos sus huellas desde Oriente
hasta Occidente, desde el Norte hasta el Sur; sólo sus huellas,
porque él es el Misterio siempre por descubrir. Lo que, en cambio,
sí podemos datar con precisión es cuándo se deja revelar por la
gran literatura occidental: será a finales del siglo XII (entre
1178 y 1181) y gracias a un poeta francés que, en una de sus obras,
(Erec y Enide), con mucho gracejo y algo menos de pudor,
se declara consciente de la perdurabilidad de su arte:
Ahora
puedo comenzar la historia
que
para siempre quedará en la memoria,
tanto
como dure la cristiandad.
He
aquí de Chrétien la vanidad.
El
tiempo le dio la razón. La memoria del primer gran novelista de
la Edad Media (en esta época las novelas −romans−
se escribían en verso), y de su obra perduró, muy especialmente
gracias a su última e inacabada creación: Li Conte du Graal
(La historia del Grial). En ella se nos narran las aventuras de
Perceval un joven e inocente galés que llegará a ser uno de los
caballeros de Arturo, y las de Gauvain (Galván), el sobrino del
rey, ambos en busca de dos objetos mágicos: una misteriosa escudilla
(un grial) y una lanza que sangra, respectivamente. Perceval los
había descubierto formando parte de un extraño cortejo en el mágico
castillo de un tullido Rey Pescador; pero, como, aconsejado por
su maestro Gornemant, por discreción se abstuvo de preguntar sobre
este hecho, el rey no pudo recuperar su salud y su tierra permaneció
yerma. Cinco años más tarde, el día de Viernes Santo, descubrirá
que, en castigo por haber sido el causante de la muerte de su madre,
no pudo hacer las preguntas que hubieran sanado al monarca y devuelto
la fertilidad a su reino. Sólo la penitencia podrá reparar el pasado
permitiéndole volver a encontrar el Grial y curar al Tullido. Pero
Chrétien de Troyes, quizá un judío converso, canónigo de Saint-Loup
de Troyes, y, sin duda, un clérigo al servicio, primero de María
de Champaña y después de Felipe de Lorena, conde de Flandes (a quien
dedica esta obra, que considera como el mejor cuento que jamás
se haya oído en corte real) murió antes de desvelarnos el misterio.
En eso, fue el más fiel a la extraña naturaleza del Grial.
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M.
Wieghan. Perceval |
Las damas
de las fuentes
La
historia del Grial, como todas las demás creaciones de Chrétien
de Troyes, pertenece a la Materia de Bretaña, es decir, al
conjunto de obras, primero, pseudohistóricas y, posteriormente,
de ficción, escritas desde el siglo IX hasta el XV, que tratan las
aventuras legendarias del rey Arturo, sus caballeros y sus allegados.
Sin embargo, los verdaderos orígenes de la literatura artúrica y,
por lo tanto, de buena parte de la leyenda del Grial, nos obligan
a remontarnos hasta la mitología celta. El propio Chrétien declara
en el prólogo de su obra cómo Felipe de Flandes le entregó un libro
que contenía la historia que él se afanó en rimar, pero no sabemos
de qué libro se trataba, y todo lo que se ha dicho sobre él es pura
suposición. Sin embargo, lo innegable es que el relato que fue,
poco a poco, convirtiéndose en uno de los mitos más representativos
de la cristiandad (y así lo entendió Wagner) bebe en las fuentes
del paganismo celta en el que destacan, entre otros, tres temas
fundamentales: la iniciación del joven guerrero en el amor y en
el combate, la venganza y la búsqueda de la soberanía. Vamos a encontrar
estos temas en dos historias que se consideran anteriores al Perceval
de Chrétien, no por su fecha de redacción, que es más tardía,
sino por la temática que las sustenta, y en donde, además, el elemento
maravilloso juega el papel determinante que representaba en las
antiguas tradiciones irlandesas, galesas y bretonas, diluyéndose
hasta casi desaparecer en la literatura de Chrétien, más preocupado
por dar ejemplo sobre cómo deben de comportarse los perfectos cortesanos
que de las hadas celtas.
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E.
Burne-Jones. El espejo de Venus |
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Perceval
y el Rey Pescador.
Autor desconocido |
El
primero de los textos a los que nos acabamos de referir es el de
las Elucidaciones, un brevísimo y anónimo relato en verso
que, hacia el año 1200, empezó a presentarse como prólogo a la novela
de Chrétien: en la tierra legendaria de Logres, vivían doncellas
que custodiaban las fuentes sagradas en donde, según la creencia
celta, se unían éste y el otro mundo. Las misteriosas hadas de los
manantiales, con copas y escudillas de oro, saciaban la sed y el
hambre de los viajeros, mientras el reino gozaba de paz y abundancia.
Pero el malvado rey Amangón raptó a una de ellas, la violó y robó
su sagrada copa. Los caballeros del monarca imitaron su comportamiento
y Logres se convirtió en una tierra baldía. Desaparecieron las hadas,
el agua dejó de manar en las fuentes, los árboles no dieron más
frutos, sus hojas se secaron junto con todas las flores y los animales
no tuvieron más crías. Ya nunca pudo encontrarse la corte de Rico
Pescador que rebosaba esplendor y abundancia, porque todo se había
marchitado en esa tierra de Logres que había perdido La voz de
las fuentes. El héroe del Grial será aquél que pueda liberar
las aguas, aquél que vuelva a descubrir el punto de encuentro
entre los dos mundos y restaure el vínculo sagrado entre el soberano
y su tierra.
Así,
las Elucidaciones subrayan esa preocupación de la mitología
celta que teme el divorcio entre el rey de este mundo y la diosa
soberana de la tierra interior que se representa, según las distintas
tradiciones, como doncella, ninfa o bruja. Estos pueblos distinguían
claramente entre el poder y la soberanía; el primero lo ejercía
el rey pero la segunda le era otorgada por la reina, es decir, por
la encarnación de la diosa tierra. El símbolo de su unión y del
florecimiento del país era una copa dorada. Si el rey se veía privado
de su reina, no sólo perdía la virilidad, sino también la fuente
de la abundancia que garantizaba la prosperidad de sus dominios.
Así se explica que las heridas de todos los Soberanos Tullidos,
en la larga saga griálica, se encuentren en sus órganos sexuales,
mientras sus dominios permanecen yermos. En el caso del Parsifal
de Wagner, a diferencia de sus antiguos referentes, la herida de
Anfortas está situada en su costado (lo que tendrá, como veremos,
su razón de ser); pero tanto aquí, como en el texto de las Elucidaciones,
la causa del mal es una falta relacionada con el sexo: Amangón viola
a una ninfa de las fuentes, Anfortas sucumbe, sin amor, a los encantos
de Kundry. También el mítico rey supremo de Irlanda, Conn el de
las Cien Batallas, vio desaparecer la prosperidad de su reino a
causa de su ardiente unión con la maléfica Becuna, un hada desterrada
y maldita.
Un
segundo prólogo a la obra de Chrétien, también anónimo y fechado
a comienzos del siglo XIII, cuenta cómo el padre de Perceval, Bliocadron
−nombre que da título al relato− muere en un torneo,
al igual que, siguiendo su fatal ejemplo, sus doce hermanos. Poco
dispuesta a que el hijo corra la misma suerte, su viuda se retiró
a un castillo galés cerca del mar y educó a Perceval en la más absoluta
ignorancia de la caballería. Vemos, aquí, que el poco conocimiento
será una de las principales características del personaje, desde
el que aparece en este prólogo hasta el necio a quien Gurnemanz
echa del castillo del Grial al finalizar el Primer Acto de Parsifal.
El
hijo de Evrawc
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O.
Redon. Cabeza |
La
historia de Peredur comienza de una manera similar, pero el protagonista
es, aquí, un huérfano que ha perdido a sus seis hermanos en combate,
por lo que su madre le lleva a una región desértica con el fin de
evitarle el mismo destino. Estamos frente a un cuento galés recogido
en un conjunto de once relatos, fechados en los siglos XIII y XIV
(aunque redactados hacia el XII y de temática muy anterior), y conservados
en dos manuscritos: El libro blanco de Rhydderc y El libro
rojo de Hergest. Varios de estos cuentos están relacionados
con el ciclo artúrico y puede que sean los testigos de una tradición
independiente de la de Chrétien de Troyes. Todo hace suponer que
son recreaciones autóctonas de temas bretones e irlandeses (como
el del caldero de la inmortalidad que, ya lo veremos, será una de
las prefiguraciones celtas del Santo Grial). Hoy, se le da a cada
uno de estos relatos, que conservan la frescura de las antiguas
leyendas paganas, el nombre de Mabinogi (en plural Mabinogion),
aunque, en un principio, sólo llevaron este nombre cuatro de ellos
(Las Cuatro Ramas de Mabinogi).
El
mabinogi de Peredur, hijo de Evrawc, nos presenta el referente
más primitivo y pagano del héroe galés; sus peripecias serán paralelas
a las de Perceval pero su misión diferente ya que no consistirá
en encontrar el Grial sino en satisfacer una venganza de sangre:
a pesar de las precauciones de su madre, el muchacho conoce a tres
caballeros y decide irse en su compañía; llegará a la corte del
rey Arturo, realizará numerosas hazañas derrotando a todo aquél
con el que se enfrenta y, en una de sus aventuras, llegará a un
bosque en el que encontrará a un anciano cojo, junto con unos criados
que están pescando, se trata del hermano de su madre. Al día siguiente,
en el castillo de otro de sus tíos, presencia, durante la comida,
un cortejo en el que dos jóvenes llevan una lanza, de la que mana
abundante sangre, y dos muchachas sostienen una bandeja sobre la
que reposa una cabeza cortada. Después de nuevas aventuras y de
una estancia de catorce años junto a la emperatriz de Constantinopla
vuelve al Castillo de las Maravillas para desentrañar los misterios
encerrados en él. Allí aprenderá que las brujas de Caer Loyw (Gloucester),
las mismas que le habían adiestrado años atrás en el manejo de las
armas (en la tradición celta, algunos héroes son iniciados en la
guerra y en el amor por hechiceras, como en el caso de Cuchulainn),
habían asesinado a su primo, cortándole la cabeza que vio durante
la procesión del Castillo de las Maravillas, y habían dejado tullido
a su tío. Inmediatamente cumplirá la venganza.
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A.
Lee. El caballero del Grial |
Acabamos de
ver cómo ya en las primeras versiones literarias del mito del Grial,
destaca una gran diversidad simbólica dentro de una aparente similitud
en los temas. En sólo tres relatos el Grial se nos ha presentado
como una bandeja sobre la que aparece una cabeza ensangrentada,
una copa de oro y una escudilla. Veremos cómo adopta muchas otras
formas y cómo, cada vez que alguna parece desvelarlo, en realidad,
ahonda en su Misterio.
Bibliografía
Alvar,
C.; El rey Arturo y su mundo. Diccionario de mitología artúrica.
Madrid, Alianza, 1991.
Godwin,
M.; El Santo Grial. Origen, significado y revelaciones de una
leyenda. Barcelona, Emecé, 1994.
Lambert,
P.-Y. (traducción del galés medio, presentación y notas de); Les
Quatre Branches du Mabinogi. París, Gallimard, 1993.
Markale,
J.; Pequeño diccionario de mitología céltica. Palma de Mallorca,
Olañeta, 1993.
Thompson,
A. (edición de); The Elucidation: a prologue to the Conte del
Graal. Nueva York, Publications of the Institute of French Studies,
1931.
Troyes,
Chr. de; Romans. París, Librairie Génerale Française, 1994.
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