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La Srta Cristina |
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Muy buenas, Srta Cristina: Este es el título de la última "ópera" respresentada en el Teatro Real. Al salir del curro tarde, como no suelo hacer cuando me toca asistir al Real, pensé que no llegaría a tiempo. Me equivoqué, pero: por fortuna o por desgracia?. Llegué, pero desde luego no por fortuna. Suelo hacer un comentario extenso de lo que voy viendo en el Real, pero la verdad: no me apetece extenderme nada sobre lo ayer acontecido. Luis de Pablo, al parecer presenta con esta "Srta Cristina" su mejor composición, por encima de los tostones anteriores en la Zarzuela tales como "Kiu". Si no se conocen estos, "no problemo": si Srta Cristina es su mejor muestra operística, mejor olvidemos que hubo otras. Recitativos mal orquestados, siempre con una línea de canto cutre e insípida y con algún elemento percusionista fuera de lo habitual: con eso, basta para definir "a la pela" esta obra musical. El libreto, mal logrado, basado en un tío que ve muertos en su casa (algo así como el Sexto Sentido, pero en vez de un niño, es un señor con bigote desgraciado). Miedo pues?. Sí, el de volver a ver este título en una cartelera próximamente. Futuro próximo que pronostico a esta partitura? o mucho me equivoco, o es cero patatero. Los intérpretes?, bueno ellos no tienen culpa de nada y hacen lo poco que pueden hacer con esto, así como José Ramón Encinar, director musical en esta ocasión. El aburrimiento y sopor generalizado del respetable se tradujo inevitablemente en una asistencia mínima al recinto, que quedó incluso ridiculizada tras el descanso, además de unos títmidos y cansados aplausos de unos segundillos de duración al finalizar: por aburrimineto, de Pablo quitó las ganas haste de broncas. También el sopor de la música da como resultado infravalorar la puesta en escena de la obra, que a buen seguro fue lo mejor de la noche. Mucho y buen moviemiento escénico, buen colorido y vestuario y esfuerzo por lograr algo bonito indudable. Bueno, al menos directores de escena e intérpretes tendrán nuevas oportunidades de demostrar su verdadera valía en otras ÓPERAS (nótese la ironía al diferenciar entre entrecommillar esta palabra o escribirla con mayúsculas). Otros "compositores" aún deberán dar más de sí en escena. En términos personales, he de señalar la tristeza que me supone la frialdad con la que ya estoy empezándome a tomar este tipo de bolos insoportables. Es que por desgracia, estoy acostumbrando a mi cuerpo a soportarlos una o dos veces por temporada en un abono de sólo nueve óperas. Comprenderéis que más de un 10% de estos estrenos tan feos, es una proporción muy elevada del abono, y lo que es peor: carísima. Cosas como esto, el don Quijote de las napias o Corvo Branco que se presentan como "los acontecimientos de la temporada" empequeñecen más y más la calidad de un teatro que debiera estar entre los mejores del mundo, pero mientras no cambie el "chip" a lo Metropolitan, seguiremos, excepción hecha de los Festivales de Verano, ofreciendo una calidad cuanto más, mediocre, si no mala. Lo mejor de la noche, mi encuentro con un gran colega wagneriano, Jose Alberto (Der Nibelungen Herr), con el que compartí una velada muy agradable. Estuvimos charlando un buen rato tras la ópera y a buen seguro, de no ser por este fortuito encuentro, yo también me hubiese dado el pire en el descanso, en el cual, mi cuerpo fatigado tras los dos primeros actos, me tomé un buen café con leche para poder aguantar despiertito: era el cuarto del día, y me costó un horror... Alguno podría pensar, que no debiera quejarme pues fue un día soleadito, y entonces podría haber sido peor, pues podría haber llovido (recordemos la inmortal escena del "Jovencito Frankenstein" de Mel Brooks). Según salimos del Real, se puso a llover sin parar. Llegamos tarde a casita y para colmo mojaditos! en fin, y a otra cosa, mariposa. Saludos, NICO. |