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Der Ring en Valencia - ciclo I - una crónica incompleta |
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Incompleta porque no pude asistir al Ocaso (iré el día 30). Así que, todo lo que aquí les cuento no sirve como opinión global del ciclo. No pude evitar en cada una de las funciones comparar con la experiencia de las temporadas anteriores en el Anillo ?a cachos? del 2007 (Oro y Walk) y 2008 (Sigfrido). Y la verdad es que lo vivido en este ?Ciclo I ? interruptus? ha superado en mucho a las temporadas anteriores. El nivel en Walk fue parejo a la del 2007 (primer y segundo acto anodinos y tercer acto inolvidable). Pero el Oro (que me dejó totalmente frío hace dos años) me entusiasmó. Y el Sigfrido del 18/junio fue memorable (dejando en mantillas al Sigfrido 2008, de agridulce recuerdo). Destaco el altísimo nivel vocal: tanto en los protagonistas [por fin un Siegrfried (Ryan); espectacular mejoría de Wotan (Uusitalo) y la Wilson en sus hechos] como en el resto. Mención especial a la mejoría de Mehta, muy superior al soso-irregular de mi experiencia anterior, con una orquesta de primer nivel a su servicio. Aprecié (o creí apreciar, porque mi memoria no da para mucho) pequeñas variaciones a mejor en lo escénico, con una dirección de actores más trabajada. No sé si fue a causa de esos pequeños ajustes o fue a causa de que la revisión te permite centrarte en lo sustancial más que en lo accesorio. Lo cierto es que la puesta en escena (con sus ?peros?) me encandiló. La razón es simple: está creada al servicio de la obra y pensada para potenciarla (y no al revés, como suele suceder). No queda más remedio que ir por partes. Lunes 15 ? Das Rheingold I: Impresionante nivel vocal. No falló ninguno. Uusitalo me dejó de piedra (¡con lo flojito que estuvo dos años antes!); magnífico Alberich, magnífico Loge, magníficas las ondinas. Magníficos los gigantes (¡Salminen cantando ? sí, he dicho cantando!). Sobresalientes Fricka y Mime. Notable el resto. Frente al Mehta insulso y plano de hace dos años, me encontré a su primo el de Zumosol. Ciertamente no fue un prodigio de empuje y brío (sositos descenso y ascenso al Nibelheim), pero acompañó perfectamente a los cantantes, dando una lectura muy ?narrativa? de la partitura, de manera que casaba a la perfección lo que los personajes decían o hacían con lo que salía del foso. Soberbio en el finale. En lo escénico, una gozada. Creo que el Oro es donde la Fura se encuentra más a gusto, y donde más juego se le extrae a las proyecciones en las macro-pantallas. Eso sí, es para verla desde platea, pues ahí se aprecian las otras proyecciones, las del velo delantero de las transparencias (supongo que tendrá un nombre técnico, que no se cuál es). Hitos escénicos: Mime (sinuoso, zigzagueante, escurridizo) en segway; la rana; el oro con vida propia; Donner invocando la tormenta; el viaje al Nibleheim, etc, etc. Explosión de gozo en la sala al terminar. Se aplaudió con muchísimas ganas: a los cantantes (juntos y por separado), a la Fura, a la orquesta, a Mehta. El personal seguía aplaudiendo y aplaudiendo. Nadie se iba del teatro. Feo gesto de Mehta haciendo salir a saludar a la super-superintendenta (por lo menos sirvió para que, al dejar de aplaudir, salvase mis dedos explotar, hinchados como morcillas de tanto palmear). Sr. Mehta: los aplausos son para los artistas, no para quien le hace a Usted de oro. Doña Helga: como ciudadano que paga su sueldo le exijo que nunca, nunca más, ose Usted salir a saludar al escenario. Y mucho menos en una noche de éxito. ¿Salió Ud. a saludar en el Don Carlo de las tres sustituciones? ¿salió Ud. a saludar en las funciones con la plataforma escénica hundida? ¿ha salido Ud. a saludar en esas funciones en las que no se ha respetado los elencos anunciados, modificados sin previo aviso? Martes 16: Die Walküre I: Curioso lo de esta Walk (muy pareja a la de 2007). Tras dos actos irregulares, acaba en apoteosis. Arrancó muy bien el primer acto, pero se atascó a partir de que Siegmund comenzara a narrar sus desdichas. Y se atascó escénicamente y musicalmente: Mehta y la escena iban parejos, pero en tedio. La escena no cambia, el fueguecito y el fresno se hacen cansinos, la irrupción de la primavera no nos emociona, la no-extracción de Notung es ridícula. Parece como si a alguien se le hubiese echado el tiempo encima y quedase sin ideas. Y qué decir de Mehta: tormenta impecable, primera escena muy matizada ? y a partir de ahí, todo desangelado. Nada se hace cercano, vibrante, emocionante: monólogo de Siegmund plano, ?der Männer Sippe? plúmbeo, lenzeslied irrelevante y ?Siegmund heiss ich? sin chicha. Poco ayudaron un Kerl simplemente correcto y un Salminen que se olvidó de cantar y se limitó a declamar y mugir (testigos fidedignos aseguran libaciones excesivas en la cena de la víspera). El impresionante instrumento de la Werboek nada pudo contra un Mehta que se empeñó en ahogarla. Comenzó a un buen nivel el segundo acto, bastante bien llevado en la batuta y muy bien cantado por Wotan, Fricka y Brunilda. Escena sobria para el primer cuadro, que ayudaba bastante. Ahora bien, sorteado el peligro vuelve la nave a encallar en el segundo cuadro, en mi opinión lo más flojo escénicamente del Anillo de la Fura (a falta de presenciar el Ocaso). El anuncio de muerte escénicamente no funciona; el despertar de Sieglinde, la lucha en el bosque, la muerte de Siegmund es una castaña. Y, musicalmente, a Mehta le quedó soso. Pero, ah amigos ? llega el tercer acto y todo se olvida. ¡Qué maravilla! La joya de la producción (insisto, a falta de presenciar el Ocaso). Desde la cabalgata Mehta nos pone el alma en un puño: impresionante evolución anímica de las ocho hermanas de Brunilda, soberbia despedida de Sieglinde, impecable plasmación de la cólera de Wotan y sus admoniciones punitivas. Y qué decir del dúo padre-hija. Y qué adioses. Escénicamente, una maravilla: valquirias subiendo y bajando, cantando a tumba abierta; juegos de color e iluminación. Acierto total en la roca-paella donde Brunilda acabará durmiendo, con simbólica aparición de fuego mágico (mucho más poética la opción del año pasado, con los figurantes pasándose la llama uno a uno). Magnífica dirección escénica, con muy estudiados movimientos de los personajes. Vocalmente, este tercer acto fue de matrícula de honor: las ocho valquiras forman un conjunto de primerísimo nivel. Sieglinde (Eva Maria Westbroek) se lució en su breve pero intensa intervención. Uusitalo superó si cabe al de dos años ha. Y la Wilson, estratosférica. La explosión de júbilo del respetable fue mucho más moderada que en el día anterior. Parecía que había prisa por irse a dormir. En mi opinión, se debió aplaudir más. Jueves 18: Siegfried I El ?hecho diferencial? de este Sigfrido (la obra) lo otorgó la actuación del protagonista, Lance Ryan. Por primera vez en mi vida he tenido la oportunidad de gozar de un Siegfried (el personaje) que no se limite a intentar llegar vivo al final (cosa que nunca he tenido ocasión de presenciar fuera del disco). Ryan arrasó. Y no se limitó a da las notas con generosidad, sino que, sobrado que iba (un detalle significativo: clavó todos los golpes de martillo), realizó un espléndido trabajo como actor. Si a esto le sumamos un Mehta intenso, ameno y brioso; una Brunilda de ensueño (aquí la corta y lucida particella es muy agradecida), un Caminante y un Mime sobresalientes, el resultado es claro: noche histórica. Mientras los espontáneos se iban a casa mirando el reloj (?collons, es la una?), los ?creyentes? nos despedimos emocionados, conscientes de lo que habíamos presenciado. También la escena me gustó mucho más que lo que de ella recuerdo el año pasado. En el primer acto: escena del torneo del saber espectacular, impactante alucinación de Mime, fragua y forma logradas. Pero siguen sobrando figurantes-mopa y figurantes-chiquitodelacalzada. Segundo acto ejemplar: noté cambiada a mejor la escena del dragón. Bosque muy sugerente. La escena de los tiovivos me siguió gustando. A igual alto nivel se encuentra el tercer acto, con esa sobria e intensamente roja escena ?de las cañas? en el encuentro Caminante-Siegfried. Muy logrado todo el finale tras el despertar de Brunilda, arropando perfectamente la escena la evolución psicológica de Brunilda, creándose un ambiente íntimo y concentrado con una simple reubicación de las pantallas y sus sobrias y acertadísimas proyecciones cromáticas, que explotan en el gozoso final, con los dos protagonistas y la batuta arrastrándonos al clímax (toma frase!). Lamentablemente puede que se cumpla la profecía de Le Gouverneur: ?No volveremos a ver un Sigfrido (la obra) como éste?. Si va a tener que ser así, congratulémonos de haber estado presentes. Saludos. PD: No he encontrado, ni por aquí ni por allá, opiniones sobre el Ocaso I. ?¿Quién querría componer la ?cuarta? estrofa?. |
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También me falta el Ocaso, espero poder verlo el 30, nos vemos en el descanso. Ya haremos un comentario sobre todo el anillo después. A mí me parece bien que salga el director artístico a saludar. Hay veces que el proyecto es heredado, pero cuando son los artífices del mismo deberían salir a saludar siempre. Y si hay un cantante penoso como es habitual, poder abuchear al director artístico sería más adecuado, que el cantante no tiene la culpa de ser malo. Un abrazo |
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Bien, me atreveré a hablar del Ocaso del día 21 de Junio. Quizás no sea el más indicado, dada mi subjetividad y mi inocencia pero lo dejo señalado. Avisados estáis. El Ocaso ha sido, como todo el ciclo, muy vistoso. Eso está claro. Sin embargo venía de ver un Sigfrido del día 18 HISTORICO. Las expectativas eran altísimas. No desmereció, este Ocaso, la justa fama de la producción de Padrissa. Ya las Nornas, con su ampulosidad visual y ambiente tétrico preludian una producción fiel al libreto en sus formas. El mundo de Hagen y Gunther se presenta como un mundo calculador, frío y egoísta, un mundo "humano" de ambiciones, acuerdos falsos y engaños. Así lo refleja el vestuario y el ambiente. Incluido Sigfrido, quien invitado y engañado abandona sus mítico-primitivas ropas para vestir a la usanza del hombre de negocios. Pelo corto, traje, corbata, números y máquinas. Después de beber la pócima que le nubla el cerebro Sigfrido es colgado cabeza abajo. Yo no sabía qué significaba esto pero luego he leído que tiene que ver con el anti-Sigfrido, que nos quiso dejar entender Padrissa. La magia volvió con las Hijas del Rhin. Sensuales en sus cubas de agua y correctas en el canto, con algunas imprecisiones que no desvirtúan su trabajo. La aparición del coro trajo la potencia. Magníficos y atentos a cada movimiento. Y la muerte de Sigfrido...en la obra de Wagner es uno de los momentos cumbre. La orquesta de la C.Valenciana hacen honor al significado de la escena y nos dejaron unos momentos de tensión, de fuerza, de crescendos apocalípticos. ¡Wagner en estado puro!. Y todo esto con Sigfrido, ya muerto, paseado entre el público, a hombros, en una procesión de dolor majestuoso. Brillante. Excepcional. Como el final de los dioses con unos figurantes colgados mortalmente de una supuesta estructura antes ordenada. Y después de esta somera explicación dejo mi parecer acerca de lo que he oído. La orqueta, ¡magnífica! y Zubi Mehta entregado (yo lo veía de lado, en algún momento bailaba, literalmente, a saltos). Salminen, enorme bajo de estatura y de calidad. Estuvo a un nivel altísimo. Wilson, maravillosa. Perfecta en altura y fuertes y expresivos centros. Ryan, aceptable a medias. Se le notaba cansado y muy lejos de su sobresaliente Sigfrido del Jueves, 18. Pero nos dejó notas de verdadero tenor wagneriano. Ya no tiene que demostrar nada. A Gunther (Ralf Lucas) y Alberich (Kapellmann)los he visto flojos y con poca expresión dramática. Bien Gutrune, con presencia y dulzura. Pero sobre todo he visto una obra de arte total. Actores viviendo intensamente su papel, orquesta que disfrutaba cada nota, Mehta entregadísimo. Un público que sabía de qué iba esto y una producción de altísimo nivel estético y de respeto por los fundamentos de la Tetralogía. Y por fin, señalar el final, con las palabras del propio Richard Wagner: "Si pasó como un soplo la estirpe de los dioses; si dejó al mundo de nuevo sin señor, también reveló al mundo el tesoro de mi divina sabiduría. Ni bienes, ni oro, ni pompa de los dioses. Ni palacios, ni dominios, ni ostentación de los amos. Ni la dura ley de hipócritas costumbres ... Dejad que, en el dolor y en la alegría, exista sólo el amor". Un beso a todos y a todas. |