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Las reflexiones de David desde la zapatería |
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Aquí David, el ayudante de Sachs, desde la zapatería: Pues nada, que con tanto tiempo dedicado al cuero y a las suelas, pensando y pensando yo ?solito? he llegado a la siguiente reflexión y como todavía no soy maestro, tan solo puedo compartirla con mi también querido Nürnberg... El sentido de las palabras Como auténtico romántico Wagner se hace eco de uno de los temas más polémicos que esta corriente inicia. Se trata de la visión del lenguaje como base de nuestro conocimiento, en oposición al pensamiento, y como herramienta que permite hacer consciente el inconsciente. Por primera vez, se había planteado el estudio de Dios y del hombre desde un punto de vista epistemológico; para saber algo de la realidad era suficiente estudiar que se dice en palabras. Este es el pensamiento de autores como Hegel, que considera que el lenguaje es volverse consciente de lo que uno es, ser autoconsciente; también Goethe, Novalis, Tieck, Heine y otros se plantean esta cuestión. De esta idea, pero, se deriva un nuevo problema: hasta que punto el lenguaje es fiel a aquello que representa?, realmente lo que decimos sobre algo equivale a tal cosa? Heine responde que mientras no se use la razón, sino, que sólo se hable por instinto, la correspondencia será perfecta; pero los razonamientos filosóficos o metafísicos y hasta los científicos, se salen de la realidad y no nos dicen nada. Las primeras ideas de Wagner sobre este tema, pues, tuvieron lugar en este marco. Como Heine, pensaba que la auténtica esencia del mundo se escapaba a los razonamientos, pero llevaba la idea al extremo de afirmar que es más fiel el conocimiento que tenemos de las cosas si ignoramos el nombre, porque los nombres limitan la esencia infinita. Esta es la idea que desarrolla en ?Lohengrin?, donde el héroe no permite que Elsa conozca su nombre, sino que sólo debe conocerlo por sus actos, por fe y por amor, tres aspectos que dicen más de una persona que mil palabras: ?...quiero sin ninguna duda en el corazón. No has tenido nunca la suerte inmensa Que sólo la fe nos puede dar?? Pero si bien en un principio ella cree que su amor es superior a las palabras, como demuestra este fragmento, después cae bajo la influencia de una bruja, Ortrud, que le hace creer que diciendo el nombre de su esposo materializará este amor, será más consciente. Y ella, con toda su buena fe, para convertir autoconsciente del auténtico sentimiento que tiene hacia Lohengrin, le dice: ?Cómo puedo yo encontrarlo ese nombre que con dulce misterio me llena el corazón? Tu nombre, o pena! Nunca debo yo conocer ni nombrar con él mi mayor bien!? Ortrud representa paa Wagner el punto de vista hegeliano, con el que no está de acuerdo. Por eso, estas palabras suponen la separación eterna de los dos amantes, su desgracia, la duda ha entrado en el corazón de Elsa y, junto con la duda, la impureza. Ha perdido la fe en Lohengrin y, por tanto, el amor ya no es puro. Aquí, además, se plantea una nueva cuestión. El héroe ha de responder a la pregunta que le hace su amada, está obligado. Y es el hecho de dar a conocer su identidad aquello que le obliga a marchar para siempre del lado de Elsa. Esto es así, porque él es caballero del Grial, templo Sagrado que solo los más puros pueden conocer: ?Tan alta esencia tiene del Grial la gracia que nunca puede descubrirla mirada profana? E inclusivamente su nombre contiene toda la magia y pureza del templo, por lo que ningún oído impuro puede escucharlo, porque sería una profanación. Con esto vemos pues como algunas palabras incluyen toda la esencia de aquello que significa, cosa que parece contradecirse con lo dicho en primer lugar. Pero realmente lo que Wagner pretende aquí no es dar un sentido nuevo a las palabras sino plantear un nuevo problema al margen del anterior. De lo que ahora nos está hablando es de la ciencia y del saber privativos de unos pocos iniciados, porque Lohengrin los poseía en grado absoluto gracias a la ayuda de Dios que constantemente recibía. Por eso, si alguna vez alguien dudaba de él y le obligaba a decir quien era, debía marcharse de aquel lugar porque sino lo hacía perdería todos sus poderes, ya que había hecho público un nombre sagrado que sólo los puros pueden oír. Años después de escribir esta obra entró en contacto con el pensamiento de Schopenhauer. Este autor cree que el lenguaje sólo expresa una apariencia de la realidad, por tanto, si queremos las cosas en sí, hemos de estar al margen de cómo se llaman. La mejor manera para conseguir saber algo es mediante el arte y, más concretamente, la música, por ser la más desligada de las palabras. Este pensamiento es prácticamente equivalente al propuesto en ?Lohengrin? aun cuando el fondo teórico que sostiene tal teoría cambia. Las consecuencias estéticas de estas ideas ya las he expuesto en el capítulo anterior, pero hay un aspecto que querría subrayar. La idea sobre lenguaje en que más insiste es la que relaciona el conocimiento obtenido por muerte de las palabras y el que tenemos gracias al arte. Evidentemente, la conclusión a que llega es que el primero se queda corto porque se le escapa el sentido más profundo de la realidad. Esto es lo que quería decir Wagner, por ejemplo, en ?Los Maestros Cantores? al criticar las reglas. Éstas son precisas y metódicas como el lenguaje, pero no penetran en el auténtico sentido de la naturaleza, sino que sólo se quedan en la superficie. Pero podríamos objetarle que la poesía bien usa las palabras, y él nos respondería que la auténtica poesía, si bien las utiliza, no es en el sentido racional, sino que deben expresar sueños o ideas irracionales (en esto podemos ver a Wagner como un precursor del surrealismo) Además, es en este sentido que considera la música como un complemento inseparable del poema, porque ella describe aquello que se escapa a las palabras. David, Ayudante de Sachs |
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¡Vaya nivel! Como dicen por ahí, esto hay que leerlo con calma, sin embargo, yo añadiría un pequeño matiz a la hora de asignar un carácter "hegeliano" a Ortrud. Bastaría con escuchar los segundos de música que suenan inmediatamente después de su invocación a Wotan y Freyja, para sentir la intensidad de la "hybris", la furia de la desmesura, la locura del mundo. En mi opinión la esencia íntima de Ortrud no tiene nada que ver con el racionalismo, si no que el sentido de lo consciente puede encontrarse exclusivamente en la trampa que ésta le pone a Elsa. Desde mi punto de vista, la esencia de Ortrud puede ser tan irracional como la de Lohengrin, sólo que en este caso nos enfrentamos ante dos tipos de irracionalidades; la de la "animalidad" humana frente a su espiritualidad: la de los dioses antiguos (Wotan y Freyja, el furor y el amor salvaje) frente a la del ideal nuevo (el grial de la compasión). Y para que la semilla del nuevo ideal germine en el mundo es necesaria la fe y la búsqueda del estado de "gracia" (planteamiento con cierta connotación luterana): el anteponer la creencia en ese ideal aún a costa de sacrificar nuestros más básicos instintos. El fracaso del final obedece básicamente a nuestra esencia humana (ya que la tentación que mueve a Elsa es absolutamente irracional), a la imposibilidad del ideal en el mundo. De este modo el pensamiento wagneriano comienza a abrir las puertas al paraíso del no-mundo, y a la teoría de la nada. En fin, ya comentaremos... Saludos. Javier. Pd.- reconozco que Ortrud invoca a Freyja y a Wotan no sólo por su carácter, sino por ser ambos los dioses más "brujos" del panteón nórdico. Pero considero que tb se debe tener en cuenta la significación que el carácter de ambos dioses aporta al personaje. |
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Por cierto, y sobre Lohengrin. Esta cuestión, que ya planteé en los albores del antiguo foro, quedó entonces sin respuesta. No conozco nada bien la obra, pero hay un motivo, el que suena en los momentos de la invocación del juicio de dios, y después constantemente a lo largo del resto de la obra, que se parece muy mucho al motivo de la lanza en la tetralogía. ¿Alguien me podría indicar el nombre de este motivo, si es que lo tiene? Saludos. Javier |
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Qué denso, es demasiado...lee atentamente estas palabras sobre Wagner en boca de Nietzsche: "Un inventor e innovador de primer orden; ha aumentado considerablemente el poder de expresión de la música considerada como lenguaje, admitiéndose que, en ciertas circunstancias, la música puede no ser música, sino lenguaje, instrumento, arcilla de dramaturgo" ¡Es genial!, en fin, me temo que no estoy a la altura de todos vosotros, pero aún soy muy joven, y tengo mucho tiempo para aprender. Espero que alguien me conteste |
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Bueno, diez días después de ser publicado, por fin he podido leerme este texto. Está bastante interesante, pero creo que Wagner ya dejó bien claro lo que pensaba del lenguaje en "Ópera y drama". Según Wagner, el lenguaje primitivo tenía una característica que le permitía representar la esencia de las cosas (por ahí van sus teorías sobre la aliteración y sobre las palabras-raíz). Creo que el autor del texto se equivoca si cree que Wagner consideraba a las palabras inferiores a la música: el propio Wagner puso un ejemplo (de nuevo, en "Ópera y drama") sobre cómo la aliteración determinaba los cambios de tonalidad. En cuanto a lo de Wagner como precursor del surrealismo, ya me parece exagerado. Un saludo, Germán |
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Yo te contesto Isolda. ¿No te parece que hacer que la música sea más expresiva o inteligible, va en perjuicio del poder de la propia música, capaz de llegar a lugares de nuestro inconsciente que no alcanzan las palabras? Saludos. Javier |
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Muy interesante este trabajo sobre la palabra, que imagino que hace referencia fundamentalmente a la palabra en su faceta de imagen del pensamiento que utilizamos para interactuar con el mundo de los objetos en que nos encontramos inmersos. Sin embargo, pienso que mucho antes de utilizar las palabras, imágenes o ideas para describir el mundo que le rodea, el hombre tuvo que ser consciente de que existía un mundo rodeándole que era diferente de él mismo. Esta toma de consciencia de sí, apertura del primer ojo y noche de los tiempos de la humanidad, es precisamente la semilla o punto de donde arranca todo el pensamiento racional: se trata precisamente de la individuación, de la diferenciación del uno mismo frente al resto del mundo. Y es precisamente esta individuación la que Schopenhauer reconoce como fuente del egoísmo humano, y como el primer obstáculo a vencer para entender el amor universal. El nombre de Lohengrin no debe ser conocido. Y ¿no es precisamente el nombre la marca más profunda que separa nuestro yo del resto de las cosas? El caballero del cisne no ha de tener nombre, dado que no es él realmente quien actúa, sino el mundo a través de él. Por eso mismo el caballero no puede ser reverenciado a través de un nombre. ¿Son peligrosas las palabras? Si así fuese, lo primero que deberíamos hacer es dejar de utilizarlas, y no es esto lo que nos proponen los románticos. Lo que realmente resulta peligroso es conceder a las palabras un valor superior al que realmente tienen. Del mismo modo que el individuo no se considera realidad en sí, sino mundo operante a través de sí, los pensamientos, conceptos, ideas o palabras, no pueden considerarse como valores absolutos en sí: los pensamientos no son objetos nacientes de nuestra mente, de los que podamos ser propietarios. Los pensamientos, ideas o palabras no sonotra cosa que una forma íntima de interacción del mundo con el ser humano. No somos nosotros los que pensamos, sino que es el mundo el que fluye a través de nuestras neuronas. Saludos. Javier |