Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023
FORO 

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Crítica del Siegfried de Madrid.
De: Antonio Pons
Fecha: 05/01/2004 17:21:41
Asunto: Crítica del Siegfried de Madrid.
Saludos José Alberto.

Despues de leer tu crítica de la representación del Siegfried del Real madrileño,creo que los Reyes Magos te van a llenar la casa de "carbón",por malo,malo,malo que has sido,machacando tan sublime espectáculo,con tu crítica destructiva(a mi me ha parecido soberbia tu crítica por lo que pude escuchar a través de Radio Clásica).Te van a deportar a vivir en provincias,a copiar un millón de veces,¡¡¡no se puede escribir crítica del Real,que sea destructiva¡¡¡,aqui es todo "divino" "fenomenal" y "sublime",y el que no pase por el "haro" que se prepare,porque le va a caer la maldición inquisitoria y la persecución hasta su desaparación en el triangulo de las Bermudas.Acaso no será que hay mucho masoquismo en la Capital del Reino,y se quiere que se vaya al Real a "sufrir",por los pecados cometidos,en vez de disfrutar.
José Alberto eres un monstruo,sigue así,con la verdad por bandera,tienes afición que te sigue, en mi persona.

Atentamente

Antonio Pons

De: Álvaro Melchior
Fecha: 05/01/2004 19:52:28
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Pues, en general comparto casi todo lo expresado en esa reseña. Pero el "casi" me tiene en una gran duda: ¿habré escuchado a la misma Brunhilda?. Qué queréis que os diga, a mí me gustó la DeVol. Es cierto que tiene un acusado vibrato, pero no lo considero un defecto; incluso observo que ella lo utiliza con fines expresivos. Al principio tardó en calentar la voz pero después fue a más. Un momento maravilloso fue cuando cantó el tema de la "amada inmortal". Y al final dió un agudo perfectamente colocado y proyectado sobre la orquesta (nada de oscilaciones) que, no sé si lo hizo en todas las funciones o sólo en la última que es la que yo ví, mantuvo asombrosamente durante gran parte de la coda orquestal (estaba en la última fila de paraíso y la escuché perfectamente).
He escuchado a la DeVol, además de en Walkyria, como Norma y como Elektra y me parece de esas personas que son más artistas que cantantes. Sin embargo, también he comprobado que no hay término medio con ella: o gusta o no gusta, nunca deja indiferente.
Pero leyendo la forma en que arremete contra ella el autor de la reseña, no sé si escuché la misma cantante, o se encontraba mal en la función que él vió, si debo ir al otorrino o si mi sensibilidad musical ha degenerado ya irremediablemente :-))))
En fin, sólo es mi opinión.

Álvaro Melchior.

De: andujarescenografo
Fecha: 05/01/2004 20:14:53
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Estupenda crítica y deacuerdísimo, salvo algún matiz.
El dragón era un horror!

De: Coppelius
Fecha: 05/01/2004 22:47:28
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Pues a mí el dragón y el resto del segundo acto me parecieron lo mejor de la función. Lo demás fue mediocre, pero aún así no me quejo mucho porque pienso en otras producciones actuales.

De: jaquino
Fecha: 07/01/2004 14:07:59
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
A mí el detalle del dragón sí me gustó (imagino que es una de las situaciones más difíciles de resolver en una puesta en escena del "Anillo"). Lo del niño como sombra de Siegfried en principio me pareció original y casi me emocionó (cuando evocaba a su madre), pero luego creo que fue excesivo (al convertirlo en el pájaro del bosque y al no desaparecer a tiempo). No hablemos del osito de peluche ni de Mime haciendo de ventrílocuo, ni del ruido de las sillas al rodar por el escenario. Hanna Schwarz se salió.

Saludos.

De: ibn ammar
Fecha: 13/01/2004 22:45:30
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Verzeiht!, vielleicht schon ginget ihr zu weit...

Después de haber dado un prudente margen y de haberme irritado un tanto, fundamentalmente, con el tono de muchas de las críticas del Sigfrido de Decker en el Real, me he decidido finalmente a dar mi opinión. Lo que sucede es que si simplemente dijese que la cosa me pareció con elementos interesantes pero algo pobre en conjunto y con ciertos fallos de ejecución, no me quedaría del todo a gusto. Me voy a explicar y, por tanto, a extender un tanto.

Antes de entrar en el montaje en cuestión, me gustaría advertir que no soy de esos que se oponen por principio a lo que se vino a llamar en este foro ?modernidad escénica?. Me parece que el debate modernidad/tradición es absurdo. Yo siempre pensaré que lo que hay son buenas y malas interpretaciones, y que una inteligente y acertada metáfora es más bella que la pura literalidad. Aunque ello no deja de ser un lugar común en el arte. A lo que me refiero es a que es a que no me molesta en absoluto que las valquirias no lleven cuernos, coraza de acero o que no entren en escena sobre un caballo de verdad. Se puede metaforizar bien, mal o muy mal, evidentemente, pero es que en eso consiste, como decía, el propio arte.

Supongo que a esto se podría replicar que una ?moderna? puesta en escena puede ser arte, pero no Wagner; lo que no deja de ser, hasta cierto punto, cierto. Sin embargo, sólo hasta cierto punto. Si la recreación escénica no tiene nada que ver con la voluntad artística que anima la obra, desde luego. Pero también puede situarse en el ámbito de dicha voluntad, con mayor o menor acierto. Una puesta en escena no ?literal? es, pues, juzgable, pero no parece que deba ser rechazable de antemano.

Además, conviene tener presente algo importante en el caso del Anillo, y es que relata unos hechos que carecen de historicidad. El valor del mito es, precisamente, que está fuera del tiempo, fuera de la historia, y, por tanto, que es eterno. Pertenece por igual a todos y cada uno de los períodos de la Historia, pasada, presente o futura. Lo que sucede es que las leyendas germánicas que tomó Wagner tenían su génesis como en el siglo VI y fueron elaboradas en torno al siglo XI, siendo lógico que su ambientación original se concibiera en términos de contemporaneidad con aquél tiempo. ¡Pero este elemento carece de necesidad!. La razón confesada por la que Wagner abraza el mito es, precisamente, para trascender su propio contexto histórico y tratar de dar a su arte vocación de universalidad (aunque como a casi nadie escapa, se trata de una obra en la que se dejan sentir circunstancias históricas muy determinadas). Encuentro perfectamente lícito, pues, que la puesta en escena y el vestuario no atienda a estrictas razones de ?realismo?. Y es que lo del ?realismo? no deja de tener su gracia. Como luego comento, sólo un ?espectador? que esté dentro de la propia obra puede contemplar los acontecimientos de la misma como ?reales?. Desde fuera todo arte debe forzosamente ser contemplado desde el conocimiento de que es arte. En otro caso se podría hablar de la forma ?artística? de la copa de un árbol o de las ?arias? de los pájaros. En el arte, de hecho, la verosimilitud real importa un bledo. De hecho todavía no he oído a nadie protestar porque los anillos mágicos no existen o porque los caballos no vuelan.

Por otra parte, el Anillo supone un desafío que es forzoso resolver artísticamente, pues supongo que pocos estén por la labor de introducir efectos especiales para representar las transfiguraciones de Alberich en el Oro del Rin, la cabalgata de las Valquirias o el tan traido Oso del comienzo de Sigfrido. Y es evidente que toda proposición artística ha de partir de una concepción de conjunto. Otra cosa es que la mayor parte de las realizaciones actuales sean realmente mediocres.

* * * * *

Si uno lee tanto las críticas del estreno de la obra que han aparecido en los periódicos como algunas de las que se han escrito aquí con posterioridad, parecería que el elemento definitorio del montaje podría aislarse sin ninguna dificultad: el osito. Yo mismo tuve noticias de él desde mucho antes de asistir a mi función; y confieso que no me hacía ninguna gracia. A priori, no le veía ningún sentido a que Siegfried apareciese en la primera escena con un osito de peluche, en lugar de con un fiero animalote. Después de verlo, sin embargo, la perspectiva cambia un tanto. En primer lugar, el elemento figurativo elegido tiene evidentes sinergias con otros que sí son constitutivos de la propia obra. Decker subraya el aspecto infantil de Siegfried a lo largo de casi toda la representación, pero me extraña profundamente que esto pueda sorprender a alguien que se haya leído el libreto con una mínima atención. Siegfried es, entre otras cosas, un niño. Lo que él hace no puede explicarse sin la ingenuidad. El niño que representa al pájaro del bosque no es otra cosa que él mismo, lo que se hace evidente por el modo en que aparece (en la misma postura y frente a él, como en un espejo). Y, por otro lado, Siegfried se muestra a lo largo de toda la obra en constante anhelo de cariño, de verdadera compañía.

Mime
No me importa
que mates a los osos,
pero cuando están vivos
¿por qué traerlos a casa?

Siegfried
Estaba buscando mejor compañía
que la que tengo en casa.
En lo más profundo del bosque
hice sonar mi cuerno
para ver si me animaba
con la compañía de un buen amigo.
Lo pedí con mi música,
y un oso salió de entre los arbustos


Así, mientras que Mime demuestra ver en escena algo muy distinto a un osito de peluche, eso es precisamente lo que es el oso para Siegfried. La metáfora no es, en cualquier caso, especialmente brillante. Lo que yo no la veo ahora es absurda. Y es que, en realidad, el oso importa en Siegfried una mierda, con perdón. Es un elemento perfectamente prescindible de la obra si no es en conexión con otros que sí que tienen una importante presencia en la configuración de la acción; si no, su única función es meramente figurativa. Decker, al darle esa constitución particular, lo que hace es, precisamente, aprovecharlo como elemento de refuerzo de esos otros elementos. Y punto. No creo que sea tan grave.

* * * * *

El elemento que sí podría calificarse como definitorio de este montaje y, en general, del Anillo de Decker son las sillas. Filas de butacas como las del teatro, sillas sueltas, caídas, por aquí, por allá... sillas por todas partes. Estas sillas, que también han sido duramente criticadas, he de confesar que a mí no me resultan una mala idea. El problema ha resultado ser más bien la falta de otras ideas, porque el conjunto queda con frecuencia algo pobre, fundamentalmente en La Valquiria.

He leído algunos sitios que lo de las sillas obedece a que Willy Decker pretende trasladar el público al escenario, algo así como el cuadro de Klimt del Burgtheater. No creo yo, sin embargo, que tal sea su propósito. Sabido es que Schiller definió el coro griego como ?el espectador ideal?. Se trata de un conjunto de espectadores que se encuentran dentro de la obra de arte, pues no contemplan la ación de ésta como artística, sino como real, tal como comentaba antes. No obstante, dudo que el señor Decker ignore que Wagner rechazó la identificación entre el coro griego y el de la ópera tradicional, que él definió como pura ?masa? (pueblo al que han arrebatado el espíritu). El coro wagneriano no es sino la orquesta, según el propio compositor. Curiosamente, en el teatro griego el lugar en el que se colocaba el coro se denominaba ?orquestra?, y estaba formado por un semicírculo de varios metros de diámetro entre los espectadores y el escenario, probablemente en el mismo plano que este.

Lo de las sillas sugiere en la Valquiria un enfoque claramente dialéctico. Se vislumbran dos tipos de acciones paralelas, y a la vez íntimamente interrelacionadas. Por un lado, los dioses, el Valhala, donde se decide y rectifica el destino de los hombres; y, por otro, el mundo de éstos, cuyo transcurrir parece siempre ?escrito?. Este esquema es muy evocador. Cualquiera que haya leído la Ilíada recordará cómo Zeus resulta en cierto momento engañado y distraído por su esposa, Hera, con el fin, en ausencia del dios, cambiar el rumbo del combate entre aqueos y troyanos. El caso es que parece inevitable imaginarse a los dioses (acaso por influencia cinematográfica) cómodamente asomados en el Olimpo a una especie de estanque, en cuyas aguas observan las hazañas de Aquiles, Héctor, Agamenón y compañía. Cada uno toma partido por un héroe y trata de actuar directa o indirectamente en su favor. Los dioses son, por tanto, espectadores activos de lo que sucede en el mundo de los mortales, cambiando a cada momento el rumbo de los acontecimientos. El Mundo es, digamos, su pequeño teatro de marionetas.

A propósito de esto, recuérdese que la Valquiria de Decker comienza con Wotan sosteniendo en sus manos una maqueta de la vivienda de Hunding, y que durante casi todo el primer acto aparece sentado en el patio de butacas (del escenario) observando el escenario por el construido y ?animado?. La intención del director de escena parece ser, pues, poner de manifiesto esa dualidad. Y es que esta es una obra en la que, como hemos dicho, existen dos tipos de espectadores: unos dentro de la propia obra, que observan la acción como ?real?; y otros desde fuera, que contemplamos el conjunto como ?arte?.

El planteamiento de Sigfrido, sin embargo, ha de ser forzosamente distinto, pues la condenación de Brunhilda supone la abdicación de Wotan, que renuncia a partir de entonces a enderezar a sus propósitos el curso de los acontecimientos ?terrenales?. En lo sucesivo aparece únicamente como ?caminante?, u observador más o menos pasivo. En primer lugar, por decisión personal; pero, además, cuando intenta volver a imponer su propia autoridad (en el tercer acto, ante Sigfrido), por pura incapacidad. Por ello, Wotan ya entra en escena en el primer acto del Sigfrido de Decker en un mismo plano que Mime. Despierta (en la producción) a éste y le muestra cómo puede ser forjada la espada (en el famoso ?torneo?), pero no hace para ello uso del poder, sino del saber. Por todo ello, no hay ya en Sigfrido filas de butacas frente al escenario (de ?dentro del escenario?). Ambos planos se hayan fundidos; la acción ya no se construye por contraste.

No obstante, la acción sigue siendo permanentemente observada (desde dentro). Por Wotan, sí; pero también por Alberich, vigilante ante la guarida de Fafner. Las sillas se hallan ahora, pues, dentro del propio escenario. Al propio tiempo que revelan el importante matiz de que la acción es permanentemente observada, las sillas sirven de elemento figurativo genérico. Son, además acaso de asientos, mesas, cuencos, herramientas, todo aquello, en general, que a Sigfrido le da por destrozar y tirar por los suelos en sus ataques de ira del primer acto; y, en el segundo acto, árboles, arbustos, troncos, plantas... Funcional, en definitiva. ¿Qué más da que a Sigfrido le de por dar un puntapié a una silla o a un cuenco? Lo importante es porqué lo hace y que de hecho lo hace, ¿no?

En la escena final, sin embargo, reaparece la disposición de las butacas de la Valquiria, frente al ?escenario? en el que se encuentra la durmiente Brunhilda. Esto pudiera justificarse por la nueva dignidad de Sigfrido, poseedor del anillo, del yelmo y vencedor de Wotan; pero, en mi opinión, debe de responder más bien al modo en que Sigfrido contempla ahora a Bruhilda. Es él el único que puede interrumpir su estado de sueño. Además, este elemento de las butacas es utilizado espléndidamente para, al despertar Brunhilda, poner de manifiesto su cambio de condición, pues al fondo del escenario se vislumbra el contorno de sus antiguas compañeras, las Valquirias, situadas en otro plano, en el patio de butacas.

* * * * *

En cualquier caso, el montaje muestra también importantes fallos, tanto de concepción como de ejecución. Y es que las pizarras del primer acto y, en general, la metáfora de la cueva de Mime como la escuela del joven héroe me parece particularmente desacertada, por mucho que resulte escénicamente funcional en varios momentos. ¡Sigfrido no puede haber ido a ninguna escuela! Lo que Wagner parece querer presentarnos con el héroe no es otra cosa sino la encarnación del ?estado de naturaleza? (al igual que con sus padres), no pervertido por el pacto civil burgués ni educado en el ámbito del mismo. Es en la Naturaleza, ya sea en algunos de sus elementos o en su pura personificación (?Erda? viene, obviamente, de ?Erde?, que en alemán significa Tierra ?de ahí lo que se ha llamado ?el huevo? del tercer acto...), donde Wagner sitúa tanto la fuente del verdadero saber como el sentido de la justicia. La escenificación de la radical contraposición entre Naturaleza y Cultura aparece puesta de manifiesto en la primera escena del tercer acto: Wotan, el poder constituido, frente a la Naturaleza misma.

El ?nuevo hombre?, el héroe, debe nacer y crecer, pues, al margen de la cultura, debe desconocerlo todo sobre el mundo de los hombres y el orden entre ellos reinante para poder acabar con él. Wagner no admite con ello reformismo alguno, el orden burgués que él tanto decía detestar sólo podía superarse por la Revolución. Y es que ese orden que Sigfrido está llamado a destruir es un orden en el que el poder no se manifiesta como algo absoluto, sino limitado. El poder descansa en una serie de pactos a los que Wotan se halla vinculado. El anillo (poder absoluto) se contrapone así a la lanza (Constitución del Estado burgués del Derecho), en la que cada marca hace referencia a un pacto.

Por ello, la única escuela de Siegfried ha de ser la Naturaleza, en la que descansa el saber primigenio y una Justicia que aparece opuesta al Derecho. Es en el bosque donde Siegfried se ha hecho como es (un INCULTO, no un ignorante), donde ha aprendido lo que sabe, observando el orden natural, aprehendiendo sus Leyes. Lo de la escuela ?chez Mime? es, pues, absurdo, un contrasentido.

En todo caso, Decker no parece ajeno a esta interpretación, pues la transmutación de Siegfried en el propio pájaro del bosque da idea de esa identificación entre el personaje, la naturaleza y, sobre todo, el saber que en ésta reside.

Por otro lado, es más que probable que Wagner pensase más en el arte burgués que en la propia sociedad burguesa (a muchos de cuyos elementos dudo mucho que hubiera podido renunciar). La configuración que da a elementos como el poder, la legitimidad y la justicia abonan, sin embargo, una reflexión más amplia, aunque acaso no controlada por el propio autor en todos y cada uno de sus términos.

En cuanto a la ejecución, la representación mostró ciertas deficiencias. Los arranques de genio de Siegfried en el primer acto carecieron, tanto en la orquesta como en la dramatización, de energía, de juventud. Pero lo de la última escena del tercer acto fue mucho peor. Brunhilda y Sigfrido cada uno en un extremo del escenario, sentados y mirando al público, mientras se prometían amor eterno. Muy, muy mal. Es lo más parecido a una versión concierto de una obra de Wagner que jamás he visto. Valga, pues, en este caso lo dicho por Brahms (en cita proporcionada por Wagnermanía) sobre la interpretación meramente sinfónica de la obra de Wagner.

* * * * *

Se ha hablado también, por último, del tamaño de las espadas. Estas aparecen claramente en el montaje de Decker con un significado fálico. Pero esta interpretación freudiana creo que es importante resaltar que se apoya en elementos de la propia obra y en otros de la vida del compositor. No se trata, por tanto, de un puro apriorismo del director de escena, aplicable indiscriminadamente a toda obra que se le ponga por delante, como en el caso de Kupfer. Me explico. El tamaño de las espadas se hace presente en el anillo de Decker en dos momentos fundamentales: en casa de Hunding (cuando llega este), y en la cueva de Mime. En el primer caso, la situación plantea un conflicto fálico de primer orden, con Sieglinde de por medio. El complejo del ?tercero excluido? es algo sin lo que no es fácil concebir al propio Wagner, y si no, que se lo pregunten a sus amigos Otto Wesendonck o Hans von Bülow... Respecto a la segunda escena comentada, recordemos, con Martin Gregor-Dellin, que ?Mime? (padrastro de Siegfried) significa ?mimo? en alemán, y que el padrastro de Wagner, Ludwig Geyer, era de profesión actor. Ni que decir tiene que el amor edípico por la madre es mucho mayor cuando no se tienen lazos biológicos con el padre. Además, la espada significa en el libreto emancipación, edad adulta.

* * * * *

En fin, simplemente interesante, pero no merecedor, en cualquier caso de muchos de los juicios que se han expresado. Yo pasé cinco horas absolutamente deliciosas.

De: Antonio Pons
Fecha: 16/01/2004 11:28:59
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Saludos ibn ammar.

He leido con interés y atención tu escrito,de las conclusiones que has podido deducir,despues de tu asistencia al Siegfried del Real.No me consta que hayas escrito los nombres de los cantantes,que actuaron el día de tu asistencia,como estuvieron vocalmente,que "tempo" tuvo la representación,animicamente,vamos si la "vivieron",o simplemente se limitaron a cumplir "el expediente" de actuar en un Siegfried,etc.,etc.,etc.,.Ah por cierto,si no me equivoco,has escrito diez veces la palabra de un tal Decker.¿El tal Decker,es dramaturgo,novelista,guionista,articulista,etc.,?.¿Cuantas obras debe tener escritas?,¿y de publicadas?,¿y de representadas?.¿ Si éste Siegfried,en vez de ser representado,"solamente",se hubiera "cantado",en versión concierto,habrías asistido al mismo?.¿En el caso de que asi fuera,habrías escrito tu impresión del mismo?.¿Que numero de funciones en versión concierto,del Siegfried crees que se hubieran dado en el Real?.
Si algún director de escena,quiere ser "creador",en mi opinión,creo que sería más digno por su parte,que se estruje su cerebro,y cree "su" obra de arte,y no se aproveche de los demás.
Respeto tus impresiones.En mi caso,disfruto más, escuchando la obra de arte musical,que ver,una desvirtuada obra de arte musical.Son opiniones.
Atentamente

Antonio Pons


De: bayreuther
Fecha: 18/01/2004 23:30:30
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Caros foreiros en general y Ibn Ammar en particular: Soy nuevo en el foro. He intentado entrar desde hace tiempo, pero la página estaba en obras y no se admitían nuevas altas. Ya puedo escribir y, aunque Siegfried y sus críticas ya han pasado, no he podido evitar caer en la tentación de criticar la puiesta en escena.
Pero antes tengo que decir algo sobre Luana de Vol. tuve la inmensa suerte de asistir a 3 representaciones. Confieso que le tengo manía: estuvo a punto de estropearme 3 terceros actos. Como todo el mundo sabe, doña Luana es record Guinness de vibrato merino-lanar con el que logra que le entren a uno en resonancia las meninges.¡tiemblo pensando en el próximo Götterdämmerung! He de reconocer sin embargo, que si se logra filtrar el gigavibrato mentalmente se pueden oir cosas pasables: en el Heil dir Sonne! del día 11 estaba yo con los puños apretados (ya conocía yo a la señora) pero racionó los balidos y no estuvo mal. Me gustó el Ewig war ich tambien del día 11. Los demás días, lamentable; está muy justita de todo.

Ahora vamos con la puesta en escena. Estoy de acuerdo en general con ibn ammar, creo que todo lo que escribe es muy meditado pero como a mi no me gustó nada, no me puedo estar callado.

A estas alturas de la película uno ya se ha acostumbrado a no ver una ópera con decorados "clásicos" ni de broma. Vale. Yo no pido una cueva - un bosque - una roca. Pero cuando voy a la ópera quiero creerme lo que veo y, si no me lo creo, que por lo menos sea espectacular, grandioso, coherente, o, por lo menos, bello.

A la puesta en escena en cuestión, no le falta imaginación, pero para lograr resultados pobres, cutres. Parece mentira que con los medios que dispone el Real se utilicen unos lisos y feos paneles móviles que son cueva, fuelle de fragua, bosque, roca, cielo o lo que haga falta. El decorado consiste en unas pizarras donde están escritas con tiza fórmulas de aleaciones metálicas y una pila de sillas de madera que se están tirando todo el rato haciendo un estruendo enorme (eso, lo que faltaba: que me distraigan más a la orquesta. En las preguntas (que estuvieron divinamente, sobre todo Alan Titus)escribía Wotan en un pizarrín la palabra clave de las respuestas, Niblungen, Riesen, Götter, con antelación a cada pregunta. Nothung es una caricatura de espada de 2 metros que tiene que llevarla al hombro como una escopeta y dejarla por ahi desde que puede. El dragón chino, pues bueno.

Y no hablemos del ¡OZITO! y de las marionetas con que Mime le explica las cosas a Siegfried que probablemente no debe entender alemán (ni pronunciarlo). El pájaro del bosque es un niño vestido igual que Siegfried, vaya, hasta ahi vale, pero es que luego se lo lleva al tercer acto. ¿Vds. se imaginan a Siegfried con Sigfridito cogido de la mano entrando en la roca a través de las llamas que no son otra cosa que las repugnantes filas de butacas rojas de siempre?. ¿Se puede saber qué pinta un niño en MI roca, en MIS llamas, con MI Brünnhilde?

El vestuario es anodino, no está mal la caracterización de Alberich, como en el Oro, tipo Freddy Kruger. Erda: un cruce entre momia egipcia con gafas der sol y una indú.

En fin, se ha perdido una ocasión de dar un Siegfried verdaderamente grande o por lo menos intentarlo. Es dificil reunir mejores elencos hoy en día ¡qué le vamos a hacer! Se pueden mejorar muchas cosas empezando por la dirección (Peter Schneider debio ensayar unos 5 minutos en total) pero he de confesar que así todo disfruté como un loco, porque con esta sequia wagneriana - lo dice un privilegiado, la próxima temporada ya veremos - hay que sacarle jugo a lo que caiga.

Pues eso, saludos, B

De: ibn ammar
Fecha: 19/01/2004 18:42:12
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Estimados foreros,
acabo de leer vuestros últimos mensajes.
La verdad es que por algún motivo (supongo que por las referencias directas a mi escrito) me siento obligado a ¿contestar?, aunque en realidad no vea razones de fondo para ello. El caso es que Antonio Pons me recuerda lo que no escrito, lo cual le agradezco mucho, aunque desconozco el motivo por el que lo hace.
Con Bayreuther coincido plenamente en que no se puede valorar positivamente una puesta en escena que no te haga disfrutar de la obra. A él no le gusta la de Decker y yo coincido parcialmente con el y, en todo caso, respeto su opinión.
Razones sobre el tema de mi mensaje anterior creo que he escrito suficientes. ¿Sobre lo que no he escrito? Pues me resultaría chocante que a partir de ahora hubiera que darlas. Quiza es que como esta conversación la ha iniciado el sr. Pons tiene el derecho de establecer el "orden del día". Si es así la cosa tiene fácil solución: no volveré a participar en las que él comience. Si tengo algo que decir, abriré otra nueva.
En fin, saludos y un poco de democracia para todos.

De: Antonio Pons
Fecha: 19/01/2004 20:11:24
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Saludos ibn ammar.
Con todo el respeto que me merece Vd.,le pido disculpas si le he ofendido,con mi escrito.La verdad es que a mi,las opiniones de las puestas en escena,siendo todas respetables,como ya habrá deducido,no me interesan.Considero interesante la opinión del resultado músico-vocal,de los asistentes,a las representaciones operísticas,o a conciertos.Le ruego que reconsidere su posición,para bien del foro,y no vea en mi persona,a un enemigo.
Atentamente

Antonio Pons

De: uronim
Fecha: 19/01/2004 20:26:09
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Hace unso días y sin mucho éxito, pregunté cual era el presupuesto que se había dedicado a esta producción ya que si escaso podría ser incluso hasta muy buena.
A mí, en particular no me gustó nada, por las razones que ya expuse.
Vuelvo a preguntar ¿cuanto presupuesto se ha adjudicado a ésta producción?, ¿y a la TETRALOGIA?.
"andujarescenografo" apunto pero no llegó a disparar en mi anterior intervención. Me gustaría que aportara algo de luz a este asunto.
Un saludo
URONIM

De: ibn ammar
Fecha: 19/01/2004 22:33:07
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Estimado Antonio Pons, acepto y agradezco tus disculpas.
REspecto a lo del coste de las producciones del Anillo lamento no poder ser de mucha ayuda, aunque coincido en considerarlas un parámetro (aunque no ciertamente el más importante) a la hora de enjuiciar un montaje. De todos modos, superar ciertos pasajes del anillo exige mucho, mucho ingenio si no se cuenta con unos medios extraordinarios.
En fin, saludos a todos.

De: andujarescenografo
Fecha: 25/01/2004 13:06:33
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
Perdón, no sabía que este tema se había reabierto en el foro, ya que el que se refería a la opinión del montaje de Decker se cerró hace ya varias semanas, sin mucho exito, y allí expuse mi opinión.
Uronim, recuerdo nebulosamente tu intervención. Con respecto a la partida que se ha destinado para esta producción, creo que de el Teatro Semper, lo desconozco. Puedo más o menos calcular, por la escenotecnia y la ejecución de los sets, cuanto han podido costar.
Yo calculo que este último de Sigfrido habrá venido a costar unos 120000 euros sólo contando con la escenografía y vestuario. Si muchas de las motorizaciones de gillotina, no pertenecieran al Teatro Real, sino a los mismos sets, podría incrementarse esta cifra en 12000 euros más.
La Walkiria, de la que he olvidado bastante, parecía más complicada en acabados, pero no recuerdo tanta complicación escenotécnica.
No parece en definitiva una producción excesivamente costosa. Desde luego no más que otras producciones del Teatro Real.
Estos cálculos son absolutamente estimativos, nacidos de la impresión que a mi me causa desde la platea y no dentro de la caja escénica.

De: legolas1962
Fecha: 02/02/2004 12:40:57
Asunto: RE: Crítica del Siegfried de Madrid.
¿Hay algo peor para un espectáculo operístico que aburra soberanamente al espectador? Soy wagneriano hasta la médula, dicho sea de paso, pero el sopor que me "embriagó" con este Sigfredo sólo se vió superado con el chirriante, molesto y descarado vibrato de la DeVol que logró despejar las neblinas de mi somnolencia y no dejarme llevar la sorpresa de despertarme con los discretos y anodinos aplausos de un público que se preguntaba para cuándo un Anillo en el Real que emocione, convenza, dignifique, entusiasme...Creo que la Meier debería haber hecho lo que la Gheorghiu...claro que sin ella, tras el tedioso, aburrido, falto de aliento dramático y heroicismo, musiclamente picioso primer acto de La Walkyria, sólo habría cabido llorar de pena e impotencia. De Domingo...mejor no hablar. Gracias Waltraut, tu emocionado amor por Siegmund me recordó por qué la música de Wagner es sublime y por qué la amo tanto.

¿Puesta en escena? A ver si de una vez por todas se enteran que los experimentos, en el laboratorio, en el escenario, ni con gaseosa, por si acaso. Y si quieren experimentar con errabundas aventurasa futuro-simbolistas que lo avisen, para no ir, claro, y que, además pongas las entradas como en los "chinos": Todo a 1 euro. ¡Que ya está bien de tomar el pelo al sufridor público que pagamos una millonada con la frustrada casi siempre esperanza de ver belleza y coherencia, y no sillas volando por los aires al estilo de las tabernas de los westerns!

No pretendo que nadie se sienta ofendido. Al fin y al cabo esto es un foro de opinión, dicha con todos mis respetos a los creadores y a los que no compartan mi forma de verlo. Visto lo visto, como en el Ocaso son 6 horas, me llevaré el despertador...Menos mal que no ronco,¡lo mío es masoquismo!