En
plena tarea con este Sigfrido, hice una pausa para descansar tumbado
a la sombra de un tilo. Dos meses después me cayó en la cabeza una
manzana, como a Newton, y aquel incidente me recordó que ya iba siendo
hora acabar lo que empecé allá por Diciembre de 2001, y que lleva
visos de convertirse en una odisea espacial, para desesperación del
antaño simpático y paciente webmeister y editor, y de alguien más...
SIEGFRIED
Primer
Acto
El
Preludio, obra maestra de “música psicológica”, es tosido inclementemente
por el público del Festspielhaus, que en esta ocasión me recuerda
al de Madrid. El entramado de motivos (7) refleja los pensamientos
que atormentan a Mime: cómo conseguir el Anillo y convertirse en
Amo del Mundo. Nótense las “violas ásperas” (con sordina), que entran
en el compás 43 (CD 7, pista 1, 1’17’’).
Gerhard
Stolze es un excelente Mime, con buena voz de tenor, menos histriónico
que Paul Küen (en las ediciones de 1956 y 57), Mime ejemplar. Stolze
se mueve con soltura por el Fa #3 (“wenn Siegfried sehrend ich schwingt.
/ Und ich kann's nicht schweiβen, / Nothung das Schwert!”,
pista 2, 2’36’’) y el Sol 3 (“und schmäht doch, schmied ich
ihm nicht!”, 3’24’’). En el Lamento de Mime, “Das ist nun
der Liebe / schlimmer Lohn!” (pista 3, 4’20’’) Stolze se muestra
firme de voz, con un timbre no ingrato, intención, atención al texto,
sin sacrificar la línea de canto aunque sin escamotear sollozos
allá donde los pide la partitura (schluchzend.). Es un Mime
en la línea de un David de Meistersinger, con un punto cómico
pero medido, sin exagerar.
Windgassen
entra pletórico (pista 3), quizá un poco apurado en las risas. Resuelve
sin problemas el rápido pasaje que va de 2’05’’ a 2’35’’ que comienza
con “Da hast du die Stücken”, y sigue de 2’40’’ hasta 2’52’’, y
en el que, a pesar del rápido tempo, son notables la dicción
y el énfasis puesto en algunas palabras. La caracterización que
hace Windgassen del personaje de Siegfried se trasluce hasta en
breves frases aisladas, como “Ich kann dich ja nicht leiden; / vergiβ
das nicht so leicht” (pista 4, 2’31’’).
Toda
esta Primera Escena es vocalmente espléndida, y con una toma de
sonido que permite oír muchos detalles en la orquesta. Por ejemplo,
préstese atención a los dos primeros minutos de la pista 6, con
el relato de Mime del nacimiento de Siegfried y la muerte de Sieglinde,
absolutamente prodigiosos, con una orquesta delicadísima y un inspirado
Stolze.
Hotter
está menos fatigado que el año anterior aunque la voz es algo tremolante
en el registro agudo, y al comienzo de la Segunda Escena el Re 3
resulta algo tirante: “nur was ihm not tat
/ wuβte er nicht: / was ihm frommte, / lieβ ich erfragen:
/ lohnend lehrt ihn mein Wort” (pista 8, 2’59’’).
Después de la frase del Viandante "lös ich's Lehren nicht ein”
(pista 8, 4’39’’), nótese el tremendo trémolo de contrabajos. Poco
a poco Hotter va calentando, y para cuando comienza el torneo
del Saber (pista 9) ya ha colocado mejor la voz, no presenta
problemas con el Mi 3 (“der sollte die Welt ihm gewinnen"
(pista 9, 1’38’’), exhibe un imponente legato sin muestras
de fatiga y el Re 3 es más firme, como en la frase (en pp)
“Auf wolkigen Höhn / wohnen die Götter" (pista 10, 0’38’’
a 0’57’’), con respiración antes de “wohnen”. Poco después coloca
un par de Fa 3 rotundos, especialmente el segundo: “den Wotans
Faust unspannt” (pista 10, 2’36’’) y “des Speeres starkem
Herrn” (pista 10, 3’12’’). En la pista 12, cuando el Viandante
pregunta a Mime, Kna sigue fielmente las indicaciones de
la partitura: comienza “algo retenido” (etwas zurückhaltend),
sigue “algo solemne” (Noch etwas gemessener) después de “sag
mir zum ersten” (0’19’’) y a partir de 1’16’’ es ya “algo animado”
(etwas belebend). Nótese la gracia, con un punto de comicidad,
de los tresillos en violas (2’09’’).
Al
final de la Segunda Escena (pista 13, desde 1’32’’) y comienzo de
la Tercera (pista 14) las figuraciones de la cuerda (viento, fuego
--¡Loge!) crean un ambiente sobrecogedor, de gran misterio. Son
las mismas figuraciones que aparecen algo más adelante (pista 15),
cuando Mime trata de explicar a Siegfried lo que es el miedo. Stolze
refleja a la perfección la agitación y el pavor de Mime y, poco
más adelante, está sensacional en “Fühltest du nie / im finstren
Wald” (pista 15, 0’15’’ hasta fin de pista). Atención al larguísimo
crescendo marca de la casa, mantenido desde 0’42’’ hasta
1’12’’, momento en que entra Siegfried. Hay otro ejemplo en pista
15, de 1’13’’ a 1’44’’.
En
la canción de la fragua (CD 8, pista 1, 0’47’’), Windgassen
sube con facilidad insultante al La 3 en los “Hoho! Hohei!”, y es
un Siegfried heroico, con empuje, que no pasa apuros y es escrupuloso
con lo escrito: hace todos los tresillos, da todas las notas, respetando
su duración y altura, cosa que no puede decirse de todos los Siegfried,
especialmente de los actuales. El tercer verso, “Was muβtest
du zerspringen” (1’04’’) es “reteniendo” y, a partir del cuarto
verso, “a tempo”. Sobre este punto Windgassen y Kna tienen
alguna pequeña diferencia de opinión y se produce un ligero desajuste
que no pasa de lo anecdótico.
La
forja (CD 8, pista 2, 3’24’’) es asimismo convincente, sin
alardes vocales (recuerdo ahora una de Max Lorenz, por ejemplo).
Compaginar el canto con el yunque resulta casi imposible, por lo
que se disculpa que Siegfried se muestre poco escrupuloso con los
martillazos. Wagner era muy puntilloso con estas cosas, y en la
partitura los martillazos están anotados como un instrumento más
de la orquesta. Así, no sólo la nota ha de ser un Fa, sino que deben
darse sobre sílabas concretas, con la intensidad y duración indicadas.
Windgassen comienza por no dar el martillazo sobre la sílaba “ken”
en “Funken” (4’40’’). Más adelante omite otro sobre los “Heiahohohohoho!”
y, en la pista 3, 2’29’’, directamente pasa por alto los 12 (!!??)
martillazos (3 cuatrillos de corcheas) sobre la la frase de Mime
“vor meinem Zorne / zittert sie hin!”.
Segundo
Acto
El
Preludio (CD 8, pista 4) y la Primera Escena del Segundo Acto, asi
como el encuentro Siegfried-Fafner, marcan uno de los escasísimos
momentos de relax de Kna. Los temas que se suceden en el
Preludio (8) configuran un ambiente sombrío, pero había más tensión
en 1956 y 57. El bajo-barítono danés Frans Andersson posee una voz
bella, con terciopelo, timbrada, pero por lo general transmite poco
dramáticamente. En algunos momentos puntuales en que consigue trascender
su natural monotonía se erige como un Alberich importante, como
por ejemplo su explosión de ira ante la llegada del Viandante en
“Du selbst läβt dich hier sehen?” (pista 6, 0’32’’) o, más
adelante (5’10’’) en “Walhalls Höhen / stürm ich mit Hellas Heer:
/ der Welt walte dann ich”, sobre el tema de la maldición, cuyo
final de frase adorna Andersson con una inquietante risa de poseído,
no escrita, pero muy eficaz.
Hotter
vuelve a mostrar un preocupante vibrato en el Re 3, sobre
todo en las notas largas, como en “Helden nur können mir
frommen” (pista 7, 1’36’’). Tampoco apoya suficientemente la voz
en los graves (Lab 1 en “band er dich / Bösen mir nicht”,
pista 6, 3’25’’). Todas las apariciones del dragón, desde que el
Viandante despierta al dragón (pista 8, 0’31’’) hasta que Siegfried
lo mata, van acompañadas de efectos especiales, un soplido incesante
y muy molesto (especialmente si se escucha con auriculares).
|
Este
tenor no teme al dragón, aún le queda mucho por
cantar |
En
la Segunda Escena asistimos a un recital de variedad expresiva de
Windgassen, que cincela cada frase con atención al contexto dramático,
al significado de las palabras. Así, en “Soll das etwa Fürchten
heiβen?” (pista 11, 3’05’’) es irónico (“¿Por ventura debe
llamarse miedo a esto?”). Más adelante, durante los murmullos
del bosque, la voz suena con un deje soñador (“nur noch viel
schöner!”, pista 13, 1’06’’) o de desamparo (“Ach, möcht ich Sohn
/ meine Mutter sehen!”, 2’22’’). Excelente el trompa solista, que
resuelve con brillantez su difícil parte (desde 1’55’’ en pista
15 hasta 0’30’’ en pista 16), llena de notas en p y corcheas
picadas. Josef Greindl es un magnífico dragón, negro, contundente
y amenazador, este año en buena forma, sin nasalidades, sin vibrato.
Sólo un detalle, escúchese ese salto de octava, Fa 2-Fa 1 sobre
“mor-det”, en “wen du gemordet” (pista 17, 1’58’’). Bien Dorothea
Siebert como Pájaro del Bosque, una voz ligera, de bello color y
volumen suficiente.
Afortunadamente
todo está en “on” en la Tercera Escena (CD 9, pistas 2 a 8), Kna
parece despertar de su momentáneo letargo y los resultados son prodigiosos.
Stolze está magistral en su intento de embaucar a Siegfried. Es
verdaderamente retorcido y astuto. Nótese el acompañamiento orquestal,
cargado de humor e ironía (9), a las intervenciones de Mime (CD
9, pista 4 y 5). Kna borda este pasaje. Windgassen comienza
con un leve titubeo, que hace intervenir al apuntador (“Den Lehrer
fand...”, pista 4, 0’25’’). Atención a las frases de Mime “Siegfried,
mein Sohn, / das siehst du wohl selbst, / dein Leben muβt
du mir lassen” (2’36’’), en la que Stolze escala al La 3 (sobre
“mein”) y “Nun (p <), mein (f) Wälsung! (>)
/ Wolfssohn (p < f) du (>)! / Sauf (fp <)
und würg (Sol 3) dich zu Tod!” (pista 5, 3’47’’), en la que Stolze
hace todos los reguladores prescritos.
Después
de deshacerse de Mime, Windgassen es la imagen misma de la soledad.
Su frase “Doch ich bin so allein, / hab’ ich Brüder noch Schwester...”
(pista 7, 1’45’’) es conmovedora. Un inspirado Kna le arropa
con mimo (pistas 7 y 8), ora delicado, extrayendo de la orquesta
sonidos envolventes, vaporosos (pista 7, 0’49’’ a 1’45’’), ora agitado
(Lebhaft), apasionado (pista 7, 2’35’’). El final (desde
0’45’’ en pista 8) es fabuloso, la orquesta canta, y hay un aire
de candor, jovialidad y alegría.
Tercer
Acto
Con
Kna, el imponente Preludio (CD 9, pista 9) suena exactamente
es como está indicado, “animado, pero pesado” (Lebhaft, doch
gewichtig). En la invocación a Erda (pista 10), Hotter
es imperioso, y su estado vocal es notoriamente mejor que el año
precedente. Es una lástima que pase apuros por encima del Mib 3,
de los que hay nada menos que ocho en esta escena. Tiene un ligero
despiste en la frase “Der Weckrufer bin ich / und Weisen üb’ ich”
(2’44’’), que Hotter convierte en “Der Weckrufer bin ich / und
heusen bin ich”. Maria von Ilosvay cumple discretamente como Erda,
pero, al igual que hiciera en 1957, en “herrscht durch Meineid”(pista
12, 1’21’’), el Lab 4 sobre la sílaba “Mein” es tremolante, inestable,
feísimo. Nótese cómo mientras el Viandante le cuenta a Erda la marcha
de sus planes (Siegfried ya tiene el Anillo), la música es evocadora
y feliz (CD 10, pista 1): Wotan ya no teme el fin de los Dioses,
y cede el testigo al “por mí elegido”, que aparece de inmediato.
En
el encuentro Viandante-Siegfried de la Segunda Escena, a Windgassen
le corre la voz fresca, dando la imagen de joven impetuoso, ineducado,
curioso, atrevido y tosco (“Doch darunter fehlt dir ein Auge!...”,
pista 3, 1’40’’). Préstese atención a la intervención del Viandante
“Kenntest du mich, kühner Sproβ” (pista 4), magníficamente
servida por un humanísimo Hotter (“Dem ich so hold bin, / Allzuhehrer!”,
1’02’’) y que reproduce el clima de la Tercera Escena (Wotan-Brünnhilde)
del Tercer Acto de La Walkyria. El Viandante se duele del
trato recibido por Siegfried, quien sólo quiere llegar a la roca
de Brünnhilde sin pérdida de tiempo. Para Kna, estos momentos
son tan importantes como la cabalgada de las Walkyrias, no
hay más que fijarse en la tensión dramática, la expresividad (Ausdrucksvoll)
que consigue de la orquesta.
La
Tercera Escena, con esa pareja irrepetible que fueron Wolfgang Windgassen
y Astrid Varnay es una cima artística. Escúchese la frase “Mutter!
Mutter! / Gedenke mein!” (pista 8, 0’50’’), en la que Windgassen
expresa la vulnerabilidad de Siegfrid, o “Blende mich auch noch
der Blick? / Wagt’ es mein Trotz? / Ertrüg’ ich das Licht?”, en
la que la voz suena bella y fresca como si acabase de salir a Escena.
O ese prodigio que es “Ist dies das Fürchten? / O Mutter! Mutter!
/ Dein mutiges Kind! / Im Schlafe liegt eine Frau, / die hat ihn
das Fürchten gelehrt” (2’26’’), en la que desfilan agitación (“Ist
dies das Fürchten?”), miedo (“Mutter!”), ternura infinita (“Im Schlafe
liegt eine Frau”) y asombro (“die hat ihn das Fürchten gelehrt”).
|
Siegfried-Brünnhilde:
Hubo un tiempo en que la gente cantaba como los dioses |
El
despertar de Brünnhilde es para el recuerdo. La voz de Varnay parece
desperezarse frase a frase. El saludo al Sol, “Heil dir, Sonne!”
(pista 9, 1’45’’) es contenido, algo tímido. En “Heil dir, Licht!”
(2’08’’), con uno de esos crescendos interminables de Kna,
se va soltando. En “Heil dir, leuchtender Tag!” (2’32’’), ya sale
el sol. Préstese atención al ardor, la pasión amorosa que Windgassen
plasma en “Durch brennendes Feuer / fuhr ich zu dir...” (pista 11,
2’55’’), acompañado por un encendido Kna. Uno no sale de
su asombro: dos cantantes, uno que lleva encima casi tres horas
de función, con un terrible Primer Acto, y otro recién levantado,
no muestran signos de cansancio o de falta de calentamiento, y sortean
el escollo de este difícil dúo sin pasar ningún apuro. Windgassen
llega sobrado de fuelle a los tres (Mi 3, Sol 3, Lab 3) “Sei mein!”
(pista 14, 1’38’’). Varnay reparte Si 4 sin esfuerzo, con ese metal
suyo, tan bruñido, y nos procura un brillante cierre dando el Do
5 opcional (10) en “Lachender Tod!” (pista 15, 2’46’’).
La
estirpe de los cantantes wagnerianos, como la de los wälsungos o
la de los dioses, se extinguió hace tiempo.
NOTAS
(7)
Reflexión, acumulación del tesoro, servidumbre de los Nibelungos,
Nibelungos, Anillo (en maderas), dragón, espada...
(8) Fafner, dragón, Anillo, maldición, aniquilación, servidumbre,
anillo...
(9) La escritura es transparente: comienza la cuerda grave, a la
que se van uniendo clarinete y fagot y, finalmente, dos trompas
(en p y con la indicación “dolce”) y violines segundos.
(10) En 1957 le salió algo destemplado, y tampoco estuvo muy fina
en el resto del dúo, quizá contagiada por un Aldenhoff inseguro
y al límite ya de sus fuerzas.
|