INTRODUCCIÓN
A LA SECCIÓN "DISCOS"
Tendrán cabida en esta sección grabaciones de obras de Wagner, generalmente
novedades o reediciones. Dado que, de momento, los redactores de
esta sección pagan los discos sobre los que escriben, no podrán
recogerse aquí todas las novedades o reediciones, por razones obvias,
no sólo económicas. Próximamente se abrirá una sección dentro de
ésta, "La Isla del Tesoro", por la que desfilarán rarezas,
discos difíciles de encontrar, descatalogados... Como anticipo,
en el próximo número de Wagnermanía aparecerá la reseña
de un Siegfried histórico del MET (30 de Enero de 1937),
con Lauritz Melchior, Kirsten Flagstad, Friedrich Schorr y Kerstin
Thorborg, entre otros.
LA
GRABACIÓN DEL MES
En este primer número de Wagnermanía nos ocupamos de una
importante reedición que acaba de aparecer: El Anillo del Nibelungo
que se representó en el Festival de Bayreuth de 1957 (concretamente
entre el 14 y el 18 de Agosto), dirigido por el sumo sacerdote wagneriano
Hans Knappertsbusch, y con reparto de los de antes: Varnay,
Hotter, Vinay, Greindl, Neidlinger, Nilsson, Windgassen... El extraordinario
sonido (incluso mejor que el del Anillo de 1956 en GOLDEN
MELODRAM) añade atractivo a este documento excepcional (Ref. GOLDEN
MELODRAM GM 1.0048, 14 Cds; Distribución: Diverdi).
Debido a su longitud, hemos dividido la reseña en dos partes.La
segunda parte aparecerá en el próximo número de Wagnermanía,
y seconcentrará en la descripción de las dos últimas jornadas, Sigfrido
y El Ocaso de los Dioses.
LLEGAR,
VER, VENCER
Hace unos meses un pájaro del Bosque me dijo: "GOLDEN
MELODRAM" está en condiciones de sacar, con el mismo
excelente sonido que el de 1956, los Anillos de Bayreuth 1957 y
1958 dirigidos por Hans Knappertsbusch; "¿a ti que te parece?
¿por cuál empezamos?". Yo conocía completos los de 1956 y 1958,
pero el de 1957 sólo de manera fragmentaria, así que, aunque grandes
eran mis deseos de escuchar el de 1958 en las mejores condiciones
de sonido, pudo la idea de llenar una de las escasas lagunas en
mi discografía del Kna, y di mi voto particular favorable
al de 1957. En Junio pasado, durante un intermedio de una de las
funciones de Tristán e Isolda en el Teatro Real de Madrid,
me encontraba tumbado bajo un tilo cuando volvió a aparecérseme
el pájaro del Bosque: "está hecho: el próximo Otoño
saldrá, el que tú querías, el Anillo de 1957 del Kna". Y aquí
está por fin, y de ello me ocuparé‚ en estas líneas.
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Representación
de La Walkiria en 1951
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Hay una foto del Kna examinando cuidadosamente un tablón
de anuncios con los horarios de los ensayos del Festival de Bayreuth.
Sin duda estaría pensando: "¡hay que ver lo que trabajan estos!,
quizá me pase por aquí una tarde". Seis Tetralogías
dirigió en Bayreuth (el primer ciclo de 1951, el segundo de 1956
y los dos ciclos de 1957 y 1958). Se dice que, en 1951, Kna
hizo un ensayo general de toda la Tetralogía (1); en 1956,
un ensayo general del Ocaso de los Dioses (2). Como señala
Ángel-Fernando Mayo en un reciente número del Boletín de Información
Discográfica editado por la distribuidora Diverdi (nº 88, Diciembre
2000), en 1957 el rodaje debió de estar a cargo de Maximilian
Kojetinski, viejo amigo de Karajan (3) que trabajó de répétiteur
en Bayreuth. Lo cierto es que la orquesta suena a puro Kna:
hay mil detalles inconfundibles de tempi (retenciones antes
de los clímax o un tremendo ritardando no escrito
en la Cabalgata de las Walkyrias), de color (violas ásperas),
los clímax se alcanzan por acumulación y suenan con enorme
poderío (¡que increíble rango dinámico el de la orquesta de Kna!),
pero sin relación alguna con las ensordecedoras descargas decibélicas
que acostumbran otros directores y que pillan por sorpresa al oyente
poco avisado. La dirección es matizada, de amplia gama expresiva
y atenta con los cantantes. Por si esto fuera poco, la ejecución,
salvo algunos pequeños desajustes y errores, es más precisa que
en 1956. Y todo esto se aprecia, por un lado gracias a la excelente
calidad de la cinta original y al cuidado y respetuoso reprocesado
de GOLDEN MELODRAM y, por otro, porque está ahí, lo que puede
sonar a verdad de perogrullo, pero conviene decirlo y repetirlo
porque hay quien insiste en no darse por enterado.
El Oro del Rin, particularmente la Primera Escena, marca,
junto con La Walkyria, el punto más alto de este Anillo.
El signo de lo excepcional asoma ya desde los primeros compases
del Preludio (CD1, pista 1). Este genial fragmento de música, 136
compases construidos a partir de la tríada Mib (contrabajos, desde
el primer compás), Sib (fagots, desde el quinto compás), Sol natural
(trompa, en el vigésimo compás, tras un arpegio ascendente iniciado
en el compás 17), recibe aquí, en opinión del firmante, la más perfecta
ejecución que jamás haya escuchado. Es sorprendente que, pese a
durar rácticamente lo mismo que en 1956 (3'47'' aproximadamente,
descontados los ruidos iniciales), es bien distinto. Aquí el impulso,
la sensación de movimiento, es mucho más acusado que el año anterior.
El agua cobra auténtica vida en esta imagen sonora, la corriente
llega a ser torrencial (2'56''). Knappertsbusch experimenta con
las dinámicas, y a partir de 3'22'' hay un crescendo apenas
perceptible (manteniendo el tempo) que funciona a la perfección.
Y sin darnos cuenta llegamos a la Primera Escena. El trío de ondinas
(Dorothea Siebert, Paula Lenchner y Elisabeth Schärtel) es de excepción
y, en el Prólogo, Gustav Neidlinger muestra porqué es el Alberich
por antonomasia de la segunda mitad del Siglo recién acabado. Por
destacar algunos momentos en esta escena sublime: la frase de la
Siebert "Durch die Fluten hin / fliebt sein strahlenden Stern"
(pista 6, 0'45'') y la intervención posterior de las tres ondinas
al alimón; el momento (4'21'') en que la orquesta expone, perfectamente
diferenciados, los cambios de humor en la música, contrastando el
tono frívolo y juguetón de las palabras de Wellgunde con
la solemnidad del motivo de la renuncia al Amor en boca de
Woglinde; esas olas del Rin en forma de figuraciones de la
cuerda (arpegios de semicorcheas) al final de la Escena (pista 7,
2'04''), tras la maldición del Amor de Alberich y
la desesperación de las ondinas.
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El Oro del Rin de Bayreuth en 1955
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El resto de El Oro del Rin se desarrolla a un nivel similar.
Hans Hotter (Wotan) no muestra aun la fatiga que deslucirá algo
su intervención en Sigfrido. Georgine von Milinkovic cumple
como Fricka, aunque uno se acuerda de Rita Gorr (en 1958).
Cualquiera está siempre dispuesto a comer las manzanas de Elisabeth
Grümmer, quien compone una Freia de gran dulzura, con una
voz que es una fiesta para los oídos. Magníficos los gigantes de
Arnold van Mill (Fasolt) y Josef Greindl (Fafner).
Van Mill canta maravillosamente, con impecable acompañamiento de
Kna, su estrofa "ein Weib zu gewinnen, / das wonnig
und mild / bei uns Armen wohne: / verkehrt nennst du den Kauf?"
(pista 11, 5'55''). Muy bien el Loge de Ludwig Suthaus (¡el
Tristán de Furtwängler!) y el Froh de Josef Traxl,
quien hace una espectacular entrada ("Zu mir, Freia!",
pista 12). Paul Kuën es a Mime lo que Neidlinger es a Alberich.
Quizá los más flojos del reparto sean el Donner de Toni Blankenheim
y la Erda de Maria von Ilosvay, solventes aunque claramente
inferiores a los de 1956 (Alfons Herwig y Jean Madeira).
La dirección es en todo momento soberbia. Algunos ejemplos: el acompañamiento
a la frase de Fricka: "Gewänne mein Gatte / sich wohl
das Gold?" (pista 15, 2'40''); el ominoso descenso al Nibelheim
(pista 20, 1'05'' en adelante), reforzado con yunques eléctricos;
el monólogo de Alberich, magníficamente cantado por Neidlinger
(CD2, pista 12, 0'37''), que culmina con la maldición del Anillo:
la música que sigue a la desaparición de Alberich de la escena
(pista 12, 3'50'') suena, como siempre con Kna, dramática
y potente, pero sin la rabia y la vertiginosidad de Solti o Furtwängler.
De aquí al final de la obra todotranscurre perfectamente engranado
y el oyente acaba entrando en elWalhall en inmejorable compañía.
¡Quién dijo que El Oro del Rin es aburrido?
La Walkyria también es espléndida. El Primer Acto se abre
con una tormenta que, en ninguno de los ejemplos que conozco de
Kna en vivo, me suena con el mismo sentido de la progresión
e impulso que en el prodigioso registro en estudio (DECCA) del Primer
Acto, grabado en Viena tan solo dos meses y medio después de esta
Walkyria que aquí se comenta. Y eso durando virtualmente
lo mismo, en torno a los 4'. Hay que esperar unos 70 compases para
empezar a respirar el drama, que llega en 1'37'' con la entrada
de los violines en mezzofort repitiendo con insistencia el
mismo arpegio ascendente de semicorcheas. No es en mi opinión el
Primer Acto lo mejor de esta Walkyria, aunque está notablemente
servido. Ramón Vinay, que ese año sólo cantó Parsifal y el
Siegmund del segundo ciclo (en el primero lo cantó Suthaus),
estaba fresco y compuso un buen Siegmund, papel que había
pulido considerablemente desde que lo debutara en Bayreuth en 1953.
Cuesta acostumbrarse a su voz engolada, sofocada en ocasiones, pero
este Siegmund de acentos dramáticos a mí me convence más
que el de Windgassen (en 1956, sustituyendo precisamente a Vinay;
en 1960 con Kempe) y, cuanto más le escucho, más me gusta (aunque
pronuncie "Waaaaaaeelsä!"). Josef Greindl es indiscutible
como Hunding, para nada monótono, como a veces se dice de
él en este papel. Quien no me termina de convencer en este Primer
Acto es...¡Birgit Nilsson como Sieglinde!. No es, obviamente,
un problema de cantidad o calidad, de las que anda sobrada, sino
de adecuación de la voz a un papel que siento no le va en absoluto.
Además, me da la impresión de que no termina de encontrarse a gusto
con la dirección de Kna (¿falta de ensayos?) y algunos momentos
encuentro su fraseo algo dubitativo. Quien esto escribe se queda
con Gré Brouwenstijn (1956) o Leonie Rysanek (1958, en la mejor
Walkyria de la trilogía tetralógica 1956-58 del Kna,
con un Siegmund antológico de Jon Vickers, gallo incluido).
Todo parece funcionar mucho mejor con la llegada de la primavera
(pista 13, 0'57''), primorosamente servida por Kna. Vinay
canta un excelente Winterstürme, Nilsson se redime con su
"Du bist der Lenz" y su frase "Siegmund / so nenn
ich dich!" (pista 17, 1'17'') y, salvo un despiste sin importancia
de Vinay (comienzo de la pista 18), se llega a toda máquina y sin
novedad al apoteósico final. Curiosidad: la Nilsson da el grito
no escrito al sacar Siegmund la espada del tronco.
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El crucial Segundo Acto es, junto con el Tercero y la Primera Escena
de El Oro del Rin, la cima de esta Tetralogía. Tras
el apasionado Preludio, la entrada de Brünnhilde es espectacular,
con una Astrid Varnay en forma, lanzando unos Hojotohos que
cortan el aire. La escena de Wotan y Fricka es magnífica
dramáticamente. Von Milinkovic no tiene un timbre especialmente
grato, pero canta impecablemente. Hotter, simplemente, ES
Wotan. Es fascinante cómo comunica con la voz los distintos
estados de ánimo que atraviesa el personaje. Su "Nimm den Eid!"
es acongojante y muestra a un acorralado y vencido Wotan cediendo
ante la atosigante Fricka. Kna dirige con concentración total
y la orquesta responde con precisión y expresividad. Escúchense,
por ejemplo, las breves frases de la orquesta antes de la intervención
de Fricka "Deiner ew'gen Gattin..." (CD 4, pista
6, 2'37'') y el acompañamiento a ésta, o el impresionante crescendo
de la orquesta sobre la intervención de Wotan "O heilige
Schmach! / O schmählicher Harm!" (pista 8, 1'23''). La difícil
siguiente escena, entre Wotan y Brünnhilde, es incluso
mejor, con Hotter y Varnay en perfecta sintonía y en buena forma
vocal, acompañados por el mejor Kna. Desde el punto de vista
de la ópera tradicional, aquí no pasa nada, pero todos sabemos que
en esta escena, tan estática ella, pasa todo. Son particularmente
impresionantes la intervención de Wotan que se inicia con
"Fahre denn hin!" y termina con "das Ende!"
(pista 11, 0'54'') y el breve interludio orquestal que sigue a la
frase de Wotan "Siegmund falle! / Dies sei der Walküre
Werk!" (pista 12, 4'23''), en el que diversos motivos se suceden,
reflejando las emociones cambiantes de Wotan. En la Escena
Tercera los Wälsungos, mejoran sus prestaciones del Primer
Acto. Tras una introducción de gran dramatismo (comienzo de pista
14), la primera intervención larga de Siegmund ("Nicht
weiter nun!") es excelente (pista 14, 1'38''). Kna es
profundamente lírico (pista 14, desde 3'14'') antes del "Hinweg!
Hinweg!" de Sieglinde, muy bien cantado por Nilsson,
y lamentablemente ya en el siguiente disco. La Cuarta Escena, el
Anuncio de la Muerte, está magníficamente cantada por Vinay
y Varnay. En la Quinta y última escena de este Acto siempre sobrecoge
oir los "Geh!" de Hotter, justo antes de fulminar a Hunding
(pista 9, 0'32'').
El Tercer Acto (CD 6) se abre con la celebérrima Cabalgata de
las Walkyrias, en la que Kna hace una de las suyas.
Según el crítico estadounidense William H. Youngren, Kna
dirigía peor en el teatro aquellos pasajes que solía dirigir en
concierto, pues trasladaba al foso sus vicios. Este es uno
de esos pasajes. En la versión de concierto, no existen los interludios
vocales, en que cantan las Walkyrias, y el todo consiste en hacer
cada vez más pesadas las sucesivas exposiciones del tema principal
(cabalgata). En concierto, Kna solía hacer un tremendo "ritardando"
en la última exposición, para acentuar el tema. Aquí se muestra
fiel a sus principios y, aunque está en el foso, hace el ritardando.
Cosas del Kna. Luego viene el recital Hotter: "Walküre
bist du gewesen: / nun sei fortan, was so du noch bist!" (pista
6, 2'31''), "der Mann dann fange die Maid, / der am Wege sie
findet und weckt" (pista 6, 5'), esta última frase dicha con
enorme pesar. La Escena Tercera, con Varnay, Hotter y Kna
es otro de los grandes momentos. Hay quien dice que, en la Walkyria
de la Tetralogía de 1956, Varnay sobreactúa en su intervención
"War es so schmählich / was ich verbrach" (pista 9). Yo
creo que estaba perfecta, como lo está también aquí, aunque le falte
fiato para alargar un poco más su "ihm innig vertraut_"
(pista 10, 4'57''), que el año anterior fue absolutamente espectacular.
Kna retiene el tempo en el clímax que precede a los
Adioses de Wotan (pista 13, 5'26''), cantados magistralmente
por Hotter.
(1)
Herbert von Karajan, quien dirigió el segundo ciclo de 1951, ensayó
concienzudamente y dejó la orquesta "a punto de caramelo".
Las malas lenguas comentan que eso se nota en el "Ocaso"
de "Kna" editado por TESTAMENT. También he leído en alguna
parte que Karajan "preparó" a la Orquesta Philharmonia
de cara a los dos conciertos dedicados a Brahms que Arturo Toscanini
dirigió en Londres los días 29 de Septiembre y 1 de Octubre de 1952,
de ahí que este Brahms suene poco toscaniniano.
(2) Joseph Keilberth había dirigido los cinco ciclos anteriores:
los dos de 1954 y 1955 así como el primero de 1956.
(3) Karajan y Kojetinski, ambos austriacos, compartieron podio en
Ulm durante la temporada de 1933.
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