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Número 276 - Zaragoza - Diciembre 2023|
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| Gran Götterdämmerung en el Liceo de Barcelona |
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Queridos Wagnerianos. Me gustaría compartir con vosotros el éxtasis alcanzado a lo largo de las dos representaciones de Götterdämmerung en el Liceo de Barcelona a las que he asistido, una de ellas gracias a la invitación sorteada por Wagnermania,. Es difícil hoy en día encontrar en una misma producción aciertos en todos los ingredientes de la ópera: dirección musical, rendimiento de la orquestra, dirección de escena y reparto vocal, así como muchas ganas, mucho trabajo y una más que evidente complicidad entre los intérpretes. Aciertos que han posibilitado que por primera vez un servidor haya experimentado en directo el poderoso y subyugante efecto del Gesamtkuntswerk, cuya existencia presuponía por los escritos de Wagner y más o menos intuía en los DVD?s de algunos de los mejores montajes, pero que nunca antes había experimentado en vivo, la mayor parte de las veces como consecuencia de vacuas puestas en escena (en este sentido siempre recordaré mi primera visita a Bayreuth para asistir al lamentable Tannhäuser de Baumgarten, sí, el de la venus embarazada, que me alteró hasta el punto de impedirme disfrutar del maravilloso sonido de la orquestra. En esta ocasión, bien al contrario, la propuesta de Robert Carlsen es formidable. Destacaría en ella una dirección de actores cuidada y detallista (es admirable como describe a cada personaje en la primera escena del Palacio de los Gibichungos, palacio caracterizado según algunos por la estética de Albert Speer, aspecto que no creo especialmente relevante para la interpretación de la propuesta : Gutrune inocentemente tumbada leyendo en el despacho de Günther, progresivamente ilusionada ante la perspectiva de matrimonio según la trama de Hagen; Günther hierático sentado tras su inmensa mesa de trabajo ajeno a las intrigas de Hagen, quien sibilinamente se mueve en un segundo plano. Y finalmente Siegfried cuya inocencia, pureza y salvajismo se insinúan en sus movimientos informales, sentándose al borde de la mesa, tirando de cualquier forma la mochila donde lleva el tarnhelm, etc. Pero si una escena corta el aliento, esta es la escena de la inmolación en la que Carlsen baja el telón para dejar a Brunhilde sola ante el público, desamparada y traicionada por todos, pero firme y noble en su determinación de venganza. Y Brunhilde es Iréne Theorin. Y creo que actualmente este papel sólo está a su alcance. Una interpretación llena de matices tanto en lo gestual como en lo vocal. En la referida escena final, consigue literalmente detener el tiempo y las toses ? no sé qué pasa actualmente pero el Liceu es terreno abonado a las toses y a las molestas lucecitas del móvil), y consigue que sin soporte alguno escenográfico desnudar todas las brunhildes posibles: la brunhilde combativa, la derrotada, la abandona, la determinada a culminar la venganza?, y todo ello arropada con una inusual complicidad por la orquestra (quizá de ahí el sincero abrazo final de Iréne a Josep Pons). El resto de reparto brilló a gran altura como fue el caso de los Hagen (Eric Halfvarson el día del estreno y Hans-Peter König en la función que asistí el lunes 14), un magnífico Samuel Youn en el menos lucido papel de Günther , y un Lance Ryan que, dejando aparte preferencias sobre la idoneidad de su voz para encarnar a Siegfried, cantó a muy buen nivel y colaboró a la excelencia de la función. Y finalmente mencionar la orquestra. Grata sorpresa de la noche. El Siegfried de Pons el año pasado ya daba motivos de esperanza. Pero en el recuerdo de todos los liceístas aún pesaban las dudas de secciones como la de metales, verdadero talón de Aquiles en el anterior ciclo dirigido por Bertrand de Billy. Pues bien, este año los metales han sonado impecables (fantástica por ejemplo la marcha fúnebre), sin desmerecer al resto de secciones, percusión, maderas, cuerdas? Y como nota ilustrativa de concienzuda interpretación de Pons de la partitura, destacar que tras acariciar a Iréne Theorin en la mencionada escena de la inmolación, acomete con una admirable fluidez el final orquestal hasta detener totalmente la orquestra justo antes del motivo final de la redención. Un silencio poco habitual, no escrito en la partitura, que se hace eterno ? algunos pensamos que alguien en el público irrumpiría en aplausos ? y que Pons ya introdujo en la versión que dirigió del final orquestal con la orquesta de RTVE creo que en 2012. Las funciones terminaban ayer, por lo que no puedo decir que vayan a verla, pero les invito a que vean en el siguiente vídeo como testimonio. https://youtu.be/QbBsuXas7W8 |
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Asistí a la representación del sábado 19 de marzo. Poco o nada hay que añadir a su opinión, la cual comparto plenamente. Quizás, en algún momento a Lance Ryan se lo comía la orquesta, me dió esa impresión. Pero en general más que aceptable. Salí absolutamente emocionado con la interpretación de la inmolación. Impresionante Irene Theorin y la dirección musical. La cara de felicidad de la soprano al final hablaba por sí sola. Así da gusto..!! |